Yuliam
Recios :: JUEGOS :: World of Warcraft :: [WoW] Rol
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Presentación de Yul'oc
Hace mucho tiempo hubo una gran batalla que dividió a la población en dos bandos pero, en esta guerra los padres de un bebé orco murieron dejando al pequeño huérfano. Una vez terminada la batalla un grupo de humanos encontraron al bebé en una aldea cercana, se apiadaron de él y le dieron de comer, un lugar donde vivir..., pero, estaba metido en una jaula.
Pasados algunos años cuando el bebé había crecido, lo liberaron, al ser una amenaza para ellos. Pero el pequeño Yuliamo, como le hacían llamar, tras pasar tantos años encerrado, tenía miedo de los demás; así que se encaminó hacia los Páramos. Fue ahí donde aprendió a sobrevivir cazando. Era dura la vida, en cualquier momento el cazador podía ser la pieza de cualquier depredador más fuerte que él.
Normalmente cazaba alejado de los caminos, pero aquel día el estómago le rugía como el de un león hambriento y aquel jugoso jabalí huyó de él al primer hachazo. Corrió detrás de él hasta que sus piernas no pudieron dar casi un paso más. Observó de lejos como un extraño de orejas puntiagudas y túnica llamativa dio el golpe de gracia al jabalí, y le hacía señas con la mano para que se acercara. Yuliamo dudó en salir corriendo pero aquel rugido en su estómago le hizo recapacitar.
-¿Hola joven cazador? El extraño hombrecillo no obtuvo respuesta. ¿Es que a caso, te han cortado la lengua? Yuliamo se le queda mirando y señala a su presa. Ya sabes lo que tienes que hacer si la quieres.
- Me llamo Yuliamo.
- Yo soy Dorian. Dorian le observa durante unos instantes, extrañado. ¿Yuliamo? ¿Qué nombre es ese para un orco? ¿Qué hace un orco tan cerca de Ventormenta? ¿Acaso no sabes que pueden matarte?.
En su condición de diplomático Dorian solía recorrer esos caminos y le costó mucho que Yuliamo confiara en él. Con el tiempo cambió su nombre por el de Yul´oc, por cierto, éste más apropiado para un orco. Lo convenció para que le acompañara a la Isla Bruma Azur y así amaestrar una mascota para cazar. Yul´oc no alcanzaba a comprender el porqué aquella gente tan extraña no le permitían subir al barco que conducía a la Isla. Gracias a que Dorian liberó su espíritu de las ataduras de la muerte varias veces, consiguieron embarcar en busca de la criatura que ayudaría a Yul´oc a crecer como cazador, el devastador.
Yul´oc pudo comprobar que aquel pequeño gesto de Dorian, le hizo la vida más fácil al cazar, ya no tenía que correr tanto a la espera de que sus picaduras hicieran su efecto. La ayuda recibida de Dorian, hizo despertar en Yul´oc una duda. La soledad no era el único camino, se preguntaba si realmente podía existir otro futuro que no fuese vagar continuamente sin rumbo por los Páramos.
Se trasladó a los Baldíos. Esto dio la posibilidad a Dorian de visitarle con más frecuencia. Poco a poco, Dorian se preguntaba si realmente aquel orco tan asustadizo podría entrar a formar parte de la civilización y compartir sus amistades.
Una noche, sentados alrededor del fuego su amigo le preguntó:
- ¿Odias a los humanos? Lo que te hicieron no está nada bien.
- Realmente no fue idea de mis padres encerrarme. Me cuidaron como a uno de sus hijos, pero no pudieron contener el miedo que sentían los demás hacia mí. Mis padres fueron obligados a encerrarme. En el fondo les entiendo es como tener el enemigo en casa.
Dorian pudo comprobar que no era un ser con una sed de sangre despiadada y que realmente como más se divertía era cazando animales en solitario. Propuso entonces a su amigo que fuera a vivir con él a Ogrimar, pero Yul´oc no llegaba a convencerle del todo esta idea.
Zas… Zas, una y otra vez. Camina maldito orco o probarás mi látigo. La voluntad quebrada, la mirada perdida. Muchos, cientos, como él alrededor, confinados en un punto. Una voz ¿Qué habéis hecho con mis fieros guerreros?.
Yul´oc despierta desorientado, en la posada de Ogrimar y medita sobre el significado de ese sueño, recuerda su niñez pero existe una laguna en su vida, que no consigue recordar. Se dice a si mismo: “Debo buscar a mi amigo Dorian, quizás el sepa el significado de este sueño”.
Después de varias semanas de búsqueda infructuosa se da por vencido y se ve obligado a cambiar de profesión. Para ganarse la vida se instruye como minero e ingeniero. Empieza a dudar si habrá sido buena idea venir. En esta ciudad parece que todos han enloquecido, se reclutan continuamente cazadores, sacerdotes y toda clase viviente capaz de empuñar un arma contra los humanos. Yul´oc ingresa en varias hermandades pero cuando pregunta por sus ideales, la respuesta de sus miembros eran casi siempre muy parecidas: “Matar Aliados es divertido”. “¿Cómo?, sin motivos, sólo por venganza”. ¿Acaso el había perdido las ganas de luchar?. ¿Luchar contra quién?. ¿Contra los que le habían cuidado cuando era niño?.
De nuevo el mismo sueño. ¿Qué habéis hecho con mis fieros guerreros?
- Levanta cazador.
- ¡Camina maldito orco!
- Levanta cazador.
- ¿Qué habéis hecho?
- Levanta cazador.
Yul´oc despierta pues reconoce la voz de su amigo.
- ¿Eres oficial de una hermandad y estás ahí tirado en el suelo?
- Yul´oc levanta la mirada y le responde. Sí, pero sin ideales.
-Dorian le responde. Levanta cazador, yo te enseñaré a ser un Recio. Mañana te visitará el venerable oficial Beo y su ayudante Bigbuck. Sé correcto en tu forma de dirigirte a él y mírale a los ojos, que te pasas tanto tiempo mirando al suelo, que creo que debes saber a estas alturas, cuantas piedras componen el piso de Ogrimar.
Yul´oc empieza a darse cuenta que deberá despojarse de su rango y devolver su tabardo para convertirse de nuevo en un simple cazador. En el fondo se alegra, pues recuerda de forma grata, aquellas correrías tras los jabalíes un tiempo atrás.
Se dijo a sí mismo.¡Ya buscaré la forma de despedirme del líder de mi hermandad!
Notando que escaseaba el oro en su bolsa, decidió embarcarse en una misión en la que le pagarían un buen dinero por conseguir suministros para el Aserradero Grito de Guerra. Esa noche en la posada del puesto sintió un hormigueo en el estómago que no conseguía hacerlo dormir. Estaba nervioso y excitado pensando en la entrevista que debía celebrar al día siguiente. A pesar de estar acostumbrado a irse a dormir pronto y levantarse al alba cogió su escopeta y a su mascota PinzaVeloz y partió en busca de suministros.
Como siempre descuidando los peligros que la zona entraña, se sentó a un lado del camino cerca del Río Falfarren. Cuando más ensimismado estaba en sus pensamientos, notó el frío acero clavándose en su espalda, y un sonido aterrador que nunca había escuchado, pero que le hacía presagiar un fatal desenlace. Al principio pensó que quizás se había acercado demasiado a las Avanzadas Ala de Plata. No se defendió porque el estupor se apoderó de él. Al girar un poco la cabeza pudo contemplar como una asesina humana casi acaba con su vida. Cuando casi su vista se nublaba vio como alguien luchaba con la asesina.
Despertó al poco tiempo y pudo comprobar que no estaba herido de muerte sólo en su orgullo. Se levantó furioso e impotente decidido a hacer la misión y cruzó el río. Cual fue su sorpresa al encontrar el cuerpo malherido de la asesina unos metros más allá.
Se sentó a su lado a esperar que se recuperara. Detectó como el espíritu de la asesina volvía a su cuerpo, la presintió. Por un momento una sed de venganza cruzó por su mente. Era una asesina más fuerte que él, pero era una presa fácil. Algo en él le hizo reflexionar.
Se dijo a sí mismo ¡Soy un Recio! ¡Nunca he matado a nadie a sangre fría! ¿Cómo podría presentarme mañana a mi hermandad sabiendo que he matado a un soldado de la Alianza en clara desventaja? Apretó los puños y miró a su alrededor y sin ver a nadie gritó. ¿Qué graciosa eres? ¿Porqué me atacas sin motivo? ¡Yo no te he hecho nada!
Nadie respondió. Tampoco sabía si la asesina entendía su lenguaje pero el seguía hablando y se dijo a si mismo. ¡Qué cobarde ni siquiera da la cara!
En realidad en ese momento Yul´oc no le quería hacer daño, sólo insultarla. Cuando se cansó de girar a su alrededor volvió a presentir a la asesina a su espalda y se volvió hacia ella siguiéndola con la mirada. La asesina se percató de que no pasaba desapercibida, podía haber acabado con él, pero decidió marcharse.
Yul´oc estaba contento, plantó cara a un enemigo más experimentado que él sin disparar ni un solo tiro. Se enorgulleció de si mismo. Había sido fiel a su hermandad utilizando la no violencia. Pero allí, plantado, sin retroceder ni un milímetro también demostró que era digno de ser un Recio.
Pasados algunos años cuando el bebé había crecido, lo liberaron, al ser una amenaza para ellos. Pero el pequeño Yuliamo, como le hacían llamar, tras pasar tantos años encerrado, tenía miedo de los demás; así que se encaminó hacia los Páramos. Fue ahí donde aprendió a sobrevivir cazando. Era dura la vida, en cualquier momento el cazador podía ser la pieza de cualquier depredador más fuerte que él.
Normalmente cazaba alejado de los caminos, pero aquel día el estómago le rugía como el de un león hambriento y aquel jugoso jabalí huyó de él al primer hachazo. Corrió detrás de él hasta que sus piernas no pudieron dar casi un paso más. Observó de lejos como un extraño de orejas puntiagudas y túnica llamativa dio el golpe de gracia al jabalí, y le hacía señas con la mano para que se acercara. Yuliamo dudó en salir corriendo pero aquel rugido en su estómago le hizo recapacitar.
-¿Hola joven cazador? El extraño hombrecillo no obtuvo respuesta. ¿Es que a caso, te han cortado la lengua? Yuliamo se le queda mirando y señala a su presa. Ya sabes lo que tienes que hacer si la quieres.
- Me llamo Yuliamo.
- Yo soy Dorian. Dorian le observa durante unos instantes, extrañado. ¿Yuliamo? ¿Qué nombre es ese para un orco? ¿Qué hace un orco tan cerca de Ventormenta? ¿Acaso no sabes que pueden matarte?.
En su condición de diplomático Dorian solía recorrer esos caminos y le costó mucho que Yuliamo confiara en él. Con el tiempo cambió su nombre por el de Yul´oc, por cierto, éste más apropiado para un orco. Lo convenció para que le acompañara a la Isla Bruma Azur y así amaestrar una mascota para cazar. Yul´oc no alcanzaba a comprender el porqué aquella gente tan extraña no le permitían subir al barco que conducía a la Isla. Gracias a que Dorian liberó su espíritu de las ataduras de la muerte varias veces, consiguieron embarcar en busca de la criatura que ayudaría a Yul´oc a crecer como cazador, el devastador.
Yul´oc pudo comprobar que aquel pequeño gesto de Dorian, le hizo la vida más fácil al cazar, ya no tenía que correr tanto a la espera de que sus picaduras hicieran su efecto. La ayuda recibida de Dorian, hizo despertar en Yul´oc una duda. La soledad no era el único camino, se preguntaba si realmente podía existir otro futuro que no fuese vagar continuamente sin rumbo por los Páramos.
Se trasladó a los Baldíos. Esto dio la posibilidad a Dorian de visitarle con más frecuencia. Poco a poco, Dorian se preguntaba si realmente aquel orco tan asustadizo podría entrar a formar parte de la civilización y compartir sus amistades.
Una noche, sentados alrededor del fuego su amigo le preguntó:
- ¿Odias a los humanos? Lo que te hicieron no está nada bien.
- Realmente no fue idea de mis padres encerrarme. Me cuidaron como a uno de sus hijos, pero no pudieron contener el miedo que sentían los demás hacia mí. Mis padres fueron obligados a encerrarme. En el fondo les entiendo es como tener el enemigo en casa.
Dorian pudo comprobar que no era un ser con una sed de sangre despiadada y que realmente como más se divertía era cazando animales en solitario. Propuso entonces a su amigo que fuera a vivir con él a Ogrimar, pero Yul´oc no llegaba a convencerle del todo esta idea.
Zas… Zas, una y otra vez. Camina maldito orco o probarás mi látigo. La voluntad quebrada, la mirada perdida. Muchos, cientos, como él alrededor, confinados en un punto. Una voz ¿Qué habéis hecho con mis fieros guerreros?.
Yul´oc despierta desorientado, en la posada de Ogrimar y medita sobre el significado de ese sueño, recuerda su niñez pero existe una laguna en su vida, que no consigue recordar. Se dice a si mismo: “Debo buscar a mi amigo Dorian, quizás el sepa el significado de este sueño”.
Después de varias semanas de búsqueda infructuosa se da por vencido y se ve obligado a cambiar de profesión. Para ganarse la vida se instruye como minero e ingeniero. Empieza a dudar si habrá sido buena idea venir. En esta ciudad parece que todos han enloquecido, se reclutan continuamente cazadores, sacerdotes y toda clase viviente capaz de empuñar un arma contra los humanos. Yul´oc ingresa en varias hermandades pero cuando pregunta por sus ideales, la respuesta de sus miembros eran casi siempre muy parecidas: “Matar Aliados es divertido”. “¿Cómo?, sin motivos, sólo por venganza”. ¿Acaso el había perdido las ganas de luchar?. ¿Luchar contra quién?. ¿Contra los que le habían cuidado cuando era niño?.
De nuevo el mismo sueño. ¿Qué habéis hecho con mis fieros guerreros?
- Levanta cazador.
- ¡Camina maldito orco!
- Levanta cazador.
- ¿Qué habéis hecho?
- Levanta cazador.
Yul´oc despierta pues reconoce la voz de su amigo.
- ¿Eres oficial de una hermandad y estás ahí tirado en el suelo?
- Yul´oc levanta la mirada y le responde. Sí, pero sin ideales.
-Dorian le responde. Levanta cazador, yo te enseñaré a ser un Recio. Mañana te visitará el venerable oficial Beo y su ayudante Bigbuck. Sé correcto en tu forma de dirigirte a él y mírale a los ojos, que te pasas tanto tiempo mirando al suelo, que creo que debes saber a estas alturas, cuantas piedras componen el piso de Ogrimar.
Yul´oc empieza a darse cuenta que deberá despojarse de su rango y devolver su tabardo para convertirse de nuevo en un simple cazador. En el fondo se alegra, pues recuerda de forma grata, aquellas correrías tras los jabalíes un tiempo atrás.
Se dijo a sí mismo.¡Ya buscaré la forma de despedirme del líder de mi hermandad!
Notando que escaseaba el oro en su bolsa, decidió embarcarse en una misión en la que le pagarían un buen dinero por conseguir suministros para el Aserradero Grito de Guerra. Esa noche en la posada del puesto sintió un hormigueo en el estómago que no conseguía hacerlo dormir. Estaba nervioso y excitado pensando en la entrevista que debía celebrar al día siguiente. A pesar de estar acostumbrado a irse a dormir pronto y levantarse al alba cogió su escopeta y a su mascota PinzaVeloz y partió en busca de suministros.
Como siempre descuidando los peligros que la zona entraña, se sentó a un lado del camino cerca del Río Falfarren. Cuando más ensimismado estaba en sus pensamientos, notó el frío acero clavándose en su espalda, y un sonido aterrador que nunca había escuchado, pero que le hacía presagiar un fatal desenlace. Al principio pensó que quizás se había acercado demasiado a las Avanzadas Ala de Plata. No se defendió porque el estupor se apoderó de él. Al girar un poco la cabeza pudo contemplar como una asesina humana casi acaba con su vida. Cuando casi su vista se nublaba vio como alguien luchaba con la asesina.
Despertó al poco tiempo y pudo comprobar que no estaba herido de muerte sólo en su orgullo. Se levantó furioso e impotente decidido a hacer la misión y cruzó el río. Cual fue su sorpresa al encontrar el cuerpo malherido de la asesina unos metros más allá.
Se sentó a su lado a esperar que se recuperara. Detectó como el espíritu de la asesina volvía a su cuerpo, la presintió. Por un momento una sed de venganza cruzó por su mente. Era una asesina más fuerte que él, pero era una presa fácil. Algo en él le hizo reflexionar.
Se dijo a sí mismo ¡Soy un Recio! ¡Nunca he matado a nadie a sangre fría! ¿Cómo podría presentarme mañana a mi hermandad sabiendo que he matado a un soldado de la Alianza en clara desventaja? Apretó los puños y miró a su alrededor y sin ver a nadie gritó. ¿Qué graciosa eres? ¿Porqué me atacas sin motivo? ¡Yo no te he hecho nada!
Nadie respondió. Tampoco sabía si la asesina entendía su lenguaje pero el seguía hablando y se dijo a si mismo. ¡Qué cobarde ni siquiera da la cara!
En realidad en ese momento Yul´oc no le quería hacer daño, sólo insultarla. Cuando se cansó de girar a su alrededor volvió a presentir a la asesina a su espalda y se volvió hacia ella siguiéndola con la mirada. La asesina se percató de que no pasaba desapercibida, podía haber acabado con él, pero decidió marcharse.
Yul´oc estaba contento, plantó cara a un enemigo más experimentado que él sin disparar ni un solo tiro. Se enorgulleció de si mismo. Había sido fiel a su hermandad utilizando la no violencia. Pero allí, plantado, sin retroceder ni un milímetro también demostró que era digno de ser un Recio.
Última edición por Yuliam el Vie 07 Nov 2008, 02:13, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Sacerdote de los caminantes del sol
¿Cómo se encuentra hoy?
El posadero levanta la mirada y reconoce la voz de un elfo joven de piel clara, casi blanca, aspecto tranquilo y mirada profunda ataviado con ropas sencillas. No sabía el porque pero le gustaba hablar con aquel elfo. Era un individuo con el que te podías pasar horas hasta agotar la conversación, que comunicaba una paz interior que te hacía abandonar cualquier pensamiento agresivo.
Pues continúa inconsciente y murmurando en voz alta frases sin sentido. Contesta el posadero.
El elfo se acercó a la cama y ante los ojos atónitos de su acompañante orientó las palmas de sus manos hacia el herido y este dejó de murmurar y hasta se diría que su semblante mejoró.
Volveré mañana a visitarle. Estos casos conllevan una recuperación lenta.
El posadero se encogió de hombros y le dijo. Se ve que sabes lo que te haces elfo.
Despertó en la posada de Trinquete desorientado y sin saber muy bien como había llegado allí. Intentó incorporarse pero a su cerebro llegaron quejas de un millar de partes de su cuerpo, que le hicieron desistir de su intento. Poco a poco su mente comenzó a tomar conciencia de quién era para a continuación recordar los rostros de Beo, BigBuck y Szar. No conseguía recordar el contenido de la entrevista, pero si cuando se arrodilló en la falda de aquella pequeña montaña a la que se habían subido sus amigos para realizar la ceremonia de iniciación a Recios. Una vez terminada la ceremonia Beo invitó a Yul’oc ha reunirse con ellos en lo alto, pero este no conseguía encontrar el camino y fue necesario que BigBuck bajara para orientarle.
Su maltratado cuerpo no le impidió esbozar un sonrisa cuando de nuevo volvió a recordar el rostro de BigBuck diciéndole ¡Sígueme Yul’oc! ¡Es por aquí!
Una vez en lo alto de la montaña recordó como Beo preparó el fuego para sentarse alrededor a conversar y el respeto que le producía el ver como Szar afilaba sus dagas cuando se atrevía a decir algo inconveniente.
Recorrió con la vista su entorno hasta que se detuvo en tres bolsas de gran tamaño, meditó unos instantes, y su mente empezó a trabajar de nuevo. Que contento estaba aquel día cuando recibió aquel paquete. Fue un regalo de su oficial Beo. Cuantas caminatas a las minas le ahorraron en busca de suministros para fabricar sus escopetas.
Tuvo también un momento para que los recuerdos de su querida amiga Sukakushinob afloraran a su mente. Se notaba que era muy decidida, al poco tiempo de entrar en la hermandad y sin apenas conocerlo se presentó. Para Yul’oc Suka, que era como le gustaba llamarla, parecía hacer magia. Lo primero que hizo fue reforzar toda su ropa. Aquella elfa lo sorprendió, una y otra vez. Recordó el día que entraron solos en aquel inmundo lugar de árboles retorcidos en busca de fortuna, temió por su vida cuando la vio rodeada por cuatro de aquellos humanoides. A uno de ellos lo dejó tieso en el acto y del resto se deshizo emboscándolos uno a uno mientras corría siguiendo un pequeño desfiladero. Yul’oc envió a su mascota PinzaVeloz en su ayuda e hizo varios disparos para tratar de quitarle alguno de encima, pero realmente el mérito fue de Suka. Aunque de otra raza, le resultaba algo atractiva, no podía evitar fijarse en el contoneo de su cadera al caminar.
Pasadas varias semanas el posadero vio por fin a Yul’oc en pie, ambos se saludaron y Yul’oc le preguntó ¿Quién me ha traído aquí?
Un elfo que se hace llamar Yules. Es el que te ha estado curando. Aunque más que eso yo diría que utiliza algún poder o magia desconocida para mi. ¿Quién te ha atacado?
Esas últimas palabras no obtuvieron respuesta pero si le hicieron revivir el ataque como si estuviese ocurriendo en aquel momento. Recordó como en una de sus cacerías en Vega Tuercespina embarcó en Bahía del botín junto a un extraño elfo y tres seres de dos patas y rabo. Uno a uno Yul’oc les hizo un gesto para saludarlos. Durante la travesía uno de ellos de forma disimulada se coloca a su espalda y lo sujeta mientras otro comienza a golpearle. Lo último que recuerda antes de perder el sentido es la risa siniestra de aquel elfo.
El posadero observó a Yul’oc levantarse y dirigirse a su montura sin mediar palabra. Parecía una marioneta a la que alguna extraña fuerza mueve sus hilos. Con la mano sobre aquel lobo de aspecto temible, siente una presencia que le hace volver a la realidad. Se detiene y sonríe al recordar el día en que Suka le regaló aquel animal.
¿A dónde vas caminante?
Yul’oc se vuelve y busca la voz a su espalda. Tú debes de ser Yules elfo.
Si lo soy.
Es la segunda vez que un elfo me salva. Te estoy muy agradecido. Tuvo unos momentos de recuerdo para su viejo amigo Dorian. Pero debo a visitar a cuatro amigos que he hecho recientemente.
Ese tono sarcástico no te ayuda pero me imagino que te refieres al Kaldorei y a los tres Draenei.
Supongo que si. Nunca me he encontrado con ninguna de esas razas.
Ese no es el camino.
Lo sé. He intentando vivir siguiendo los preceptos de mi clan Yules. Ocupa mi lugar en ella. Seguro que tú lo logras. Estos amigos míos han olvidado que nuestro verdadero enemigo está al norte pero debo hacerles una visita de cortesía antes. Y diciendo esto se alejó a galope tendido.
Había gastado casi toda su energía para intentar detener a Yul’oc y presintió que el odio tan profundo que éste albergaba en su interior no era natural. Pero nunca había dado nada por perdido y entró en su mente para intentar preservar en su espíritu un resquicio de bondad.
¿Te encuentras bien Yules? El posadero sujetó con fuerza al elfo cuando notó que se tambaleaba. Ven sentémonos dentro.
Si. Estoy bien. Sólo necesito beber algo.
No existía diferencia entre una hoja de papel y el rostro de Yules. Aquel elfo le había demostrado poseer una enorme entereza durante estas últimas semanas, pero estaba acostumbrado a ver el aspecto que adquirían tantos viajeros malheridos en la guerra, que no conseguían superar el viaje de vuelta a sus hogares y se apresuró a servirle.
¿A que clan pertenece?
A Recios.
Nunca he oído hablar de ellos.
Pues se les atribuyen grandes hazañas desde que Thrall los liberó. Su número se ha reducido considerablemente debido a las pérdidas sufridas. Es lógico que no hayas oído hablar de ellos porque actualmente hay una frágil tregua con la alianza y te puedo asegurar que la respetan a raja tabla.
Pues…¡Necesitamos más gente así! Algo se está fraguando y temo por nuestro mundo.
¿Sabes donde puedo encontrarlos?
Pregunta en Durotar que seguro que los lugareños te indicarán.
Se despertó en medio de la nada atormentado siempre por la misma pesadilla. No había forma de quitarse la risotada del Kaldorei de la cabeza. A Medida que transcurrían los días rastreando, preguntando en las ciudades se encerraba más y más en sí mismo. LomoPlateado un gorila al que había amaestrado en Vega Tuercespina, echaba de menos las caricias y hasta la comida, pues su amo había olvidado alimentarlo.
Al anochecer del cuarto día cuando se disponía para tumbarse, no para pegar ojo pero si al menos para descansar, escuchó las voces que provenían de un campamento cercano. Hablaban en un idioma que el no entendía pero de repente escucha esa risa que le venia obsesionando días atrás. Se levantó de un salto y se acercó al campamento para confirmar y reconocer con alegría la cara de su enemigo. Su primer impulso fue la de cargar sobre el y romperle el cráneo a hachazos, pero el era un astuto cazador y aquella batalla la perdería si no desarmaba a aquel grupo durante la noche.
Aún no había amanecido cuando aquella bestia se planta en el centro de donde el grupo había acampado, se incorpora y se golpea el pecho. Yul’oc agazapado a poca distancia escucha voces y algarabía y ve como todos abandonan el campamento a la carrera. LomoPlateado no estaba precisamente en toda su plenitud pero de alguna forma se esforzó al máximo por aparentar ser mas fiero, sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de que su amo volviese a ser el mismo de antes. Yul’oc buscó a su objetivo y le hizo una seña que solo entienden bestia y cazador. Inmediatamente el gorila corrió tras el que su amo había señalado hasta alcanzarlo, propinándole un manotazo que lo dejó de rodillas, acto seguido el elfo sintió un dolor agudo en la pierna, a pesar de todo se levanta y sigue avanzado con dificultad buscando su montura. Aquella bala rellena de veneno que había recibido en la pierna lo hace caer boca abajo. El elfo, no sintiéndose con fuerzas para incorporarse se gira y se queda mirando el cielo, hasta que de repente ve el cañón de una escopeta enfrente de su cara. Recorre el cañón con la vista hasta fijarse en la cara del que la empuña y ve como este esboza una mueca que no llegó a ser sonrisa. Escuchó el sonido infernal que produce un arma al ser amartillada y que presagia una muerte segura. Ni siquiera LomoPlateado podía evitar dar un respingo al escuchar el ruido de las armas de fuego.
El estallido final no llegó a producirse. Algo detuvo la mente atormentada de Yul’oc, quizás un débil resquicio de bondad.
Yul’oc no llevó acabo su venganza pero a partir de ese momento perdió su ingenuidad y ya no volvería a ser el mismo.
El posadero levanta la mirada y reconoce la voz de un elfo joven de piel clara, casi blanca, aspecto tranquilo y mirada profunda ataviado con ropas sencillas. No sabía el porque pero le gustaba hablar con aquel elfo. Era un individuo con el que te podías pasar horas hasta agotar la conversación, que comunicaba una paz interior que te hacía abandonar cualquier pensamiento agresivo.
Pues continúa inconsciente y murmurando en voz alta frases sin sentido. Contesta el posadero.
El elfo se acercó a la cama y ante los ojos atónitos de su acompañante orientó las palmas de sus manos hacia el herido y este dejó de murmurar y hasta se diría que su semblante mejoró.
Volveré mañana a visitarle. Estos casos conllevan una recuperación lenta.
El posadero se encogió de hombros y le dijo. Se ve que sabes lo que te haces elfo.
Despertó en la posada de Trinquete desorientado y sin saber muy bien como había llegado allí. Intentó incorporarse pero a su cerebro llegaron quejas de un millar de partes de su cuerpo, que le hicieron desistir de su intento. Poco a poco su mente comenzó a tomar conciencia de quién era para a continuación recordar los rostros de Beo, BigBuck y Szar. No conseguía recordar el contenido de la entrevista, pero si cuando se arrodilló en la falda de aquella pequeña montaña a la que se habían subido sus amigos para realizar la ceremonia de iniciación a Recios. Una vez terminada la ceremonia Beo invitó a Yul’oc ha reunirse con ellos en lo alto, pero este no conseguía encontrar el camino y fue necesario que BigBuck bajara para orientarle.
Su maltratado cuerpo no le impidió esbozar un sonrisa cuando de nuevo volvió a recordar el rostro de BigBuck diciéndole ¡Sígueme Yul’oc! ¡Es por aquí!
Una vez en lo alto de la montaña recordó como Beo preparó el fuego para sentarse alrededor a conversar y el respeto que le producía el ver como Szar afilaba sus dagas cuando se atrevía a decir algo inconveniente.
Recorrió con la vista su entorno hasta que se detuvo en tres bolsas de gran tamaño, meditó unos instantes, y su mente empezó a trabajar de nuevo. Que contento estaba aquel día cuando recibió aquel paquete. Fue un regalo de su oficial Beo. Cuantas caminatas a las minas le ahorraron en busca de suministros para fabricar sus escopetas.
Tuvo también un momento para que los recuerdos de su querida amiga Sukakushinob afloraran a su mente. Se notaba que era muy decidida, al poco tiempo de entrar en la hermandad y sin apenas conocerlo se presentó. Para Yul’oc Suka, que era como le gustaba llamarla, parecía hacer magia. Lo primero que hizo fue reforzar toda su ropa. Aquella elfa lo sorprendió, una y otra vez. Recordó el día que entraron solos en aquel inmundo lugar de árboles retorcidos en busca de fortuna, temió por su vida cuando la vio rodeada por cuatro de aquellos humanoides. A uno de ellos lo dejó tieso en el acto y del resto se deshizo emboscándolos uno a uno mientras corría siguiendo un pequeño desfiladero. Yul’oc envió a su mascota PinzaVeloz en su ayuda e hizo varios disparos para tratar de quitarle alguno de encima, pero realmente el mérito fue de Suka. Aunque de otra raza, le resultaba algo atractiva, no podía evitar fijarse en el contoneo de su cadera al caminar.
Pasadas varias semanas el posadero vio por fin a Yul’oc en pie, ambos se saludaron y Yul’oc le preguntó ¿Quién me ha traído aquí?
Un elfo que se hace llamar Yules. Es el que te ha estado curando. Aunque más que eso yo diría que utiliza algún poder o magia desconocida para mi. ¿Quién te ha atacado?
Esas últimas palabras no obtuvieron respuesta pero si le hicieron revivir el ataque como si estuviese ocurriendo en aquel momento. Recordó como en una de sus cacerías en Vega Tuercespina embarcó en Bahía del botín junto a un extraño elfo y tres seres de dos patas y rabo. Uno a uno Yul’oc les hizo un gesto para saludarlos. Durante la travesía uno de ellos de forma disimulada se coloca a su espalda y lo sujeta mientras otro comienza a golpearle. Lo último que recuerda antes de perder el sentido es la risa siniestra de aquel elfo.
El posadero observó a Yul’oc levantarse y dirigirse a su montura sin mediar palabra. Parecía una marioneta a la que alguna extraña fuerza mueve sus hilos. Con la mano sobre aquel lobo de aspecto temible, siente una presencia que le hace volver a la realidad. Se detiene y sonríe al recordar el día en que Suka le regaló aquel animal.
¿A dónde vas caminante?
Yul’oc se vuelve y busca la voz a su espalda. Tú debes de ser Yules elfo.
Si lo soy.
Es la segunda vez que un elfo me salva. Te estoy muy agradecido. Tuvo unos momentos de recuerdo para su viejo amigo Dorian. Pero debo a visitar a cuatro amigos que he hecho recientemente.
Ese tono sarcástico no te ayuda pero me imagino que te refieres al Kaldorei y a los tres Draenei.
Supongo que si. Nunca me he encontrado con ninguna de esas razas.
Ese no es el camino.
Lo sé. He intentando vivir siguiendo los preceptos de mi clan Yules. Ocupa mi lugar en ella. Seguro que tú lo logras. Estos amigos míos han olvidado que nuestro verdadero enemigo está al norte pero debo hacerles una visita de cortesía antes. Y diciendo esto se alejó a galope tendido.
Había gastado casi toda su energía para intentar detener a Yul’oc y presintió que el odio tan profundo que éste albergaba en su interior no era natural. Pero nunca había dado nada por perdido y entró en su mente para intentar preservar en su espíritu un resquicio de bondad.
¿Te encuentras bien Yules? El posadero sujetó con fuerza al elfo cuando notó que se tambaleaba. Ven sentémonos dentro.
Si. Estoy bien. Sólo necesito beber algo.
No existía diferencia entre una hoja de papel y el rostro de Yules. Aquel elfo le había demostrado poseer una enorme entereza durante estas últimas semanas, pero estaba acostumbrado a ver el aspecto que adquirían tantos viajeros malheridos en la guerra, que no conseguían superar el viaje de vuelta a sus hogares y se apresuró a servirle.
¿A que clan pertenece?
A Recios.
Nunca he oído hablar de ellos.
Pues se les atribuyen grandes hazañas desde que Thrall los liberó. Su número se ha reducido considerablemente debido a las pérdidas sufridas. Es lógico que no hayas oído hablar de ellos porque actualmente hay una frágil tregua con la alianza y te puedo asegurar que la respetan a raja tabla.
Pues…¡Necesitamos más gente así! Algo se está fraguando y temo por nuestro mundo.
¿Sabes donde puedo encontrarlos?
Pregunta en Durotar que seguro que los lugareños te indicarán.
Se despertó en medio de la nada atormentado siempre por la misma pesadilla. No había forma de quitarse la risotada del Kaldorei de la cabeza. A Medida que transcurrían los días rastreando, preguntando en las ciudades se encerraba más y más en sí mismo. LomoPlateado un gorila al que había amaestrado en Vega Tuercespina, echaba de menos las caricias y hasta la comida, pues su amo había olvidado alimentarlo.
Al anochecer del cuarto día cuando se disponía para tumbarse, no para pegar ojo pero si al menos para descansar, escuchó las voces que provenían de un campamento cercano. Hablaban en un idioma que el no entendía pero de repente escucha esa risa que le venia obsesionando días atrás. Se levantó de un salto y se acercó al campamento para confirmar y reconocer con alegría la cara de su enemigo. Su primer impulso fue la de cargar sobre el y romperle el cráneo a hachazos, pero el era un astuto cazador y aquella batalla la perdería si no desarmaba a aquel grupo durante la noche.
Aún no había amanecido cuando aquella bestia se planta en el centro de donde el grupo había acampado, se incorpora y se golpea el pecho. Yul’oc agazapado a poca distancia escucha voces y algarabía y ve como todos abandonan el campamento a la carrera. LomoPlateado no estaba precisamente en toda su plenitud pero de alguna forma se esforzó al máximo por aparentar ser mas fiero, sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de que su amo volviese a ser el mismo de antes. Yul’oc buscó a su objetivo y le hizo una seña que solo entienden bestia y cazador. Inmediatamente el gorila corrió tras el que su amo había señalado hasta alcanzarlo, propinándole un manotazo que lo dejó de rodillas, acto seguido el elfo sintió un dolor agudo en la pierna, a pesar de todo se levanta y sigue avanzado con dificultad buscando su montura. Aquella bala rellena de veneno que había recibido en la pierna lo hace caer boca abajo. El elfo, no sintiéndose con fuerzas para incorporarse se gira y se queda mirando el cielo, hasta que de repente ve el cañón de una escopeta enfrente de su cara. Recorre el cañón con la vista hasta fijarse en la cara del que la empuña y ve como este esboza una mueca que no llegó a ser sonrisa. Escuchó el sonido infernal que produce un arma al ser amartillada y que presagia una muerte segura. Ni siquiera LomoPlateado podía evitar dar un respingo al escuchar el ruido de las armas de fuego.
El estallido final no llegó a producirse. Algo detuvo la mente atormentada de Yul’oc, quizás un débil resquicio de bondad.
Yul’oc no llevó acabo su venganza pero a partir de ese momento perdió su ingenuidad y ya no volvería a ser el mismo.
Última edición por Yuliam el Sáb 22 Nov 2008, 16:03, editado 2 veces
Invitado- Invitado
Persiguiendo un ideal
Solo una pequeña algarabía formada por los subastadores a su espalda, enturbiaba la relativa tranquilidad en el intercambiador real. Había pasado mucho tiempo ya desde que partiera de su ciudad natal. Acostumbrado a la actividad existente en los puestos de vanguardia y a las quejas de los heridos que regresaban del frente, aquellas voces solo representaban un leve murmullo para sus agudos sentidos.
Tan cerca de los soldados y tan lejos de los campos de batalla, siempre rechazó esa manía de los militares por organizar las cosas según un orden jerárquico, que en muchos casos acababa por corromperlos hasta el punto de acabar subyugando a los más débiles.
Un mes había pasado desde su encuentro con Yul'oc y cuando por fin da con Beogrog su oficial, este le envía a Lunargenta para que Lady Shilvara,oficial al mando del escuadrón Águila, atienda su petición de ingreso.
¡Necesitamos soldados elfo! Beogrog escudriña al insignificante aspirante con ganas de darle un puntapié para que se vuelva por donde ha venido.
Yules advierte el gesto del oficial y clavando su mirada en el orco le hace cambiar de opinión.
¿Dices conocer a Yul'oc?
Casi le pierdo Beogrog. Su espíritu estaba siendo gravemente alterado por la oscuridad.
Envíale esta carta a Shilvara. Ella será la encargada de aceptarte o no. El orco hace una pausa y se sumerge en sus pensamientos. Lo que necesitamos contra esos engendros son unos guerreros orcos de élite portando unas hachas bien grandes.
Yules advirtió la expresión de preocupación en el rostro de Beogrog y se despidió de él. No obtuvo respuesta. Al alejarse solo le escuchó murmurar.
¡Brgh, a este paso, esta maldita plaga acabará con mi escuadrón!
A medida que caminaba pudo fijarse como la hierva se abría paso a través de las grandes losas de piedra que formaban el camino hacia la corte del sol. Cuantas veces lo recorrió su madre para buscar a un niño más interesado en el conocimiento que proporcionaban los libros que en las armas. Después, la mirada severa de su padre cuando se había perdido el entrenamiento de ese día. Ambos eran paladines muy entregados al servicio de Lor'Themar. Bajo el punto de vista de Yules esa entrega por la causa utilizando las armas había sido la perdición de ambos.
Lunargenta, la ciudad más esplendida que conocía hasta el momento por el cuidado y el esmero puesto en su construcción y esa energía arcana presente en todos sus rincones. Como no fijarse en aquella fuente de aguas cristalinas coronando el parque del intercambiador y los árboles de raíces retorcidas por la magia que afloraban desde la tierra.
Abandonó la calzada y se propuso sentarse en uno de los bancos cercano a la fuente. Mientras se acercaba pudo oír el canto de los pájaros y ese sonido tan relajante que produce el fluir del agua.
Tan absorto estaba recordando a sus padres que ni se dio cuenta del majestuoso lobo que se había parado a unos metros portando una collera de oro, sus ojos brillaban por entre dos huecos de una especie de yelmo que tenía en su cabeza.
Se levanto de un salto y se fijo en su jinete, esperaba encontrarse a una militar con la armadura bien ajustada y sus armas siempre apunto. Tardo unos instantes en reaccionar, en lugar de eso aparece ante su vista una hermosa elfa de ojos claros y pelo dorado por el sol, ataviada con un largo traje púrpura. A parte del collar con una piedra esmeralda una estola azul marino rodeaba su cuello y se prolongaba hasta casi tocar el suelo.
Vos debéis ser Lady Shilvara.
De un salto bajó de su montura y se dirigió hasta Yules. Le acompañaba un pequeño lobo que no hacía mas que mover la cola y dar vueltas alrededor de su ama.
Y vos soy Yules del que me han hablado en la carta que recibí esta mañana.
Si, Lady Shilvara.
A ver. Dejaos que os mire. Sois un elfo muy guapo.
Yules no pudo evitar sentirse algo turbado pues nadie le había hecho tal cumplido. Acompañadme Lady Shilvara. Sentémonos.
Queréis formar parte de Recios. ¿No es así?
Si.
¿Por que razón?
Me han dicho que Recios practica la no violencia y he venido para ayudar.
Corren tiempos difíciles Sir Yules, me temo que es inevitable empuñar las armas.
Yo creo que es posible cambiar la mentalidad de los habitantes de nuestro mundo. Intentar calmar su sed de violencia. Mi madre murió combatiendo por la causa y mi padre. Hizo una pausa. Convertido en la antítesis de lo que un paladín debe ser.
¡Muchos lo han intentado antes y han sucumbido a la oscuridad! Temo por vuestra vida, que os perdáis en vuestro sueño.
Lo intentaré.
¡Un Recio no lo intenta! ¡Está seguro de conseguirlo¡ Shilvara se pone en pie al decir estas palabras. Por un momento creo una duda en el elfo.
¿Conoceis a Yul'oc?
Si.
¡El está con nosotros gracias a mi! Quizás, si en vez de marcharme para ayudar a los demás hubiese permanecido con mis padres aún estarían entre nosotros.
¡Vivis en un sueño, debéis liberaros de vuestros demonios, o ellos acabaran con vos! Venid Yules. Shilvara coge su mano y le acompaña hasta la fuente. De nuevo se siente turbado. ¡Mirad Yules! ¿Qué veis? Yules no respondió, se había desmoronado como una torre sobre sus cimientos. El agua es la fuente de la vida. Fijaos como fluye. Shilvara hizo una pausa y se dedicó a juguetear con ella, haciendo círculos. Pero el agua también quita la vida. Así es Recios. ¿Prometéis servir a esta causa?
Lo prometo Lady Shilvara.
Toma esta piedra de comunicación. Es mágica y te mantendrá en contacto con cualquier Recio
Durante toda su vida Yules había sido muy orgulloso hasta el punto de no querer postrarse ante nadie. Para él los únicos que merecían este gesto eran los heridos o los muertos no los grandes señores en sus tronos de oro. Era la primera vez en su vida que sentía ganas de arrodillarse. Después de salvar a tantos, era la primera vez que le devolvían un poco de paz a su interior.
Tan cerca de los soldados y tan lejos de los campos de batalla, siempre rechazó esa manía de los militares por organizar las cosas según un orden jerárquico, que en muchos casos acababa por corromperlos hasta el punto de acabar subyugando a los más débiles.
Un mes había pasado desde su encuentro con Yul'oc y cuando por fin da con Beogrog su oficial, este le envía a Lunargenta para que Lady Shilvara,oficial al mando del escuadrón Águila, atienda su petición de ingreso.
¡Necesitamos soldados elfo! Beogrog escudriña al insignificante aspirante con ganas de darle un puntapié para que se vuelva por donde ha venido.
Yules advierte el gesto del oficial y clavando su mirada en el orco le hace cambiar de opinión.
¿Dices conocer a Yul'oc?
Casi le pierdo Beogrog. Su espíritu estaba siendo gravemente alterado por la oscuridad.
Envíale esta carta a Shilvara. Ella será la encargada de aceptarte o no. El orco hace una pausa y se sumerge en sus pensamientos. Lo que necesitamos contra esos engendros son unos guerreros orcos de élite portando unas hachas bien grandes.
Yules advirtió la expresión de preocupación en el rostro de Beogrog y se despidió de él. No obtuvo respuesta. Al alejarse solo le escuchó murmurar.
¡Brgh, a este paso, esta maldita plaga acabará con mi escuadrón!
A medida que caminaba pudo fijarse como la hierva se abría paso a través de las grandes losas de piedra que formaban el camino hacia la corte del sol. Cuantas veces lo recorrió su madre para buscar a un niño más interesado en el conocimiento que proporcionaban los libros que en las armas. Después, la mirada severa de su padre cuando se había perdido el entrenamiento de ese día. Ambos eran paladines muy entregados al servicio de Lor'Themar. Bajo el punto de vista de Yules esa entrega por la causa utilizando las armas había sido la perdición de ambos.
Lunargenta, la ciudad más esplendida que conocía hasta el momento por el cuidado y el esmero puesto en su construcción y esa energía arcana presente en todos sus rincones. Como no fijarse en aquella fuente de aguas cristalinas coronando el parque del intercambiador y los árboles de raíces retorcidas por la magia que afloraban desde la tierra.
Abandonó la calzada y se propuso sentarse en uno de los bancos cercano a la fuente. Mientras se acercaba pudo oír el canto de los pájaros y ese sonido tan relajante que produce el fluir del agua.
Tan absorto estaba recordando a sus padres que ni se dio cuenta del majestuoso lobo que se había parado a unos metros portando una collera de oro, sus ojos brillaban por entre dos huecos de una especie de yelmo que tenía en su cabeza.
Se levanto de un salto y se fijo en su jinete, esperaba encontrarse a una militar con la armadura bien ajustada y sus armas siempre apunto. Tardo unos instantes en reaccionar, en lugar de eso aparece ante su vista una hermosa elfa de ojos claros y pelo dorado por el sol, ataviada con un largo traje púrpura. A parte del collar con una piedra esmeralda una estola azul marino rodeaba su cuello y se prolongaba hasta casi tocar el suelo.
Vos debéis ser Lady Shilvara.
De un salto bajó de su montura y se dirigió hasta Yules. Le acompañaba un pequeño lobo que no hacía mas que mover la cola y dar vueltas alrededor de su ama.
Y vos soy Yules del que me han hablado en la carta que recibí esta mañana.
Si, Lady Shilvara.
A ver. Dejaos que os mire. Sois un elfo muy guapo.
Yules no pudo evitar sentirse algo turbado pues nadie le había hecho tal cumplido. Acompañadme Lady Shilvara. Sentémonos.
Queréis formar parte de Recios. ¿No es así?
Si.
¿Por que razón?
Me han dicho que Recios practica la no violencia y he venido para ayudar.
Corren tiempos difíciles Sir Yules, me temo que es inevitable empuñar las armas.
Yo creo que es posible cambiar la mentalidad de los habitantes de nuestro mundo. Intentar calmar su sed de violencia. Mi madre murió combatiendo por la causa y mi padre. Hizo una pausa. Convertido en la antítesis de lo que un paladín debe ser.
¡Muchos lo han intentado antes y han sucumbido a la oscuridad! Temo por vuestra vida, que os perdáis en vuestro sueño.
Lo intentaré.
¡Un Recio no lo intenta! ¡Está seguro de conseguirlo¡ Shilvara se pone en pie al decir estas palabras. Por un momento creo una duda en el elfo.
¿Conoceis a Yul'oc?
Si.
¡El está con nosotros gracias a mi! Quizás, si en vez de marcharme para ayudar a los demás hubiese permanecido con mis padres aún estarían entre nosotros.
¡Vivis en un sueño, debéis liberaros de vuestros demonios, o ellos acabaran con vos! Venid Yules. Shilvara coge su mano y le acompaña hasta la fuente. De nuevo se siente turbado. ¡Mirad Yules! ¿Qué veis? Yules no respondió, se había desmoronado como una torre sobre sus cimientos. El agua es la fuente de la vida. Fijaos como fluye. Shilvara hizo una pausa y se dedicó a juguetear con ella, haciendo círculos. Pero el agua también quita la vida. Así es Recios. ¿Prometéis servir a esta causa?
Lo prometo Lady Shilvara.
Toma esta piedra de comunicación. Es mágica y te mantendrá en contacto con cualquier Recio
Durante toda su vida Yules había sido muy orgulloso hasta el punto de no querer postrarse ante nadie. Para él los únicos que merecían este gesto eran los heridos o los muertos no los grandes señores en sus tronos de oro. Era la primera vez en su vida que sentía ganas de arrodillarse. Después de salvar a tantos, era la primera vez que le devolvían un poco de paz a su interior.
Invitado- Invitado
Camino a Draenor
El Paisaje que aparecía ante su vista era un espectáculo desolador. La tierra roja parecía estar teñida por la sangre de los habitantes que antaño moraban en aquel paraje dantesco. Árboles quemados, cráteres negros como la oscuridad más profunda, destellos de energía que caen desde el cielo a una velocidad vertiginosa y ese sonido ronco parecido al que produce una tempestad que se avecina. Mientras avanzaba afloraban sobre la tierra algunas baldosas de lo que antaño era un camino, ahora había sido engullido por la arena. Grandes estacas adornadas con escudos viejos, pieles y cráneos estaban clavadas a ambos lados del camino, hasta que de pronto observa a lo lejos un marco del que se desprendían destellos verdes de energía. Al llegar a la rampa que conducía hacia el portal desmontó e hizo una seña a Lomoplateado para que avanzara. Volvió la cabeza para analizar mejor aquella endemoniada construcción que parecía estar protegida por dos figuras encapuchadas. No entendía porque el gorila que nunca había mostrado ningún temor ante nada se plantó al comienzo de la rampa sin decidirse a dar un paso más. Había pasado ya por unas cuantas puertas de energía pero a diferencia de las otras esta no parecía conducir a ninguna parte.
¡No es más que otra puerta Lomoplateado! ¡Vámos! Si de mi dependiera la hubiera volado ya hace tiempo. Un par de cargas de dinamita acabarían de una vez por todas con la amenza a Azeroth.
De pronto al intentar reconocer un rostro bajo la capucha, dos puntos luminosos que debían ser los ojos se cierran, inmediatamente alza su brazo para indicar al gorila que esté en guardia. No obtiene respuesta. Al girarse hacia el animal lo encuentra inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido, el paisaje a su alrededor cambia sin embargo el portal permanece intacto. De la puerta emerge un ejército de orcos que avanzan formando hileras hacia el. Eran orcos como el si, pero de aspecto muy diferente, con los ojos inyectados sangre marchaban ajenos a lo que ocurría a su alrededor. Eran bestias salvajes, desenfunda su ballesta y en menos de diez segundos había disparado ya tres flechas que atravesaron a sus objetivos sin causarles el más mínimo rasguño. Sorprendido intenta apartarse antes de que los soldados lo envistan pero no logra conseguirlo y uno de ellos pasa a través de el como si de un espíritu se tratase. Ese contacto casi le helo la sangre.
¿No querías conocer tus orígenes Yul’oc? Una voz parece proceder del polvo en suspensión que había levando la marcha de los soldados.
¿Quién eres? ¡Muéstrate demonio!
Una figura se dibuja como humo que desprende una pipa y avanza hacia el y lo envuelve. Nota como la presencia le sopla en la nuca.
Son tus antepasados.
Yul’oc se gira e intenta ensartar con su pica a aquel espectro, lucha con el hasta agotarse y cae de rodillas.
Veo que no has venido a cruzar el portal, sino a destruirlo. El espectro suelta una larga carcajada. Si me prometes cruzarlo te mostraré lo que toda tu vida has querido conocer.
¡Ni pensarlo demonio! Se levantó jadeante. Has embaucado a muchos de mis compañeros para formar a caballeros de la muerte. ¡Antes me quitaré la vida que dártela a ti Arthas!
El espectro vuelve a reír de manera sonora.
Al momento su entorno vuelve a cambiar y Yul’oc se ve en el fragor de una batalla. La primera línea de guerreros orcos arremete contra las defensas humanas masacrándolas, todo parece indicar que la horda ganará esta batalla, sin embargo destellos de luz atraviesan las filas humanas que dejan inmóviles a los guerreros de vanguardia en las filas horda. Una hondonada de flechas lanzadas por los humanos acribillan a sus oponentes. Uno de los guerreros se levanta detrás de su escudo y vuelve a cargar contra los humamos.
¡Por la libertad! ¡Por la horda!
No llegó a su destino porque dos flechas le alcanzaron y quedó tendido. En vanguardia una voz se alza sobre todas.
¡Grem’mor! Una orca corre a socorrer a su amado interponiendo su cuerpo entre el y los humanos.
Te dije que te quedaras detrás Am’nas habló el orco escupiendo borbotones de sangre. ¿Quién cuidará de nuestro hijo si tú caes? No hubo acabado cuando la orca sintió un golpe seco en la espalda, una flecha la atravesó astillando sus costillas.
Todo a su alrededor vuelve a dibujarse. Esta vez una apacible aldea es quemada por los humanos.
¡Tim quémalo todo! No podemos permitir que los orcos vuelvan a establecerse aquí.
El soldado estaba apunto de quemar la choza cuando escucha el llanto de un bebé orco. Entra, en el fondo los brazos de una madre rodean a su hijo. La madre inmóvil estaba empapada de sangre y con una flecha clavada en su espalda. Tim se acerca y le quita al bebe, después quema la choza.
¿Por qué me muestras todo esto demonio?
Son tus verdaderos padres Yul’oc. Lucharon por la libertad de la horda. Esos sueños que te atormentaban no son más que recuerdos implantados de tu padre, estuvo en un campo de internamiento. ¿Cómo es que no intentaste volver con tus padres adoptivos después de la tregua?
Mi sitio está con los de mi raza, a pesar de hablar la lengua de los humanos y de sufrir el rechazo de muchos, recios me ha acogido como a uno de los suyos.
Lo se Yul’oc. Veo que has cambiado tu escopeta por una ballesta, has descuidado tus estudios de ingeniería.
¿A ti que más te da, solo quieres tener un caballero de la muerte más a tu servicio?
Nada te ata ya a Azeroth Yul’oc, cruza ya el portal y reúnete con tus compañeros.
¿Cómo se que todos ellos no están ya contigo maldito espectro?
No lo sabes.
De nuevo todo vuelve a la normalidad, se gira y ve que su gorila le acompaña a su espalda.
¿Qué pasa orco no vas a cruzar? Llevas rato mirando el portal, preséntate al teniente general Orion al otro lado.
Si señor, contesta Yul’oc, lo haré.
Mientras cruza la voz del espectro le susurra de nuevo.
Lucha por Azeroth..., lucha por tus amigos…, lucha por tu madre,…lucha…, el espectro hizo una pausa, por mi, hijo mío.
¡No es más que otra puerta Lomoplateado! ¡Vámos! Si de mi dependiera la hubiera volado ya hace tiempo. Un par de cargas de dinamita acabarían de una vez por todas con la amenza a Azeroth.
De pronto al intentar reconocer un rostro bajo la capucha, dos puntos luminosos que debían ser los ojos se cierran, inmediatamente alza su brazo para indicar al gorila que esté en guardia. No obtiene respuesta. Al girarse hacia el animal lo encuentra inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido, el paisaje a su alrededor cambia sin embargo el portal permanece intacto. De la puerta emerge un ejército de orcos que avanzan formando hileras hacia el. Eran orcos como el si, pero de aspecto muy diferente, con los ojos inyectados sangre marchaban ajenos a lo que ocurría a su alrededor. Eran bestias salvajes, desenfunda su ballesta y en menos de diez segundos había disparado ya tres flechas que atravesaron a sus objetivos sin causarles el más mínimo rasguño. Sorprendido intenta apartarse antes de que los soldados lo envistan pero no logra conseguirlo y uno de ellos pasa a través de el como si de un espíritu se tratase. Ese contacto casi le helo la sangre.
¿No querías conocer tus orígenes Yul’oc? Una voz parece proceder del polvo en suspensión que había levando la marcha de los soldados.
¿Quién eres? ¡Muéstrate demonio!
Una figura se dibuja como humo que desprende una pipa y avanza hacia el y lo envuelve. Nota como la presencia le sopla en la nuca.
Son tus antepasados.
Yul’oc se gira e intenta ensartar con su pica a aquel espectro, lucha con el hasta agotarse y cae de rodillas.
Veo que no has venido a cruzar el portal, sino a destruirlo. El espectro suelta una larga carcajada. Si me prometes cruzarlo te mostraré lo que toda tu vida has querido conocer.
¡Ni pensarlo demonio! Se levantó jadeante. Has embaucado a muchos de mis compañeros para formar a caballeros de la muerte. ¡Antes me quitaré la vida que dártela a ti Arthas!
El espectro vuelve a reír de manera sonora.
Al momento su entorno vuelve a cambiar y Yul’oc se ve en el fragor de una batalla. La primera línea de guerreros orcos arremete contra las defensas humanas masacrándolas, todo parece indicar que la horda ganará esta batalla, sin embargo destellos de luz atraviesan las filas humanas que dejan inmóviles a los guerreros de vanguardia en las filas horda. Una hondonada de flechas lanzadas por los humanos acribillan a sus oponentes. Uno de los guerreros se levanta detrás de su escudo y vuelve a cargar contra los humamos.
¡Por la libertad! ¡Por la horda!
No llegó a su destino porque dos flechas le alcanzaron y quedó tendido. En vanguardia una voz se alza sobre todas.
¡Grem’mor! Una orca corre a socorrer a su amado interponiendo su cuerpo entre el y los humanos.
Te dije que te quedaras detrás Am’nas habló el orco escupiendo borbotones de sangre. ¿Quién cuidará de nuestro hijo si tú caes? No hubo acabado cuando la orca sintió un golpe seco en la espalda, una flecha la atravesó astillando sus costillas.
Todo a su alrededor vuelve a dibujarse. Esta vez una apacible aldea es quemada por los humanos.
¡Tim quémalo todo! No podemos permitir que los orcos vuelvan a establecerse aquí.
El soldado estaba apunto de quemar la choza cuando escucha el llanto de un bebé orco. Entra, en el fondo los brazos de una madre rodean a su hijo. La madre inmóvil estaba empapada de sangre y con una flecha clavada en su espalda. Tim se acerca y le quita al bebe, después quema la choza.
¿Por qué me muestras todo esto demonio?
Son tus verdaderos padres Yul’oc. Lucharon por la libertad de la horda. Esos sueños que te atormentaban no son más que recuerdos implantados de tu padre, estuvo en un campo de internamiento. ¿Cómo es que no intentaste volver con tus padres adoptivos después de la tregua?
Mi sitio está con los de mi raza, a pesar de hablar la lengua de los humanos y de sufrir el rechazo de muchos, recios me ha acogido como a uno de los suyos.
Lo se Yul’oc. Veo que has cambiado tu escopeta por una ballesta, has descuidado tus estudios de ingeniería.
¿A ti que más te da, solo quieres tener un caballero de la muerte más a tu servicio?
Nada te ata ya a Azeroth Yul’oc, cruza ya el portal y reúnete con tus compañeros.
¿Cómo se que todos ellos no están ya contigo maldito espectro?
No lo sabes.
De nuevo todo vuelve a la normalidad, se gira y ve que su gorila le acompaña a su espalda.
¿Qué pasa orco no vas a cruzar? Llevas rato mirando el portal, preséntate al teniente general Orion al otro lado.
Si señor, contesta Yul’oc, lo haré.
Mientras cruza la voz del espectro le susurra de nuevo.
Lucha por Azeroth..., lucha por tus amigos…, lucha por tu madre,…lucha…, el espectro hizo una pausa, por mi, hijo mío.
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