Persiguiendo un ideal
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Persiguiendo un ideal
Solo una pequeña algarabía formada por los subastadores a su espalda, enturbiaba la relativa tranquilidad en el intercambiador real. Había pasado mucho tiempo ya desde que partiera de su ciudad natal. Acostumbrado a la actividad existente en los puestos de vanguardia y a las quejas de los heridos que regresaban del frente, aquellas voces solo representaban un leve murmullo para sus agudos sentidos.
Tan cerca de los soldados y tan lejos de los campos de batalla, siempre rechazó esa manía de los militares por organizar las cosas según un orden jerárquico, que en muchos casos acababa por corromperlos hasta el punto de acabar subyugando a los más débiles.
Un mes había pasado desde su encuentro con Yul'oc y cuando por fin da con Beogrog su oficial, este le envía a Lunargenta para que Lady Shilvara,oficial al mando del escuadrón Águila, atienda su petición de ingreso.
¡Necesitamos soldados elfo! Beogrog escudriña al insignificante aspirante con ganas de darle un puntapié para que se vuelva por donde ha venido.
Yules advierte el gesto del oficial y clavando su mirada en el orco le hace cambiar de opinión.
¿Dices conocer a Yul'oc?
Casi le pierdo Beogrog. Su espíritu estaba siendo gravemente alterado por la oscuridad.
Envíale esta carta a Shilvara. Ella será la encargada de aceptarte o no. El orco hace una pausa y se sumerge en sus pensamientos. Lo que necesitamos contra esos engendros son unos guerreros orcos de élite portando unas hachas bien grandes.
Yules advirtió la expresión de preocupación en el rostro de Beogrog y se despidió de él. No obtuvo respuesta. Al alejarse solo le escuchó murmurar.
¡Brgh, a este paso, esta maldita plaga acabará con mi escuadrón!
A medida que caminaba pudo fijarse como la hierva se abría paso a través de las grandes losas de piedra que formaban el camino hacia la corte del sol. Cuantas veces lo recorrió su madre para buscar a un niño más interesado en el conocimiento que proporcionaban los libros que en las armas. Después, la mirada severa de su padre cuando se había perdido el entrenamiento de ese día. Ambos eran paladines muy entregados al servicio de Lor'Themar. Bajo el punto de vista de Yules esa entrega por la causa utilizando las armas había sido la perdición de ambos.
Lunargenta, la ciudad más esplendida que conocía hasta el momento por el cuidado y el esmero puesto en su construcción y esa energía arcana presente en todos sus rincones. Como no fijarse en aquella fuente de aguas cristalinas coronando el parque del intercambiador y los árboles de raíces retorcidas por la magia que afloraban desde la tierra.
Abandonó la calzada y se propuso sentarse en uno de los bancos cercano a la fuente. Mientras se acercaba pudo oír el canto de los pájaros y ese sonido tan relajante que produce el fluir del agua.
Tan absorto estaba recordando a sus padres que ni se dio cuenta del majestuoso lobo que se había parado a unos metros portando una collera de oro, sus ojos brillaban por entre dos huecos de una especie de yelmo que tenía en su cabeza.
Se levanto de un salto y se fijo en su jinete, esperaba encontrarse a una militar con la armadura bien ajustada y sus armas siempre apunto. Tardo unos instantes en reaccionar, en lugar de eso aparece ante su vista una hermosa elfa de ojos claros y pelo dorado por el sol, ataviada con un largo traje púrpura. A parte del collar con una piedra esmeralda una estola azul marino rodeaba su cuello y se prolongaba hasta casi tocar el suelo.
Vos debéis ser Lady Shilvara.
De un salto bajó de su montura y se dirigió hasta Yules. Le acompañaba un pequeño lobo que no hacía mas que mover la cola y dar vueltas alrededor de su ama.
Y vos soy Yules del que me han hablado en la carta que recibí esta mañana.
Si, Lady Shilvara.
A ver. Dejaos que os mire. Sois un elfo muy guapo.
Yules no pudo evitar sentirse algo turbado pues nadie le había hecho tal cumplido. Acompañadme Lady Shilvara. Sentémonos.
Queréis formar parte de Recios. ¿No es así?
Si.
¿Por que razón?
Me han dicho que Recios practica la no violencia y he venido para ayudar.
Corren tiempos difíciles Sir Yules, me temo que es inevitable empuñar las armas.
Yo creo que es posible cambiar la mentalidad de los habitantes de nuestro mundo. Intentar calmar su sed de violencia. Mi madre murió combatiendo por la causa y mi padre. Hizo una pausa. Convertido en la antítesis de lo que un paladín debe ser.
¡Muchos lo han intentado antes y han sucumbido a la oscuridad! Temo por vuestra vida, que os perdáis en vuestro sueño.
Lo intentaré.
¡Un Recio no lo intenta! ¡Está seguro de conseguirlo¡ Shilvara se pone en pie al decir estas palabras. Por un momento creo una duda en el elfo.
¿Conoceis a Yul'oc?
Si.
¡El está con nosotros gracias a mi! Quizás, si en vez de marcharme para ayudar a los demás hubiese permanecido con mis padres aún estarían entre nosotros.
¡Vivis en un sueño, debéis liberaros de vuestros demonios, o ellos acabaran con vos! Venid Yules. Shilvara coge su mano y le acompaña hasta la fuente. De nuevo se siente turbado. ¡Mirad Yules! ¿Qué veis? Yules no respondió, se había desmoronado como una torre sobre sus cimientos. El agua es la fuente de la vida. Fijaos como fluye. Shilvara hizo una pausa y se dedicó a juguetear con ella, haciendo círculos. Pero el agua también quita la vida. Así es Recios. ¿Prometéis servir a esta causa?
Lo prometo Lady Shilvara.
Toma esta piedra de comunicación. Es mágica y te mantendrá en contacto con cualquier Recio
Durante toda su vida Yules había sido muy orgulloso hasta el punto de no querer postrarse ante nadie. Para él los únicos que merecían este gesto eran los heridos o los muertos no los grandes señores en sus tronos de oro. Era la primera vez en su vida que sentía ganas de arrodillarse. Después de salvar a tantos, era la primera vez que le devolvía un poco de paz a su interior.
Tan cerca de los soldados y tan lejos de los campos de batalla, siempre rechazó esa manía de los militares por organizar las cosas según un orden jerárquico, que en muchos casos acababa por corromperlos hasta el punto de acabar subyugando a los más débiles.
Un mes había pasado desde su encuentro con Yul'oc y cuando por fin da con Beogrog su oficial, este le envía a Lunargenta para que Lady Shilvara,oficial al mando del escuadrón Águila, atienda su petición de ingreso.
¡Necesitamos soldados elfo! Beogrog escudriña al insignificante aspirante con ganas de darle un puntapié para que se vuelva por donde ha venido.
Yules advierte el gesto del oficial y clavando su mirada en el orco le hace cambiar de opinión.
¿Dices conocer a Yul'oc?
Casi le pierdo Beogrog. Su espíritu estaba siendo gravemente alterado por la oscuridad.
Envíale esta carta a Shilvara. Ella será la encargada de aceptarte o no. El orco hace una pausa y se sumerge en sus pensamientos. Lo que necesitamos contra esos engendros son unos guerreros orcos de élite portando unas hachas bien grandes.
Yules advirtió la expresión de preocupación en el rostro de Beogrog y se despidió de él. No obtuvo respuesta. Al alejarse solo le escuchó murmurar.
¡Brgh, a este paso, esta maldita plaga acabará con mi escuadrón!
A medida que caminaba pudo fijarse como la hierva se abría paso a través de las grandes losas de piedra que formaban el camino hacia la corte del sol. Cuantas veces lo recorrió su madre para buscar a un niño más interesado en el conocimiento que proporcionaban los libros que en las armas. Después, la mirada severa de su padre cuando se había perdido el entrenamiento de ese día. Ambos eran paladines muy entregados al servicio de Lor'Themar. Bajo el punto de vista de Yules esa entrega por la causa utilizando las armas había sido la perdición de ambos.
Lunargenta, la ciudad más esplendida que conocía hasta el momento por el cuidado y el esmero puesto en su construcción y esa energía arcana presente en todos sus rincones. Como no fijarse en aquella fuente de aguas cristalinas coronando el parque del intercambiador y los árboles de raíces retorcidas por la magia que afloraban desde la tierra.
Abandonó la calzada y se propuso sentarse en uno de los bancos cercano a la fuente. Mientras se acercaba pudo oír el canto de los pájaros y ese sonido tan relajante que produce el fluir del agua.
Tan absorto estaba recordando a sus padres que ni se dio cuenta del majestuoso lobo que se había parado a unos metros portando una collera de oro, sus ojos brillaban por entre dos huecos de una especie de yelmo que tenía en su cabeza.
Se levanto de un salto y se fijo en su jinete, esperaba encontrarse a una militar con la armadura bien ajustada y sus armas siempre apunto. Tardo unos instantes en reaccionar, en lugar de eso aparece ante su vista una hermosa elfa de ojos claros y pelo dorado por el sol, ataviada con un largo traje púrpura. A parte del collar con una piedra esmeralda una estola azul marino rodeaba su cuello y se prolongaba hasta casi tocar el suelo.
Vos debéis ser Lady Shilvara.
De un salto bajó de su montura y se dirigió hasta Yules. Le acompañaba un pequeño lobo que no hacía mas que mover la cola y dar vueltas alrededor de su ama.
Y vos soy Yules del que me han hablado en la carta que recibí esta mañana.
Si, Lady Shilvara.
A ver. Dejaos que os mire. Sois un elfo muy guapo.
Yules no pudo evitar sentirse algo turbado pues nadie le había hecho tal cumplido. Acompañadme Lady Shilvara. Sentémonos.
Queréis formar parte de Recios. ¿No es así?
Si.
¿Por que razón?
Me han dicho que Recios practica la no violencia y he venido para ayudar.
Corren tiempos difíciles Sir Yules, me temo que es inevitable empuñar las armas.
Yo creo que es posible cambiar la mentalidad de los habitantes de nuestro mundo. Intentar calmar su sed de violencia. Mi madre murió combatiendo por la causa y mi padre. Hizo una pausa. Convertido en la antítesis de lo que un paladín debe ser.
¡Muchos lo han intentado antes y han sucumbido a la oscuridad! Temo por vuestra vida, que os perdáis en vuestro sueño.
Lo intentaré.
¡Un Recio no lo intenta! ¡Está seguro de conseguirlo¡ Shilvara se pone en pie al decir estas palabras. Por un momento creo una duda en el elfo.
¿Conoceis a Yul'oc?
Si.
¡El está con nosotros gracias a mi! Quizás, si en vez de marcharme para ayudar a los demás hubiese permanecido con mis padres aún estarían entre nosotros.
¡Vivis en un sueño, debéis liberaros de vuestros demonios, o ellos acabaran con vos! Venid Yules. Shilvara coge su mano y le acompaña hasta la fuente. De nuevo se siente turbado. ¡Mirad Yules! ¿Qué veis? Yules no respondió, se había desmoronado como una torre sobre sus cimientos. El agua es la fuente de la vida. Fijaos como fluye. Shilvara hizo una pausa y se dedicó a juguetear con ella, haciendo círculos. Pero el agua también quita la vida. Así es Recios. ¿Prometéis servir a esta causa?
Lo prometo Lady Shilvara.
Toma esta piedra de comunicación. Es mágica y te mantendrá en contacto con cualquier Recio
Durante toda su vida Yules había sido muy orgulloso hasta el punto de no querer postrarse ante nadie. Para él los únicos que merecían este gesto eran los heridos o los muertos no los grandes señores en sus tronos de oro. Era la primera vez en su vida que sentía ganas de arrodillarse. Después de salvar a tantos, era la primera vez que le devolvía un poco de paz a su interior.
Última edición por Yuliam el Sáb 22 Nov 2008, 09:57, editado 4 veces
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Re: Persiguiendo un ideal
Dejala asi, a mi me gustan cortitas
Última edición por Proteo el Jue 20 Nov 2008, 20:06, editado 1 vez
Re: Persiguiendo un ideal
Proteo escribió:Dejala asi, a mi me gustan cortitas
Dios, y para escribir eso lo has tenido que editar?
Que habrias puesto antes...
Yul, postea tranquilo que ya vemos lo que pasa por escribir con prisas^^
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Re: Persiguiendo un ideal
Ya veo que están siempre vigilantes, no comen, no duermen. ¡A la caza de algo que leer!
Sorry, recios me precipité. Ya os contaré en cuanto tenga tiempo la entrevista con Lady Shilvara
Sorry, recios me precipité. Ya os contaré en cuanto tenga tiempo la entrevista con Lady Shilvara
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