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Cazarrecompensas, un preludio

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Cazarrecompensas, un preludio Empty Cazarrecompensas, un preludio

Mensaje  Invitado Miér 21 Nov 2007, 17:02

Si preguntaramos a cualquier miembro de la Horda donde esperaria ver a Urtoroth podriamos recibir muchas respuestas, pero hay varias que nunca te esperarias escuchar, y desde luego verle rodeado de libros antiguos y tomos arcanos estaria entre las ultimas opciones de la gran mayoria.
Quizas si supieran lo que pasa por la cabeza del veterano orco, si supieran de su debilidad, o del inminente encuentro de su hijo con el Lobo Blanco, o de sus sueños premonitorios, quizas asi entendieran mejor este cambio de actitud del Pretor.
En cualquier caso ni el propio Urtoroth se encontraba comodo en aquel lugar. No es que fuera el tipico orco que vivia por y para la guerra, pero estar encerrado rodeado de libros tampoco era su ideal de diversión.

Por suerte, o por desgracia, la calma no duró demasiado.

El Princeps de los Recios entró en la estancia como un huracan.
Miró en todas direcciones y cuando reparo en el voluminoso orco se acercó a él con paso firme y rostro torbo. Urtoroth cerro tranquilamente el tomo sobre los Qiraji que habia estado examinando.

- "¿Se puede saber en que esta pensando tu jefe?" - increpó el elfo - "¿Que piensa el orco ese?, ¿que los Recios somos las niñeras de la Horda?" - continuó, arrojando una carta arrugada sobre el escritorio de Urtoroth.

- "¿El orco ese?" - se preguntó Urtoroth sin responder a Dorian. Seguramente se referiria al Señor de los Clanes, Thrall.
En condiciones normales esa falta de respeto habria sido respondida por su hacha, pero el orco habia aprendido a controlar sus instintos en estas situaciones, ademas, conocia el dificil trance por el que estaba pasando el elfo, con la traicion de su principe y todo eso, y, en cierto modo, habia empezado a cogerle algo de simpatia al estirado y delgaducho elfo pelirrojo que ahora comandaba los Recios.
Respiró con fuerza, intentando mantener la calma. Recogió la carta, y tras alisarla la leyó con atención.

- "¿Y bien?, ¿te parece medio normal?"

Urtoroth no respondió, solamente levantó la mano pidiendo algo de calma mientras terminaba de leer la carta. El Sin'dorei resopló y se cruzo de brazos delante del orco, esperando.

Finalmente, despues de leerla dos veces y asegurarse de haberlo comprendido, doblo la misiva y se la devolvió al elfo. Este la recogió a regañadientes.

- "Es un encargo sencillo, ¿no?"

- "Nos piden que hagamos de niñeras."

- "Nos pide que sirvamos de ejemplo. Es todo un honor que el Señor de los Clanes se fije en nosotros para inspirar a esos mercenarios." - respondió orgulloso el orco.

Dorian enarcó una ceja ante la orgullosa respuesta del Pretor.

- "Si te va a suponer algun problema lidiar con este grupillo de granujas y cazarrecompensas lo entederé, ya me encargo yo de hablar con ellos y dejarles claro como funciona la Horda, y como funcionamos los Recios."

- "Erm... si, será lo mejor... " - titubeó el elfo.

Urtoroth acompañó a Dorian a la entrada y con la mano en su espalda le invitó a salir.

- "Ya me encargo yo de todo, tranquilo, tu tienes muchas cosas que hacer." - tendió la mano solicitando de nuevo la carta y Dorian se la entrego sin protestar mas.

El elfo se fúe sin mas y Urtoroth se volvió hacia sus libros.
- "Donde he dejado ese tratado sobre los Qiraji..." - se preguntaba antes de que una voz le interrumpiera desde el umbral de la puerta.

- "Urtoroth..." - musito el elfo - "Muchas gracias." - y cerró la puerta.

El orco sonrió satisfecho y volvió a sus libros.
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