Zoco Caraflecha
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Zoco Caraflecha
Quien es Zoco?? Os preguntareis algunos que veis este PJ conectando ahora a menudo. Es un alter que cree para poder pasar ratos tranquilos en el juego. Un proyecto de personaje que me hubiese gustado jugar más aún, y que actualmente le estoy dando algo más de tralla, la mecánica del hunter es tan sencilla y se sube tan rápido que realmente es un des-estresante Aqui os pongo una historieta que escribí en su día. Y si os preguntais si hay parentesco con Tatanga... así es, son primos xD |
Jovencisimo trol cazador, de carácter muy inquieto y absurdamente estúpido, incluso para su raza. Explorador
incansable que se dedica a ir arrancando el pellejo a todo animal que ven sus ojos, de manera impulsiva y casi enfermiza. Esa es su forma de vivir, solitaria e insegura siempre, aunque con su corto raciocinio no llega a preocuparse por esa vida nómada. Vivía antes con su familia cerca de Cerrotajo, en Durotar, pero un soleado día se alejó demasiado y se olvidó de dónde estaba su casa, así que se las apañó para sobrevivir como pudo él sólo, gracias a sus habilidades de cacería.
Tiene unos severos problemas de atención, por lo que los lugareños tienen que explicarle varias veces por donde debe ir en sus viajes. Y deben explicárselo varias veces más cuando el trol se pierde y vuelve a preguntarles. Así es como acabó cerca de El Cruze, en el extenso país de Los Baldíos, haciendo encargos para los campesinos y militares que pululan por ese pequeño poblado.
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El cielo tenía ese tono violáceo que adquiere minutos antes ocultarse el sol, y el duro día de caza había dado a Zoco material suficiente para cumplir con los encargos de la gente tauren de El Cruze. Los restos de una apetitosa cena descansaban sobre una gran piedra manchada de sangre, al lado de las humeantes brasas que quedaban después de la barbacoa que el trol había montado. Sacó su daga sucia y mellada y empezó a despellejar un nuevo cadáver de zancudo de la llanura, el último del montón que había traído. Se rascó su cara tatuada y con su carrasposa voz empezó por décima vez una de las canciones que más le gustaba.
Cogez con cuidado
el afilado cuchillo,
lo inzertaz en la piel
del animalito frio.
Daz un fuerte tirón,
y laz tripaz ze zalen.
Malolientez dizen que zon,
pero que ricaz que zaben!
Cualquier desconocido que hubiera visto a aquel solitario trol hubiese pensado que era un aventurero valiente y confiado al hacer un fuego en medio de aquella sabana. Pero la verdad es que Zoco no tenía ni idea de lo que podría pasarle por encender una simple fogata nocturna y tener sangre y trozo de animales inundando con olor el ambiente. Tenía mucho que aprender como cazador, empezando por intentar pasar desapercibido en un ambiente hostil como estaba. Y el cantar en voz alta tampoco ayudaba a eso.
Él sólo sabía de las cosas de matar, y no necesitaba saber de más. Los lugareños le habían mandado varios encargos para deshacerse de él por un tiempo, ya que era realmente insoportable tener a aquel inquieto trol incordiando por el poblado de El Cruze.
Entonces una inevitable presencia llegó al pequeño cerco de luz que aún daban las brasas. Era un famélico y perdido felino, un guepardo extraviado, con un color de piel de lo más inusual para lo que Zoco conocía, ya que su pelaje era blanco como la nieve, tanto que lo hacía casi transparente. A pesar de su apariencia hambrienta, era un ejemplar formidable y fuerte, y Zoco se quedó congelado del susto al verlo. Un violento instinto asesino se apoderó de él, y echó mano lentamente hacia el arco que había dejado a un lado, sacando la lengua estúpidamente y sin apartar la vista de aquel extraño mamífero.
Pero el mamífero no hizo el menor gesto de amenaza hacia él. Se acercó a la roca llena de sangre y empezó a lamerla y mordisquear los restos de la cena de Zoco. El trol se relajó un poco, y una nueva sensación se apoderó de él. Algo que no había experimentado antes delante de ninguna bestia, esa compasión ante el enemigo vencido. Zoco bajó el arco y se acercó despacio al felino, que paró de lamer la roca. El trol acercó una mano hacia el blanco pelaje del guepardo con intención de tocarlo, pero la bestia se adelanto y empezó a lamer la sangre que aún quedaba en sus dedos alargados. Zoco empezó a reírse de esa forma escandalosa de la que solía hacer gala, y se arrodilló al lado del animal mientras con la otra mano acariciaba la piel albina de su nuevo compañero.
- Erez un zer muy eztraño… tuza … león? Erez un león… creo…, aunque tú no daz yuyu. –sonrió estúpidamente mientras se incorporaba.
- Debedía ponedte un nombbe - buscó a su alrededor buscando inspiración en las cosas que le rodeaban. La noche estaba casi cerrada, y podía ver poco más allá de la luz que ofrecían las brasas. Se fijó entonces en los restos del fuego, y una palabra salió de sus labios.- Ceniza...- El guepardo miró con inteligencia a Zoco, e hizo un gesto parecido a un asentimiento.
- Uhmmm... miza guzta eze nombre. A tuza padece que también. No debo de olvidad!!- buscó rápidamente con la mirada algo donde apuntar esa repentina epifanía, ya que los momentos lúcidos no se daban muy a menudo en el trol.
Encontró una piedra lisa cerca de él, del tamaño de un puño, la levanto con una amplia y estúpida sonrisa y cogió un trozo de carbón aún caliente de las brasas.- Uh! Uh! Ah!......... Ajá!! A ved... como era ezto?- se preguntó a sí mismo rascándose la barbilla y pringándose la cara con el carboncillo. - Ah zi!!... Ce...Ni...Za - el trol “escribió” unos garabatos que realmente no significaban nada, más bien parecía un dibujo hecho por un goblin borracho.- Azí eztá bien.- Comprobó su obra con una nueva sonrisa y volvió a dejar la piedra en el mismo sitio donde la había encontrado, donde se quedaría para siempre. Se levantó y se dispuso a recoger sus pocas pertenecias. El guepardo no apartaba la vista de la curiosa figura mientras recogía su bonito arco y sus enormes bolsas.
- Vamoz Ceniza, noz ezpeda un ladgo camino hazta El Ccuze. Ezoz hombrez-vaca ze alegrarán de vedme de vuelta con zuz encadgoz hechoz.- El felino miró a las brasas mal apagadas, meneó la cabeza con resignación y se dispuso a seguir al alto trol. Así la curiosa pareja desapareció en la oscuridad, camino a El Cruze, mientras un destello especialmente mágico, poderoso e inteligente brilló en los ojos de Ceniza, su apariencia cambió y su piel se volvió translucida…
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