Duras conclusiones y nuevos comienzos

**Urtoroth** Vie 20 Jun 2008, 19:53

Viene de El Error. Para el que le interese...
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- ¡Sí, sí!- afirmaba con una gran sonrisa en la cara- ¡Y entonces sentí un dolor horrible en un costado, pero la gracia divina estaba con Recios!
- ¡No pares que me tienes en ascuas!- gritó sin moderación el elfo rubio.

Miró al techo en un gesto dramático y levantó las manos. Su hermana abría los ojos con desmesura y su hermano sonreía con un deje de orgullo en el rostro.

- Invoqué el poder de la imposición de manos y, gracias sean dadas a los de tu clase, hermano, ¡¡derrotamos al Príncipe eredar!!

Cúnnandur suspiró admirado, Káliethis boquiabierta miraba a Erunámo sin articular palabra y el paladín pestañeó un par de veces antes de bajar los brazos de nuevo.

- Y así salimos Recios de Karazhan...- acabó con voz templada- Es sorprendente cómo pueden cambiar las tornas cuando confías en los que te acompañan.
- ¿Lo ves, mendrugo de pan duro?- afirmó Kál- Incluso la Luz se pone de tu parte si dejas a un lado la ira...
- Desde luego hemos aprendido una lección- decía Cúnnandur mientras se abrazaba a su hermana- Los tres, ¿verdad?

Námo apoyó una mano sobre el hombro de Cúnn y apretó con gesto de camaradería.

- Y lo que me queda, hermano- sonrió-. Y lo que me queda...

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Erunámo se afanaba en pulir su escudo sentado en el porche de la residencia que volvía a habitar con sus hermanos en Silvermoon. Mientras, Cúnnandur, en el jardín exterior, rezaba algún tipo de conjuro que
hacía brillar sus manos en el color verde de las esmeraldas pupilas élficas. El paladín detuvo su tarea para fijarse en las prácticas de Cúnn. Dejó a un lado el escudo, apoyado contra la pared de la casa y apoyó los codos en las rodillas.

Sus cejas colapsaban en un gesto de esfuerzo sobrehumano. Atraía energías de un plano de maldad pura y su esfuerzo por sobreponerse a ellas era ingente. Cada entrenamiento le costaba una parte de su
alma... o del alma de otros. Pero no resoplaba o cejaba en su tarea. Tan solo ese gesto y una imperceptible gota de sudor en su frente como muestra de su trabajo.

El pelo del paladín se erizó por un instante. Las energías desplegadas empezaban a entrechocar con la Luz que rodeaba a Námo. Sintió una punzada en la nuca. Aguda. Ardiente. Sus piernas dejaron de responderle. Se irguió cerrando los ojos con fuerza y notó que la punzada se extendía por toda la cabeza. El calor llegaba a sus ojos y empezó a ver como todo lo que flotaba a su alrededor se quemaba en un rojo vivo como la sangre.

- No...- susurró el paladín, mientras el brujo permanecía desprevenido de todo.- ... otra vez no.

Intentaba articular palabras.

- ¡Cúnn...! – forzó su garganta- ¡Para...! ¡Ha vuelto...!
- ¿Qué...?- respondió el brujo con gesto del tranquilo ignorante.

De repente, Erunámo desapareció. El cuerpo del paladín había rechazado la Luz y sus ojos, brillando en rojo, se clavaron en Cúnnandur. Las palabras de Erunámo habían dejado de salir de su propia garganta.

- Tú serás mi fuente, Cúnnandur...

El gesto del brujo dejó de ser tranquilo. Ahora era consciente de lo que ocurría. La historia de la Astilla era cierta y ¿estaba dentro de su hermano?

- Por el Pozo del Sol...- murmuró-... voy a tener que...
- No podrás, miserable mortal, ni siquiera acercarte.

Y no le faltaba razón. A pesar de estar familiarizado con las energías elementales, el calor que desprendía era abrasador. De hecho, la ropa de Námo se hacía cenizas, lenta pero de forma segura.

Cúnnandur retrocedió dos pasos. Námo tendió una mano hacia él y su hermano sintió un golpe de fuerza en el pecho que lo mandó sobre sus rodillas al suelo. Pero algo no había sido doloroso. Escuchó una voz en su cabeza.

- ¿Estoy fuera?- preguntaba la voz.
- ¡No!- respondió una parte de Cúnnandur- ¡Estás dentro de mi, miserable! ¿Quién o qué eres?
- ¡Lo he conseguido!- obtuvo por respuesta- ¡Estoy fuera!
- ¡Que no! ¡Que estás dentro!- insistió Cúnnandur.
- Calma, hijo. Soy tu padre, Valkar- habló de nuevo la fría voz élfica- O por lo menos lo fui.
- Pero... ¿padre?- la pregunta fue interrumpida por un nuevo golpe. Este sí que había dolido de veras.

Se tocó el pecho. Estaba chamuscado. Dolía, pero no parecía haber daño especial. Las lecciones del Princeps en contra del fuego eran muy buenas.

- No hay mucho tiempo, Cúnn. Debes acercarte a él y tocarle la frente. Yo haré el resto.
- No lo pongo en duda, padre, pero... ¿le habéis visto conjurar como conjura?- respondió el brujo- Quiero decir, ha estado entrenando muy duro últimamente y solo hay que mirarle para ver como...

*BAOUM*

El tremendo impacto empujó el cuerpo de Cúnnandur dos metros, arrastrando por el suelo.

- Y esto lo ha hecho con su mano...- el cuerpo de Cúnn escupió sangre.
- Tu tócale la frente.
- Qué tranquilo pareces, padre... en fin...

Námo se acercó al brujo y tendió una mano directa a su cabeza.

- Y ahora, hijo de Valkar- habló el demonio- tu fuerza será mía.
- Ah, ah- respondió Cúnn negando con el índice- Es mi turno.

Cúnnandur estiró el brazo todo lo que pudo a la vez que Erunámo se intentaba alejar, pero por una vez, y sorprendiendo al propio brujo, se movió como una astilla de hielo estallando de un iceberg, y tocó ligeramente la piel de la frente de su hermano.

El frío que se extendió por el jardín heló la hierba que rodeaba a ambos hermanos. El segundo que estuvieron en contacto duró una hora y al final del tiempo, Erunámo cayó inconsciente, frío... el brillo
carmesí de sus ojos oculto en el azul de su padre y apagado al fin por el esmeralda de los ojos de su madre...

**Urtoroth** Vie 20 Jun 2008, 19:55

- Creo que el paladín ha pasado tanto tiempo cerca de los poderes demoníacos que las fuerzas de la Luz que había acumulado durante su aislamiento han flaqueado.

El Princeps miró a Tzarkas enarcando una ceja. Bufó, algo harto de la situación.

- Pues va siendo hora de acabar con todo esto, Pretor.
- Estoy de acuerdo, pero no creo que yo pueda hacer mucho más- respondió el orco, apoyado en la mesa y repiqueteando con los dedos en ella-. Es un gran espadachín, voluntarioso alumno y mejor compañero. Te aseguro que su etapa conmigo no ha sido clemente.
- Y ¿quién le ha enseñado a manejar el escudo?- preguntó el Renegado desde una oscura esquina.

Urtoroth gruñó severamente y le atravesó con la mirada.

- Un buen profesor, flaco- espetó-. Vigila tu lengua si no quieres que acabe atada al eje delantero de un
carromato.

Tzarkas se sonrío de medio lado y siguió jugando con su cucaracha.

- Lleva meses actuando de forma errática. No ha sido plato de buen gusto para su propia familia -sentenció el Princeps-. Bueno, entonces propongo que le saquemos lo que sea que lleve dentro.
- Y recemos porque no se venga su propio alma detrás- agregó el orco.
- Supongo que eso condenará a mis padres al olvido- apuntó Cúnnandur-. Al fin y al cabo están dentro también.
- No tiene por qué- puntualizó Naia-. Ellos no son agresivos. Quizá podrían convivir en paz dentro de Erunámo.

De repente, la puerta de la sala de reuniones en Hammerfall se abrió de sopetón. Resollando, la figura de un troll se recortaba contra la luz del sol.

- Princeps, Pretor- habló la voz agotada de Jad’alay-, la Legión ha caído en un apartado rincón de Quel’danas y traigo un mensaje de Lady Liadrin para los Cúnnhin...

Los presentes se levantaron.

- ¡Habla!- ordenaron Princeps y Pretor a la vez.
- Han encontrado dos urnas con los cuerpos de sus padres en la pequeña fortaleza corrupta. Están en perfecto estado... o al menos eso me ha parecido... leer... en...- Jad’alay cayó rendido en el frío suelo. De su pechera sacó una carta arrugada y machada con sangre antes de desfallecer-. AL TURRÓN!!!

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Re: Duras conclusiones y nuevos comienzos