Obedeciendo al destino

Pensamientos aún revueltos, sensaciones a flor de piel, de modo distraído Sergestus intenta colocar una pieza de su colección de trofeos de armaduras conseguidos en sus viajes dentro de uno los fardos a sabiendas que no va a caber, al menos eso le distrae de todo lo que le rodea, incluso de los mensajes telepáticos que le intenta mandar la figura que ahora descubre zarandeándole de los hombros y cuyos ojos están enrojecidos, seguramente por haber estado llorando largo rato.

-...ges, ¿me oyes?, por favor Sergestus, ¡quita tus bloqueos mentales y escúchame!.
-Sí hermana, estoy aquí aún, sólo divagaba un poco lo siento, dime.


Con un gesto fraternal deja deslizar sus manos desde mis hombros pasando por el cuello y sujetando con ternura el rostro del caballero. Está muy nerviosa y su labio inferior tiembla dando a entender un nuevo asalto de dolor y ganas de llorar, intenta a empezar a hablar pero es incapaz de artícular palabra, en vez de ello, fija su mirada en la de su hermano y haciendo uso del vínculo telepático que los une desde pequeños le transmite sus pensamientos.

-Hermano, aún no puedo creer que estemos haciendo esto, todo este tiempo compartiendo tantos buenos momentos, tantas veces que nos han ayudado, nos han hecho olvidar los horrores y dolores del pasado, ¿cómo podemos estar de verdad pensando en dejarlo todo?, ¿no hay otra solución?.

-Shilv... comprendo todo el dolor y las dudas que te corroen, se perfectamente que hacer esto es como desgarrar nuestras almas a una parte que hemos vivido y que sin duda nos marcará a fuego para siempre, soy consciente que una parte de nosotros grita desesperadamente por dejar todas las sombras de lado y seguir intentándolo... pero hemos causado un gran daño, a una família no se le debe herir y nuestra falta aún siendo perdonada del todo, no se puede permitir ser ignorada como si nada... nuestro camino debe continuar en otra dirección por el bien de todos. Debemos encontrar la redención y el perdón para nuestra alma por nuestra cuenta.

-Se está haciendo tarde, hay que irse cuanto antes para aprovechar la luz de la mañana, terminad de recoger vuestras cosas y pongámonos en marcha, aquí ya no queda nada que os corresponda.

Sergestus miró de soslayo al renegado que se encontraba de pie plantado en la salida de los barracones con la mirada perdida, con su aspecto gélido y aparentemente desprovisto de sentimientos... pero recordando lo vivido durante su estancia en las Cavernas del Tiempo sabe perfectamente que su otro yo que al final sucumbió a los poderes de Arthas y lo convirtió en una de esas abominaciones portadoras del mal siente una gran pena en su interior al igual que Shilvara y él. Sergerus nunca podrá ser capaz de engañarse a sí mismo. Un simple cruce de miradas entre el Caballero de la Muerte y el Seguidor de la Luz Sagrada hace confirmar sus pensamientos... en esa penetrante mirada azul aún existe un atisbo de dolor y lástma por tener que tomar esta decisión.

-Padre, aunque mi dolor es indescriptible también yo comprendo y respeto las razones de esta partida, sólo espero que el destino nos depare al menos la mitad de lo que hemos vivido aquí, con eso me conformaría pues no creo que jamás volvamos a encontrar nada parecido a este refugio espiritual.

Cansado ya de seguir escuchando las voces en su cabeza, Sergestus volvió a levantar sus bloqueos mentales dejando así de ser sensible a las llamadas telepáticas, necesitaba volver a ser el único dueño de sus pensamientos. Abrazó fuertemente a su hija Aliereth para transmitirle confianza, la besó en la frente mientras la miraba a los ojos y asintiendo con la cabeza le dió a entender que era la hora.

Todos tomaron sus fardos y los ajustaron a sus respectivas monturas, aseguraron que no se dejaban nada... a excepción de un océano de sentimientos y recuerdos que siempre llevarían con ellos... y cruzaron la puerta que les apartaba de una de las partes más importantes en su vida, sin conocer muy bien que les traería el mañana, portadores cada uno de ellos de una espina clavada en lo más profundo de sus corazones... dejando caer, incluso Sergerus mientras nadie miraba, una lágrima que recorrió sus mejillas y cayó al suelo que seguramente no volverían a pisar aunque fuera lo que más deseaban... así escuchó y obedeció la familia Khanan los designios del destino.