RHIANNON
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RHIANNON
Aquella noche, mientras regresaba a casa tras un largo paseo por el Bajo Arrabal, no podía dejar de pensar en la reunión, que hacía unas horas, tuvo lugar en el Santuario de Dath’ Remar, la cual me había dejado muy mal sabor de boca. En mi cabeza, solo rondaba una idea a la que, cuantas mas vueltas daba, por extraña que sonase, mas real me parecía.
-Kael, un traidor-pensaba una y otra vez. Era entonces cuando la memoria de mi padre aparecía, dolorosa, clavándose en mi alma como afiladas garras, intentando aferrarse a la idea de que él había sobrevivido a la corrupción, de que estaba vivo en algún lugar del continente, lejos de la perversidad del supuesto príncipe, buscando el último reducto de lo que fue su vida, buscándome a mi, a su única familia…
Llegué a mi hogar exhausta de tanto pensar en las terribles consecuencias que aquella noticia iba a tener, cuando me percaté de que en el suelo había una carta con el sobre en blanco. Me senté, intrigada y me puse a leer.
“Estimada Sarasvati, preciso vuestra ayuda. Reuníos conmigo, cuanto antes, en una cabaña que hay en lo más profundo del bosque de Vallefresno, cerca del lago, al sureste del Puesto del Hachazo.
Es urgente.
Un saludo:
- M”
Al ver la firma, me asusté. Tenía que ser algo grave para que ella me escribiese y con tanta urgencia, más sabiendo el riesgo que aquello suponía.
Guardé la carta y salí de casa, olvidando todo el cansancio que traía de aquella agotadora reunión.
Unas horas después, llegué a la cabaña que indicaba la carta y allí estaba ella, siempre vigilante, siempre al acecho, esperándome.
- He venido lo más rápido posible.
- Menos mal, no estaba segura de si te iba a llegar la carta, el tipo que mandé para dártela no era de fiar, pero ya sabes, unas pocas monedas de oro y…
- ¿que ocurre?
- Pasa y lo veras tu misma.
Dentro, tumbada en la cama, se encontraba una joven Sin’ Dorei. Su rostro, estaba empapado en sudor por la fiebre, su cuerpo aparecía cubierto de heridas y magulladuras, bañado en sangre.
- La encontré en uno de los puentes de salida de Astranaar, se han ensañado con ella.
- ¿Han sido los guardias?
- Creo que no. Estaba lo suficientemente apartada de su zona de ataque.
- Lo increíble es que siga viva.
_______________________________________________________
Sentí como el dolor desaparecía. Una energía reconfortante, recorría mi cuerpo, haciéndome sentir una paz de espíritu que nunca antes había experimentado, todo el miedo, todo el sufrimiento, toda preocupación, iban desapareciendo, sustituidos por una pureza inimaginable. Cuando abrí los ojos, una figura se alzaba ante mí y comprendí que fue la Luz Sagrada que ella desprendía, lo que había curado mis heridas. Me incorpore despacio y vi su dulce rostro observándome, con esa mirada que, aun hoy, me llena de esperanza.
-¿Cómo te encuentras?
-Confusa, creo. ¿Como he llegado aquí?
-Mi amiga te ha encontrado y te ha traído a un lugar seguro.
-¿Dónde esta?
-Fuera, vigilando. Espera, la llamare, ella podrá explicarte mejor lo que ha pasado.
Cuando entró en la cabaña, no pude evitar un gesto de admiración. Aquella elfa era literalmente enorme y algo distinta a las que yo conocía. En realidad, su aspecto era más parecido al de mis agresores y me asusté.
-Tranquila pequeña, no voy a hacerte daño.- Su voz sonaba amable y aún así, me sentí incapaz de emitir sonido alguno, realmente daba miedo.
-No temas- la Sin’ Dorei intento tranquilizarme- Morrigän no te va a hacer daño. Ha sido ella la que te ha traído hasta aquí.
Morrigän sonrió. La verdad es que no había ningún tipo de maldad en su mirada y daba la impresión de que se podía confiar en ella.
- Supongo que debo darte las gracias.
-No hace falta
-Bueno, a las dos, gracias a las dos.
-De verdad, no te molestes. Cual es tu nombre.
-Rhiannon.
-Bien, donde están tus padres.
-Viven en una casita, cerca de Entrañas. Trabajan allí como peleteros.
-Y ¿Qué haces tu tan lejos?- La otra elfa, Sarasvati, parecía inquieta ante la idea de que me encontrase tan lejos de casa.
Les explique que mientras mi madre cosía las prendas de cuero que mas tarde mi padre vendía, yo me dedicaba a buscar todo tipo de pieles para sacar el cuero con en el que madre trabajaba. Normalmente, me tiraba meses sin aparecer por casa, enviando el material a mi madre por correo, con una nota en la que le decía donde estaba, para que no se preocupase.
La verdad, es que pasar tanto tiempo lejos de casa, me ayudaba a buscar mi verdadero camino, aunque en aquellos momentos, no lo había encontrado. Aun. También le explique, avergonzada, como conseguía el dinero para sobrevivir y como mi método poco legal me había metido en el lió que me llevó hasta esa cabaña.
-¡Robas!- Sarasvati parecía escandalizada.
-Como voy a comer si no.
-No se, cazando
-La comida la saco de los animales que cazo para conseguir el cuero, pero necesito dinero para comprar sal y otras cosas que necesito para tratar las pieles. Que quieres que haga.
La elfa no parecía muy convencida, aunque en el fondo comprendía mi forma de actuar, las cosas no estaban fáciles y todo el mundo tenía que sobrevivir, del modo que fuese.
Aquella noche la pasamos las tres en la cabaña. Mientras yo dormía, o eso creían ambas elfas, ellas hablaban de que iban a hacer conmigo, ya que las dos estaban de acuerdo en que no podían dejarme sola, teniendo en cuenta de cómo se estaban poniendo las cosas en general. La idea de tener niñera no me entusiasmó en un principio, aunque luego pensé, que podría aprender muchas cosas de las dos y tal vez así, encontraría mi camino.
______________________________________________________
-Es peligroso, muy peligroso.- Morrigän me miraba con dureza.-Las cosas están muy feas ahí fuera, solo tienes que ver como te trataron esos nocturnos.
-¿y por eso tenemos que escondernos?
-Pequeña, no es tan fácil. No solo pertenecemos a razas diferentes, sino que también somos de bandos diferentes, por así decirlo. Aunque te parezca extraño, no es buena idea que nos vean juntas.
-Bueno, tampoco tienes porque cuidar de mí. Se apañármelas sola.
-Si, ya lo veo.-Su voz sonó irónica.
Habían pasado tres meses desde la paliza que casi me cuesta la vida. Al principio, Morrigän se limitaba a acompañarme en mi búsqueda de pieles, pero con el tiempo, según fuimos confiando la una en la otra, su compañía se convirtió en algo más. Por la noche, al calor del fuego, ella me contaba historias sobre sus aventuras, sus largos viajes, su trabajo…. Los días pasaban volando y poco a poco, me di cuenta de que quería llegar a ser como ella. Cuando le pedí que me enseñara su profesión, no lo dudo dos veces y se puso manos a la obra.
Los primeros días de entrenamiento fueron los más duros de mi vida. La elfa no me permitía cometer ni un solo error, según ella, un fallo, era la diferencia entre estar viva o muerta, por eso, soportaba la severidad de sus enseñanzas y sus constantes criticas. Por fin, había encontrado algo que realmente me gustaba y nadie podría arrebatármelo. Fue entonces cuando ocurrió lo que llevaba tanto tiempo sospechando.
Una mañana, Morrigän me despertó mas temprano que de costumbre. En sus manos sostenía una carta y parecía preocupada.
-¿Qué ocurre?
-Ha llegado el momento.
-A que te refieres.
-He recibido una carta, tengo que presentarme en Ventormenta lo antes posible.
-Ahhh, haberlo dicho antes. En seguida recojo mis cosas y nos vamos.
-Rhiannon, tu no puedes venir.
-¿Qué?
-No puedo llevarte conmigo. Es un asunto oficial del Tercio.
-Pero entonces…
-Tranquila, esta todo preparado
Morrigän me explico, que la carta la recibió unos días antes y que espero a que todo estuviese preparado para mi, antes de marcharse. Me dio un mapa, en el que había marcado una ruta a sitios de los que jamás había oído hablar y una dirección escrita.
-Tienes que ir a este sitio. En el mapa te he señalado el camino mas corto para llegar. Tienes que salir hoy, así que será mejor que prepares tu mochila.
-Pero…a donde se supone que voy.
-Ya lo veras. Y no te preocupes, estarás a salvo.
-Pero…- empezó a entrarme un pánico atroz. Me había acostumbrado a estar con aquella elfa y la idea de separarme de ella me hacia temblar de miedo.
-Ehh, pequeña, tranquila. Todo ira bien. Recuerda todo lo que te he enseñado y no te pasara nada.
-Morrigän, no voy a volver a verte, verdad
-Claro que me veras. En cuanto pueda me pondré en contacto contigo.
-Lo prometes
-Te doy mi palabra. Ahora tengo que irme.
Me abrazo y salio por la puerta sin mirar atrás. Sabía que, aunque lo había prometido, no volvería a verla. Pertenecíamos a lugares distintos y a pesar del peligro, ella había arriesgado todo por cuidar de mí. Empecé a recoger mis cosas, aguantando las lágrimas y me dispuse a partir al lugar que indicaba la nota, sin saber que iba a ser de mí a partir de ese momento.
Llegué a Lunargenta de noche. No había dejado de llover en todo el dia, pero olvide lo mucho que eso me molestaba, cuando vi aquella impresionante ciudad alzarse ante mí.
Media hora después, me encontraba en la dirección que me indicaba la nota; la puerta estaba entreabierta, así que pase sin pensármelo dos veces, no quería seguir mojándome ni un minuto más. Eche un vistazo. La chimenea estaba encendida y en la cocina había comida recién preparada y sin embargo no se escuchaba ni un alma, la casa estaba vacía, aunque el dueño no parecía haberse ido hace mucho. Encima de la mesa, una carta con mi nombre, parecía ser la explicación de aquello.
“Estimada Rhiannon,
Un asunto urgente me ha impedido estar para tu llegada. Siéntete como en tu casa. Procurare pasarme por allí, a mas tardar, en dos días. Mientras tanto, tendrás que presentarte mañana a primera hora, en la escuela de picaros y preguntar por Zelanis, el será tu nuevo maestro.
Estoy deseando reunirme contigo, hasta entonces, un abrazo:
Sarasvati”
Los meses pasan fugaces en Lunargenta. Mis estudios no pueden ir mejor, a pesar de no soportar a ese engreído de Zelanis. Sarasvati, preocupada por no poder encargarse de mí el tiempo suficiente, se ha ocupado de todo para que entre a formar parte de la hermandad en la que ella sirve, asegurándose de que así, pueda recurrir a alguien mientras duren mis estudios y ser de utilidad para el clan, en un futuro.
Sigo mandando a mis padres sus preciadas pieles, incluso ahora puedo verles mas a menudo, ya que han ampliado su zona de venta de prendas de cuero y vienen de visita a la ciudad frecuentemente. A pesar de todo, aun espero impaciente, que me llegue alguna noticia de Morrigän y supongo que siempre viviré con el deseo de volver a encontrarme con ella. Mientras tanto disfruto de mis días junto a la blandengue de Svati, me saca de quicio, siempre tan calmada, pero nunca me olvido de que fue la Luz que me salvo la vida.
-Kael, un traidor-pensaba una y otra vez. Era entonces cuando la memoria de mi padre aparecía, dolorosa, clavándose en mi alma como afiladas garras, intentando aferrarse a la idea de que él había sobrevivido a la corrupción, de que estaba vivo en algún lugar del continente, lejos de la perversidad del supuesto príncipe, buscando el último reducto de lo que fue su vida, buscándome a mi, a su única familia…
Llegué a mi hogar exhausta de tanto pensar en las terribles consecuencias que aquella noticia iba a tener, cuando me percaté de que en el suelo había una carta con el sobre en blanco. Me senté, intrigada y me puse a leer.
“Estimada Sarasvati, preciso vuestra ayuda. Reuníos conmigo, cuanto antes, en una cabaña que hay en lo más profundo del bosque de Vallefresno, cerca del lago, al sureste del Puesto del Hachazo.
Es urgente.
Un saludo:
- M”
Al ver la firma, me asusté. Tenía que ser algo grave para que ella me escribiese y con tanta urgencia, más sabiendo el riesgo que aquello suponía.
Guardé la carta y salí de casa, olvidando todo el cansancio que traía de aquella agotadora reunión.
Unas horas después, llegué a la cabaña que indicaba la carta y allí estaba ella, siempre vigilante, siempre al acecho, esperándome.
- He venido lo más rápido posible.
- Menos mal, no estaba segura de si te iba a llegar la carta, el tipo que mandé para dártela no era de fiar, pero ya sabes, unas pocas monedas de oro y…
- ¿que ocurre?
- Pasa y lo veras tu misma.
Dentro, tumbada en la cama, se encontraba una joven Sin’ Dorei. Su rostro, estaba empapado en sudor por la fiebre, su cuerpo aparecía cubierto de heridas y magulladuras, bañado en sangre.
- La encontré en uno de los puentes de salida de Astranaar, se han ensañado con ella.
- ¿Han sido los guardias?
- Creo que no. Estaba lo suficientemente apartada de su zona de ataque.
- Lo increíble es que siga viva.
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Sentí como el dolor desaparecía. Una energía reconfortante, recorría mi cuerpo, haciéndome sentir una paz de espíritu que nunca antes había experimentado, todo el miedo, todo el sufrimiento, toda preocupación, iban desapareciendo, sustituidos por una pureza inimaginable. Cuando abrí los ojos, una figura se alzaba ante mí y comprendí que fue la Luz Sagrada que ella desprendía, lo que había curado mis heridas. Me incorpore despacio y vi su dulce rostro observándome, con esa mirada que, aun hoy, me llena de esperanza.
-¿Cómo te encuentras?
-Confusa, creo. ¿Como he llegado aquí?
-Mi amiga te ha encontrado y te ha traído a un lugar seguro.
-¿Dónde esta?
-Fuera, vigilando. Espera, la llamare, ella podrá explicarte mejor lo que ha pasado.
Cuando entró en la cabaña, no pude evitar un gesto de admiración. Aquella elfa era literalmente enorme y algo distinta a las que yo conocía. En realidad, su aspecto era más parecido al de mis agresores y me asusté.
-Tranquila pequeña, no voy a hacerte daño.- Su voz sonaba amable y aún así, me sentí incapaz de emitir sonido alguno, realmente daba miedo.
-No temas- la Sin’ Dorei intento tranquilizarme- Morrigän no te va a hacer daño. Ha sido ella la que te ha traído hasta aquí.
Morrigän sonrió. La verdad es que no había ningún tipo de maldad en su mirada y daba la impresión de que se podía confiar en ella.
- Supongo que debo darte las gracias.
-No hace falta
-Bueno, a las dos, gracias a las dos.
-De verdad, no te molestes. Cual es tu nombre.
-Rhiannon.
-Bien, donde están tus padres.
-Viven en una casita, cerca de Entrañas. Trabajan allí como peleteros.
-Y ¿Qué haces tu tan lejos?- La otra elfa, Sarasvati, parecía inquieta ante la idea de que me encontrase tan lejos de casa.
Les explique que mientras mi madre cosía las prendas de cuero que mas tarde mi padre vendía, yo me dedicaba a buscar todo tipo de pieles para sacar el cuero con en el que madre trabajaba. Normalmente, me tiraba meses sin aparecer por casa, enviando el material a mi madre por correo, con una nota en la que le decía donde estaba, para que no se preocupase.
La verdad, es que pasar tanto tiempo lejos de casa, me ayudaba a buscar mi verdadero camino, aunque en aquellos momentos, no lo había encontrado. Aun. También le explique, avergonzada, como conseguía el dinero para sobrevivir y como mi método poco legal me había metido en el lió que me llevó hasta esa cabaña.
-¡Robas!- Sarasvati parecía escandalizada.
-Como voy a comer si no.
-No se, cazando
-La comida la saco de los animales que cazo para conseguir el cuero, pero necesito dinero para comprar sal y otras cosas que necesito para tratar las pieles. Que quieres que haga.
La elfa no parecía muy convencida, aunque en el fondo comprendía mi forma de actuar, las cosas no estaban fáciles y todo el mundo tenía que sobrevivir, del modo que fuese.
Aquella noche la pasamos las tres en la cabaña. Mientras yo dormía, o eso creían ambas elfas, ellas hablaban de que iban a hacer conmigo, ya que las dos estaban de acuerdo en que no podían dejarme sola, teniendo en cuenta de cómo se estaban poniendo las cosas en general. La idea de tener niñera no me entusiasmó en un principio, aunque luego pensé, que podría aprender muchas cosas de las dos y tal vez así, encontraría mi camino.
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-Es peligroso, muy peligroso.- Morrigän me miraba con dureza.-Las cosas están muy feas ahí fuera, solo tienes que ver como te trataron esos nocturnos.
-¿y por eso tenemos que escondernos?
-Pequeña, no es tan fácil. No solo pertenecemos a razas diferentes, sino que también somos de bandos diferentes, por así decirlo. Aunque te parezca extraño, no es buena idea que nos vean juntas.
-Bueno, tampoco tienes porque cuidar de mí. Se apañármelas sola.
-Si, ya lo veo.-Su voz sonó irónica.
Habían pasado tres meses desde la paliza que casi me cuesta la vida. Al principio, Morrigän se limitaba a acompañarme en mi búsqueda de pieles, pero con el tiempo, según fuimos confiando la una en la otra, su compañía se convirtió en algo más. Por la noche, al calor del fuego, ella me contaba historias sobre sus aventuras, sus largos viajes, su trabajo…. Los días pasaban volando y poco a poco, me di cuenta de que quería llegar a ser como ella. Cuando le pedí que me enseñara su profesión, no lo dudo dos veces y se puso manos a la obra.
Los primeros días de entrenamiento fueron los más duros de mi vida. La elfa no me permitía cometer ni un solo error, según ella, un fallo, era la diferencia entre estar viva o muerta, por eso, soportaba la severidad de sus enseñanzas y sus constantes criticas. Por fin, había encontrado algo que realmente me gustaba y nadie podría arrebatármelo. Fue entonces cuando ocurrió lo que llevaba tanto tiempo sospechando.
Una mañana, Morrigän me despertó mas temprano que de costumbre. En sus manos sostenía una carta y parecía preocupada.
-¿Qué ocurre?
-Ha llegado el momento.
-A que te refieres.
-He recibido una carta, tengo que presentarme en Ventormenta lo antes posible.
-Ahhh, haberlo dicho antes. En seguida recojo mis cosas y nos vamos.
-Rhiannon, tu no puedes venir.
-¿Qué?
-No puedo llevarte conmigo. Es un asunto oficial del Tercio.
-Pero entonces…
-Tranquila, esta todo preparado
Morrigän me explico, que la carta la recibió unos días antes y que espero a que todo estuviese preparado para mi, antes de marcharse. Me dio un mapa, en el que había marcado una ruta a sitios de los que jamás había oído hablar y una dirección escrita.
-Tienes que ir a este sitio. En el mapa te he señalado el camino mas corto para llegar. Tienes que salir hoy, así que será mejor que prepares tu mochila.
-Pero…a donde se supone que voy.
-Ya lo veras. Y no te preocupes, estarás a salvo.
-Pero…- empezó a entrarme un pánico atroz. Me había acostumbrado a estar con aquella elfa y la idea de separarme de ella me hacia temblar de miedo.
-Ehh, pequeña, tranquila. Todo ira bien. Recuerda todo lo que te he enseñado y no te pasara nada.
-Morrigän, no voy a volver a verte, verdad
-Claro que me veras. En cuanto pueda me pondré en contacto contigo.
-Lo prometes
-Te doy mi palabra. Ahora tengo que irme.
Me abrazo y salio por la puerta sin mirar atrás. Sabía que, aunque lo había prometido, no volvería a verla. Pertenecíamos a lugares distintos y a pesar del peligro, ella había arriesgado todo por cuidar de mí. Empecé a recoger mis cosas, aguantando las lágrimas y me dispuse a partir al lugar que indicaba la nota, sin saber que iba a ser de mí a partir de ese momento.
Llegué a Lunargenta de noche. No había dejado de llover en todo el dia, pero olvide lo mucho que eso me molestaba, cuando vi aquella impresionante ciudad alzarse ante mí.
Media hora después, me encontraba en la dirección que me indicaba la nota; la puerta estaba entreabierta, así que pase sin pensármelo dos veces, no quería seguir mojándome ni un minuto más. Eche un vistazo. La chimenea estaba encendida y en la cocina había comida recién preparada y sin embargo no se escuchaba ni un alma, la casa estaba vacía, aunque el dueño no parecía haberse ido hace mucho. Encima de la mesa, una carta con mi nombre, parecía ser la explicación de aquello.
“Estimada Rhiannon,
Un asunto urgente me ha impedido estar para tu llegada. Siéntete como en tu casa. Procurare pasarme por allí, a mas tardar, en dos días. Mientras tanto, tendrás que presentarte mañana a primera hora, en la escuela de picaros y preguntar por Zelanis, el será tu nuevo maestro.
Estoy deseando reunirme contigo, hasta entonces, un abrazo:
Sarasvati”
Los meses pasan fugaces en Lunargenta. Mis estudios no pueden ir mejor, a pesar de no soportar a ese engreído de Zelanis. Sarasvati, preocupada por no poder encargarse de mí el tiempo suficiente, se ha ocupado de todo para que entre a formar parte de la hermandad en la que ella sirve, asegurándose de que así, pueda recurrir a alguien mientras duren mis estudios y ser de utilidad para el clan, en un futuro.
Sigo mandando a mis padres sus preciadas pieles, incluso ahora puedo verles mas a menudo, ya que han ampliado su zona de venta de prendas de cuero y vienen de visita a la ciudad frecuentemente. A pesar de todo, aun espero impaciente, que me llegue alguna noticia de Morrigän y supongo que siempre viviré con el deseo de volver a encontrarme con ella. Mientras tanto disfruto de mis días junto a la blandengue de Svati, me saca de quicio, siempre tan calmada, pero nunca me olvido de que fue la Luz que me salvo la vida.
Sarasvati- CambiaPañales
- Juego : WoW
Clan : Lobos de la Luna Roja
PJ principal : Sarasvati
Antigüedad : 20/09/2007
Mensajes : 147
Re: RHIANNON
Jeje, esta bien que no sea Urto el unico en usar a todos sus pjs en un texto.
Entre main y alters teneis todo el repertorio, y esta vez hasta con pjs del otro bando XD
Gracias por dejar que te leamos, Svati.
Entre main y alters teneis todo el repertorio, y esta vez hasta con pjs del otro bando XD
Gracias por dejar que te leamos, Svati.
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