Walking the way
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Recios :: JUEGOS :: World of Warcraft :: [WoW] Rol
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Walking the way
Bueno, vuelvo con ganas y fuerzas. Espero que la referencia del titulo les recuerde a algunos buenos momentos (y un dibujo precioso en la version antigua)
Recorriendo el camino
La boda finalmente llegó y no salió bien, tantos planes...la horda atacando a los alianzas que vinieron desarmados a la boda, patético... nuevo intento en Shattrath... Dorian no viene... la presencia de Casthorel como de costumbre complica las cosas... demasiada tensión... la pobre Presea cayó desmayada. Encuentro a Presea con Casthorel tras terminar la boda. Silencio tenso. Solo hay acusaciones... hacia mi... ¿Porque habria de respetar a Casthorel? Quizás algun dia haga algo que merezca respeto, pero no hoy. Algo me dice que tampoco mañana...
...Tras la boda el parto fue prematuro, por suerte se pudo llegar a cima del trueno y alli se atendió a Presea, Casthorel ayuda en el parto... Las armas llaman, me reclaman algo que no puedo negar... al volver a Cima del trueno me encuentro un panorama divertido, demasiada gente hablando de mi... no importan... solo importan Presea y la niña... Lo demás que arda. A pesar de todo la niña parece que esta sana. La llevamos a una matrona en Nagrand, ella se ocupará de la niña por el momento. Cuida de mi hija...
Rumores acerca de Presea vista con Casthorel, no son nuevos... el tiempo de la boda ya ha pasado. La tensión vuelve... Ante la pregunta, Presea no lo niega... una cena con mas invitados. Desconfianza. Ya me ha engañado antes.
El tiempo pasa, la situación se vuelve más tranquila, la niña... la niña esta bien, las obras de la casa van avanzadas... me gusta el color del cuarto para ella...¿Neida, ya puedes oir tu nombre?
Por primera vez en mi vida... tengo... ¿Paz?
Una mano le sacó de su ensimismamiento. La sacerdotisa sonrio con amabilidad y señaló el siguiente recodo del pasillo. Se incorporó y asintió. Se internó en las sombras mientras avanzaba hacia su destino.
- La misma clase de patrulla - Dió el mensaje a Lianne, que comenzó a repartir las ordenes. La legion comenzó a prepararse para el combate mientras los oficiales terminaban de concretar el inicio del ataque. Darkeld volvió a su posición mientras el ruido de las armas y la armaduras tintineaban alrededor suyo.
Toda esta gente... tantas razas, tantas maneras distintas de hacer la guerra... con el mismo objetivo... mi hija y mi esposa estan sanas y salvas... No puedo querer nada mas...
El picaro salió corriendo detras de los guerreros cuando se dio la señal de ataque. Sus hermanos de armas estaban aqui junto a el. Nevilo, Drunna... tantos otros habian caido y desaparecido... Lástima... serían recordados...
La campaña avanzaba bien, se iban cumpliendo los objetivos que se habían ido marcando... poco a poco se iban superando los escollos...
Una carta le esperaba en la posada. A falta de otro hogar, de momento este le valia. Cuando terminara iria a Nagrand para visitar a Neida. Le extraño que la carta fuera de Presea. Comenzó a leerla...
'...Neida no ha sobrevivido al poder de las sombras que se depositó en ella...'
Una imagen le vino a la mente mientras trataba de sostenerse contra una silla. La fuerza le abandonaba... Se encontró una vez más delante de aquella maldita verja. No pudo evitar ver sus manos manchadas una vez más en sangre. Descolgó entre lagrimas el frio cuerpo de su hija de la verja.
Un aullido de dolor se oyo por Shattrath.
Recorriendo el camino
La boda finalmente llegó y no salió bien, tantos planes...la horda atacando a los alianzas que vinieron desarmados a la boda, patético... nuevo intento en Shattrath... Dorian no viene... la presencia de Casthorel como de costumbre complica las cosas... demasiada tensión... la pobre Presea cayó desmayada. Encuentro a Presea con Casthorel tras terminar la boda. Silencio tenso. Solo hay acusaciones... hacia mi... ¿Porque habria de respetar a Casthorel? Quizás algun dia haga algo que merezca respeto, pero no hoy. Algo me dice que tampoco mañana...
...Tras la boda el parto fue prematuro, por suerte se pudo llegar a cima del trueno y alli se atendió a Presea, Casthorel ayuda en el parto... Las armas llaman, me reclaman algo que no puedo negar... al volver a Cima del trueno me encuentro un panorama divertido, demasiada gente hablando de mi... no importan... solo importan Presea y la niña... Lo demás que arda. A pesar de todo la niña parece que esta sana. La llevamos a una matrona en Nagrand, ella se ocupará de la niña por el momento. Cuida de mi hija...
Rumores acerca de Presea vista con Casthorel, no son nuevos... el tiempo de la boda ya ha pasado. La tensión vuelve... Ante la pregunta, Presea no lo niega... una cena con mas invitados. Desconfianza. Ya me ha engañado antes.
El tiempo pasa, la situación se vuelve más tranquila, la niña... la niña esta bien, las obras de la casa van avanzadas... me gusta el color del cuarto para ella...¿Neida, ya puedes oir tu nombre?
Por primera vez en mi vida... tengo... ¿Paz?
Una mano le sacó de su ensimismamiento. La sacerdotisa sonrio con amabilidad y señaló el siguiente recodo del pasillo. Se incorporó y asintió. Se internó en las sombras mientras avanzaba hacia su destino.
- La misma clase de patrulla - Dió el mensaje a Lianne, que comenzó a repartir las ordenes. La legion comenzó a prepararse para el combate mientras los oficiales terminaban de concretar el inicio del ataque. Darkeld volvió a su posición mientras el ruido de las armas y la armaduras tintineaban alrededor suyo.
Toda esta gente... tantas razas, tantas maneras distintas de hacer la guerra... con el mismo objetivo... mi hija y mi esposa estan sanas y salvas... No puedo querer nada mas...
El picaro salió corriendo detras de los guerreros cuando se dio la señal de ataque. Sus hermanos de armas estaban aqui junto a el. Nevilo, Drunna... tantos otros habian caido y desaparecido... Lástima... serían recordados...
La campaña avanzaba bien, se iban cumpliendo los objetivos que se habían ido marcando... poco a poco se iban superando los escollos...
Una carta le esperaba en la posada. A falta de otro hogar, de momento este le valia. Cuando terminara iria a Nagrand para visitar a Neida. Le extraño que la carta fuera de Presea. Comenzó a leerla...
'...Neida no ha sobrevivido al poder de las sombras que se depositó en ella...'
Una imagen le vino a la mente mientras trataba de sostenerse contra una silla. La fuerza le abandonaba... Se encontró una vez más delante de aquella maldita verja. No pudo evitar ver sus manos manchadas una vez más en sangre. Descolgó entre lagrimas el frio cuerpo de su hija de la verja.
Un aullido de dolor se oyo por Shattrath.
Darkeld- De profesión: Cabrón
- Juego : WoW
Clan : Blood Thirst - Recios
Antigüedad : 27/09/2007
Mensajes : 1471
Edad : 43
Re: Walking the way
Recorriendo el camino - Parte II
Presea desaparece, no responde a la piedra de comunicación... Creo verla varias veces en Shattrath... pero me esquiva...
La fragilidad de la niña en mis manos, el miedo a hacerle daño con unas manos solo acostumbradas a empuñar armas... no entiendo que ha pasado, pero alguien va a pagar por ello... Presea ¿Que es lo que has hecho?
No habria permitido jamás que alguien se acercara a mi hija con intencion de hacerle daño... Me da miedo preguntartelo. No es la primera vez que juegas con poderes que no comprendes...
Localizo por casualidad a Nouda... Empezare a obtener respuestas de una manera u otra...
-------------
Darkeld se movía de un lado a otro, alimentando la rabia que habia en él mientras miraba el cuerpo inconsciente que habia delante suyo. Las heridas que le habian infligido durante el combate le indicaban que aun estaba vivo, haciendole estar aun más furioso por el daño sufrido.
Pateó con fuerza el cuerpo del caido, arrancando un gemido de dolor.
- Tenemos que hablar... Padre...
-------------
La llegada del verano cambiaba poco los bosques cercanos a Lunargenta, tan solo el aire se hacía más pesado y pegajoso. Darkeld arrastró el cuerpo hasta una charca cercana. Se limpió la sangre reseca de la armadura, no teniendo ganas de dar explicaciones a nadie cuando llegara a la ciudad. La persona que tenia delante estaba en un estado lamentable, no recordaba que pudiera llegar a ser tan duro algo que en principio tiene un aspecto tan delicado. No importaba.
Ahora me darás respuestas.
La inspeccion del cuerpo no dejaba lugar a dudas, varias costillas y quizas la mandibula estaban rotas.
Me lo has puesto dificil, como de costumbre.
Recordó otros tiempos en los que ese tipo de competiciones era algo sano. Un nuevo quejido indicó a Darkeld que Nouda estaba despertándose. Se preparó de nuevo para el combate.
-------------
Darkeld limpió con cuidado la sangre que salpicaba la cara del sacerdote mientras este le miraba fijamente. En la otra mano tenía preparada una de sus espadas.
- Empieza a contarme porque le hiciste lo que le hiciste a mi hija... - La voz de Darkeld pareció quebrarse al nombrar a su hija, su mano agarró con mas fuerza la empuñadura de la espada.
- Haz lo que tengas que hacer- Nouda se encogió de hombros con una mirada yerma y perdida - Nada puede dañarme ya en este mundo... ni en el otro. Mi alma esta rota, muerta - bajó la mirada hacia sus finas manos y empezó a limpiarse la sangre - Este cuerpo, no se si es mío. Adelante - concedió finalmente con hilo de voz y mirando con indiferencia a Darkeld. El picaro clavó la mirada en Nouda, habia varias cosas que no cuadraban, se preocuparia de ellas mas tarde.
- No busco florituras, solo respuestas, depositaste parte de tu poder en Neida, quiero saber porque...
- ¿Poder? -la mirada de Nouda pareció brillar por un pequeño momento, despierta, curiosa, y desconcertada- No hay ningún poder que pueda contaminar un alma recién nacida. Creo que estas equivocado...-miró a Darkeld con sus extraños ojos y con la seguridad de aquel que es experto en la materia.
Darkeld rebuscó con la mano libre en su pechera y lanzó un papel arrugado a Nouda, la carta que Presea le había enviado.
- Quizás esto te recuerde algo -
Nouda cogió la nota arrugada y la abrió con cuidado. Reconoció la letra escrita, y sus ojos volvieron a destellar de forma extraña, cariñosa. Pero cambiaron rápido al leer el contenido. Su rostro cambió a estar confundido, sorprendido, incluso disgustado. La pena duró unos segundos nada más. Después sus ojos volvieron a ser los de la mirada perdida y muerta que tenia últimamente.
- Lamento tu perdida. Y la de Presea - le devolvió la nota estirada al pícaro - No sabía nada de esto, y como te he dicho antes, estas equivocado. Los dos lo estais. No ha sido culpa mia...- corrigió sus palabras- ... de mi poder.
Indecisión. Nouda no es el mismo desde que volvió... ¿Me esta mintiendo? No lo parece.
Darkeld emitió un profundo suspiro y recogio la carta de la mano del sacerdote.
- Cuidate, amigo mio.
Darkeld desapareció.
Presea desaparece, no responde a la piedra de comunicación... Creo verla varias veces en Shattrath... pero me esquiva...
La fragilidad de la niña en mis manos, el miedo a hacerle daño con unas manos solo acostumbradas a empuñar armas... no entiendo que ha pasado, pero alguien va a pagar por ello... Presea ¿Que es lo que has hecho?
No habria permitido jamás que alguien se acercara a mi hija con intencion de hacerle daño... Me da miedo preguntartelo. No es la primera vez que juegas con poderes que no comprendes...
Localizo por casualidad a Nouda... Empezare a obtener respuestas de una manera u otra...
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Darkeld se movía de un lado a otro, alimentando la rabia que habia en él mientras miraba el cuerpo inconsciente que habia delante suyo. Las heridas que le habian infligido durante el combate le indicaban que aun estaba vivo, haciendole estar aun más furioso por el daño sufrido.
Pateó con fuerza el cuerpo del caido, arrancando un gemido de dolor.
- Tenemos que hablar... Padre...
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La llegada del verano cambiaba poco los bosques cercanos a Lunargenta, tan solo el aire se hacía más pesado y pegajoso. Darkeld arrastró el cuerpo hasta una charca cercana. Se limpió la sangre reseca de la armadura, no teniendo ganas de dar explicaciones a nadie cuando llegara a la ciudad. La persona que tenia delante estaba en un estado lamentable, no recordaba que pudiera llegar a ser tan duro algo que en principio tiene un aspecto tan delicado. No importaba.
Ahora me darás respuestas.
La inspeccion del cuerpo no dejaba lugar a dudas, varias costillas y quizas la mandibula estaban rotas.
Me lo has puesto dificil, como de costumbre.
Recordó otros tiempos en los que ese tipo de competiciones era algo sano. Un nuevo quejido indicó a Darkeld que Nouda estaba despertándose. Se preparó de nuevo para el combate.
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Darkeld limpió con cuidado la sangre que salpicaba la cara del sacerdote mientras este le miraba fijamente. En la otra mano tenía preparada una de sus espadas.
- Empieza a contarme porque le hiciste lo que le hiciste a mi hija... - La voz de Darkeld pareció quebrarse al nombrar a su hija, su mano agarró con mas fuerza la empuñadura de la espada.
- Haz lo que tengas que hacer- Nouda se encogió de hombros con una mirada yerma y perdida - Nada puede dañarme ya en este mundo... ni en el otro. Mi alma esta rota, muerta - bajó la mirada hacia sus finas manos y empezó a limpiarse la sangre - Este cuerpo, no se si es mío. Adelante - concedió finalmente con hilo de voz y mirando con indiferencia a Darkeld. El picaro clavó la mirada en Nouda, habia varias cosas que no cuadraban, se preocuparia de ellas mas tarde.
- No busco florituras, solo respuestas, depositaste parte de tu poder en Neida, quiero saber porque...
- ¿Poder? -la mirada de Nouda pareció brillar por un pequeño momento, despierta, curiosa, y desconcertada- No hay ningún poder que pueda contaminar un alma recién nacida. Creo que estas equivocado...-miró a Darkeld con sus extraños ojos y con la seguridad de aquel que es experto en la materia.
Darkeld rebuscó con la mano libre en su pechera y lanzó un papel arrugado a Nouda, la carta que Presea le había enviado.
- Quizás esto te recuerde algo -
Nouda cogió la nota arrugada y la abrió con cuidado. Reconoció la letra escrita, y sus ojos volvieron a destellar de forma extraña, cariñosa. Pero cambiaron rápido al leer el contenido. Su rostro cambió a estar confundido, sorprendido, incluso disgustado. La pena duró unos segundos nada más. Después sus ojos volvieron a ser los de la mirada perdida y muerta que tenia últimamente.
- Lamento tu perdida. Y la de Presea - le devolvió la nota estirada al pícaro - No sabía nada de esto, y como te he dicho antes, estas equivocado. Los dos lo estais. No ha sido culpa mia...- corrigió sus palabras- ... de mi poder.
Indecisión. Nouda no es el mismo desde que volvió... ¿Me esta mintiendo? No lo parece.
Darkeld emitió un profundo suspiro y recogio la carta de la mano del sacerdote.
- Cuidate, amigo mio.
Darkeld desapareció.
Darkeld- De profesión: Cabrón
- Juego : WoW
Clan : Blood Thirst - Recios
Antigüedad : 27/09/2007
Mensajes : 1471
Edad : 43
Re: Walking the way
Darkeld llegó hasta su hogar en Lunargenta, al entrar por la puerta pudo notar que empezaba a oler como los lugares abandonadodos. Se movió en silencio por la casa, comprobando que todo estuviera en orden. En una de las habitaciones habian conseguido entrar los pajaros, como demostraba las plumas que habian dejado por la habitacion.
La habitación de Neida...
Arrancó los tablones de los marcos de la ventana que tenia la habitacion, permitiendo que la luz penetrase en ella, una sonrisa de decepcion apareció en su rostro cuando sus ojos se acostumbraron a la luz entrante y pudo ver los colores de la misma... En otro momento de su vida esos colores le habrian hecho abandonar la habitación. Ahora los miraba como lo que podria haber sido.
Paso la mano con delicadeza por la estructura de la cuna, levantando una pequeña capa de polvo mientras lo hacia. Tendría que encantar algunos utensilios de limpieza para que comenzaran a adecentarla si queria usarla como morada.
Posó su mirada sobre un texto que habia sobre la cabecera de la cuna. La sonrisa se esfumo de su cara.
A mi hija:
Eres la luz de toda luz.
Representas el fruto de lo que amo y he amado,
Es posible que por alguna causa, no pueda verte crecer
Escucha mi voz, ahora que todavia me pertenece
Esta vida es dura, pero tendras a tu madre a tu lado
Cuida de ella, porque no siempre podra cuidar de si misma
Cuentale todo, ya que ella sera tu mejor amiga.
No vaciles ante los problemas.
Y sobre todo...
lucha.
No pares de luchar.
Por lo que quieres,
por quien te es amado,
porque en el momento en que no lo hagas,
comprenderás muy tarde lo que has perdido.
Tengo el orgullo de haberte amado sin haberte conocido
Porque a pesar de todo te siento como mi hija.
Puede que no nos conozcamos,
Y eso me llena de miedo.
Pero mientras me quede sangre en las venas
Por ti, continuare luchando.
Darkeld se encontró llorando mientras leia las palabras. Pensó en ellas, en lo que pensaba cuando las escribió por primera vez. En como era su vida. La incertidumbre de si Neida sería su hija, la incertidumbre de como acabarían los problemas con Casthorel y Presea, la desaparicion de Nouda... Leyó de nuevo las palabras, concentrándose en unas líneas en concreto.
Pero mientras me quede sangre en las venas
Por ti, continuare luchando.
No habia cambiado de idea. Apretó los dientes con rabia mientras repetía para si las palabras... con rabia estampo varios puñetazos en la pared, despellejandose los nudillos en el proceso.
Arrancó los tableros que aun habia en el resto de ventanas de la casa. Salio con rapidez cuando hubo terminado y se dirigió a la tienda de encantamiento. Dejaría lo necesario preparado e iría a buscar a alguien. Tenia mucho de que hablar.
Dorian...
La habitación de Neida...
Arrancó los tablones de los marcos de la ventana que tenia la habitacion, permitiendo que la luz penetrase en ella, una sonrisa de decepcion apareció en su rostro cuando sus ojos se acostumbraron a la luz entrante y pudo ver los colores de la misma... En otro momento de su vida esos colores le habrian hecho abandonar la habitación. Ahora los miraba como lo que podria haber sido.
Paso la mano con delicadeza por la estructura de la cuna, levantando una pequeña capa de polvo mientras lo hacia. Tendría que encantar algunos utensilios de limpieza para que comenzaran a adecentarla si queria usarla como morada.
Posó su mirada sobre un texto que habia sobre la cabecera de la cuna. La sonrisa se esfumo de su cara.
A mi hija:
Eres la luz de toda luz.
Representas el fruto de lo que amo y he amado,
Es posible que por alguna causa, no pueda verte crecer
Escucha mi voz, ahora que todavia me pertenece
Esta vida es dura, pero tendras a tu madre a tu lado
Cuida de ella, porque no siempre podra cuidar de si misma
Cuentale todo, ya que ella sera tu mejor amiga.
No vaciles ante los problemas.
Y sobre todo...
lucha.
No pares de luchar.
Por lo que quieres,
por quien te es amado,
porque en el momento en que no lo hagas,
comprenderás muy tarde lo que has perdido.
Tengo el orgullo de haberte amado sin haberte conocido
Porque a pesar de todo te siento como mi hija.
Puede que no nos conozcamos,
Y eso me llena de miedo.
Pero mientras me quede sangre en las venas
Por ti, continuare luchando.
Darkeld se encontró llorando mientras leia las palabras. Pensó en ellas, en lo que pensaba cuando las escribió por primera vez. En como era su vida. La incertidumbre de si Neida sería su hija, la incertidumbre de como acabarían los problemas con Casthorel y Presea, la desaparicion de Nouda... Leyó de nuevo las palabras, concentrándose en unas líneas en concreto.
Pero mientras me quede sangre en las venas
Por ti, continuare luchando.
No habia cambiado de idea. Apretó los dientes con rabia mientras repetía para si las palabras... con rabia estampo varios puñetazos en la pared, despellejandose los nudillos en el proceso.
Arrancó los tableros que aun habia en el resto de ventanas de la casa. Salio con rapidez cuando hubo terminado y se dirigió a la tienda de encantamiento. Dejaría lo necesario preparado e iría a buscar a alguien. Tenia mucho de que hablar.
Dorian...
Última edición por Darkeld el Miér 02 Jul 2008, 09:25, editado 1 vez
Darkeld- De profesión: Cabrón
- Juego : WoW
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Antigüedad : 27/09/2007
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Edad : 43
Re: Walking the way
El Retiro del Errante
Darkeld avanzó con calma por los bosques de Lunargenta, su destino aunque claro no era agradable. Despues iría a hablar con Dorian.
La tumba de Neida le aguardaba.
Una hilera de tumbas se levantaban, solitarias, al lado del edificio. La mayor parte eran de familia de Presea, una lapida nueva marcaba donde se encontraba Neida. Suspiró al verla. Arrodillandose sobre la tumba comenzó a quitar las hojas que el viento habia arrastrado hasta ella. Se quedó contemplando la pequeña lapida cuando hubo terminado. El ruido del discurrir del rio cercano le tranquilizaba.
'No tenia porque ser así... no tendría por que haber sido así...mi niña...' Cerró los ojos con fuerza tratando de contener las lagrimas. Una voz le interrumpió.
- Extraña forma de honrar a los caídos -
Darkeld se incorporó molesto y se enfrentó a lo que le habia hablado. Un tauren le miraba con curiosidad desde sus dos metros y medio de altura. No le sonaba de nada, aunque el tabardo lo reconoció al instante. El picaro volvió a girarse hacia la tumba. No era un enemigo.
- No todos tenemos las mismas formas de honrar a los nuestros... Aunque he de admitir que vuestras costumbres para honrar a los muertos... la incineracion y el lanzar las cenizas al viento después... siempre me llamaron la atención - Darkeld continuo mirando ensimismado la tumba.
- ¿Era tu cria? -
Darkeld asintió en silencio.
La conversación continuo mientras la tarde discurría.
----------
- ¿Crees que bromearía con alguien que me podría arrancar la cabeza de un golpe? - El tauren continuaba impasible mientras contemplaba al elfo de sangre. Darkeld estaba encolerizado, la tierra manchaba sus manos. La tumba de su hija estaba abierta dejando expuesto un feretro vacio.
Por toda respuesta Darkeld comenzó a aproximarse en silencio al Tauren, buscando donde golpear. No iba a ser rapido.
- Date cuenta de que no seria solo yo quien muriera si me mataras ahora.
Darkeld se detuvo en seco a escasa distancia. La tarde no estaba discurriendo como esperaba. Apretó los dientes mientras el tauren continuó hablando.
----------
Una polvareda indicaba el camino por el que el picaro habia mandado al galope a su montura, direccion de lunargenta. El tauren le observó irse en silencio. Comenzó a cubrir con tierra la tumba de Neida.
Una sonrisa infantil apareció en su rostro cuando hubo acabado.
Darkeld avanzó con calma por los bosques de Lunargenta, su destino aunque claro no era agradable. Despues iría a hablar con Dorian.
La tumba de Neida le aguardaba.
Una hilera de tumbas se levantaban, solitarias, al lado del edificio. La mayor parte eran de familia de Presea, una lapida nueva marcaba donde se encontraba Neida. Suspiró al verla. Arrodillandose sobre la tumba comenzó a quitar las hojas que el viento habia arrastrado hasta ella. Se quedó contemplando la pequeña lapida cuando hubo terminado. El ruido del discurrir del rio cercano le tranquilizaba.
'No tenia porque ser así... no tendría por que haber sido así...mi niña...' Cerró los ojos con fuerza tratando de contener las lagrimas. Una voz le interrumpió.
- Extraña forma de honrar a los caídos -
Darkeld se incorporó molesto y se enfrentó a lo que le habia hablado. Un tauren le miraba con curiosidad desde sus dos metros y medio de altura. No le sonaba de nada, aunque el tabardo lo reconoció al instante. El picaro volvió a girarse hacia la tumba. No era un enemigo.
- No todos tenemos las mismas formas de honrar a los nuestros... Aunque he de admitir que vuestras costumbres para honrar a los muertos... la incineracion y el lanzar las cenizas al viento después... siempre me llamaron la atención - Darkeld continuo mirando ensimismado la tumba.
- ¿Era tu cria? -
Darkeld asintió en silencio.
La conversación continuo mientras la tarde discurría.
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- ¿Crees que bromearía con alguien que me podría arrancar la cabeza de un golpe? - El tauren continuaba impasible mientras contemplaba al elfo de sangre. Darkeld estaba encolerizado, la tierra manchaba sus manos. La tumba de su hija estaba abierta dejando expuesto un feretro vacio.
Por toda respuesta Darkeld comenzó a aproximarse en silencio al Tauren, buscando donde golpear. No iba a ser rapido.
- Date cuenta de que no seria solo yo quien muriera si me mataras ahora.
Darkeld se detuvo en seco a escasa distancia. La tarde no estaba discurriendo como esperaba. Apretó los dientes mientras el tauren continuó hablando.
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Una polvareda indicaba el camino por el que el picaro habia mandado al galope a su montura, direccion de lunargenta. El tauren le observó irse en silencio. Comenzó a cubrir con tierra la tumba de Neida.
Una sonrisa infantil apareció en su rostro cuando hubo acabado.
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Re: Walking the way
Bancal del aruspice
Cuanto más investigaba mas confuso se encontraba Darkeld, había cosas que no terminaban de encajar, cada vez que releía la nota de Presea mas confuso se encontraba. La biblioteca Arúspice contenía muchos tratados mágicos, pero no conseguía mas que arañar la superficie de lo que trataba de comprender.
Necesitaba encontrar a alguien que comprendiera la magia más alla de sus pobres conocimientos.
La respuesta, como de costumbre, llegaría de forma casual.
La vista desde el bancal no era de las mejores de la ciudad, pero permitía tener una buena perspectiva de ella. Un silencioso guardian se mantenía inmovil mientras los dos elfos de sangre hablaban. Dorian parecía preocupado por su amigo, se mantenia a poca distancia por si el picaro se derrumbaba. Darkeld se encontraba agotado, llevaba varios días buscando información que le pudiera servir, pero todo lo referente a la sombra parecía demasiado abstracto.
- ¿Dices que alguien profano la tumba? - Dorian parecía disgustado.
Darkeld asintió en silencio, desganado. Su habitual sonrisa habia desaparecido de su cara - El druida dijo que habia dejado a Neida con sus maestros... pero no especifico quienes eran... y druidas hay en demasiadas partes -
- ¿Entonces han contactado contigo?
Darkeld volvió a asentir. Trató de explicar lo que el druida le había dicho, pero lo que le estaba diciendo Dorian le estaba desesperando. No había manera de recuperar un alma muerta con magia arcana salvo con nigromancia. Darkeld no estaba dispuesto a seguir ese camino. Habia visto los metodos de la legion infernal. Lo que volvería no sería su hija, sería una abominacion. Habia luchado demasiado contra demonios como para seguir ese camino.
- Tanta sangre derramada... tanta lucha contra demonios, contra la alianza... contra todo lo que se me ha puesto por delante...
Dorian intercedió - Has salvado muchas vidas...-
- ¿De que ha servido si no he podido salvar a mi propia hija? Darkeld comenzó a llorar en silencio. Se acercó al borde de la plataforma, observando el paisaje mientras trataba de obtener una respuesta. El brujo le observaba preocupado.
La ciudad se iba sumiendo poco a poco en silencio mientras el tiempo y la conversacion de los elfos avanzaba.
- Tu estuviste presente el día que destruimos al espíritu que pasó de Nouda a Naia. Ese poder fue destruido aquel día en Stratholme, no puede haber matado a tu hija. Y el poder de Nouda sobre la sombra era algo innato, al igual que el de Naia lo era para la sanación - Dorian apoyó su mano en el hombro del picaro, tratando de ofrecerle algun consuelo.
Darkeld tendió la nota de Presea a Dorian - Esa es toda la informacion que tengo de porque murió mi hija... no tengo nada más.
Dorian la leyó y se la tendio al picaro.
- ¿Has hablado con Presea?
-No... - Darkeld se mantuvo en silencio unos segundos - No quiero hacerlo, no quiero tener que descubrir que ha vuelto a jugar con poderes que no comprende y que por eso no tengo ya a mi hija...
Dorian asintió.
- Ese druida ha de darte pruebas de lo que dice -
- Te mantendre informado - El picaro lo dijo de forma mecanica, sin conviccion.
Darkeld se acercó aun mas al borde de la plataforma mientras Dorian se subía a su maquina voladora.
- De una forma u otra recuperare a mi hija, ya sea viva o muerta.
Darkeld se lanzó desde la plataforma y desapareció en la ciudad.
Cuanto más investigaba mas confuso se encontraba Darkeld, había cosas que no terminaban de encajar, cada vez que releía la nota de Presea mas confuso se encontraba. La biblioteca Arúspice contenía muchos tratados mágicos, pero no conseguía mas que arañar la superficie de lo que trataba de comprender.
Necesitaba encontrar a alguien que comprendiera la magia más alla de sus pobres conocimientos.
La respuesta, como de costumbre, llegaría de forma casual.
La vista desde el bancal no era de las mejores de la ciudad, pero permitía tener una buena perspectiva de ella. Un silencioso guardian se mantenía inmovil mientras los dos elfos de sangre hablaban. Dorian parecía preocupado por su amigo, se mantenia a poca distancia por si el picaro se derrumbaba. Darkeld se encontraba agotado, llevaba varios días buscando información que le pudiera servir, pero todo lo referente a la sombra parecía demasiado abstracto.
- ¿Dices que alguien profano la tumba? - Dorian parecía disgustado.
Darkeld asintió en silencio, desganado. Su habitual sonrisa habia desaparecido de su cara - El druida dijo que habia dejado a Neida con sus maestros... pero no especifico quienes eran... y druidas hay en demasiadas partes -
- ¿Entonces han contactado contigo?
Darkeld volvió a asentir. Trató de explicar lo que el druida le había dicho, pero lo que le estaba diciendo Dorian le estaba desesperando. No había manera de recuperar un alma muerta con magia arcana salvo con nigromancia. Darkeld no estaba dispuesto a seguir ese camino. Habia visto los metodos de la legion infernal. Lo que volvería no sería su hija, sería una abominacion. Habia luchado demasiado contra demonios como para seguir ese camino.
- Tanta sangre derramada... tanta lucha contra demonios, contra la alianza... contra todo lo que se me ha puesto por delante...
Dorian intercedió - Has salvado muchas vidas...-
- ¿De que ha servido si no he podido salvar a mi propia hija? Darkeld comenzó a llorar en silencio. Se acercó al borde de la plataforma, observando el paisaje mientras trataba de obtener una respuesta. El brujo le observaba preocupado.
La ciudad se iba sumiendo poco a poco en silencio mientras el tiempo y la conversacion de los elfos avanzaba.
- Tu estuviste presente el día que destruimos al espíritu que pasó de Nouda a Naia. Ese poder fue destruido aquel día en Stratholme, no puede haber matado a tu hija. Y el poder de Nouda sobre la sombra era algo innato, al igual que el de Naia lo era para la sanación - Dorian apoyó su mano en el hombro del picaro, tratando de ofrecerle algun consuelo.
Darkeld tendió la nota de Presea a Dorian - Esa es toda la informacion que tengo de porque murió mi hija... no tengo nada más.
Dorian la leyó y se la tendio al picaro.
- ¿Has hablado con Presea?
-No... - Darkeld se mantuvo en silencio unos segundos - No quiero hacerlo, no quiero tener que descubrir que ha vuelto a jugar con poderes que no comprende y que por eso no tengo ya a mi hija...
Dorian asintió.
- Ese druida ha de darte pruebas de lo que dice -
- Te mantendre informado - El picaro lo dijo de forma mecanica, sin conviccion.
Darkeld se acercó aun mas al borde de la plataforma mientras Dorian se subía a su maquina voladora.
- De una forma u otra recuperare a mi hija, ya sea viva o muerta.
Darkeld se lanzó desde la plataforma y desapareció en la ciudad.
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Re: Walking the way
Shattrath
Los preparativos para el asalto terminaban de concretarse. Darkeld se mantenía apartado mientras observaba el trasiego frente al banco de los Arúspices, ultimamente no estaba de buen humor... comprobó en silencio su equipo asegurandose de llevar todo lo necesario.
La piedra de comunicacion parpadeó. Su interlocutor... Presea.
Darkeld no respondió, avanzó hacia su dragón y montó. Sabia cual era su destino. Con un impulso el dragón levantó el vuelo y se dirigió a una de las torres del bancal arúspice. Estaba seguro de que Presea estaria allí... no se equivocaba.
Reproches y más reproches entre peticiones de ayuda, no se puede tener todo... la negación llega rápido. No se puede destruir algo y pretender que no sangre ni cause herida.
Calma aparente, la furia solo por dentro... Comentarios crueles por ambas partes, no importa... No voy a hacer lo que tu quieres.
El anillo de la Legion Oscura llama con insistencia. Preferible a perder el tiempo con palabras vanas. Es el tiempo de las armas.
-------
El asalto tiene resultados nefastos. La muerte acecha... muchos heridos. No es un buen día. Por suerte o por desgracia la muerte no termina de llegar... ya no se si estar vivo es bueno o malo...
Tiempo de descanso, tiempo de decisiones...
"Ese druida debe darte pruebas..." Las palabras de Dorian se repiten continuamente... tiene razón... tengo que comenzar a moverme.
Algo extraño sucede, llega un mensajero... ¿Una carta?
El texto deja poco lugar a dudas. Tiene que ser el druida.
"Desde la cumbre que divide el aliento del céfiro, recorre con el poniente a tu izquierda las camas de seda en las que muertos descansan. Adentrense tus huesos en las tumbas de tierra, bajo la montaña
y lleguen tus pasos allí donde el reflejo de la noche aparece en la tierra.
Escucha el viento en ese lugar, piensa en quien buscas y más guía habrás de hallar.
P.S. No uses atajos. Sigue los pasos del druida. Pues fueron los mismo que los de tu hija. Sin ellos, las pruebas que buscas no llegarán."
Algo no cuadra... La piedra de comunicación será necesaria nuevamente. Necesito ayuda.
-------
La forma del picaro se perfilaba contra el terreno excarpado mientras avanzaba por él, tratando de darle sentido a las palabras.
En la distancia, Lyriel acarició a su lobo con cariño antes de ponerse en camino.
Un nuevo acto llega.
Los preparativos para el asalto terminaban de concretarse. Darkeld se mantenía apartado mientras observaba el trasiego frente al banco de los Arúspices, ultimamente no estaba de buen humor... comprobó en silencio su equipo asegurandose de llevar todo lo necesario.
La piedra de comunicacion parpadeó. Su interlocutor... Presea.
Darkeld no respondió, avanzó hacia su dragón y montó. Sabia cual era su destino. Con un impulso el dragón levantó el vuelo y se dirigió a una de las torres del bancal arúspice. Estaba seguro de que Presea estaria allí... no se equivocaba.
Reproches y más reproches entre peticiones de ayuda, no se puede tener todo... la negación llega rápido. No se puede destruir algo y pretender que no sangre ni cause herida.
Calma aparente, la furia solo por dentro... Comentarios crueles por ambas partes, no importa... No voy a hacer lo que tu quieres.
El anillo de la Legion Oscura llama con insistencia. Preferible a perder el tiempo con palabras vanas. Es el tiempo de las armas.
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El asalto tiene resultados nefastos. La muerte acecha... muchos heridos. No es un buen día. Por suerte o por desgracia la muerte no termina de llegar... ya no se si estar vivo es bueno o malo...
Tiempo de descanso, tiempo de decisiones...
"Ese druida debe darte pruebas..." Las palabras de Dorian se repiten continuamente... tiene razón... tengo que comenzar a moverme.
Algo extraño sucede, llega un mensajero... ¿Una carta?
El texto deja poco lugar a dudas. Tiene que ser el druida.
"Desde la cumbre que divide el aliento del céfiro, recorre con el poniente a tu izquierda las camas de seda en las que muertos descansan. Adentrense tus huesos en las tumbas de tierra, bajo la montaña
y lleguen tus pasos allí donde el reflejo de la noche aparece en la tierra.
Escucha el viento en ese lugar, piensa en quien buscas y más guía habrás de hallar.
P.S. No uses atajos. Sigue los pasos del druida. Pues fueron los mismo que los de tu hija. Sin ellos, las pruebas que buscas no llegarán."
Algo no cuadra... La piedra de comunicación será necesaria nuevamente. Necesito ayuda.
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La forma del picaro se perfilaba contra el terreno excarpado mientras avanzaba por él, tratando de darle sentido a las palabras.
En la distancia, Lyriel acarició a su lobo con cariño antes de ponerse en camino.
Un nuevo acto llega.
Darkeld- De profesión: Cabrón
- Juego : WoW
Clan : Blood Thirst - Recios
Antigüedad : 27/09/2007
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Re: Walking the way
Bueno, un poco de paron en estos días y la puesta al día correspondientes. Esperando que les guste.
----------------
Vallefresno
Darkeld comenzaba a perder la paciencia por completo.
Intentaba desentrañar el significado de la carta que le habia mandado el druida. La primera parte no habia sido excesivamente dificil, pero ahora que ya habia llegado a Vallefresno se hallaba totalmente perdido. No conseguía dar con el maldito lago y habia unos pocos por esta zona.
Dos arañas gigantes y dos osos habian intentado convertirlo en parte del menu... se habia encontrado con una patrulla de elfos de la noche nada corteses que le habian intentado atacar cuando se interno por error en Astranaar... no estaba siendo un buen día, ni para las arañas, ni para los osos, ni para los elfos de la noche...
El bosque le calmaba como hiciera antaño, pero estaba comenzando a temer un fracaso y eso no era nada bueno... se hallaba totalmente inmerso en una nueva relectura de la carta cuando algo chocó contra el. Vio que un drainei salia corriendo despavorido pero tampoco le presto demasiada atención - Estaba siendo un día magnífico -
La respuesta le llegó mientras perseguía al draenei para obtener respuestas de alguna manera - Darkeld siempre habia pensado que la gente sobrevaloraba la diferencia de idioma a la hora de obtener informacion, lo cierto es que despues de perder un par de extremidades la gente hablaba en el idioma que se quisiera - Se detuvo ante el lago del que tenía que hablar el mensaje.
- Neida... -
Un pensamiento le llegó fugaz, unas palabras susurradas por el viento que tenian mucho mas sentido ahora desde el lugar en el que estaba. Se puso de nuevo en movimiento.
-------
Puesto del hachazo
Escribió la carta con prisa, pero recordando cada una de las frases que le habian llegado en ella. El camino esta vez parecía claro.
"Sigue con ella en tu mente.
Es tu guía y tu meta y tú su luz en su oscuridad.
Pasa cerca del filo que es perdición del bosque. Esquiva a los demonios que andan sobre patas de carnero y sigue hacia el lugar en el que los árboles se vuelven bardos.
Viaja hasta el gran templo, rodea su estructura y asómate hacia la gran cicatriz.
Allí te esperaré, cerca del lugar donde el viento ruge al unísono con el agua y sus voces se funden en un abrazo perpetuo."
Mando el mensaje a Presea, aún era y seguía siendo su madre.
-------
'El arbol bardo...'
Darkeld miro con curiosidad los restos de la abominacion que los elfos de la noche llamaban ancestro, no sabiendo que pensar de sus primos. Terminó el trabajo echando la cabeza sobre una de las fogatas que los aliados tenian en el pueblo. Ya crecería otro, o no... aun recordaba cuando en su momento tuvo que pasar por la zona y uno de estos arboles casi habia acabado con su vida... se compensaban los hechos pasados.
Llegó por fin al templo que como recordaba seguía... infestado de dragones...
Darkeld se quedó unos segundos contemplando a los dragonantes mientras cargaban.
- Vaya día -
-------
El picaro se limpió como buenamente pudo los restos de los dragonantes y siguió avanzando en sigilo por los alrededores del templo, a pesar de que algo le decía que tendría que tirar las prendas que llevaba puestas, siendo el olor insoportable. Tendría que lavarlas...
Llegó hasta la gran cicatriz que dejaba el rio sobre la roca y continuó avanzando cerca del borde. Hasta que se dió cuenta que por la ruta que habia seguido solo podría acabar en el rio. Echó un vistazo hacia atras y comprobó que no podría deshacer el camino, habia saltado desde un saliente para llegar a la plataforma.
Darkeld miró hacia abajo.
- Vaya día -
-------
El salto, perfectamente definido, le llevó al agua despues de rebotar contra un par de salientes en la roca no previstos.
- Por lo menos las ropas no oleran tanto... - Se masajeó dolorido la pierna alli donde habia golpeado contra el saliente. La armadura habia evitado el corte, pero la pierna le estaría doliendo un tiempo. Se aplicó una venda con cuidado para aplicar presion y aliviar en parte el dolor. Cuando hubo terminado, comenzó a nadar rio abajo volviendo hacia el aserradero que controlaba la horda en la zona. Por experiencia propia sabia que no era posible abandonar el rio antes.
Con resignación llegó de nuevo a tierra y dejó que sus ropas se secaran un poco.
- A este paso llegara antes Presea...
Se dirigió nuevamente al templo donde estaban los dragones.
'Anda mira... otro arbol que canta...'
-------
No sabía si alegrarse o no cuando por fin llego a la posición en la que le aguardaba el druida. Este parecía aburrido o bien inmesamente interesado en el paso del agua, lo cierto es que Darkeld no estaba muy seguro. Comenzaron a conversar mientras Darkeld comprobaba con el anillo de la legión oscura donde estaban sus refuerzos... ¿Pero que hacía Lyriel en el rio? Evitó un suspiro y siguió la conversacion con el druida.
- ¿Que es lo que deseas para tu hija?
- Una vida de paz... la vida que yo no pude tener -
- Hablas de paz y sin embargo traes eso - El tauren señaló las armas que el picaro portaba.
- Aun no se si fiarme de ti - Darkeld se encogió de hombros mientras continuó mirando al druida. Sacó las armas de sus fundas y comenzó a guardarlas en la mochila, el resultado sería practicamente el mismo, las armas responderían a su llamada en caso de necesitarlas, las habia encantado personalmente por algo...
El tauren pareció asentir cuando Darkeld hubo guardado las armas, señaló la catarata.
- Tu hija está allí.
Darkeld volvió a mirar al rio... parecía una broma. Supuso que no lo sería cuando el tauren comenzó a prepararse para saltar.
'Si lo se, me quedo en el rio...'
Darkeld cogió carrerilla y saltó.
-------
El interior de la cueva era mas grande de lo que la entrada en la base de la cascada permitía adivinar. Una figura pequeña, envuelta en pieles, reposaba en una pequeña estructura de madera. Darkeld se aproximó sin hacer ruido, atento a cualquier trampa. El druida habia permanecia fuera con Lyriel. Si algo pasaba fuera se enteraría rapido.
Neida parecía dormida, fría al tacto, el cabello humedo... pero parecía bien. Darkeld sabía que de haber estado muerta de su cuerpo no quedaría gran cosa. Parecía viva.
Darkeld luchó por ver la cara de su hija a través de las lágrimas.
- Por fin te puedo poner una cara mi niña - Habían pasado varios meses desde la última vez que la había visto en lunargenta y el cambio habia sido... notable. Se arrodilló junto a la improvisada cuna y acarició con cuidado la cara de Neida. Una sombra apareció en la entrada de la cueva, haciendo que Darkeld se girara.
Presea.
-------
Presea y el druida enzarzados en una discusión, Darkeld recordaba lo que le había dicho a su esposa cuando había llegado "No enturbies la situación, si estas aquí es por que he querido"...
Parecía que la advertencia no habia servido de nada...
Por algun motivo que Darkeld no alcanzaba a comprender la niña debía permanecer "escondida". Presea y el druida se habían puesto a discutir los motivos... amenazas de Presea para variar... No se debe amenazar a nadie ¿No estas acaso desvelando tus movimientos?
Darkeld no iba a correr el riesgo. Llevó su mano derecha a la espalda e invocó una de sus armas de puño. El contacto del metal contra su mano hizo que se le endureciera el gesto, no estaba dispuesto a jugar con la posibilidad de perder a su hija de nuevo. Por nadie.
Estaba a la espalda de Presea.
Sería rápido.
Presea paró de discutir, pareciendo darse por vencida. Darkeld volvió a guardar el arma en la mochila, no importaba mucho ya que se viera su gesto. Lo cierto es que lo que realmente importaba parecía estar a salvo.
-------
Lunargenta
El druida se habia quedado con la niña, Lyriel, Presea y Darkeld habian ido a lunargenta a través de un portal que había hecho la maga. Darkeld fue el ultimo en pasar por el. No se fiaba de nadie. Incluso ahora.
Trato de relajar un poco la tensión interior, habia sido un día muy duro. Presea aprovechó el momento en que Lyriel desapareció para hablar con Darkeld.
Palabras amables, palabras duras... lo cierto de las palabras es que ya importaban poco.
Darkeld tenía lo que quería.
Su habitual sonrisa volvió a su cara.
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Vallefresno
Darkeld comenzaba a perder la paciencia por completo.
Intentaba desentrañar el significado de la carta que le habia mandado el druida. La primera parte no habia sido excesivamente dificil, pero ahora que ya habia llegado a Vallefresno se hallaba totalmente perdido. No conseguía dar con el maldito lago y habia unos pocos por esta zona.
Dos arañas gigantes y dos osos habian intentado convertirlo en parte del menu... se habia encontrado con una patrulla de elfos de la noche nada corteses que le habian intentado atacar cuando se interno por error en Astranaar... no estaba siendo un buen día, ni para las arañas, ni para los osos, ni para los elfos de la noche...
El bosque le calmaba como hiciera antaño, pero estaba comenzando a temer un fracaso y eso no era nada bueno... se hallaba totalmente inmerso en una nueva relectura de la carta cuando algo chocó contra el. Vio que un drainei salia corriendo despavorido pero tampoco le presto demasiada atención - Estaba siendo un día magnífico -
La respuesta le llegó mientras perseguía al draenei para obtener respuestas de alguna manera - Darkeld siempre habia pensado que la gente sobrevaloraba la diferencia de idioma a la hora de obtener informacion, lo cierto es que despues de perder un par de extremidades la gente hablaba en el idioma que se quisiera - Se detuvo ante el lago del que tenía que hablar el mensaje.
- Neida... -
Un pensamiento le llegó fugaz, unas palabras susurradas por el viento que tenian mucho mas sentido ahora desde el lugar en el que estaba. Se puso de nuevo en movimiento.
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Puesto del hachazo
Escribió la carta con prisa, pero recordando cada una de las frases que le habian llegado en ella. El camino esta vez parecía claro.
"Sigue con ella en tu mente.
Es tu guía y tu meta y tú su luz en su oscuridad.
Pasa cerca del filo que es perdición del bosque. Esquiva a los demonios que andan sobre patas de carnero y sigue hacia el lugar en el que los árboles se vuelven bardos.
Viaja hasta el gran templo, rodea su estructura y asómate hacia la gran cicatriz.
Allí te esperaré, cerca del lugar donde el viento ruge al unísono con el agua y sus voces se funden en un abrazo perpetuo."
Mando el mensaje a Presea, aún era y seguía siendo su madre.
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'El arbol bardo...'
Darkeld miro con curiosidad los restos de la abominacion que los elfos de la noche llamaban ancestro, no sabiendo que pensar de sus primos. Terminó el trabajo echando la cabeza sobre una de las fogatas que los aliados tenian en el pueblo. Ya crecería otro, o no... aun recordaba cuando en su momento tuvo que pasar por la zona y uno de estos arboles casi habia acabado con su vida... se compensaban los hechos pasados.
Llegó por fin al templo que como recordaba seguía... infestado de dragones...
Darkeld se quedó unos segundos contemplando a los dragonantes mientras cargaban.
- Vaya día -
-------
El picaro se limpió como buenamente pudo los restos de los dragonantes y siguió avanzando en sigilo por los alrededores del templo, a pesar de que algo le decía que tendría que tirar las prendas que llevaba puestas, siendo el olor insoportable. Tendría que lavarlas...
Llegó hasta la gran cicatriz que dejaba el rio sobre la roca y continuó avanzando cerca del borde. Hasta que se dió cuenta que por la ruta que habia seguido solo podría acabar en el rio. Echó un vistazo hacia atras y comprobó que no podría deshacer el camino, habia saltado desde un saliente para llegar a la plataforma.
Darkeld miró hacia abajo.
- Vaya día -
-------
El salto, perfectamente definido, le llevó al agua despues de rebotar contra un par de salientes en la roca no previstos.
- Por lo menos las ropas no oleran tanto... - Se masajeó dolorido la pierna alli donde habia golpeado contra el saliente. La armadura habia evitado el corte, pero la pierna le estaría doliendo un tiempo. Se aplicó una venda con cuidado para aplicar presion y aliviar en parte el dolor. Cuando hubo terminado, comenzó a nadar rio abajo volviendo hacia el aserradero que controlaba la horda en la zona. Por experiencia propia sabia que no era posible abandonar el rio antes.
Con resignación llegó de nuevo a tierra y dejó que sus ropas se secaran un poco.
- A este paso llegara antes Presea...
Se dirigió nuevamente al templo donde estaban los dragones.
'Anda mira... otro arbol que canta...'
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No sabía si alegrarse o no cuando por fin llego a la posición en la que le aguardaba el druida. Este parecía aburrido o bien inmesamente interesado en el paso del agua, lo cierto es que Darkeld no estaba muy seguro. Comenzaron a conversar mientras Darkeld comprobaba con el anillo de la legión oscura donde estaban sus refuerzos... ¿Pero que hacía Lyriel en el rio? Evitó un suspiro y siguió la conversacion con el druida.
- ¿Que es lo que deseas para tu hija?
- Una vida de paz... la vida que yo no pude tener -
- Hablas de paz y sin embargo traes eso - El tauren señaló las armas que el picaro portaba.
- Aun no se si fiarme de ti - Darkeld se encogió de hombros mientras continuó mirando al druida. Sacó las armas de sus fundas y comenzó a guardarlas en la mochila, el resultado sería practicamente el mismo, las armas responderían a su llamada en caso de necesitarlas, las habia encantado personalmente por algo...
El tauren pareció asentir cuando Darkeld hubo guardado las armas, señaló la catarata.
- Tu hija está allí.
Darkeld volvió a mirar al rio... parecía una broma. Supuso que no lo sería cuando el tauren comenzó a prepararse para saltar.
'Si lo se, me quedo en el rio...'
Darkeld cogió carrerilla y saltó.
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El interior de la cueva era mas grande de lo que la entrada en la base de la cascada permitía adivinar. Una figura pequeña, envuelta en pieles, reposaba en una pequeña estructura de madera. Darkeld se aproximó sin hacer ruido, atento a cualquier trampa. El druida habia permanecia fuera con Lyriel. Si algo pasaba fuera se enteraría rapido.
Neida parecía dormida, fría al tacto, el cabello humedo... pero parecía bien. Darkeld sabía que de haber estado muerta de su cuerpo no quedaría gran cosa. Parecía viva.
Darkeld luchó por ver la cara de su hija a través de las lágrimas.
- Por fin te puedo poner una cara mi niña - Habían pasado varios meses desde la última vez que la había visto en lunargenta y el cambio habia sido... notable. Se arrodilló junto a la improvisada cuna y acarició con cuidado la cara de Neida. Una sombra apareció en la entrada de la cueva, haciendo que Darkeld se girara.
Presea.
-------
Presea y el druida enzarzados en una discusión, Darkeld recordaba lo que le había dicho a su esposa cuando había llegado "No enturbies la situación, si estas aquí es por que he querido"...
Parecía que la advertencia no habia servido de nada...
Por algun motivo que Darkeld no alcanzaba a comprender la niña debía permanecer "escondida". Presea y el druida se habían puesto a discutir los motivos... amenazas de Presea para variar... No se debe amenazar a nadie ¿No estas acaso desvelando tus movimientos?
Darkeld no iba a correr el riesgo. Llevó su mano derecha a la espalda e invocó una de sus armas de puño. El contacto del metal contra su mano hizo que se le endureciera el gesto, no estaba dispuesto a jugar con la posibilidad de perder a su hija de nuevo. Por nadie.
Estaba a la espalda de Presea.
Sería rápido.
Presea paró de discutir, pareciendo darse por vencida. Darkeld volvió a guardar el arma en la mochila, no importaba mucho ya que se viera su gesto. Lo cierto es que lo que realmente importaba parecía estar a salvo.
-------
Lunargenta
El druida se habia quedado con la niña, Lyriel, Presea y Darkeld habian ido a lunargenta a través de un portal que había hecho la maga. Darkeld fue el ultimo en pasar por el. No se fiaba de nadie. Incluso ahora.
Trato de relajar un poco la tensión interior, habia sido un día muy duro. Presea aprovechó el momento en que Lyriel desapareció para hablar con Darkeld.
Palabras amables, palabras duras... lo cierto de las palabras es que ya importaban poco.
Darkeld tenía lo que quería.
Su habitual sonrisa volvió a su cara.
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Re: Walking the way
Bueno...como el tema que se trata en este hilo afecta también a mi pequeño tauren (como ya ha quedado más o menos claro en mi historia acerca de Buck) voy a tomarme la licencia de postear aquí una pequeña continuación.
Espero que a nadie le moleste.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Escondido en su refugio, Buck miraba desde el umbral la tormenta de rayos que caía en el exterior. Había llegado por los pelos…y aunque no le molestaba mojarse; había tenido que evitar que lo que traía con él se empapara; pues habría quedado inservible para su pequeño ritual.
Caían los primeros rayos cuando machacaba los componentes y hervía el agua. Era una tarea laboriosa, pero tenía que hacerlo por el cuerpo que tenía a su lado.
Le había costado dios y ayuda mantenerlo así durante tanto tiempo, hasta el límite de la extenuación en sus primeros instantes, pero por fin había llegado a su mente una idea que al poco se convirtió en una revelación, gracias a la cual el entramado del poder de la naturaleza se despejó un poco más, penetrando en su mente y llenándola de sabiduría.
Ahora, si la idea funcionaba, podría recuperar parte de su tiempo y sus energías, ya que sería el propio cuerpo del que se ocupaba el que usaría sus fuerzas para seguir adelante.
Los truenos parecían querer romper el cielo para cuando los ingredientes estuvieron listos; el agua del pequeño caldero hervía y los paños ya estaban limpios y purificados. No había tiempo que perder, asi que, vertiendo los ingredientes del mortero directamente al caldero, concentró sus pensamientos.
-Cualquier semilla, por pequeña que sea, contiene en su interior la energía y la fuerza viva para dar comienzo a un gran árbol. Comprende bien esto, Buck, y haz uso de los conocimientos que extraigas de esta lección, pues habrán de serte útiles.-
Así resonaron las palabras de sus maestros en el cerebro de Buck y fue por esa energía por la que tenía que pedir a la naturaleza. Al instante, recordó cómo continuaba esa enseñanza:
-¡¡¡Y deja que juguetear con ese pico, que me vas a agujerear la tarima, joder!!!-
Sonriendo a medias y sofocando una carcajada, cerró los ojos lentamente e inició el ritual. Pidió por lo que necesitaba, pagó lo que se le reclamó y al cabo de casi una hora, supo que su unión con la naturaleza había tenido éxito.
El agua en el caldero había adoptado una tonalidad rojiza y al pasar ligeramente la mano sobre ella, Buck advirtió que dicha tonalidad era más intensa en la superficie; en la que aún flotaban los restos de los componentes. Casi al instante, supo que era precisamente esa capa la que debía extraer.
Ayudado de los paños, filtró el agua, decantó su contenido y terminó quedándose con una mínima cantidad. Cuando hubo terminado, extrajo de un apretado envoltorio una semilla de buen tamaño.
Ahora, era el momento en que necesitaba mayor energía. Debía beber el agua, que le otorgaría la resistencia y la capacidad de entrar en comunión profunda con la fuerza viva y después, extraer de la semilla la vida que en ella permanecía latente.
Puso la semilla sobre el pecho de quien yacía a su lado, se llevó el frasco a los labios, apuró el contenido de un trago y colocó sus manos sobre el cuerpo tendido.
Un torrente de poder sacudió al tauren tan pronto como este le dio salida.
Concentrándose en sus manos y siendo absorbida por la semilla, la energía que exigía el sortilegio resultaba amedrentadora para alguien como Buck; pues aparte del riesgo que entrañaba la inexperiencia, si realizaba mal alguno de los pasos, podía acabar convertido en una cáscara seca.
Con un destello, pequeñas raíces surgieron del interior de la semilla, se enterraron en el cuerpo inerte y apareció un finísimo tallo, del que brotaron dos hojas.
En apenas un segundo, el tallo se secó, las hojas cayeron y las raíces, junto con lo que quedaba de la semilla, se deshicieron en un fino polvo marrón que acabó por desaparecer.
El ritual había finalizado…
Con la respiración agitada por el cansancio, Buck se agachó sobre el cuerpo, tocando el cuello, buscando el soplo vital.
Alli estaba: un ligerísimo pulso. Mínimo y casi insuficiente, pero constante.
Con una sonrisa bobalicona tapó bien el cuerpecito de la niña; lo acercó más al fuego y perdió su mirada en el horizonte.
Escondido en su refugio, Buck miraba desde el umbral la tormenta de rayos que caía en el exterior. Había llegado por los pelos…y por los pelos había tenido éxito.
-Naturaleza ayuda a Buck; enseña. Asi Buck ayuda a otros.-
-Si. Buck ayuda.-
La tormenta se calmaba...pero aún quedaban muchas sombras por disiparse.
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Espero que a nadie le moleste.
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Escondido en su refugio, Buck miraba desde el umbral la tormenta de rayos que caía en el exterior. Había llegado por los pelos…y aunque no le molestaba mojarse; había tenido que evitar que lo que traía con él se empapara; pues habría quedado inservible para su pequeño ritual.
Caían los primeros rayos cuando machacaba los componentes y hervía el agua. Era una tarea laboriosa, pero tenía que hacerlo por el cuerpo que tenía a su lado.
Le había costado dios y ayuda mantenerlo así durante tanto tiempo, hasta el límite de la extenuación en sus primeros instantes, pero por fin había llegado a su mente una idea que al poco se convirtió en una revelación, gracias a la cual el entramado del poder de la naturaleza se despejó un poco más, penetrando en su mente y llenándola de sabiduría.
Ahora, si la idea funcionaba, podría recuperar parte de su tiempo y sus energías, ya que sería el propio cuerpo del que se ocupaba el que usaría sus fuerzas para seguir adelante.
Los truenos parecían querer romper el cielo para cuando los ingredientes estuvieron listos; el agua del pequeño caldero hervía y los paños ya estaban limpios y purificados. No había tiempo que perder, asi que, vertiendo los ingredientes del mortero directamente al caldero, concentró sus pensamientos.
-Cualquier semilla, por pequeña que sea, contiene en su interior la energía y la fuerza viva para dar comienzo a un gran árbol. Comprende bien esto, Buck, y haz uso de los conocimientos que extraigas de esta lección, pues habrán de serte útiles.-
Así resonaron las palabras de sus maestros en el cerebro de Buck y fue por esa energía por la que tenía que pedir a la naturaleza. Al instante, recordó cómo continuaba esa enseñanza:
-¡¡¡Y deja que juguetear con ese pico, que me vas a agujerear la tarima, joder!!!-
Sonriendo a medias y sofocando una carcajada, cerró los ojos lentamente e inició el ritual. Pidió por lo que necesitaba, pagó lo que se le reclamó y al cabo de casi una hora, supo que su unión con la naturaleza había tenido éxito.
El agua en el caldero había adoptado una tonalidad rojiza y al pasar ligeramente la mano sobre ella, Buck advirtió que dicha tonalidad era más intensa en la superficie; en la que aún flotaban los restos de los componentes. Casi al instante, supo que era precisamente esa capa la que debía extraer.
Ayudado de los paños, filtró el agua, decantó su contenido y terminó quedándose con una mínima cantidad. Cuando hubo terminado, extrajo de un apretado envoltorio una semilla de buen tamaño.
Ahora, era el momento en que necesitaba mayor energía. Debía beber el agua, que le otorgaría la resistencia y la capacidad de entrar en comunión profunda con la fuerza viva y después, extraer de la semilla la vida que en ella permanecía latente.
Puso la semilla sobre el pecho de quien yacía a su lado, se llevó el frasco a los labios, apuró el contenido de un trago y colocó sus manos sobre el cuerpo tendido.
Un torrente de poder sacudió al tauren tan pronto como este le dio salida.
Concentrándose en sus manos y siendo absorbida por la semilla, la energía que exigía el sortilegio resultaba amedrentadora para alguien como Buck; pues aparte del riesgo que entrañaba la inexperiencia, si realizaba mal alguno de los pasos, podía acabar convertido en una cáscara seca.
Con un destello, pequeñas raíces surgieron del interior de la semilla, se enterraron en el cuerpo inerte y apareció un finísimo tallo, del que brotaron dos hojas.
En apenas un segundo, el tallo se secó, las hojas cayeron y las raíces, junto con lo que quedaba de la semilla, se deshicieron en un fino polvo marrón que acabó por desaparecer.
El ritual había finalizado…
Con la respiración agitada por el cansancio, Buck se agachó sobre el cuerpo, tocando el cuello, buscando el soplo vital.
Alli estaba: un ligerísimo pulso. Mínimo y casi insuficiente, pero constante.
Con una sonrisa bobalicona tapó bien el cuerpecito de la niña; lo acercó más al fuego y perdió su mirada en el horizonte.
Escondido en su refugio, Buck miraba desde el umbral la tormenta de rayos que caía en el exterior. Había llegado por los pelos…y por los pelos había tenido éxito.
-Naturaleza ayuda a Buck; enseña. Asi Buck ayuda a otros.-
-Si. Buck ayuda.-
La tormenta se calmaba...pero aún quedaban muchas sombras por disiparse.
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Buck- Wall of Recios
- Juego : Guild Wars
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PJ principal : Adam Kimerik
Antigüedad : 23/06/2008
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Re: Walking the way
La tormenta había cesado.
A pesar de la lluvia caída, el suelo permanecía árido, pero el polvo que acompañaba al camino se había posado, haciendo el viaje más agradable.
"Llévala donde aquél que cayó reposa. Habla con el que sana y que sus conocimientos te sean revelados."
Así había escuchado Buck las palabras en el corto sueño que había descabezado y con ellas en mente recogió sus escasas pertenencias, trató con escaso éxito de alimentar a la niña y la cogió en brazos; colocándola cuidadosamente en su arnés.
-Cachorrita debe aguantar. No lejos ya.-
-------------------------------------------------------------------------------------------
Territorios élficos. Cerca de Lunargenta.
La llegada de la luz del amanecer empuja a las sombras a retirarse. Refugios son los lugares oscuros, bajo las piedras, en las madrigueras y las cuevas que atestan los murciélagos.
Ruidos de despertar se escuchan de un agujero excavado en una colina, donde una familia de roedores ha instalado su hogar. Pequeñas raíces cuelgan de la entrada a la madriguera; pero entre ellas se escurre algo más que el rocío de la mañana.
Finas hebras de rebelde oscuridad, que más parecen las sombras de las propias raíces, avanzan sobre la áspera corteza y como dotadas de inteligencia, parecen entrelazarse unas con otras, fundiéndose en una única red.
Ya la familia ha despertado y padre va el primero hacia la salida, a buscar alimento para él y su camada.
Se asoma desde el fondo. Su nariz olisquea el aire que entra por el estrecho agujero, buscando algún olor desconocido o el rancio de las fauces de sus depredadores.
Ni una cosa ni otra es capaz de localizar, pero aún asi se mueve cauto; como había aprendido de su padre y este de su abuelo. El instinto de supervivencia aprendido tras infinidad de generaciones.
Poco resuenan sus pisadas ágiles en el suelo de piedra y menos lo hace el impulso que toma para saltar a un exterior al que nunca llega. La red, que no había sido capaz de discernir y había tomado por natural, atrapó su cuerpo.
En apenas un par de segundos, las sombras, ahora como una masa informe, se internan en la madriguera, dejando atrás un cuerpo sin heridas, aunque muerto.
La tranquilidad de la mañana en el bosque no se vio afectada. Nada pudo oir los escasos chillidos, ni tampoco diferenciar las sombras que salían de la ahora muerta madriguera del resto de ellas que seguían su retirada, azuzadas por los rayos solares.
---------------------------------------------------------------------------------------------
El ascenso era complicado. Muchas montañas llevaba ya escaladas el Tauren, pero nunca había puesto en peligro nada más que su vida. Ahora, a la suya, debía sumarle la del pequeño cuerpo que, inmóvil, llevaba sujeto al suyo.
Era una carga ligera en peso, pero inmensa en responsabilidad.
Cuando sus pezuñas resbalaban, los músculos de sus brazos se tensaban, aguantando todo el peso hasta que podía recuperar la posición y repartirlo.
Cuando sus dedos no encontraban asidero al alcance, eran sus piernas las que se flexionaban peligrosamente y alzaban el peso de los dos cuerpos en el aire, en busca del lugar donde dar el siguiente paso.
Su garganta gruñía por el esfuerzo y el sudor cubría su cuerpo, pero continuaba ascendiendo entre ráfagas de un viento árido que, aumentando de intensidad con la altura, chocaba contra la pared, trayendo y arrancando arena y tierra que cegaban al tauren.
Sus ropas flameaban y el propio aire se colaba entre ellas y tiraba de su cuerpo, como si, cual amante despechado, quisiera separar el cuerpo de Buck de su montaña.
Se veía en problemas. Más que nunca. Pareciera que todo se había aunado porque no llegara a su destino.
Pegado a la pared, Buck resopló. Estaba en mala posición, sin apenas apoyo ni resguardo del viento, que soplaba con cada vez más fuerza.
-No fin del viaje. No fin Neida. No fin Buck.-
-¡Naturaleza! ¡Ayuda Buck!- gritó
Pero la naturaleza a la que invocó no se encontraba alli. Todo era distinto en ese lugar...
Por sujetarse mejor, hizo con su mano más fuerza de la necesaria y el asidero en el que confiaba parte de su peso se partió, aunándose con una ráfaga de viento que terminó de separar su cuerpo de la roca mientras el contenido de la mochila se movía, desequilibrándole hacia atrás.
-No puede. No fin del viaje...-
A cámara lenta vio cómo se separaba de la pared; notó sus pezuñas resbalando y, en un acto reflejo, cubrió el cuerpo de la pequeña con uno de sus brazos mientras caía a plomo.
-¡¡¡NO!!!- El grito, más un bramido de furia, resonó por todo el territorio.
A pesar de la lluvia caída, el suelo permanecía árido, pero el polvo que acompañaba al camino se había posado, haciendo el viaje más agradable.
"Llévala donde aquél que cayó reposa. Habla con el que sana y que sus conocimientos te sean revelados."
Así había escuchado Buck las palabras en el corto sueño que había descabezado y con ellas en mente recogió sus escasas pertenencias, trató con escaso éxito de alimentar a la niña y la cogió en brazos; colocándola cuidadosamente en su arnés.
-Cachorrita debe aguantar. No lejos ya.-
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Territorios élficos. Cerca de Lunargenta.
La llegada de la luz del amanecer empuja a las sombras a retirarse. Refugios son los lugares oscuros, bajo las piedras, en las madrigueras y las cuevas que atestan los murciélagos.
Ruidos de despertar se escuchan de un agujero excavado en una colina, donde una familia de roedores ha instalado su hogar. Pequeñas raíces cuelgan de la entrada a la madriguera; pero entre ellas se escurre algo más que el rocío de la mañana.
Finas hebras de rebelde oscuridad, que más parecen las sombras de las propias raíces, avanzan sobre la áspera corteza y como dotadas de inteligencia, parecen entrelazarse unas con otras, fundiéndose en una única red.
Ya la familia ha despertado y padre va el primero hacia la salida, a buscar alimento para él y su camada.
Se asoma desde el fondo. Su nariz olisquea el aire que entra por el estrecho agujero, buscando algún olor desconocido o el rancio de las fauces de sus depredadores.
Ni una cosa ni otra es capaz de localizar, pero aún asi se mueve cauto; como había aprendido de su padre y este de su abuelo. El instinto de supervivencia aprendido tras infinidad de generaciones.
Poco resuenan sus pisadas ágiles en el suelo de piedra y menos lo hace el impulso que toma para saltar a un exterior al que nunca llega. La red, que no había sido capaz de discernir y había tomado por natural, atrapó su cuerpo.
En apenas un par de segundos, las sombras, ahora como una masa informe, se internan en la madriguera, dejando atrás un cuerpo sin heridas, aunque muerto.
La tranquilidad de la mañana en el bosque no se vio afectada. Nada pudo oir los escasos chillidos, ni tampoco diferenciar las sombras que salían de la ahora muerta madriguera del resto de ellas que seguían su retirada, azuzadas por los rayos solares.
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El ascenso era complicado. Muchas montañas llevaba ya escaladas el Tauren, pero nunca había puesto en peligro nada más que su vida. Ahora, a la suya, debía sumarle la del pequeño cuerpo que, inmóvil, llevaba sujeto al suyo.
Era una carga ligera en peso, pero inmensa en responsabilidad.
Cuando sus pezuñas resbalaban, los músculos de sus brazos se tensaban, aguantando todo el peso hasta que podía recuperar la posición y repartirlo.
Cuando sus dedos no encontraban asidero al alcance, eran sus piernas las que se flexionaban peligrosamente y alzaban el peso de los dos cuerpos en el aire, en busca del lugar donde dar el siguiente paso.
Su garganta gruñía por el esfuerzo y el sudor cubría su cuerpo, pero continuaba ascendiendo entre ráfagas de un viento árido que, aumentando de intensidad con la altura, chocaba contra la pared, trayendo y arrancando arena y tierra que cegaban al tauren.
Sus ropas flameaban y el propio aire se colaba entre ellas y tiraba de su cuerpo, como si, cual amante despechado, quisiera separar el cuerpo de Buck de su montaña.
Se veía en problemas. Más que nunca. Pareciera que todo se había aunado porque no llegara a su destino.
Pegado a la pared, Buck resopló. Estaba en mala posición, sin apenas apoyo ni resguardo del viento, que soplaba con cada vez más fuerza.
-No fin del viaje. No fin Neida. No fin Buck.-
-¡Naturaleza! ¡Ayuda Buck!- gritó
Pero la naturaleza a la que invocó no se encontraba alli. Todo era distinto en ese lugar...
Por sujetarse mejor, hizo con su mano más fuerza de la necesaria y el asidero en el que confiaba parte de su peso se partió, aunándose con una ráfaga de viento que terminó de separar su cuerpo de la roca mientras el contenido de la mochila se movía, desequilibrándole hacia atrás.
-No puede. No fin del viaje...-
A cámara lenta vio cómo se separaba de la pared; notó sus pezuñas resbalando y, en un acto reflejo, cubrió el cuerpo de la pequeña con uno de sus brazos mientras caía a plomo.
-¡¡¡NO!!!- El grito, más un bramido de furia, resonó por todo el territorio.
Buck- Wall of Recios
- Juego : Guild Wars
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PJ principal : Adam Kimerik
Antigüedad : 23/06/2008
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Edad : 40
Re: Walking the way
A petición semi-popular (solo 2 personas me han dicho directamente que tenían ganas de saber cómo continuaba la cosa) continúo con la historietilla esta.
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Un viejo buitre sobrevolaba la pared de roca ayudado por las corrientes de aire mientras permanecía atento al pesado cuerpo tumbado precariamente en un saliente hasta el que, en su caída, había rebotado.
No había movimiento que percibir, por lo que confiadamente, descendió hasta alli, posándose cerca de la cabeza del tauren.
Su pico, ya abierto, era el preludio de un gran festín...
Sin tiempo a reaccionar ni esquivar, dos duros bastonazos se estrellaron contra su pico y cabeza con sendos ¡ploc! a la vez que el tauren se incorporaba.
-Si, claro...tras caida, aperitivo.-
-Y mierda de Kodo, ya de paso.-
Otro bastonazo terminó de convencer al buitre para que emprendiera la huída; ayudado a despegar por una severa patada, propinada en blanda parte de su anatomía.
Quitándose varias plumas de la pezuña, Buck examinó su estado.
El brazo izquierdo estaba roto en al menos dos sitios; la mano derecha presentaba serias heridas y su rodilla derecha dislocada había padecido el esfuerzo de la patada y ahora ardía, le faltaban varios dientes y era incapaz de abrir su ojo izquierdo.
Le dolía hasta la cola...pero debía seguir. Al menos, había escudado a la pequeña, que salvo un par de arañazos, estaba intacta.
Con una sonrisa boba, vendó sus heridas como buenamente pudo y reemprendió la subida.
Un solitario altar coronaba el pináculo barrido por el viento. Apenas unos matojos de duras raíces adornaban la tranquila estampa.
Bajo el ulular del viento, un sonido de arrastre se iba acercando; hasta que una mano envuelta en una venda ensangrentada apareció por el borde, sujetándose a lo que pudo.
Con un gruñido provocado por el esfuerzo y el dolor, Buck se dio el último impulso hasta la cima, irguiéndose después. La figura del Tauren se recortó contra el cielo mientras su bramido de victoria recorría la llanura a sus pies.
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Hay más, pero de momento, "hasta aquí puedo leer"
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Un viejo buitre sobrevolaba la pared de roca ayudado por las corrientes de aire mientras permanecía atento al pesado cuerpo tumbado precariamente en un saliente hasta el que, en su caída, había rebotado.
No había movimiento que percibir, por lo que confiadamente, descendió hasta alli, posándose cerca de la cabeza del tauren.
Su pico, ya abierto, era el preludio de un gran festín...
Sin tiempo a reaccionar ni esquivar, dos duros bastonazos se estrellaron contra su pico y cabeza con sendos ¡ploc! a la vez que el tauren se incorporaba.
-Si, claro...tras caida, aperitivo.-
-Y mierda de Kodo, ya de paso.-
Otro bastonazo terminó de convencer al buitre para que emprendiera la huída; ayudado a despegar por una severa patada, propinada en blanda parte de su anatomía.
Quitándose varias plumas de la pezuña, Buck examinó su estado.
El brazo izquierdo estaba roto en al menos dos sitios; la mano derecha presentaba serias heridas y su rodilla derecha dislocada había padecido el esfuerzo de la patada y ahora ardía, le faltaban varios dientes y era incapaz de abrir su ojo izquierdo.
Le dolía hasta la cola...pero debía seguir. Al menos, había escudado a la pequeña, que salvo un par de arañazos, estaba intacta.
Con una sonrisa boba, vendó sus heridas como buenamente pudo y reemprendió la subida.
Un solitario altar coronaba el pináculo barrido por el viento. Apenas unos matojos de duras raíces adornaban la tranquila estampa.
Bajo el ulular del viento, un sonido de arrastre se iba acercando; hasta que una mano envuelta en una venda ensangrentada apareció por el borde, sujetándose a lo que pudo.
Con un gruñido provocado por el esfuerzo y el dolor, Buck se dio el último impulso hasta la cima, irguiéndose después. La figura del Tauren se recortó contra el cielo mientras su bramido de victoria recorría la llanura a sus pies.
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Hay más, pero de momento, "hasta aquí puedo leer"
Buck- Wall of Recios
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Re: Walking the way
Shattrath
La fiesta había acabado tarde. Darkeld hacía tiempo que no asistía a ninguna, aunque cierto era que no había tenido motivos para la alegría desde hacia algun tiempo. Ahora por suerte la situación habia cambiado. Pensó en la profecía que una vez le atribuyeron mientras desde la balconada de los Aruspices examinaba la ciudad.
"...Y una sombra detrás de ellos... esa sombra eres tu."
Se hallaba solamente vestido con unos pantalones mientras observaba la ciudad. No hacia frio y se hallaba cómodo. Sus labios se movían al ritmo de una cuna que llevaba tiempo sin tararear mientras los pensamientos recorrían libremente su cabeza. Apoyó la espalda contra el suelo mientras sus pies se balanceaban en el aire. Un ruido le llegó desde la posada. Giró un poco el cuello y mientras miraba el mundo al reves pudo ver como una figura femenina ataviada con armadura se dirigía hacia el.
Darkeld devolvió el cuello a su posicion inicial y se quedó mirando al cielo hasta que su interlocutora se puso dentro de su linea de visión.
- Creía que te habías ido - La frase llegó con reproche aunque con algo de alivio.
Darkeld negó con la cabeza - No podía dormir, tengo demasiadas cosas en las que pensar -
Silencio. Darkeld miró a la elfa mientras esta decidía si hacer o no la pregunta.
- ¿Y ahora?
Un nuevo silencio. Darkeld miró directamente a los ojos de su interlocutora.
- ¿Que pasará ahora?... Dime... ¿Volverás con esa elfa superficial y mezquina?... ¿Volverás a tu vida perfecta?... ¿Con tu hija y con ella? - El tono iba ganando fuerza mientras la retahíla de acusaciones crecía, Darkeld no pudo evitar sonreir. No habia malicia en su gesto, a todos les gustaba que se les diese importancia y que se preocupasen por ellos.
Desde el suelo Darkeld abrió los brazos ofreciendo un abrazo.
La elfa se quedo callada mirando al picaro.
- No tiene gracia - Con un suspiro se quedó de brazos cruzados mirando a la ciudad.
- Lo siento - Darkeld dejó caer los brazos y cerró los ojos.
- Quiero una respuesta.
- No lo se... simplemente no lo se, darte un respuesta, fuera cual fuera, probablemente sería equivocarme... además... tampoco se tu opinión en ciertos aspectos... Neida es mi hija, pero no la tuya. No se si quieres tener responsabilidad en algo que al fin y al cabo, no es tu problema.
Darkeld miró de nuevo a la elfa, no parecía nada contenta.
- Aun a riesgo de que ahora decidas tirarme desde una altura considerable ¿Te lo habias planteado?
La elfa puso gesto serio, pareciendo durante un momento que efectivamente iba a empujarlo. Su tono suavizó un poco cuando comenzó a hablar mientras se sentaba al lado del picaro.
- No... pensé que tu me lo ofrecerías o que al menos plantearías la conversación ahora que todo esta saliendo bien -
- Pero no hay nada atado, nada ha salido bien... Neida sigue con el Tauren y aun no tengo nuevas noticias de él... - Darkeld tensó el gesto cuando continuó hablando, su tono bajo bastante mientras lo hacía - además no se si todo saldra bien... no tengo ninguna certeza o garantía de nada ahora mismo... - Darkeld permaneció en silencio mientras se mordía el labio inferior - Es dificil dar por hecho nada.
El picaro acarició la espalda de ella con delicadeza.
- Siento no poder ser mas claro de momento.
El orgullo brilló en los ojos de la elfa mientras lo miraba con expresion fria.
- Como despues de todo este tiempo te vea con ella o con otra te uso como cebo para atrapar tiburones mamut.
Darkeld sonrió mientras miraba el cielo.
- Lo tendre en cuenta.
La fiesta había acabado tarde. Darkeld hacía tiempo que no asistía a ninguna, aunque cierto era que no había tenido motivos para la alegría desde hacia algun tiempo. Ahora por suerte la situación habia cambiado. Pensó en la profecía que una vez le atribuyeron mientras desde la balconada de los Aruspices examinaba la ciudad.
"...Y una sombra detrás de ellos... esa sombra eres tu."
Se hallaba solamente vestido con unos pantalones mientras observaba la ciudad. No hacia frio y se hallaba cómodo. Sus labios se movían al ritmo de una cuna que llevaba tiempo sin tararear mientras los pensamientos recorrían libremente su cabeza. Apoyó la espalda contra el suelo mientras sus pies se balanceaban en el aire. Un ruido le llegó desde la posada. Giró un poco el cuello y mientras miraba el mundo al reves pudo ver como una figura femenina ataviada con armadura se dirigía hacia el.
Darkeld devolvió el cuello a su posicion inicial y se quedó mirando al cielo hasta que su interlocutora se puso dentro de su linea de visión.
- Creía que te habías ido - La frase llegó con reproche aunque con algo de alivio.
Darkeld negó con la cabeza - No podía dormir, tengo demasiadas cosas en las que pensar -
Silencio. Darkeld miró a la elfa mientras esta decidía si hacer o no la pregunta.
- ¿Y ahora?
Un nuevo silencio. Darkeld miró directamente a los ojos de su interlocutora.
- ¿Que pasará ahora?... Dime... ¿Volverás con esa elfa superficial y mezquina?... ¿Volverás a tu vida perfecta?... ¿Con tu hija y con ella? - El tono iba ganando fuerza mientras la retahíla de acusaciones crecía, Darkeld no pudo evitar sonreir. No habia malicia en su gesto, a todos les gustaba que se les diese importancia y que se preocupasen por ellos.
Desde el suelo Darkeld abrió los brazos ofreciendo un abrazo.
La elfa se quedo callada mirando al picaro.
- No tiene gracia - Con un suspiro se quedó de brazos cruzados mirando a la ciudad.
- Lo siento - Darkeld dejó caer los brazos y cerró los ojos.
- Quiero una respuesta.
- No lo se... simplemente no lo se, darte un respuesta, fuera cual fuera, probablemente sería equivocarme... además... tampoco se tu opinión en ciertos aspectos... Neida es mi hija, pero no la tuya. No se si quieres tener responsabilidad en algo que al fin y al cabo, no es tu problema.
Darkeld miró de nuevo a la elfa, no parecía nada contenta.
- Aun a riesgo de que ahora decidas tirarme desde una altura considerable ¿Te lo habias planteado?
La elfa puso gesto serio, pareciendo durante un momento que efectivamente iba a empujarlo. Su tono suavizó un poco cuando comenzó a hablar mientras se sentaba al lado del picaro.
- No... pensé que tu me lo ofrecerías o que al menos plantearías la conversación ahora que todo esta saliendo bien -
- Pero no hay nada atado, nada ha salido bien... Neida sigue con el Tauren y aun no tengo nuevas noticias de él... - Darkeld tensó el gesto cuando continuó hablando, su tono bajo bastante mientras lo hacía - además no se si todo saldra bien... no tengo ninguna certeza o garantía de nada ahora mismo... - Darkeld permaneció en silencio mientras se mordía el labio inferior - Es dificil dar por hecho nada.
El picaro acarició la espalda de ella con delicadeza.
- Siento no poder ser mas claro de momento.
El orgullo brilló en los ojos de la elfa mientras lo miraba con expresion fria.
- Como despues de todo este tiempo te vea con ella o con otra te uso como cebo para atrapar tiburones mamut.
Darkeld sonrió mientras miraba el cielo.
- Lo tendre en cuenta.
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Re: Walking the way
(pequeño break en la historia, ya no toy de vacas asi que en breves continuare con la historia)
Ravenholdt
Volvía a un lugar al que jamás llamo hogar pero en el que siempre se sintio bien recibido. Al salir de la cueva se encontró de frente con la mansión... todo permanecía como siempre. El motivo de su llegada a Ravenholdt se encontraba esperandole en la arena de practicas.
Bendita juventud.
La creencia de que la perfección llegaba con la practica. Ojala fuera asi. Darkeld sonrió para sus adentros mientras el otro picaro desaparecía.
-----
Darkeld sonreia.
'Has ganado el primer combate a costa de darlo todo... hay que tomarse las cosas con mas calma' El pensamiento no llego a sus labios, habia cosas que solo se aprendían cuando uno mismo recaía en ellas.
Los picaros volvieron a desaparecer.
-----
Darkeld se quedo contemplando al picaro mientras se recuperaba.
- Solo es un entrenamiento.
'Empate, se pone interesante'
El pensamiento se diluyó cuando continuo la conversacion.
¿Información de la mano destrozada?
Gäbst le explico lo ocurrido con una niña raptada ¿Que tenia que ver eso con el?
- Si quieres ayudar se de un orfanato donde aceptaran tu ayuda, les vendra bien - Darkeld mostraba una sonrisa sin humor. Una niña era una tragedia, pero lo cierto es que cientos de muertos ocurrían a lo largo del día y solo pasaban a engrosar una lista que al final del día acababa en un cajón. Como explicarle a alguien como es el mundo... no se podía. Hay cosas que solo se aprenden cuando uno mismo las descubre.
Furia... Típico... Comprensible, pero no por ello el joven picaro habia de tener razón.
- Un puñado de trolls desorganizados no pueden ser ningun problema...
- La raza no importa a la hora de matar, si los motivos - Darkeld se mantenía calmado mientras Gäbst daba vueltas enfrente de el.
- Pero son razas inferiores.
Darkeld se tensó durante un segundo.
- Le debes respeto a la mejor de nosotros... y solo es una semiorca. Podrás preguntar por ella en esta casa - Darkeld señaló al edificio.
Gäbst encajó el comentario como un golpe.
- ¿Qué?
- Solo somos peones...
- Eso ya lo he escuchado antes.
- Pero con sus acciones ella cambió el resultado de una guerra. Tu y yo no.
Gäbst quedó en silencio.
Darkeld recordaba la historia de Garona a la perfección o al menos la que se creia que era su historia. Se la suponía aun viva, pero parecía haber elegido el anonimato. No era de extrañar.
-----
Shattrath
Darkeld accedió a su banco. Una bolsita de terciopelo negro guardaba el contenido que venia a buscar.
Un anillo se deslizó de la bolsa a la mano de Darkeld. Algo encontrado en la maldita fortaleza de Medivh. La historia decía que Garona pasó bastante tiempo en Karazhan con Medivh y con ese mago humano que ahora se encontraba casi siempre con A'dal. El anillo parecía ser la prueba de ello. El anillo de Garona.
'Quizás algún día sea posible devolverselo'
Darkeld depositó de nuevo el anillo en la bolsa.
Ravenholdt
Volvía a un lugar al que jamás llamo hogar pero en el que siempre se sintio bien recibido. Al salir de la cueva se encontró de frente con la mansión... todo permanecía como siempre. El motivo de su llegada a Ravenholdt se encontraba esperandole en la arena de practicas.
Bendita juventud.
La creencia de que la perfección llegaba con la practica. Ojala fuera asi. Darkeld sonrió para sus adentros mientras el otro picaro desaparecía.
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Darkeld sonreia.
'Has ganado el primer combate a costa de darlo todo... hay que tomarse las cosas con mas calma' El pensamiento no llego a sus labios, habia cosas que solo se aprendían cuando uno mismo recaía en ellas.
Los picaros volvieron a desaparecer.
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Darkeld se quedo contemplando al picaro mientras se recuperaba.
- Solo es un entrenamiento.
'Empate, se pone interesante'
El pensamiento se diluyó cuando continuo la conversacion.
¿Información de la mano destrozada?
Gäbst le explico lo ocurrido con una niña raptada ¿Que tenia que ver eso con el?
- Si quieres ayudar se de un orfanato donde aceptaran tu ayuda, les vendra bien - Darkeld mostraba una sonrisa sin humor. Una niña era una tragedia, pero lo cierto es que cientos de muertos ocurrían a lo largo del día y solo pasaban a engrosar una lista que al final del día acababa en un cajón. Como explicarle a alguien como es el mundo... no se podía. Hay cosas que solo se aprenden cuando uno mismo las descubre.
Furia... Típico... Comprensible, pero no por ello el joven picaro habia de tener razón.
- Un puñado de trolls desorganizados no pueden ser ningun problema...
- La raza no importa a la hora de matar, si los motivos - Darkeld se mantenía calmado mientras Gäbst daba vueltas enfrente de el.
- Pero son razas inferiores.
Darkeld se tensó durante un segundo.
- Le debes respeto a la mejor de nosotros... y solo es una semiorca. Podrás preguntar por ella en esta casa - Darkeld señaló al edificio.
Gäbst encajó el comentario como un golpe.
- ¿Qué?
- Solo somos peones...
- Eso ya lo he escuchado antes.
- Pero con sus acciones ella cambió el resultado de una guerra. Tu y yo no.
Gäbst quedó en silencio.
Darkeld recordaba la historia de Garona a la perfección o al menos la que se creia que era su historia. Se la suponía aun viva, pero parecía haber elegido el anonimato. No era de extrañar.
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Shattrath
Darkeld accedió a su banco. Una bolsita de terciopelo negro guardaba el contenido que venia a buscar.
Un anillo se deslizó de la bolsa a la mano de Darkeld. Algo encontrado en la maldita fortaleza de Medivh. La historia decía que Garona pasó bastante tiempo en Karazhan con Medivh y con ese mago humano que ahora se encontraba casi siempre con A'dal. El anillo parecía ser la prueba de ello. El anillo de Garona.
'Quizás algún día sea posible devolverselo'
Darkeld depositó de nuevo el anillo en la bolsa.
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Re: Walking the way
A petición del protagonista de este hilo, continúo con la historia donde la dejé, a pesar de que los hechos acaecidos recientemente hacen que la historia haya cambiado sobremanera.
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Depositando a la pequeña sobre el altar, se arrodilló ante él y cerró sus ojos.
"Se a qué has venido, se cuánto has sufrido y conozco el esfuerzo que has llevado a cabo. Pues yo soy muchas cosas y entre ellas la montaña. Su espíritu y su fuerza nacen y mueren en mi."
Las palabras, pronunciadas con una voz angelical, resonaron en su mente.
-Buck ayuda. Busca ángel; espíritu de aquél que cayó y que ahora ayuda a quien llega. ¿Ayuda a Buck?-
"Tendrás lo que pides, pero has de saber que tu viaje no termina aquí, Buck Pezuñahendida."
-Aún camino que recorrer...-
"Si. Muchas millas te separan del final, pero tus primeros pasos han sido correctos. Álzate y mira a tu alrededor"
Obedeciendo sin decir palabra, Buck se irguió y lo que vio a su alrededor, provocó que dos tímidas lágrimas brotasen de sus ojos. Eran sus tierras natales...sus prados y sus bosques; sus lagos y sus montes.
El viento cargado de arena que azotaba el páramo entero, ocultándolo de la vista, se detuvo de repente y una fresca brisa limpió el aire, trayendo con ella el aroma de verdes prados y agua fresca. Hojas y pétalos de flores flotaban de un lado a otro, como movidas por una mano invisible y caprichosa, levantándolas desde la amplia llanura que, antes estéril, ahora brillaba con cientos de tonalidades.
Como si de una verde alfombra se tratase, gacelas corrían de un lado a otro sobre ella. Buck notaba sus fuertes corazones, latiendo con intensidad. Se detuvo en uno de ellos y dejó que esa energía le invadiera. Cada pulsación era un torrente de vida por el que se dejó arrastrar y que le llevó a otro corazón; más pequeño esta vez y cuyo dueño olisqueaba el aire desde su madriguera y movía sus grandes orejas en busca de alguna amenaza para su vida.
Moviéndose entre los animales, su espíritu se fundió con cada uno de ellos; incluso con la propia tierra y las plantas; cuya savia se movía desde sus raíces a las hojas.
Nunca había experimentado tal grado de unión. Voló con el viento y corrió junto a las gacelas mientras vigilaba los juegos de unos lobeznos.
Continuó mirando a su alrededor, hasta que pudo ver a Neida; tendida sobre el altar del caído. Su corazón latía; débil y enfermo. Aquejado de un mal que hasta ahora le había sido imposible de curar. Acercándose a ella, puso la mano vendada sobre su cabeza y como había hecho con los animales, se dejó llevar por sus latidos...pero ahora a los de la pequeña, le sumó su propia fuerza.
Empujando el corazón de la pequeña con el suyo propio, aceleró su ritmo; aumentó su pulso y la velocidad con que la sangre circulaba hasta que fue imposible distinguir el ritmo de uno del de otro.
Pudo notar el aire en los pulmones de la pequeña. Cómo entraba en ellos, limpio de impurezas.
Bajo la guarda del ángel, ambos respiraron al unísono. Vivían al unísono. Los dos, vivían.
Pero la vida que entraba en la pequeña, parecía escapar, como la sangre por una herida mal cerrada. Algo la absorbía, una presencia oscura llenándose con ella.
Lejos; en las llanuras de los tauren, las gacelas se detuvieron en su trote, alzaron sus cabezas y miraron hacia la lejanía. Las liebres y otros pequeños animales salieron de sus agujeros, sentándose a observar. Comenzó el aullido de una tímida garganta, que al poco fue coreada por las de toda una manada de lobos y el rugido de los grandes felinos. Mientras, en Cima de Trueno, el maestro Runatótem sonreía.
Con un gruñido, Buck aceleró el ritmo con que latían ambos corazones, inundando a la pequeña de vida, llenando sus venas y la propia presencia. Pero en cada latido se aseguraba de enviar la energía de su propia fuerza viva. Con cada infusión que abosrbía, la presencia se abrasaba más y más...hasta desaparecer.
El poder se detuvo, paulatinamente. El mundo alrededor volvió a adoptar sus tonos iniciales mientras la visión volvió a nublarse con el polvo de la árida llanura, haciendo que el suelo bajo la montaña pareciera desaparecer.
La efigie del ángel sonreía y fue su sonrisa lo que quedó grabada en las retinas del tauren, mientras sus palabras se abrían paso por su cerebro.
"Lo que habrá de ser, ha sido brevemente. El tiempo te lo traerá, pero ningún atajo más puede funcionar. Vive ahora, Tauren y aprende de la experiencia. Continúa ayudando a quienes lo requieran; sujeta a quienes parezcan al borde del abismo, aunque tu propio mundo se desmorone."
-¿Quién eres?.-
La voz de la pequeña, aunque cansada y como un fino hilo, fue como la luz en la oscuridad. Alegre y llena de vida, su rostro antes pálido, ahora iba recuperando poco a poco su color.
Arrodillado ante el altar sobre el que descansaba la pequeña, Buck la sonrió, mientras luchaba por no derramar lágrimas de felicidad.
-Buck-
-Te he visto antes...en sueños. Gracias, Buck.- La niña volvio a los sueños mientras el Tauren sonreia.
El angel, cuya forma física había desaparecido, volvió a hablarle.
"Una parte de su vida se ha perdido, pero su alma continúa su camino."
Primero pensó que hablaba de la niña, pero después una revelación sacudió el cerebro del Tauren.
-¿La ayudará?-
"Puedes tenerlo por seguro"
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Depositando a la pequeña sobre el altar, se arrodilló ante él y cerró sus ojos.
"Se a qué has venido, se cuánto has sufrido y conozco el esfuerzo que has llevado a cabo. Pues yo soy muchas cosas y entre ellas la montaña. Su espíritu y su fuerza nacen y mueren en mi."
Las palabras, pronunciadas con una voz angelical, resonaron en su mente.
-Buck ayuda. Busca ángel; espíritu de aquél que cayó y que ahora ayuda a quien llega. ¿Ayuda a Buck?-
"Tendrás lo que pides, pero has de saber que tu viaje no termina aquí, Buck Pezuñahendida."
-Aún camino que recorrer...-
"Si. Muchas millas te separan del final, pero tus primeros pasos han sido correctos. Álzate y mira a tu alrededor"
Obedeciendo sin decir palabra, Buck se irguió y lo que vio a su alrededor, provocó que dos tímidas lágrimas brotasen de sus ojos. Eran sus tierras natales...sus prados y sus bosques; sus lagos y sus montes.
El viento cargado de arena que azotaba el páramo entero, ocultándolo de la vista, se detuvo de repente y una fresca brisa limpió el aire, trayendo con ella el aroma de verdes prados y agua fresca. Hojas y pétalos de flores flotaban de un lado a otro, como movidas por una mano invisible y caprichosa, levantándolas desde la amplia llanura que, antes estéril, ahora brillaba con cientos de tonalidades.
Como si de una verde alfombra se tratase, gacelas corrían de un lado a otro sobre ella. Buck notaba sus fuertes corazones, latiendo con intensidad. Se detuvo en uno de ellos y dejó que esa energía le invadiera. Cada pulsación era un torrente de vida por el que se dejó arrastrar y que le llevó a otro corazón; más pequeño esta vez y cuyo dueño olisqueaba el aire desde su madriguera y movía sus grandes orejas en busca de alguna amenaza para su vida.
Moviéndose entre los animales, su espíritu se fundió con cada uno de ellos; incluso con la propia tierra y las plantas; cuya savia se movía desde sus raíces a las hojas.
Nunca había experimentado tal grado de unión. Voló con el viento y corrió junto a las gacelas mientras vigilaba los juegos de unos lobeznos.
Continuó mirando a su alrededor, hasta que pudo ver a Neida; tendida sobre el altar del caído. Su corazón latía; débil y enfermo. Aquejado de un mal que hasta ahora le había sido imposible de curar. Acercándose a ella, puso la mano vendada sobre su cabeza y como había hecho con los animales, se dejó llevar por sus latidos...pero ahora a los de la pequeña, le sumó su propia fuerza.
Empujando el corazón de la pequeña con el suyo propio, aceleró su ritmo; aumentó su pulso y la velocidad con que la sangre circulaba hasta que fue imposible distinguir el ritmo de uno del de otro.
Pudo notar el aire en los pulmones de la pequeña. Cómo entraba en ellos, limpio de impurezas.
Bajo la guarda del ángel, ambos respiraron al unísono. Vivían al unísono. Los dos, vivían.
Pero la vida que entraba en la pequeña, parecía escapar, como la sangre por una herida mal cerrada. Algo la absorbía, una presencia oscura llenándose con ella.
Lejos; en las llanuras de los tauren, las gacelas se detuvieron en su trote, alzaron sus cabezas y miraron hacia la lejanía. Las liebres y otros pequeños animales salieron de sus agujeros, sentándose a observar. Comenzó el aullido de una tímida garganta, que al poco fue coreada por las de toda una manada de lobos y el rugido de los grandes felinos. Mientras, en Cima de Trueno, el maestro Runatótem sonreía.
Con un gruñido, Buck aceleró el ritmo con que latían ambos corazones, inundando a la pequeña de vida, llenando sus venas y la propia presencia. Pero en cada latido se aseguraba de enviar la energía de su propia fuerza viva. Con cada infusión que abosrbía, la presencia se abrasaba más y más...hasta desaparecer.
El poder se detuvo, paulatinamente. El mundo alrededor volvió a adoptar sus tonos iniciales mientras la visión volvió a nublarse con el polvo de la árida llanura, haciendo que el suelo bajo la montaña pareciera desaparecer.
La efigie del ángel sonreía y fue su sonrisa lo que quedó grabada en las retinas del tauren, mientras sus palabras se abrían paso por su cerebro.
"Lo que habrá de ser, ha sido brevemente. El tiempo te lo traerá, pero ningún atajo más puede funcionar. Vive ahora, Tauren y aprende de la experiencia. Continúa ayudando a quienes lo requieran; sujeta a quienes parezcan al borde del abismo, aunque tu propio mundo se desmorone."
-¿Quién eres?.-
La voz de la pequeña, aunque cansada y como un fino hilo, fue como la luz en la oscuridad. Alegre y llena de vida, su rostro antes pálido, ahora iba recuperando poco a poco su color.
Arrodillado ante el altar sobre el que descansaba la pequeña, Buck la sonrió, mientras luchaba por no derramar lágrimas de felicidad.
-Buck-
-Te he visto antes...en sueños. Gracias, Buck.- La niña volvio a los sueños mientras el Tauren sonreia.
El angel, cuya forma física había desaparecido, volvió a hablarle.
"Una parte de su vida se ha perdido, pero su alma continúa su camino."
Primero pensó que hablaba de la niña, pero después una revelación sacudió el cerebro del Tauren.
-¿La ayudará?-
"Puedes tenerlo por seguro"
Buck- Wall of Recios
- Juego : Guild Wars
Clan : Recios...what else? ^^
PJ principal : Adam Kimerik
Antigüedad : 23/06/2008
Mensajes : 5104
Edad : 40
Re: Walking the way
Lunargenta
- Tu misión consiste en ser su sombra, la protegeras, velaras por ella... si se necesita hablar con alguien tu estaras ahi para escucharla. No eres su guardiana, si no su amiga. Lo mas importante: No le debe pasar nada. Me es igual lo demás ¿Has entendido?
La elfa de sangre tenía el gesto descompuesto.
- No se si nuestro acuerdo...
- Nuestro acuerdo... si quieres que se mantenga igual... requiere de esta tarea, podría buscar a otro para hacerlo, pero entonces... - Darkeld sonrio abiertamente.
Iriya bajo el rostro avergonzada. Hasta ahora el picaro no le había pedido nunca nada y ella vivía con el temor de que antes o despues lo hiciera y no pudiera darselo. Había pasado mucho dinero por sus manos... Terminó mentalmente la frase '¿Pero entonces para que te pago?'
- Yo...
Darkeld se aproximó a la elfa. El tintineo de las monedas era audible en el saquito de monedas que el picaro movia al alcance de su mano.
- Si o no. No requiero de ninguna otra respuesta.
Iriya asintió levemente. Algo en su interior le decía que se arrepentiría a no mucho tardar.
---------
Isla Fuente del Sol
Neida a primera vista parecía una chica normal que parecía no estar molesta por su expontánea presencia, no sabia si Darkeld le habia dicho algo, pero lo cierto es que no dijo nada del tema. Habia pasado con ella todo el día y no parecía que su tarea fuera a ser especialmente dura. Por todas las advertencias que le habia dado Darkeld se habia temido lo peor, pero pronto averiguo lo que no le habian dicho. La chica se parecía demasiado...
Ahora, ya finalizado el dia, buscaba entre sus pertenencias una carta que un día le había llegado y en la que juraría que se encontraba lo que buscaba. Tras revolver entre sus papeles consiguió encontrarlo.
"A la atención de Iriya Lharen:
Espero que os hayais repuesto de vuestro susto de nuestro encuentro y que no os haya pasado factura la experiencia. Los acontecimientos al fin y al cabo os sonrieron ¿O no? Deberíais tener más cuidado la proxima vez.
Si necesitais algo hacedmelo saber.
Atentamente
Darkeld I'llistrey"
Al releer la nota quedó meditabunda. Cuando leyo la nota por primera vez habia pensado que mucho de lo que se decía era mera educacion... pero habia necesitado ayuda y la puerta de Darkeld no se cerró cuando fue a pedirla. No alcanzaba a comprender como esa persona se había llegado a transformar en una suerte de protector, aunque aun no tuviera muy claro si eso era bueno o malo, dada las actividades que parecían atribuirsele. Lo cierto es que nunca les habia fallado y cada vez que ella o su familia habian necesitado algo, no se habian puesto reparos de ninguna clase.
Y eso habia supuesto mucho... su madre no dejaba de mascullar por lo bajo que ese hombre no era bueno, aunque despues no tenia reparos en coger su dinero.
Iriya suspiro.
Lo único que sabia con seguridad es que la pertenencia a una familia como la suya a Darkeld parecía haberle dado igual, a pesar de la caida en desgracia. Su antiguo apellido aun resonaba en su memoria y trataba de olvidarlo, dudaba mucho que fuera algo que hubiera pasado por alto al picaro, pero este nunca habia mencionado el tema.
'Por lo menos ya se que Neida es su hija'
----------
Lunargenta
Despues de un dia largo, Iriya fue a ver a Darkeld, este estaba comodamente sentado en el salon de su casa mientras ojeaba unos planos. La sombra invadía la habitación habiendo muy pocas luces encendidas que permitieran ver al completo el salon. El picaro iba ataviado con una sencilla tunica negra.
- ¿Por que no me dijiste que era tu hija?
La pregunta de la paladina arranco una sonrisa a Darkeld. Cogió del armario en el que estaba buscando una pequeña cajita de la cual sacó una pipa labrada. De una de las bolsas de la caja cogió unas hierbas y la prenso con cuidado. Encendio la pipa antes de responder.
- Ese dato no es realmente importante. Pero me alegra que lo hayas averiguado, quizás asi comprendas porque no quiero que le pase nada.
- Pero teneis dinero suficiente como para ponerle guardaespaldas... ¿Por que yo?
Darkeld inhalo el humo de la pipa.
- Quizás algún día te responda a esa pregunta - Darkeld parecía estar de buen humor hoy - pero hoy creo que te tomarías a mal la respuesta. Si me disculpas un momento he de cambiarme.
Iriya no supo si tomarse a bien o no el comentario de Darkeld, la trataba como a una niña, aunque el comentario le causó mas curiosidad que otra cosa ¿Porque se habría de sentir ofendida? Ni que fuera estúpida.
Iriya curioseaba por el salon los objetos que había en varios expositores, había piezas que reconocía... trolls, orcos... aunque habia muchas piezas que sabia de donde podían haber salido, no reconocía el estilo. Darkeld volvió a la habitación, se habia enfundado en su armadura y parecía listo para una incursión.
Iriya se rió por lo bajo.
¿Donde iba a estas horas así? ¿A librar una guerra? ¿Y con esa armadura iba a parar algun golpe? Incluso su armadura protegería mas que ese cuero.
- Espero que mañana estes aqui de nuevo... en caso de que no... volviera, he dejado una serie de ordenes para que no os falte nada a Neida y a ti, al menos mientras continues con tus servicios.
La paladina reprimió una carcajada - Hablas como si no fueras a volver ¿Que iba a pasarte? Las calles de lunargenta no son inseguras -
Darkeld devolvió la sonrisa, pareciendo casi risueño - Esta noche visitare el templo oscuro ¿Tendrias tu la seguridad de volver? - un deje de tristeza se noto en su voz - No soy perfecto y me gano como puedo la vida... Neida no tiene a nadie mas ahora mismo...-
Iriya reprimio un escalofrio y se quedó en silencio mirando a Darkeld. El silencio se volvió incomodo mientras Darkeld terminaba de meter los planos en un estuche.
- ¿Comprendes ahora?
Iriya asintió.
----------
Darkeld se quedo contemplando el caminar de Iriya desde la ventana del salón. Sonrio mientras echaba la cortina.
-¿Estas seguro de poder confiar en ella? - La voz de Lyriel le llegó a través de la piedra de comunicación.
- Todo lo que puedo estarlo, tengo más confianza en ella que en muchas personas mas mayores que sin duda se verían mas atraidos por el dinero que por Neida. Y en el caso de que se vieran atraidos por Neida... ya me entiendes.
- Aun así...
- No tengo manera de abandonar la campaña y ganarme la vida sin ser un delincuente o un asesino... no quiero eso de nuevo, ni para mi ni para ella. Y no pienso tener otra vez la discusión de porque tu no puedes ser una ama de casa.
- Mira que eres cabezon, seguro que saldria otra cosa.
Darkeld quedó en silencio mientras la runa de transporte comenzaba a brillar.
'No. Soy lo que soy, alguien tiene que serlo'
- Tu misión consiste en ser su sombra, la protegeras, velaras por ella... si se necesita hablar con alguien tu estaras ahi para escucharla. No eres su guardiana, si no su amiga. Lo mas importante: No le debe pasar nada. Me es igual lo demás ¿Has entendido?
La elfa de sangre tenía el gesto descompuesto.
- No se si nuestro acuerdo...
- Nuestro acuerdo... si quieres que se mantenga igual... requiere de esta tarea, podría buscar a otro para hacerlo, pero entonces... - Darkeld sonrio abiertamente.
Iriya bajo el rostro avergonzada. Hasta ahora el picaro no le había pedido nunca nada y ella vivía con el temor de que antes o despues lo hiciera y no pudiera darselo. Había pasado mucho dinero por sus manos... Terminó mentalmente la frase '¿Pero entonces para que te pago?'
- Yo...
Darkeld se aproximó a la elfa. El tintineo de las monedas era audible en el saquito de monedas que el picaro movia al alcance de su mano.
- Si o no. No requiero de ninguna otra respuesta.
Iriya asintió levemente. Algo en su interior le decía que se arrepentiría a no mucho tardar.
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Isla Fuente del Sol
Neida a primera vista parecía una chica normal que parecía no estar molesta por su expontánea presencia, no sabia si Darkeld le habia dicho algo, pero lo cierto es que no dijo nada del tema. Habia pasado con ella todo el día y no parecía que su tarea fuera a ser especialmente dura. Por todas las advertencias que le habia dado Darkeld se habia temido lo peor, pero pronto averiguo lo que no le habian dicho. La chica se parecía demasiado...
Ahora, ya finalizado el dia, buscaba entre sus pertenencias una carta que un día le había llegado y en la que juraría que se encontraba lo que buscaba. Tras revolver entre sus papeles consiguió encontrarlo.
"A la atención de Iriya Lharen:
Espero que os hayais repuesto de vuestro susto de nuestro encuentro y que no os haya pasado factura la experiencia. Los acontecimientos al fin y al cabo os sonrieron ¿O no? Deberíais tener más cuidado la proxima vez.
Si necesitais algo hacedmelo saber.
Atentamente
Darkeld I'llistrey"
Al releer la nota quedó meditabunda. Cuando leyo la nota por primera vez habia pensado que mucho de lo que se decía era mera educacion... pero habia necesitado ayuda y la puerta de Darkeld no se cerró cuando fue a pedirla. No alcanzaba a comprender como esa persona se había llegado a transformar en una suerte de protector, aunque aun no tuviera muy claro si eso era bueno o malo, dada las actividades que parecían atribuirsele. Lo cierto es que nunca les habia fallado y cada vez que ella o su familia habian necesitado algo, no se habian puesto reparos de ninguna clase.
Y eso habia supuesto mucho... su madre no dejaba de mascullar por lo bajo que ese hombre no era bueno, aunque despues no tenia reparos en coger su dinero.
Iriya suspiro.
Lo único que sabia con seguridad es que la pertenencia a una familia como la suya a Darkeld parecía haberle dado igual, a pesar de la caida en desgracia. Su antiguo apellido aun resonaba en su memoria y trataba de olvidarlo, dudaba mucho que fuera algo que hubiera pasado por alto al picaro, pero este nunca habia mencionado el tema.
'Por lo menos ya se que Neida es su hija'
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Lunargenta
Despues de un dia largo, Iriya fue a ver a Darkeld, este estaba comodamente sentado en el salon de su casa mientras ojeaba unos planos. La sombra invadía la habitación habiendo muy pocas luces encendidas que permitieran ver al completo el salon. El picaro iba ataviado con una sencilla tunica negra.
- ¿Por que no me dijiste que era tu hija?
La pregunta de la paladina arranco una sonrisa a Darkeld. Cogió del armario en el que estaba buscando una pequeña cajita de la cual sacó una pipa labrada. De una de las bolsas de la caja cogió unas hierbas y la prenso con cuidado. Encendio la pipa antes de responder.
- Ese dato no es realmente importante. Pero me alegra que lo hayas averiguado, quizás asi comprendas porque no quiero que le pase nada.
- Pero teneis dinero suficiente como para ponerle guardaespaldas... ¿Por que yo?
Darkeld inhalo el humo de la pipa.
- Quizás algún día te responda a esa pregunta - Darkeld parecía estar de buen humor hoy - pero hoy creo que te tomarías a mal la respuesta. Si me disculpas un momento he de cambiarme.
Iriya no supo si tomarse a bien o no el comentario de Darkeld, la trataba como a una niña, aunque el comentario le causó mas curiosidad que otra cosa ¿Porque se habría de sentir ofendida? Ni que fuera estúpida.
Iriya curioseaba por el salon los objetos que había en varios expositores, había piezas que reconocía... trolls, orcos... aunque habia muchas piezas que sabia de donde podían haber salido, no reconocía el estilo. Darkeld volvió a la habitación, se habia enfundado en su armadura y parecía listo para una incursión.
Iriya se rió por lo bajo.
¿Donde iba a estas horas así? ¿A librar una guerra? ¿Y con esa armadura iba a parar algun golpe? Incluso su armadura protegería mas que ese cuero.
- Espero que mañana estes aqui de nuevo... en caso de que no... volviera, he dejado una serie de ordenes para que no os falte nada a Neida y a ti, al menos mientras continues con tus servicios.
La paladina reprimió una carcajada - Hablas como si no fueras a volver ¿Que iba a pasarte? Las calles de lunargenta no son inseguras -
Darkeld devolvió la sonrisa, pareciendo casi risueño - Esta noche visitare el templo oscuro ¿Tendrias tu la seguridad de volver? - un deje de tristeza se noto en su voz - No soy perfecto y me gano como puedo la vida... Neida no tiene a nadie mas ahora mismo...-
Iriya reprimio un escalofrio y se quedó en silencio mirando a Darkeld. El silencio se volvió incomodo mientras Darkeld terminaba de meter los planos en un estuche.
- ¿Comprendes ahora?
Iriya asintió.
----------
Darkeld se quedo contemplando el caminar de Iriya desde la ventana del salón. Sonrio mientras echaba la cortina.
-¿Estas seguro de poder confiar en ella? - La voz de Lyriel le llegó a través de la piedra de comunicación.
- Todo lo que puedo estarlo, tengo más confianza en ella que en muchas personas mas mayores que sin duda se verían mas atraidos por el dinero que por Neida. Y en el caso de que se vieran atraidos por Neida... ya me entiendes.
- Aun así...
- No tengo manera de abandonar la campaña y ganarme la vida sin ser un delincuente o un asesino... no quiero eso de nuevo, ni para mi ni para ella. Y no pienso tener otra vez la discusión de porque tu no puedes ser una ama de casa.
- Mira que eres cabezon, seguro que saldria otra cosa.
Darkeld quedó en silencio mientras la runa de transporte comenzaba a brillar.
'No. Soy lo que soy, alguien tiene que serlo'
Última edición por Darkeld el Miér 17 Sep 2008, 15:49, editado 1 vez
Darkeld- De profesión: Cabrón
- Juego : WoW
Clan : Blood Thirst - Recios
Antigüedad : 27/09/2007
Mensajes : 1471
Edad : 43
Re: Walking the way
Un mes antes...
Cavernas del Tiempo
Darkeld miraba las fluctuaciones de energía de un paisaje de hacía veinte años, pudiendo reconocer el mismo. La ciudad de lunargenta como era tiempo antes del ataque de Arthas. La imagen llegaba ligeramente distorsionada a través del portal, como si surgiera vapor de ella.
El picaro dejó de mirar la imagen, en unos segundos habría cambiado y el momento se perdería entre la infinidad de ellos que había en este lugar. Durante un momento se preguntó por el valor de los momentos y el tiempo pasado. La importancia que se le daba resultaba irrisoria en un lugar como este. Además tenía cosas mas importantes que atender.
Neida lloraba a lágrima viva y con sus gritos estaba montando un pequeño escándalo por el sistema de cavernas.
Darkeld sujetaba el pañal limpio con los dientes mientras quitaba el pañal sucio tratando de no hacer daño a la niña, usando el espaldar de la mochila como plataforma pasó a limpiarla con cuidado. Se aseguró de haberla limpiado bien antes de poner el nuevo pañal.
Un par de inmensos dragonantes que patrullaban la zona quedaron mirando a la niña antes de seguir con su tarea. Parecía que los gritos habían llegado lejos, aunque los guardianes no dijeron nada
Mientras daba un pequeño paseo, Darkeld fue acunando a la niña, tarareando una nana por lo bajo para no sobresaltarla. Parecía que tenía mas sueño que otra cosa. Agradeció mentalmente a los dioses mientras suspiraba, el viaje estaba sacando a la niña de sus horas habituales y el picaro habia dormido muy poco en los últimos días.
Cuando la niña se hubo dormido el picaro sonrió. La mataría de no ser su hija. De todas las cosas que había hecho en su vida esta se le antojaba la más difícil de todas... sobre todo ahora que Presea ya no estaba. Su gesto se volvió sombrio durante unos segundos. Continuó acunando a la niña.
-----------
La sacerdotisa le miraba mientras hablaban.
Darkeld daba el biberón a la niña tratando que no se atragantara. Lianne seguía con la mirada al picaro mientras este se movía con la niña.
- 'Eso' nos puede dar problemas - Lianne pasó a mirar a la niña.
Darkeld pareció durante un momento molesto, pero no dijo nada.
- No pretenderas llevartela con nosotros...¿Verdad? -
El picaro continuo dando de comer a la niña sin decir nada, pero miro durante un instante con vehemencia a la sacerdotisa.
- Haz lo que quieras -
La sacerdotisa volvió con los demás oficiales... no parecía demasiado enfadada, al fin y al cabo de no haber querido a la niña solo tendría que haberlo dicho.
Por desgracia a Darkeld no le quedaban muchas más opciones. La única familia que aun le quedaba era Drazzar y este había partido hacía dos semanas a comprobar los rumores de una nueva ruta comercial al norte de Lunargenta y no parecía que fuera a volver en poco tiempo. Lo cierto es que las personas a las que confiaría a su hija no iba a pedirles semejante favor o estaban con él en la cavernas del tiempo.
Kruger interrumpio los pensamientos del picaro.
- Mi pueblo usa remedios naturales para las crias que dan problemas - Darkeld comprobó que el inmenso guerrero tauren tamborileaba suavemente con los dedos sobre su maza.
Darkeld enarcó una ceja y sonrió.
- Casi mejor que no.
---------
Darkeld depositó con cuidado a Neida en el arnés que llevaba al efecto atado en el pecho. Se aseguró de que las correas no tocaran directamente a la niña y que no estuviera demasiado apretado para ella. Rezó para que Neida no despertara.
El picaro avanzó con el resto de la Legion hacia el portal.
'Allá vamos'
Cavernas del Tiempo
Darkeld miraba las fluctuaciones de energía de un paisaje de hacía veinte años, pudiendo reconocer el mismo. La ciudad de lunargenta como era tiempo antes del ataque de Arthas. La imagen llegaba ligeramente distorsionada a través del portal, como si surgiera vapor de ella.
El picaro dejó de mirar la imagen, en unos segundos habría cambiado y el momento se perdería entre la infinidad de ellos que había en este lugar. Durante un momento se preguntó por el valor de los momentos y el tiempo pasado. La importancia que se le daba resultaba irrisoria en un lugar como este. Además tenía cosas mas importantes que atender.
Neida lloraba a lágrima viva y con sus gritos estaba montando un pequeño escándalo por el sistema de cavernas.
Darkeld sujetaba el pañal limpio con los dientes mientras quitaba el pañal sucio tratando de no hacer daño a la niña, usando el espaldar de la mochila como plataforma pasó a limpiarla con cuidado. Se aseguró de haberla limpiado bien antes de poner el nuevo pañal.
Un par de inmensos dragonantes que patrullaban la zona quedaron mirando a la niña antes de seguir con su tarea. Parecía que los gritos habían llegado lejos, aunque los guardianes no dijeron nada
Mientras daba un pequeño paseo, Darkeld fue acunando a la niña, tarareando una nana por lo bajo para no sobresaltarla. Parecía que tenía mas sueño que otra cosa. Agradeció mentalmente a los dioses mientras suspiraba, el viaje estaba sacando a la niña de sus horas habituales y el picaro habia dormido muy poco en los últimos días.
Cuando la niña se hubo dormido el picaro sonrió. La mataría de no ser su hija. De todas las cosas que había hecho en su vida esta se le antojaba la más difícil de todas... sobre todo ahora que Presea ya no estaba. Su gesto se volvió sombrio durante unos segundos. Continuó acunando a la niña.
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La sacerdotisa le miraba mientras hablaban.
Darkeld daba el biberón a la niña tratando que no se atragantara. Lianne seguía con la mirada al picaro mientras este se movía con la niña.
- 'Eso' nos puede dar problemas - Lianne pasó a mirar a la niña.
Darkeld pareció durante un momento molesto, pero no dijo nada.
- No pretenderas llevartela con nosotros...¿Verdad? -
El picaro continuo dando de comer a la niña sin decir nada, pero miro durante un instante con vehemencia a la sacerdotisa.
- Haz lo que quieras -
La sacerdotisa volvió con los demás oficiales... no parecía demasiado enfadada, al fin y al cabo de no haber querido a la niña solo tendría que haberlo dicho.
Por desgracia a Darkeld no le quedaban muchas más opciones. La única familia que aun le quedaba era Drazzar y este había partido hacía dos semanas a comprobar los rumores de una nueva ruta comercial al norte de Lunargenta y no parecía que fuera a volver en poco tiempo. Lo cierto es que las personas a las que confiaría a su hija no iba a pedirles semejante favor o estaban con él en la cavernas del tiempo.
Kruger interrumpio los pensamientos del picaro.
- Mi pueblo usa remedios naturales para las crias que dan problemas - Darkeld comprobó que el inmenso guerrero tauren tamborileaba suavemente con los dedos sobre su maza.
Darkeld enarcó una ceja y sonrió.
- Casi mejor que no.
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Darkeld depositó con cuidado a Neida en el arnés que llevaba al efecto atado en el pecho. Se aseguró de que las correas no tocaran directamente a la niña y que no estuviera demasiado apretado para ella. Rezó para que Neida no despertara.
El picaro avanzó con el resto de la Legion hacia el portal.
'Allá vamos'
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Edad : 43
Re: Walking the way
Cercanías del Monte Hyjal
Darkeld se encontró recostado contra una pared con varios compañeros más. Vendajes y sangre en todos ellos.
'El grupo de los heridos'
El picaro no sabía que había pasado, ni como había llegado allí. Trató de incorporarse, pero un dolor agudo en el costado le hizo abandonar la idea.
'Mala idea, mala idea, ya me estoy quieto'
Un grueso vendaje cubría la mayor parte de su torso. En él eran visibles aun huellas da la sangre que habia quedado atrapada en la tela. Demasiada sangre. Darkeld se tocó el costado izquierdo con cuidado... tratando de calibrar el daño. Pasó los dedos con cuidado por encima de las costillas. Notó la sangre humedeciendo las vendas.
'... Tres... Cuatro...'
El picaro suspiró dolorido... cuatro costillas rotas y alguna parecía que habia atravesado la piel.
'... que me dejen inconsciente...'
Una sombra le sacó de sus pensamientos, uno de los curanderos de la alianza se acercó para examinarle. Sin mucho tacto comenzó a quitarle el vendaje, arrancandole a Darkeld un grito de dolor cuando la venda se enganchó en una de las costillas rotas que habia quedado al aire.
Darkeld recordó a que se debía la herida. Una de esas enormes abominaciones simplemente había pasado por encima suya. Por suerte no lo habia pisoteado mucho o ahora estaria esparcido por el suelo de la base de la alianza.
'La madre que te pario, elfo de mierda'
El picaro lanzaba miradas envenenadas al curandero de la alianza, un alto elfo, que le estaba atendiendo. Parecía seguro de saber que se traía entre manos pero a Darkeld le estaban dando ganas de saltarle los ojos. Sin ningun cuidado limpiaba las heridas y le recolocó dos de las costillas que no habían quedado demasiado dañadas metiendo directamente los dedos en la herida.
Darkeld vió como pedía ayuda a uno de los suyos tras examinar las heridas que aun no habian tratado.
'Esto va a doler'
-----------------
Una hora mas tarde Darkeld había dejado de maldecir la raza de los altos elfos. No sabía como era posible que las heridas que le curaron con magia le hubieran dolido más que las otras. Las costillas aun le dolían cada vez que respiraba, pero al menos podía moverse.
Y tenía cosas que hacer.
Abandonó el improvisado hospital junto al muro de la herrería y se dirigió a donde se levantaba el campamento, los heridos habian disminuido mientras los curanderos se iban haciendo cargo de ellos. Se encamino a paso ligero hacia su tienda, había dejado con una joven humana a Neida durante el ataque. Le habían dicho que el ataque se había contenido bien y que no habían llegado a romper la línea, lo cual agradeció a los dioses.
Una elfa de sangre hacía pucheros a Neida mientras la cambiaba. Darkeld sonrió a Lyriel.
- Creía que la había dejado con una humana del pueblo, aunque no me molesta el cambio - Darkeld comenzó a rebuscar entre sus mochilas lo necesario para poder hacerle la comida a Neida. Contuvo las lágrimas cuando se agachó a recoger su mochila.
- 'Ay...'
La cazadora guiñó el ojo a Neida cuando hubo terminado de cambiarla.
- Suerte que estoy aquí, tu papa es un poco tonto y se pone en el camino de los bichos malos para ver si lo pisan un poco.
Una cantimplora pasó a poca distancia de la cabeza de Lyriel que tuvo que agacharse para evitar el golpe.
- Con tan mala puntería no se como te admitieron.
Darkeld preparó varios cuchillos para lanzar, pero abandonó la idea cuando Lyriel cogió a la niña en brazos. Con malhumor continuo buscando las cosas que aun le faltaban para preparar la comida a Neida. Quizás en el pueblo hubiera alguna mujer que hubiera dado a luz recientemente, pero no sabía si podía arriegarse o si le sentaría mal la leche a la niña.
Con un suspiro comenzó a calentar la leche.
--------------
- ¿Cuanto tiempo estaremos aquí?
- Hasta que acabemos nuestro trabajo.
La respuesta no dejaba mucho lugar a duda. Lianne habia sido muy clara. La conversacion que se había dado durante la cena trato basicamente de aspectos de la campaña. Para ser el primer día no habia salido mal. No deberían tardar mas de unos meses en terminar su trabajo aquí.
Darkeld abandonó la mesa al poco y se dirigió a la tienda. Había dejado a Neida durmiendo y quería comprobar que todo estuviera bien.
Se movió en silencio cuando estuvo en el interior de la tienda tratando de esquivar los objetos esparcidos por el suelo para no hacer ruido. Comprobó con una sonrisa que Neida estuviera bien.
'Parece que nos quedaremos un tiempo por aquí'
Darkeld se encontró recostado contra una pared con varios compañeros más. Vendajes y sangre en todos ellos.
'El grupo de los heridos'
El picaro no sabía que había pasado, ni como había llegado allí. Trató de incorporarse, pero un dolor agudo en el costado le hizo abandonar la idea.
'Mala idea, mala idea, ya me estoy quieto'
Un grueso vendaje cubría la mayor parte de su torso. En él eran visibles aun huellas da la sangre que habia quedado atrapada en la tela. Demasiada sangre. Darkeld se tocó el costado izquierdo con cuidado... tratando de calibrar el daño. Pasó los dedos con cuidado por encima de las costillas. Notó la sangre humedeciendo las vendas.
'... Tres... Cuatro...'
El picaro suspiró dolorido... cuatro costillas rotas y alguna parecía que habia atravesado la piel.
'... que me dejen inconsciente...'
Una sombra le sacó de sus pensamientos, uno de los curanderos de la alianza se acercó para examinarle. Sin mucho tacto comenzó a quitarle el vendaje, arrancandole a Darkeld un grito de dolor cuando la venda se enganchó en una de las costillas rotas que habia quedado al aire.
Darkeld recordó a que se debía la herida. Una de esas enormes abominaciones simplemente había pasado por encima suya. Por suerte no lo habia pisoteado mucho o ahora estaria esparcido por el suelo de la base de la alianza.
'La madre que te pario, elfo de mierda'
El picaro lanzaba miradas envenenadas al curandero de la alianza, un alto elfo, que le estaba atendiendo. Parecía seguro de saber que se traía entre manos pero a Darkeld le estaban dando ganas de saltarle los ojos. Sin ningun cuidado limpiaba las heridas y le recolocó dos de las costillas que no habían quedado demasiado dañadas metiendo directamente los dedos en la herida.
Darkeld vió como pedía ayuda a uno de los suyos tras examinar las heridas que aun no habian tratado.
'Esto va a doler'
-----------------
Una hora mas tarde Darkeld había dejado de maldecir la raza de los altos elfos. No sabía como era posible que las heridas que le curaron con magia le hubieran dolido más que las otras. Las costillas aun le dolían cada vez que respiraba, pero al menos podía moverse.
Y tenía cosas que hacer.
Abandonó el improvisado hospital junto al muro de la herrería y se dirigió a donde se levantaba el campamento, los heridos habian disminuido mientras los curanderos se iban haciendo cargo de ellos. Se encamino a paso ligero hacia su tienda, había dejado con una joven humana a Neida durante el ataque. Le habían dicho que el ataque se había contenido bien y que no habían llegado a romper la línea, lo cual agradeció a los dioses.
Una elfa de sangre hacía pucheros a Neida mientras la cambiaba. Darkeld sonrió a Lyriel.
- Creía que la había dejado con una humana del pueblo, aunque no me molesta el cambio - Darkeld comenzó a rebuscar entre sus mochilas lo necesario para poder hacerle la comida a Neida. Contuvo las lágrimas cuando se agachó a recoger su mochila.
- 'Ay...'
La cazadora guiñó el ojo a Neida cuando hubo terminado de cambiarla.
- Suerte que estoy aquí, tu papa es un poco tonto y se pone en el camino de los bichos malos para ver si lo pisan un poco.
Una cantimplora pasó a poca distancia de la cabeza de Lyriel que tuvo que agacharse para evitar el golpe.
- Con tan mala puntería no se como te admitieron.
Darkeld preparó varios cuchillos para lanzar, pero abandonó la idea cuando Lyriel cogió a la niña en brazos. Con malhumor continuo buscando las cosas que aun le faltaban para preparar la comida a Neida. Quizás en el pueblo hubiera alguna mujer que hubiera dado a luz recientemente, pero no sabía si podía arriegarse o si le sentaría mal la leche a la niña.
Con un suspiro comenzó a calentar la leche.
--------------
- ¿Cuanto tiempo estaremos aquí?
- Hasta que acabemos nuestro trabajo.
La respuesta no dejaba mucho lugar a duda. Lianne habia sido muy clara. La conversacion que se había dado durante la cena trato basicamente de aspectos de la campaña. Para ser el primer día no habia salido mal. No deberían tardar mas de unos meses en terminar su trabajo aquí.
Darkeld abandonó la mesa al poco y se dirigió a la tienda. Había dejado a Neida durmiendo y quería comprobar que todo estuviera bien.
Se movió en silencio cuando estuvo en el interior de la tienda tratando de esquivar los objetos esparcidos por el suelo para no hacer ruido. Comprobó con una sonrisa que Neida estuviera bien.
'Parece que nos quedaremos un tiempo por aquí'
Darkeld- De profesión: Cabrón
- Juego : WoW
Clan : Blood Thirst - Recios
Antigüedad : 27/09/2007
Mensajes : 1471
Edad : 43
Re: Walking the way
Bueno... he descansado, me he puesto enfermo, me he recuperado, me he distraido, he escuchado música... y el mono de escribir ha vuelto xD.
Esperando que les guste.
---------------------------------------------------
Darkeld observaba el paisaje expectante.
El otoño avanzaba y la línea del bosque que tenían a su derecha comenzaba a amarillear. Los bosques cercanos a Lunargenta parecían perennes en ese sentido, parecía que allí todo debía de ser siempre igual y perfecto, controlando incluso la poblacion de animales que vivía en ellos. Sin embargo aquí la vida se habría paso a su voluntad creando algo único. Los diferentes tonos se mezclaban dando lugar a un mosaico de colores que hipnotizaba cuando el viento agitaba las copas de los arboles.
Darkeld sintió pena.
Formas vagamente humanoides comenzaron a salir del bosque, dejando un camino de desolacion por alli por donde pisaban. Las lentes que llevaba le permitieron examinar el avance con mas detenimiento.
Como de costumbre los Ghouls abrían la marcha, siendo seguidos por el grueso de la fuerza... Abominaciones, nigromantes. No habia rastro del objetivo principal. Retiró las lentes de sus ojos durante un momento y miro al cazador que tenia a su lado.
Este jugaba con una serie de detonadores que tenía preparados a sus pies. Cables salían de ellos y se perdían en dirección al bosque.
- Parece otra avanzadilla Mestizo, nada del Lich.
El cazador sonrió.
- Tu no te preocupes, Darkeld, aparecerá...
- Si no aparece pronto esto no va a ser muy efectivo -
El pícaro se ajusto de nuevo las lentes y continuo oteando las fuerzas de no-muertos, si continuaban avanzando mas perderían la oportunidad y habrian malgastado mucho esfuerzo en vano, eso sin contar con el hecho de que como descubrieran lo que se les venía encima modificarían su avance. Por suerte, un movimiento extraño en el bosque le llamo la atención. Los arboles se estaban... ¿Helando?
- Parece que vas a tener razón - La sonrisa del pícaro era genuina.
Una bengala se elevó en el aire desde un punto cercano.
Mestizó comenzó a pulsar los detonadores.
Los colores ocres y pardos del bosque se vieron consumidos por las explosiones y el fuego.
Un muro de fuego lo consumió todo mientras la tierra temblaba.
"Una ola de destruccion..."
----
¿Que clase de persona lo dejaba todo de lado por un viaje?
Darkeld fintó un golpe a la derecha mientras apoyaba todo su peso sobre el pie izquierdo.
¿Su mision como diplomática...?
El picaro pivotó sobre su pierna izquierda, teniendo una panorámica perfecta del lateral de su adversario.
Ya ni siquiera era diplomática... tan siquiera pertenecía al clan que le designo esa tarea.
El siguiente golpe de su adversario era un golpe alto pero Darkeld ya había caído demasiadas veces en errores parecidos y no estaba dentro de la distancia en la que sería alcanzado.
¿Entonces porque?
Darkeld avanzó un paso mientras su espada atravesaba el cuerpo de su adversario. Al ghoul parecío importarle poco y trató de agarrarlo.
Siempre huiste... mentirosa.
Con un grito de rabia Darkeld descargó su otra espada contra el craneo del ghoul. El cuerpo dejó de moverse.
Darkeld buscó otro objetivo.
--------
Mestizo se aproximó al picaro. Su mascota olfateaba el aire, tratando de captar algo inexistente para los sentidos de las personas, pero permaneciendo tranquila. La mano de Mestizo la acariciaba distraidamente.
- Se te ve distraido. Deberías estar contento... hoy hemos progresado mucho, pronto estaremos en casa - Mestizo tendió algo de comida al pícaro.
Darkeld asintió de forma mecánica, poco convencido. Acepto la comida con una inclinación de la cabeza.
- Tienes dos hijas esperándote y una mujer... Tu... cada vez que hablas de ellas... se te ilumina la cara...
El cazador palmeó la espalda del picaro con fuerza.
- Le das demasiadas vueltas a las cosas. Lo verás más claro cuando vuelvas a casa.
--------
Lunargenta
Darkeld comprobó que la casa estaba vacía. No habia noticias de Presea ni de Drazzar. La casa permanecía en silencio.
"Otra vez... otra vez... nuevamente citas de madrugada... nuevamente..."
El picaro pateo con tanta fuerza una de las sillas que despertó a la niña.
Trató de calmarse lo mejor que pudo y comenzó a acunarla, la niña no dejaría de llorar hasta que no lo hubiera conseguido.
--------
Dejó una breve nota en el recibidor de la casa.
Despues de pensarlo un rato cogió la nota y la quemó. Las cenizas de la nota acompañaron a las de los borradores previos.
Darkeld se sintió liberado.
"Adios, Sir Darkeld"
Las llamas se extendieron por la propiedad.
"Encontraras lo que yo a tu lado... incertidumbre, cenizas y sombras"
--------
Darkeld se encontró una vez más delante de los portales de las cavernas del tiempo.
Esta vez no tenia un objetivo como la última vez... pero no sentía incertidumbre.
Más de una vez se le había pasado por la cabeza la pregunta "¿Estás haciendo lo correcto?"
Lo cierto es que la respuesta le daba igual.
Sir Darkeld murió con sus promesas.
Era tiempo de criar a su hija.
- Tienes mucho camino por delante Neida.
Darkeld atravesó el portal mientras hacía carantoñas a su hija.
Esperando que les guste.
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Darkeld observaba el paisaje expectante.
El otoño avanzaba y la línea del bosque que tenían a su derecha comenzaba a amarillear. Los bosques cercanos a Lunargenta parecían perennes en ese sentido, parecía que allí todo debía de ser siempre igual y perfecto, controlando incluso la poblacion de animales que vivía en ellos. Sin embargo aquí la vida se habría paso a su voluntad creando algo único. Los diferentes tonos se mezclaban dando lugar a un mosaico de colores que hipnotizaba cuando el viento agitaba las copas de los arboles.
Darkeld sintió pena.
Formas vagamente humanoides comenzaron a salir del bosque, dejando un camino de desolacion por alli por donde pisaban. Las lentes que llevaba le permitieron examinar el avance con mas detenimiento.
Como de costumbre los Ghouls abrían la marcha, siendo seguidos por el grueso de la fuerza... Abominaciones, nigromantes. No habia rastro del objetivo principal. Retiró las lentes de sus ojos durante un momento y miro al cazador que tenia a su lado.
Este jugaba con una serie de detonadores que tenía preparados a sus pies. Cables salían de ellos y se perdían en dirección al bosque.
- Parece otra avanzadilla Mestizo, nada del Lich.
El cazador sonrió.
- Tu no te preocupes, Darkeld, aparecerá...
- Si no aparece pronto esto no va a ser muy efectivo -
El pícaro se ajusto de nuevo las lentes y continuo oteando las fuerzas de no-muertos, si continuaban avanzando mas perderían la oportunidad y habrian malgastado mucho esfuerzo en vano, eso sin contar con el hecho de que como descubrieran lo que se les venía encima modificarían su avance. Por suerte, un movimiento extraño en el bosque le llamo la atención. Los arboles se estaban... ¿Helando?
- Parece que vas a tener razón - La sonrisa del pícaro era genuina.
Una bengala se elevó en el aire desde un punto cercano.
Mestizó comenzó a pulsar los detonadores.
Los colores ocres y pardos del bosque se vieron consumidos por las explosiones y el fuego.
Un muro de fuego lo consumió todo mientras la tierra temblaba.
"Una ola de destruccion..."
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¿Que clase de persona lo dejaba todo de lado por un viaje?
Darkeld fintó un golpe a la derecha mientras apoyaba todo su peso sobre el pie izquierdo.
¿Su mision como diplomática...?
El picaro pivotó sobre su pierna izquierda, teniendo una panorámica perfecta del lateral de su adversario.
Ya ni siquiera era diplomática... tan siquiera pertenecía al clan que le designo esa tarea.
El siguiente golpe de su adversario era un golpe alto pero Darkeld ya había caído demasiadas veces en errores parecidos y no estaba dentro de la distancia en la que sería alcanzado.
¿Entonces porque?
Darkeld avanzó un paso mientras su espada atravesaba el cuerpo de su adversario. Al ghoul parecío importarle poco y trató de agarrarlo.
Siempre huiste... mentirosa.
Con un grito de rabia Darkeld descargó su otra espada contra el craneo del ghoul. El cuerpo dejó de moverse.
Darkeld buscó otro objetivo.
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Mestizo se aproximó al picaro. Su mascota olfateaba el aire, tratando de captar algo inexistente para los sentidos de las personas, pero permaneciendo tranquila. La mano de Mestizo la acariciaba distraidamente.
- Se te ve distraido. Deberías estar contento... hoy hemos progresado mucho, pronto estaremos en casa - Mestizo tendió algo de comida al pícaro.
Darkeld asintió de forma mecánica, poco convencido. Acepto la comida con una inclinación de la cabeza.
- Tienes dos hijas esperándote y una mujer... Tu... cada vez que hablas de ellas... se te ilumina la cara...
El cazador palmeó la espalda del picaro con fuerza.
- Le das demasiadas vueltas a las cosas. Lo verás más claro cuando vuelvas a casa.
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Lunargenta
Darkeld comprobó que la casa estaba vacía. No habia noticias de Presea ni de Drazzar. La casa permanecía en silencio.
"Otra vez... otra vez... nuevamente citas de madrugada... nuevamente..."
El picaro pateo con tanta fuerza una de las sillas que despertó a la niña.
Trató de calmarse lo mejor que pudo y comenzó a acunarla, la niña no dejaría de llorar hasta que no lo hubiera conseguido.
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Dejó una breve nota en el recibidor de la casa.
Despues de pensarlo un rato cogió la nota y la quemó. Las cenizas de la nota acompañaron a las de los borradores previos.
Darkeld se sintió liberado.
"Adios, Sir Darkeld"
Las llamas se extendieron por la propiedad.
"Encontraras lo que yo a tu lado... incertidumbre, cenizas y sombras"
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Darkeld se encontró una vez más delante de los portales de las cavernas del tiempo.
Esta vez no tenia un objetivo como la última vez... pero no sentía incertidumbre.
Más de una vez se le había pasado por la cabeza la pregunta "¿Estás haciendo lo correcto?"
Lo cierto es que la respuesta le daba igual.
Sir Darkeld murió con sus promesas.
Era tiempo de criar a su hija.
- Tienes mucho camino por delante Neida.
Darkeld atravesó el portal mientras hacía carantoñas a su hija.
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Edad : 43
Re: Walking the way
Nada, nada... un sociópata con corazoncito.
/superb
Para q luego digas q no te hago caso
:'(
/superb
Para q luego digas q no te hago caso
:'(
Re: Walking the way
Lunargenta
- ¿Te gusta entonces?
Darkeld observaba a Neida desde practicamente la entrada de la tienda atento al tráfico de la calle. Sonrió a su hija en señal de aprobación.
- Ya es hora de que tengas ropa un poco más "civilizada".
Neida sonrio mientras continuaba haciendo flotar el vuelo del vestido delante del espejo.
El elfo de sangre no habia cambiado en exceso, pero el paso del tiempo comenzaba a pasarle factura. Delgadas canas se confundían con el pelo rubio y las arrugas se acentuaban más que antaño. Se encontraba en buena forma... pero la juventud... era una fuerza que ya no tenía.
"Algo malo tenia que tener la idea"
Se pasó la mano por el cuello, un acto inconsciente que se habia convertido en costumbre, bordeando con los dedos una cicatriz que por poco acaba con su vida.
Pero Neida...
"No se si ha sido buena idea volver ahora... voy a tener que andar apartando moscones todo el día"
Darkeld gruñó por lo bajo mientras miraba a la calle.
"Han pasado solo dos meses aquí..." Darkeld sonrió "Pero ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que pise esta ciudad..."
Neida podría pasar por tener unos 20 años si se la comparaba con una humana... pero no era humana... la longevidad de los elfos de la sangre palidecía en comparación con la de los elfos de la noche... pero aun así... 120 años... habían pasado volando. El tiempo gastado en otro tiempo gracias a las cavernas del tiempo le había dado a Darkeld la oportunidad de criar a Neida... sin demasiadas guerras de por medio.
Para los lobos vivir junto a los humanos se hacía muchas veces insoportable... por suerte para Darkeld, Neida no pareció en contra de abandonarlo todo cuando hubo crecido, aunque la duda siempre tenía cabida con ese pensamiento.
Darkeld dejó a su hija en la tienda mientras esta seguía probandose ropa.
"Solo espero que no compre la tienda también"
La ciudad estaba igual que la recordaba. No habia cambiado un ápice... aunque la verdad, no era extraño. Se encaminó hacia la sociedad de arquitectos con buen paso, tenía muchas cosas que hacer aún.
--------------
La casa era demasiado grande para el gusto de Darkeld, pero no sabía decirle que no a su hija. La biblioteca de la casa era simplemente enorme, formando parte del salon y contando con dos pisos. Una chimenea que llevaba tiempo sin usarse vigilaba silenciosa el conjunto del salon.
- Te habrás dado cuenta de que vas a tener que llenarla de libros ¿No?
Neida asintió y sacó unos cuantos libros de la bolsa que llevaba con ella, depositandolos en una estantería cercana.
- Ya he empezado.
Darkeld no pudo evitar sonreir.
- De acuerdo, nos la quedamos.
--------------
"De vuelta a la normalidad"
Darkeld sonreía mientras se pegaba a las sombras de la fortaleza de Naxxramas.
Algunas cosas no cambiaban. Había echado de menos esto.
--------------
- ¿Papa, como conocistes a Iriya?
Darkeld miró a su hija sorprendido... no se terminaba de acostumbrar al sonido de esa palabra, papa... le hacía sentirse viejo. Cambió de postura en el sillón y se tomó su tiempo antes de dar una respuesta.
- Bueno, no tiene mucho misterio ¿Porque quieres saberlo?
Darkeld sonrio a su hija. Comenzó a cargar su pipa con hierbas mientras esta pensaba en la respuesta.
- ¿Curiosidad?
El elfo sonrio nuevamente.
- Es un buen motivo - Darkeld encendió la pipa y dejó que sus recuerdos volaran con el humo - Verás... -
- ¿Te gusta entonces?
Darkeld observaba a Neida desde practicamente la entrada de la tienda atento al tráfico de la calle. Sonrió a su hija en señal de aprobación.
- Ya es hora de que tengas ropa un poco más "civilizada".
Neida sonrio mientras continuaba haciendo flotar el vuelo del vestido delante del espejo.
El elfo de sangre no habia cambiado en exceso, pero el paso del tiempo comenzaba a pasarle factura. Delgadas canas se confundían con el pelo rubio y las arrugas se acentuaban más que antaño. Se encontraba en buena forma... pero la juventud... era una fuerza que ya no tenía.
"Algo malo tenia que tener la idea"
Se pasó la mano por el cuello, un acto inconsciente que se habia convertido en costumbre, bordeando con los dedos una cicatriz que por poco acaba con su vida.
Pero Neida...
"No se si ha sido buena idea volver ahora... voy a tener que andar apartando moscones todo el día"
Darkeld gruñó por lo bajo mientras miraba a la calle.
"Han pasado solo dos meses aquí..." Darkeld sonrió "Pero ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que pise esta ciudad..."
Neida podría pasar por tener unos 20 años si se la comparaba con una humana... pero no era humana... la longevidad de los elfos de la sangre palidecía en comparación con la de los elfos de la noche... pero aun así... 120 años... habían pasado volando. El tiempo gastado en otro tiempo gracias a las cavernas del tiempo le había dado a Darkeld la oportunidad de criar a Neida... sin demasiadas guerras de por medio.
Para los lobos vivir junto a los humanos se hacía muchas veces insoportable... por suerte para Darkeld, Neida no pareció en contra de abandonarlo todo cuando hubo crecido, aunque la duda siempre tenía cabida con ese pensamiento.
Darkeld dejó a su hija en la tienda mientras esta seguía probandose ropa.
"Solo espero que no compre la tienda también"
La ciudad estaba igual que la recordaba. No habia cambiado un ápice... aunque la verdad, no era extraño. Se encaminó hacia la sociedad de arquitectos con buen paso, tenía muchas cosas que hacer aún.
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La casa era demasiado grande para el gusto de Darkeld, pero no sabía decirle que no a su hija. La biblioteca de la casa era simplemente enorme, formando parte del salon y contando con dos pisos. Una chimenea que llevaba tiempo sin usarse vigilaba silenciosa el conjunto del salon.
- Te habrás dado cuenta de que vas a tener que llenarla de libros ¿No?
Neida asintió y sacó unos cuantos libros de la bolsa que llevaba con ella, depositandolos en una estantería cercana.
- Ya he empezado.
Darkeld no pudo evitar sonreir.
- De acuerdo, nos la quedamos.
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"De vuelta a la normalidad"
Darkeld sonreía mientras se pegaba a las sombras de la fortaleza de Naxxramas.
Algunas cosas no cambiaban. Había echado de menos esto.
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- ¿Papa, como conocistes a Iriya?
Darkeld miró a su hija sorprendido... no se terminaba de acostumbrar al sonido de esa palabra, papa... le hacía sentirse viejo. Cambió de postura en el sillón y se tomó su tiempo antes de dar una respuesta.
- Bueno, no tiene mucho misterio ¿Porque quieres saberlo?
Darkeld sonrio a su hija. Comenzó a cargar su pipa con hierbas mientras esta pensaba en la respuesta.
- ¿Curiosidad?
El elfo sonrio nuevamente.
- Es un buen motivo - Darkeld encendió la pipa y dejó que sus recuerdos volaran con el humo - Verás... -
Darkeld- De profesión: Cabrón
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Edad : 43
Re: Walking the way
"Papá".... "papá"....
Todos sabemos de donde viene el nombre de Neida...
Cuídala bien!!
PD: esta chula la historia, aunque me intriga más la de Iriya... ta wena?
Todos sabemos de donde viene el nombre de Neida...
Cuídala bien!!
PD: esta chula la historia, aunque me intriga más la de Iriya... ta wena?
Recios :: JUEGOS :: World of Warcraft :: [WoW] Rol
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