Tarvosson

-Lo que te pasa, hermano mío, es que saber que tu padre eligió a una zorra antes que a tu madre te hace sufrir. Deja de hacerlo, al fin y al cabo lo que diferenció a nuestras madres es que la mía vivía sabiendo lo que era, y la tuya gustaba de esconder su miserable naturaleza tras ropas caras y sonrisas fingidas.

Ainvar notó la ira creciendo en su interior tensando, contra su deseo, los músculos de su espalda y su brazo. Trató de repetir para si las enseñanzas de su maestro, de buscar el control, de desterrar la pasión. Todo fue en vano. Mientras suspiraba sabiéndose vencido oía el golpe que propinaba a su hermanastro y el sonido sordo que su cuerpo, recibido el golpe, hacía al caer de espaldas. El maestro llamó alarmado la atención del enorme niño rubio mientras Vicktor, tumbado a sus pies, escondía la sonrisa tras el dorso de una mano mientras limpiaba el hilo de sangre que corría por la comisura de sus labios. El brillo en sus ojos, insultante, recalcaba su victoria.

El clima en Tython se había suavizado las últimas semanas, y el calor estival daba ya paso a tardes frescas. Los próximos iban a ser unos meses realmente largos, pensó el mayor de los hermanos Tarvosson. Su padre, el senador Akuram Tarvosson, había cometido errores. Más de los que hubieran podido resultar aceptables. Engañar a su madre fue el primero, aunque ni mucho menos el único. Lograr que ella se matara, al confesarle cada sórdido detalle de su doble vida; reconocer a su hijo ilegítimo; insistir, hasta lograrlo, en que su hermanastro fuera igualmente admitido como aspirante a jedi; morirse él mismo de la más absurda de las formas, dejándolo solo... Si, su padre había cometido demasiados errores y, pese a todo, él no le guardaba rencor alguno. No hay pasión. Nada recriminaba a su padre. En cambio a Vicktor...


[Seguiré. De momento sirva esto para presentar a mis dos pejotas: Ainvar -> Humano. Caballero jedi. Guardián. Esforzado paladín de la fuerza, hasta rayar en lo pedante... Y... Vicktor -> Humano. Caballero jedi . Centinela. Miserable y rastrero aprovechado de su recién adquirido estatus para procurarse cuanto desea].