La historia tras el Tauren

Bueno. Muchos ya conocen partes pequeñas de la historia de Buck...fundamentalmente los que hayan leido la presentación.

Pero creo que va siendo hora de mostrar un poquito más de su pasado reciente. Quizá queden lagunas, cosas que no comprendáis, giros extraños...pero no os preocupéis; está hecho a conciencia para que quede así. Siempre tiene que haber un poco de "misterio" alrededor de las vidas de la gente.

Sin más, vamos a por un primer relato corto.


La noche pintaba aburrida.

Todo era calma y tranquilidad en el poblado Tauren; calma solo rota por los habituales ronquidos y alguna que otra risa por parte de los que montaban guardia.

Brillaban las estrellas en el cielo semi-despejado cuando, desde el bosque cercano, una saeta de luz iluminó la noche, perdiéndose entre las nubes.

De inmediato, el sonido de decenas de pasos cargando estremeció el claro, haciendo vibrar hasta el agua del pequeño lago. Todo se volvió caos desde ese momento.

Buck saltó de su catre, con la mirada aún perdida mientras en el exterior se escuchaban los primeros sonidos de pelea. Acero contra acero…madera y el entrechocar de cuerpos tras una carga.

A través de la puerta redonda de su tienda, Buck vio cómo un brujo humano mandaba contra una cría tauren a su mascota, que enganchándose del cuello de la pequeña, comenzó a estrangularla. En ese momento, Buck dejó de ser quien era.

Antes de poder darse cuenta de lo que ocurría, la mascota demoníaca estaba muerta en el suelo, con su cráneo abierto por un potente bastonazo mientras del cuerpo del tauren brotaban espinas y su piel se endurecía.

Cargó contra el humano.

Dos descargas de energía desconocida impactaron contra su pecho, pero no detuvieron su avancee y pronto entró al cuerpo a cuerpo, pillando al sorprendido humano con la guardia baja y encajando en su estómago la punta de su bastón, pero no tuvo tanta suerte con el pícaro que se encontraba a su lado y que vio demasiado tarde.
Pudo notar las dos puñaladas en su costado, pero ignoró el dolor mientras sus heridas se cerraban aparentemente solas, para sorpresa de su atacante.

Ciego de ira, continuó sus ataques contra el humano, que pronto se vio superado por los golpes y descargas del poder que manejaba Buck. Pero el pícaro no perdió el tiempo y pronto las heridas que este le infligía fueron demasiadas para sus capacidades de regeneración.

Dos tauren se acercaban a ayudarle. El brujo estaba en las últimas, pero no quería marcharse sin convocar algún que otro hechizo. Necesitaba tiempo, asi que, de un pisotón en el suelo, hizo perder la concentración al brujo, a la par que desequilibraba al pícaro.

Los refuerzos habían llegado y brujo y pícaro pasaron a formar parte de la historia, pero aunque aún quedaban enemigos, Buck podía concentrar ahora sus poderes en ayudar a los demás.

Bramando al unísono, los tres volvieron al combate.

Pronto, las pieles de los tauren se endurecieron mientras sus heridas se cerraban con el poder de la naturaleza. Incluso las plantas combatían de su lado.
Aliados caían destripados por profundos cortes del acero enemigo, mientras estos acababan con sus cerebros aplastados dentro de sus cascos bajo los golpes de las grandes mazas.

La sangre corría, manchando la tierra y a los que combatían sobre ella. Todo era rojo alrededor…pero no había tiempo para distracciones. Sólo cuando el último de los enemigos fue abatido, se permitió Buck un momento de respiro.

El pueblo estaba a salvo una vez más y aunque algunos habían caído, más eran los que habían sobrevivido. Alzándose sobre los demás con su gran envergadura, el líder del poblado bramó en la noche, coreado por todos. Un sonido que se extendió en millas a la redonda, llevado por el eco.

Ahora, Buck conocía su lugar…y tras ocuparse de los heridos y los muertos durmió y soñó con su futuro…y con quienes habría de compartirlo.

Su sonrisa de la mañana siguiente, continuó siendo la misma…pero el interior había cambiado. Sabía que tenía que caminar mucho hacia el este, había visto un gran mar. Y más allá, parte de su destino. Pero ignoraba que sus sueños habían llamado ligeramente la atención de otros poderes en la tierra de Azeroth...

Que ira sangrienta corre por las venas del joven druida....
me gusta :twisted:

Druid Powa!

Ahora que ya llevo un mesecito por aquí dando guerra, voy a publicar la realidad sobre la unión de Buck a los Recios...y de paso, la mia, que soy el jugadorcillo tras el personaje.

Amos al lío.

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A pesar de los reniegos de los integrantes de su familia y su clan, Buck decidió seguir adelante en su cometido.

Abandonó aquélla tranquila aldea a los pies de las montañas y acabó llegando al gran mar; el cual cruzó (poniéndole muchos arrestos a la cosa) a bordo del "pajarraco de madera" que gobernaban los goblins y que no le había provocado otra cosa que continuos mareos y vomitonas; hasta el punto de llegar a pensar que se acabaría dando la vuelta, como un calcetín.

Para cuando ya se planteaba la posibilidad de lanzarse de cuernos contra la primera piedra gorda que viese o ahorcarse con una cuerda de pianola, arribó el artefacto a su destino: Entrañas, la ciudad de los Muertos.

No se detuvo mucho por allí... Los escalofríos que recorrían su columna cada dos por tres y la sensación de estar permanentemente bajo vigilancia, se le antojaron insoportables; aparte de que no llevaba nada bien eso de vivir bajo tierra.

Al final, encontró la nueva puerta a su destino: Lunargenta.

Nada le había preparado para lo que iba a ocurrir en los alrededores de aquélla ciudad y fue demasiado para las creencias del joven druida.

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Había pasado un tiempo estudiando una familia de pajarillos (bueno, más que estudiando, observando con mirada atónita y perdida) cuando, subido como estaba a uno de los enormes árboles, sintió una profunda llamada.

Algo pedía auxilio; un ente vivo. Y la llamada silenciosa vino cargada de una fuerza tal que provocó el desequilibró a Buck, haciéndole caer estrepitosamente al suelo y llevándose en su camino pajarillos, ramas, un par de ardillas que pasaban por allí y, realmente, cuanto se puso por delante.

Cuando los "pajaritos" que rondaban el cerebro de Buck se hubieron disipado, se encaminó con sigilo hacia el lugar de donde provenía la llamada, solo para sorprenderse espiando una ceremonia de enterramiento élfica.

Para las creencias que Buck manejaba, enterrar así a alguien que conservaba una chispa de vida le hizo pensar que los artífices de la gran ciudad eran más bárbaros que otra cosa...o bien que habían perdido, junto con medio cerebro, el enlace que sus primos elfos de la noche tenían con la naturaleza y que les permitía notar las idas y venidas del poder de la naturaleza.

Movido más por un impulso de ayudar que por la conciencia y el respeto, esperó paciente a que el lugar estuviera en calma, tras lo cual no tardó mucho en abrir la sepultura y constatar lo que temía:
Aún quedaba vida en el cuerpo de esa pequeña elfita...o hubiera sido más correcto decir que aún le quedaban fuerzas para seguir luchando por vivir; pues ni el pulso ni la respiración acompañaban a su organismo.

Buck era jóven aún, y apenas sabía nada de los entresijos de la unión que todos los seres comparten con la vida, así que ni corto ni perezoso, hizo lo que pudo para evitar la corrupción del cuerpo, hasta el punto de casi dejar su alma en el intento y corrió en busca de ayuda como nunca lo habia hecho.

No pasó mucho antes de que volviera a la tumba...procurando siempre por todos los medios que los poderes siguieran obrando en el cuerpo enterrado.
A su vuelta, ya llevaba a sus espaldas un considerable viaje. Incluso había vuelto a subir al pajaro de madera; pero en todos los lugares que conocía y a los que había acudido en busca de ayuda y conocimientos; le eran negados ambos.
-No debemos influir en demasía en las vidas de los demás.- decían unos
-No puedes controlar aún el poder. Necesitas de sabiduría para poder usarlo y fuerza para soportarlo.- dijeron otros.
Incluso los elfos del bosque, con los que compartía su dedicación por la naturaleza, se rieron de sus pretensiones.

Al final, no le quedó otro remedio.

Volvió a la tumba, desenterró el cuerpo de la niña y lo llevó a un lugar seguro, apartado de toda influencia que no fuera la propia naturaleza. Se ocupó de ella, la mantuvo incólume aún a costa de muchos esfuerzos y solamente cuando estuvo preparado, volvió al lugar para encontrarse con aquél que empuñaba argumentos que reclamaban la paternidad de la pequeña.

En sus conversaciones, descubrió que Neida era el nombre de la pequeña; Presea el de la madre y Darkeld el de su interlocutor.

Indagando un poco más, supo de la hermandad a la que ambos habían pertenecido.

Aún necesitaba saber más de ellos, pero también necesitaba aliados, consejo y ayuda, por lo que haría caer dos manzanas de una sola pedrada:
Comprendería el mundo...y ayudaría a los que lo necesitaban.

Se convertiría en uno de ellos.

Sería un Recio.

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Y así es como un pequeño gran Tauren apareció un buen día, llamando a las cortinas de este clan

Si bien la historia está redactada con poco estilo y muchas prisas, no es menos cierta; pues lo que me llamó la atención de vosotros fueron las historias de rol que montábais y sobre todo, lo bien que las llevabais sin perder en ningún momento el espíritu del juego.

Quizá no fuera la mejor historia a partir de la que entrar, pero quien me habló de vosotros es parte de ella y no vio inconveniente en que lo hiciera así.

En fin, con un mes a mis espaldas, gracias por la oportunidad y por el hueco que me habéis dado (que para ser tauren, hace falta mucho hueco)

Suerte a todos, ladrillos!!!