Persiguiendo una visión.

Era un día nuboso, a dos jornadas de navegación de Bahía del Botín. Prácticamente podía verse aún la silueta de tierra. Las olas movían el pequeño aunque amplio velero y el viento hinchaba con tranquilidad las dos velas de que disponía; a la vez que arrancaba de cuando en cuando pequeños penachos de espuma blanca que salpicaban la cubierta.

La pequeña embarcación parecía querer zozobrar cada vez que el Tauren se movía apresuradamente hasta una de las bordas, sobre la cual sacaba medio cuerpo fuera del barco y daba rienda suelta a su estómago. Las primeras veces, el elfo de sangre se había preocupado algo más al verle estar cerca de caer al agua...pero dada la regularidad de las visitas, acabó por desentenderse. Al fin y al cabo, el tauren no dejaba de ser un druída y más de una vez le había visto cambiar de forma.
Mientras no oyera un chapoteo, todo iba bien.

Aunque atento a su compañero, Mèlkaré dormitaba, sentado en la popa, con la barra del timón atada por una cuerda tensa a su tobillo, una pipa de madera entre sus manos de la que de vez en cuando daba alguna calada y una vieja y ajada brújula sobre una de sus piernas.

Cuando el sonido de las arcadas hubo finalizado y escuchó el pesado cuerpo sentarse sobre la borda, alzó la vista, haciendo por enésima vez la misma pregunta.

-¿Ya mejor?-

Y recibiendo por enésima vez la misma mirada vidriosa y perdida antes de que el tauren recuperase fuerzas para volver a levantarse en dirección a los camarotes, el elfo continuó.

-Buck, ya no se las veces que te lo digo. Contra más tiempo pases ahí abajo, peor lo vas a pasar. ¡Siéntate aquí, sujeta conmigo el timón y mira hacia un maldito punto fijo en la distancia mientras respiras profundamente para relajarte!-

Como si estuviera drogado, la cabeza del tauren miró alrededor.

-¿Dónde maldito punto? Todo agua y cielo alrededor. Dichoso elfo...-

-Está bien...sigue asi. Cuando logres vomitar los cuernos o acabar dado la vuelta como los calcetines, ya te quejarás.-

Un par de refunfuños en taurahe fue toda la respuesta al comentario, aunque el mero hecho de hacer caso a su recomendación ya fue para Mèlkaré respuesta suficiente.

-¿Cuánto llevar? ¿Dos días? Sólo quedar dos más, por suerte...-

Levantando el lateral de la capucha que le cubría y apartando la pipa a la que en ese momento daba una profunda calada, el elfo sonrió.

-Buck...cuatro días de aquél barco, no son cuatro días de este. Es como si comparases un día de camino recorrido en tu kodo a la carrera, con un día de camino a pie por mi, paseando.-

Con lentitud, el rostro del Tauren se volvió hacia el elfo.

-¿Quieres decir más?-

-Si, más. Como poco el doble y eso si el tiempo no se arruga y nos fuerza a buscar la costa.- respondió tras un hondo suspiro -Y mira hacia adelante.-

El silencio se hizo entre ambos, hasta que una tajante afirmación, promovida por el tauren y sentenciada con un puñetazo sobre la madera de la borda, rompió la calma.

-Buck odia pez de madera raquítico.-

-¡Eh! No te líes a mamporros. Es el mejor barco que había disponible para rob...para que nos lo prestaran. Además, es buen barco, de buena línea y muy estable.-

-Entonces tener mal piloto si tardar doble de días que otro pez de madera menos raquítico.-

-La madre que te...Vuelve a repetir eso y te mando con los peces de verdad.-

-Ñañaña. Mel mucho hablar y poco arrojar.-

-Mañana te despertarás colgado del ancla.-

-Y tú sin orejas.-

La última frase de Buck silenció la réplica de Mel que, con la boca abierta, pareció pensarse dos veces el seguir picando al tauren.
Se consideraban amigos...pero si algo había visto en Buck, era que no conocía su propia fuerza. Y no quería ser él por quien la descubriera. Ya había cambiado bastante desde que le conocía.

-Mejor cuéntame otra vez qué demonios hacemos aqui y cómo diantres me has convencido para esto...-

Sonriente por volver a contar una historia, Buck comenzó a narrar cada uno de los pasos que había dado desde el princpio, hasta encontrar al elfo medio borracho, medio trompa en una taberna en Bahía del Botín.