Theophilus bootman

Theophilus Bootmann :





El oscuro pasillo se encontraba débilmente iluminado por
unas pequeñas luces rojizas provenientes de unas pequeñas esferas mágicas a ras
de suelo, era el poco transitado camino que conducía de la biblioteca a la
sección de los libros solo reservados a maestros y alumnos aventajados, ya que
entre aquellos volúmenes alguno podía llegar a implicar un riesgo para un
hechicero poco experimentado. Pocos en el colegio brillante tenían acceso a esa
estancia, Theophilus nunca fue un buen alumno pero su experiencia y haber
acabado sus estudios hace tiempo le permitían entrar a su antojo, acababa de
salir de allí y se disponía a emprender un largo viaje, mientras recorría el
pasillo recordaba de golpe toda su vida, debido a una visión inesperada en
forma de unos ajados libros con un borroso símbolo en forma de un ojo abierto.
Nunca antes los había visto allí. Quizá alguien los hubiese estado estudiando
pero no se podían extraer libros de esa zona. Quizá alguien o “algo” los colocó
expresamente para que los viera. El caso es que le hicieron recordar…




Cuando Theophilus era joven vivía con sus padres en la parte
adinerada de la ciudad, eran magos ambos, algo poco común en un matrimonio,
desde pequeño Theophilus mostró una buena habilidad en los manejos de los
vientos de la magia concretamente en el del fuego, así que sus padres no
dudaron a la hora de encaminarlo en el estudio de las artes arcanas. La vida
transcurría sin incidentes hasta que empezaron a ocurrir extraños
comportamientos fuera de lo común de los padres de Theophilus.
El padre se encerraba en su sala de estudio largas horas
durante todo el día sin dar muestras de vida mientras que la madre, con ojos desorbitados,
se hundía en la lectura desenfrenada de un extraño libro azul con un raro símbolo
de un ojo. De vez en cuando Theophilus espiaba a sus padres a escondidas y podía
ver como practicaban una extraña magia que desprendía resplandores muy vivos de
todos los colores, en una ocasión le descubrieron
por lo que fue castigado severamente. No le volvió a dar importancia y se
centro en sus estudios. Hasta que ocurrió algo terrible.
Volvía de un día cualquiera del colegio cuando pudo
vislumbrar algo que lo desconcertó. Una enorme equis roja en la puerta y un
grupo de gente observando y murmurando en la entrada. La equis roja era una de
las marcas de los cazadores para dar a entender un caso de herejía y purga. Theophilus
no entendía nada, corrió hasta la entrada pero entes de llegar notó una pesada
mano en el hombro que lo hizo girar, algunas personas de la muchedumbre se
giraban y lo señalaban.


El hombre que le agarró fuertemente el hombro era claramente
un cazador de brujas, con el típico sombrero y una larga melena oscura que le
llegaba a los hombros. Su mirada era escrutadora.


- ¿Theophilus?- Preguntó, levantándose ligeramente el ala del sombrero.


-Eran tus padres ¿verdad? , tú eres su hijo – continuó.


Theophilus se encontraba simplemente mudo los hechos
acontecidos no le dejaban mostrar emoción alguna. En ese instante detrás del
cazador se escuchó una vieja y fuerte voz,
era la voz del maestro de Theophilus, Emmerich, un viejo mago muy duro en sus clases,
su larga barba teñida de color rojizo ligeramente chamuscada y su lujosa túnica
intimidaron al cazador ligeramente.


- Correcto, ese muchacho es Theophilus y creo que no tiene
nada que ver con los actos de sus padres, ahora pertenece al colegio brillante,
sus padres han pagado su estancia hace tiempo y ahora debe terminar sus estudios.


De todos era sabido que un mago brillante podía montar en cólera
rápidamente y el semblante de Emmerich daba a entender que algo malo iba a
ocurrir muy pronto, Theophilus sintió como la presa del cazador se suavizó en
su hombro, tras lo cual se tiró a los brazos de su maestro y empezó a sollozar
,escuchando como un grupo de cazadores incendiaba su antigua casa.
A partir de entonces su maestro se hizo cargo de él e
incluso le buscó un nuevo hogar en la casa de un humilde barquero, un buen hombre.
De hay su mote “Bootmann” el cual usaban a menudo sus compañeros para mofarse.





Todo esto recordaba ahora Theophilus en ese pasillo de
colegio brillante , poco podía imaginar entonces que el ojo , ese dibujo, no
era otra cosa que uno de los múltiples símbolos de un oscuro dios conocido como
“el que cambia las cosas “ .
Su vida giró entonces alrededor de un único motivo: venganza.
En sus largos viajes en busca de un poder mayor coincidió con buenas personas
que le ayudaron como Ren, un cazador de brujas que le llamó la atención con una
frase “servir al imperio es suficiente recompensa”, ya que sabia que la mayoría de los cazadores se movían
más por el dinero que otra cosa, y pensaban firmemente que el fin justificaba
los medios.
Su maestro le recordaba una y otra vez que no buscase el
poder absoluto, ya que uno de los pocos
hombres que lo encontraron es ahora el señor de la muerte y creador de los vampiros.
A Theophilus todo esto no le importaba continuaba con sus viajes que lo
llevaban a lo largo y ancho del mundo desde la isla de los elfos, donde conoció
a Ilenia y Romiel dos elfos con los que hizo buenas migas, ya que se los
encontró mientras carbonizaba a un pequeño grupo de elfos oscuros que se
atrevieron a robarle un objeto durante la noche, a pesar de sus múltiples
protecciones mágicas nocturnas.


Ahora Theophilus continua la búsqueda del poder, sabe que
otros también lo codician, quizá encuentre los restos de algún slann muerto en
la perdida Lustria, quizá un poderoso anillo en las lejanas tierras desérticas…


Lo que esta claro es que Theophilus es ahora una herramienta
del bien e intentará por todos los medios expulsar al mal que infecta el mundo.