Yukada. Chamana espiritual.
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Yukada. Chamana espiritual.
Gris.
Incoloro.
De luces y sombras.
Como iluminado por una tenue luna.
Así era el mundo espiritual en el que se encontraba sumergida la joven orca. Paseaba por los caminos de Sierra Espolón, observando el devenir de las cosas, arrodillándose ante el eco espiritual de todo lo que formaba esa tierra.
Recordaba que había llegado aquí para cumplir con su prueba de fe, la cual se había iniciado años antes, sin ser ella consciente de que así era.
Aunque hace ya tiempo que las pruebas quedaron cumplidas, aún siente como una cicatriz la actitud en sus primeros meses, la cual no había sido especialmente prometedora pues nada más tener a la vista los restos del bosque que Ventura y cía habían arrasado y sentir removerse a los espíritus, dejó que el ansia de venganza la invadiera y se encargó de conducir algunas acciones de guerra contra ellos.
Y habría fracasado en sus pruebas y seguido ejecutando leñadores y trabajadores de no ser por su fortuíto encuentro con un druida, que le habló del equilibrio en todas las cosas y que redirigió las ansias de sangre de la joven chaman, ayudándola a cumplir los retos que suponía su prueba de fe.
Aprendió y mantuvo su fe, haciéndola inquebrantable. Aprendió a ser fuerte y a soportar las privaciones; tanto físicas como mentales. Pero también aprendió sobre los Aspectos, sobre la Plaga y sobre los Espíritus. Y, ante todo, aprendió sobre ella misma. Sobre su raza y el resto de razas.
Ahora estaba en paz.
Y en esa paz paseaba en el mundo espiritual. Y sintió los pasos sobre la tierra de un lobo de guerra que se dirigía hacia ella. Y ella le invitó a sentarse a su lado, a lo que el lobo aulló profundamente.
El espíritu de la joven orca, su forma inmaterial, volvió a su cuerpo y vio al lobo a su lado, sentado, mirándola con un viso de inteligencia en su mirada; como si esperara algo de ella. Y junto a él, un espíritu visible...un orco.
El lobo se tumbó e hizo un gesto con la cabeza hacia su lomo, invitándola a montar, igual que ella le había invitado a sentarse.
Y en su mente, recibió una revelación.
-Los vientos claman que la guerra ha llegado. El fuego arde con la fuerza de la ira desatada. La tierra se sacude con el paso de los ejércitos mientras trata de controlar lo que duerme bajo ella.-
De un salto, subió a su lomo y escuchó un murmullo proveniente del espíritu. Una palabra.
-Llévame a ellos con valor y premura. Cabalgamos hacia la guerra.-
Y arañando el suelo, el lobo corrió, llevando a la joven orca hacia su destino; hacia la gente que la esperaba. Hacia los que serían sus compañeros en las batallas que la esperaban.
El espíritu de uno de ellos la acompañaba. Le otorgaba valor, convicción y fortaleza.
El espíritu de un Recio.
Incoloro.
De luces y sombras.
Como iluminado por una tenue luna.
Así era el mundo espiritual en el que se encontraba sumergida la joven orca. Paseaba por los caminos de Sierra Espolón, observando el devenir de las cosas, arrodillándose ante el eco espiritual de todo lo que formaba esa tierra.
Recordaba que había llegado aquí para cumplir con su prueba de fe, la cual se había iniciado años antes, sin ser ella consciente de que así era.
Aunque hace ya tiempo que las pruebas quedaron cumplidas, aún siente como una cicatriz la actitud en sus primeros meses, la cual no había sido especialmente prometedora pues nada más tener a la vista los restos del bosque que Ventura y cía habían arrasado y sentir removerse a los espíritus, dejó que el ansia de venganza la invadiera y se encargó de conducir algunas acciones de guerra contra ellos.
Y habría fracasado en sus pruebas y seguido ejecutando leñadores y trabajadores de no ser por su fortuíto encuentro con un druida, que le habló del equilibrio en todas las cosas y que redirigió las ansias de sangre de la joven chaman, ayudándola a cumplir los retos que suponía su prueba de fe.
Aprendió y mantuvo su fe, haciéndola inquebrantable. Aprendió a ser fuerte y a soportar las privaciones; tanto físicas como mentales. Pero también aprendió sobre los Aspectos, sobre la Plaga y sobre los Espíritus. Y, ante todo, aprendió sobre ella misma. Sobre su raza y el resto de razas.
Ahora estaba en paz.
Y en esa paz paseaba en el mundo espiritual. Y sintió los pasos sobre la tierra de un lobo de guerra que se dirigía hacia ella. Y ella le invitó a sentarse a su lado, a lo que el lobo aulló profundamente.
El espíritu de la joven orca, su forma inmaterial, volvió a su cuerpo y vio al lobo a su lado, sentado, mirándola con un viso de inteligencia en su mirada; como si esperara algo de ella. Y junto a él, un espíritu visible...un orco.
El lobo se tumbó e hizo un gesto con la cabeza hacia su lomo, invitándola a montar, igual que ella le había invitado a sentarse.
Y en su mente, recibió una revelación.
-Los vientos claman que la guerra ha llegado. El fuego arde con la fuerza de la ira desatada. La tierra se sacude con el paso de los ejércitos mientras trata de controlar lo que duerme bajo ella.-
De un salto, subió a su lomo y escuchó un murmullo proveniente del espíritu. Una palabra.
-Llévame a ellos con valor y premura. Cabalgamos hacia la guerra.-
Y arañando el suelo, el lobo corrió, llevando a la joven orca hacia su destino; hacia la gente que la esperaba. Hacia los que serían sus compañeros en las batallas que la esperaban.
El espíritu de uno de ellos la acompañaba. Le otorgaba valor, convicción y fortaleza.
El espíritu de un Recio.
Buck- Wall of Recios
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