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Norik y Frair, el humo de la victoria.

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Norik y Frair, el humo de la victoria. Empty Norik y Frair, el humo de la victoria.

Mensaje  ElPater Vie 03 Oct 2008, 22:26

El cielo tenia ese color rojizo que anuncia la llegada de la noche. También, irónicamente, lo sangrienta que había sido la tarde.

Ahora disfrutaban de una relajada tregua, ya que la posición de la colina había sido tomada, y los goblins habían huido en dirección sur dejando atrás su rastro maloliente. La avanzada enana había montado su campamento, y preparaban las defensas para pasar la noche.

Norik se palpó debajo de la túnica y sacó con calma un elegante sobre de cuero donde guardaba su mejor tabaco. Colocó una cantidad en su elaborada pipa y le pasó la hierba a su hermano, que aún jadeaba y sudaba mientras paseaba sin rumbo, nervioso e impaciente.

- Toma Frair - dijo cariñosamente Norik con un tono familiar-. Esto te relajará y te ayudará a retomar fuerzas. Y siéntate de una vez cabezón.
- Te he dicho mil veces que no me llames así, anciano. - respondió Frair intentando parecer agresivo con su hermano.

Norik sonrió para sus adentros mientras disfrutaba de su pipa y se acariciaba su enorme barba. Nadie diría que Norik tenía casi 200 años, salvo por la longitud y color de su barba, en otros tiempos rojiza como la de su hermano, ahora blanca como la nieve, y por la sabiduría que emanaban sus ojos azules. Apenas se llevaba 60 años con su hermano pequeño Frair, pero la piel de su cara y su calva demostraban que su vida había sido mucho más dura. Varias cicatrices recorrían su cara, y su nariz rota por mucho golpes se alejaba mucho de la típica nariz curva de la familia Storrinsson. El tiempo les había tratado de forma muy diferente.

- Esos malditos pieles verdes no volverán por este camino – dijo roncamente Frair, con la voz cargada de odio - No les volveremos a dejar atacar la muralla de Ekrund. No debemos - prometía y maldecía mirando al horizonte, sabiendo que no estaba en sus manos el impedir un nuevo ataque, aunque sí ponerle fin a otro asalto - Quizá deberíamos seguirlos y asesinarlos ahora. ¡Por Grungni que lo haremos!

- Tranquilo mi querido hermano. No debemos precipitarnos. La misión era tomar la colina, y ya es nuestra. Disfruta del triunfo antes de que estemos inmersos en otra misión que no podamos acabar.- Norik miraba de reojo a su impetuoso hermano, sabiendo controlar cada uno de los impulsos que tenía desde pequeño-. Además ... - dio una larga calada a su pipa y se volvió a manosear la barba riéndose por dentro- si vas tu sólo detrás de esos goblins es posible que te pierdas y no sepas volver.

Frair estalló.

- ¡¡¡Argg!!! ¿es que nunca puedes darme ánimos? Siempre tienes que estar diciéndome que puedo o no puedo hacer. - Se puso de pié y cogió su enorme hacha, manchada aún con maloliente sangre goblin- ¿Sabes qué? - su mirada de locura asustó por un momento a Norik, que seguía sentado mirando a su impredecible hermano. - Voy a charlar con ese prisionero. Si sabe algo nos lo dirá. ¡Por las piedras que si nos lo dirá!

Frair se dirigió con sus andares patizambos hacia el centro del campamento enano, donde una fogata ardía con viveza gracias a los troncos nuevos puestos. Cerca del fuego, un goblin estaba atado por las manos a una estaca de unos 2 metros de altura. Sus brillantes ojos se abrieron perplejos al reconocer al enano calvo que había acabado él sólo con casi 20 de sus compañeros pielesverdes. Empezó a manosear la manos en un inútil esfuerzo de soltarse, mientras veia el fuego reflejado en los furiosos ojos del verdugo que se acercaba.

Norik descubrió lo que se proponía su hermano. Se levantó rápido y después de limpiarse y alisarse su túnica, se dispuso a seguirle. El guerrero se había parado a escasos 2 metros del goblin y el resto de enanos del campamento se había quedado mirando la escena, sabedores de que el incontenible Frair perdía los nervios muy fácilmente. Algo iba a pasar.

- Bien, asqueroso, repugnante, y escuálido goblin, me vas a decir hacía donde se fueron tus sucios amigos.- el enano acompañaba la petición sopesando su enorme hacha de doble hoja. El goblin no entendía el lenguaje enano, pero entendió al momento la amenaza, empezó a patalear e intentar soltar sus manos desesperádamente.

- ¡Wan'aaamba! ¡wimba so tuaang! - la voz chirriante y sin sentido del goblin irritó aún más a Frair, aunque ya se esperaba una respuesta incomprensible como esta. Un veloz y preciso movimiento con ambos brazos hizo mover su enorme hacha, clavándose en la madera del tronco, a escasos milímetros de la mejilla del goblin. La criatura no se enteró de lo sucedido, hasta que el posterior movimiento del aire le hiciera darse cuenta de que le había cortado su enorme oreja izquierda.

Norik vió la situación. ¿Cuantas veces había visto a su hermano perder el control? Cientos, pero siempre con su carácter, nunca con sus armas. Al enano se le herizaron sus canosos cabellos cuando oyó el estridente chillido del goblin, ahora sí, aterrorizado y con una oreja menos, mientras seguía pataleando y moviendo los brazos para liberarse. Sus ojos saltones y estúpidos miraban con desesperación al fornido enano pelirrojo, mientras el dolor procedente de la oreja cortada empezaba a marearle.

Frair desclavó el hacha del tronco, y miró con picardía al aterrado goblin. Entonces vio como una luz brillante emergía del goblin, y reconstruía mágicamente la oreja del goblin, con carne nueva y tersa. Frair ya había visto antes estos maravillosos poderes, pero no era magia goblin, sino enana. Se giró furioso y vió a su hermano a escasos 6 metros terminando de entonar una letanía a sus poderes rúnicos, con los que había curado al goblin.

- ¡¡Norik!! ¿Que demonios haces? Es un goblin, ¡¡no le cures!! – gritó Frair soltando incluso saliva por la fuerza de sus palabras.

- Es un prisionero, hay que interrogarlo correctamente, déjale. – Norik volvió a hablar con esa calma que desesperaba a su hermano. Había reconstruido la herida del goblin gracias a sus poderes rúnicos, aunque no estaba orgullos de ello. El goblin miraba ahora al enano canoso, con una mirada estúpida y de agradecimiento.

Pero esa sensación del goblin duró poco. Frair volvió a enarbolar su enorme hacha. Otro zumbido. Su oreja volvía a estar en el suelo antes de que pudiera mirar lo que había hecho Frair. El dolor lo invadió de nuevo, y gritó desesperadamente una vez más, removiéndose en el tronco al que estaba atado.

El goblin sintió otra vez el poder curativo y el destello luminoso. El dolor desapareció, y una vez más calma le invadió. Frair quitaba de nuevo el hacha clavada al tronco mientras veía como una nueva oreja le crecía al pielverde. Se giro furioso hacia su hermano.

- ¡¡DEJA DE HACER ESO!!

- ¡Y tu deja de hacer lo otro! – gritó ahora el sacerdote enojado, y a la vez divertido, sacando de quicio a su hermano. El goblin miraba atónito a los 2 enanos, con la incertidumbre sobre su destino- Si le matas, no podremos interrogarle, ¡cabezón!

Frair no aguantó más, sus ojos se inyectaron en ira, y con un movimiento perfecto clavó el hacha horizontalmente en el tronco, justo por encima de ambos hombros del pielverde. Sus ojos saltones de goblin, con un mínimo destello de terror, vieron como el suelo se acercaba cada vez más, cuando su cabeza se deslizó hacia el suelo, perfectamente rebanada por el corte del acero.

Norik se dispuso a hacer una nueva invocación de poder para curarlo, pero se paró en seco al ver que ya no había solución. Su hermano había decapitado al goblin, y ahora sonreía relamiéndose los labios, y tranquilo por fin.

- A ver como lo curas ahora, anciano – el enano se acarició sus desaliñadas barbas imitando a su hermano mayor, y caminó hacia el tronco donde se había quedado atado el prisionero decapitado para recoger su hacha.

El resto de enanos rieron por lo bajo, y siguieron preparando el campamento, haciendo el mínimo caso al cadáver cerca del fuego.

- Al final te sales siempre con la tuya... como padre – refunfuñó Norik mientras recogía su pipa del suelo, donde la había dejado cuando siguió a Frair. – quizá acabes como él algún día.

- Eso espero – contestó Frair feliz por la comparación, y se sentó donde habían estado antes fumando, al lado de su hermano. Volvió a coger su pipa y dio una fuerte calada para volver a encenderla. Miró a lo lejos la cabeza del goblin en el suelo, con los ojos muertos mirando en su dirección. – ¿Crees que nos habría contado algo? – el enano señaló con la cabeza en dirección al cadáver.

- Pseee... que más da... Si no lo hubieras matado tú, yo le hubiera quemado el cerebro.- Norik se pasó la mano por los adornos de su barba– Sólo quería curarle la oreja para que volvieras a cortársela, fue divertido ver su cara asustada, jajajaja- la profunda risotada sonaba como la de un abuelo divertido, y encendió el ánimo de Frair.

- Jajajaja, voy a por algo de cena, anciano- Frair se levantó y fue a ver al cocinero, riéndose. A Norik sólo se le oyó un susurro.

- Cabezón...
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