En viaje a Nar Shaddaa

El viaje a Nar Shaddaa se está haciendo mucho más largo de lo que recordaba, y lo cierto
es que el sueño no parece llegar nunca. Quizás dejar a Corso al mando de la
nave no haya sido una brillante idea, y quizás de ahí viene mi incapacidad para
descansar ahora mismo. Sí, es cierto que hasta ahora Corso no ha dado ningún
problema, casi al contrario, pero ¿cuántas veces ha pilotado una joya como ésta
un granjero que casi no ha salido de su casa? No, no ha sido una buena idea,
pero después de la paliza de Taris (maldito planeta infecto) lo cierto es que
necesitaba un descanso, y me temo que la visita a Nar Shaddaa no va a ser
tampoco un paseo de rosas…

Intento recordar la última vez que estuve en Nar Shaddaa, pero se me escapa entre los
miles de recuerdos de otros planetas tan disparatados y peligrosos como él.
Bueno, quizás no tan peligrosos, pero desde luego sí… curiosos. Aunque nunca me
he quedado demasiado en ninguno, la vida que elegí no permite las estancias
turísticas, no se necesita demasiado tiempo para clasificar los sitios
visitados. Después de todo sólo hay dos opciones: Sitios a los que volverás y
sitios a los que no volverías ni aunque tu vida dependiera de ello…

Qué lejos está mi vida en Corellia ahora mismo… de hecho parece que esa época
perteneciera a otra persona. Poco queda en mí de aquella mocosa nacida en
Balmorra que miraba asustada los edificios e ingenios de su primera gran ciudad , que demasiado pronto se convirtió en una
engañosa jaula. A veces me miro al espejo y no encuentro otra respuesta a qué
hubiera querido ser de no ser una contrabandista. No, no hay nada, porque mis
primeros recuerdos se remontan a observar emocionada las naves que entraban y
salían de los espaciopuertos. A intentar colarme en ellas. A soñar con cruzar
las estrellas sin amo, únicamente bajo mis condiciones. Y no ha sido fácil,
claro que no. Pero aquella mano de cartas me dio el último empujón que
necesitaba después de años de recibir órdenes y ahorrar cada crédito de mis míseros
sueldos como camarera en cantinas donde nadie en su sano juicio pondría un pie.
El último empujón necesario para comprar esta joya donde ahora intento dormir
sin éxito.

Será mejor que releve a Corso. Igual él sí puede dormir hasta que lleguemos…