Tras los pasos de Kolgork

Caía la noche sobre Grom’gol y los guardias orcos se preparaban para recibir el relevo de sus compañeros. El campamento no tenía puertas, pero tampoco las necesitaba puesto que su guardia era temida por la Alianza y las bestias hace tiempo que habían aprendido a no acercarse.

Tárahenion, a lomos de su halcón zancudo entró por la puerta del oeste, saludando al guardia con el que ya había compartido más de una cerveza en la taberna. “¿Qué tal la caza Tára?” –dijo el guardia con su voz ronca. Tárahenion bajó del zancudo de un salto cayendo al lado del orco, “Hoy hemos cazado Allys, amigo mío”. El viejo orco gruño y frunció el ceño. La empuñadura de su hacha fue la que tuvo que contener su ira, pues apretó las manos sobre ella como si quisiera hacerla desaparecer – “¡Malditos!”.

A las puertas de la posada, Tárahenión sacaba de las bolsas los pellejos y cueros que había recogido durante su partida de caza. La Vega de Tuercespina tiene mucho que ofrecer a un cazador y eso Tárahenion lo sabía. Podría sacar unas monedas en el mercado que le vendrían muy bien.

Para cuando terminó de descargar y de acomodar a su zancudo, el viejo guardia de la puerta, Grunk, entró en la taberna buscando a su amigo. Tárahenion ya se había sentado en una de las mesas del fondo, donde acostumbraba a terminar el día absorto en sus pensamientos, en sus recuerdos. Grunk cogió dos cervezas y las plantó sobre la mesa. Aquel orco no tenía medida y del golpe salpicó toda la mesa e incluso al elfo, que estaba con los ojos cerrados. “Un día de estos alguien te enseñará modales Grunk, y te va a doler” – dijo el elfo entreabriendo los ojos – “¿Y vas a ser tú, rubiales? Contigo no tengo ni para empezar”. Los dos se miraron fijamente y estallaron en una sonora carcajada. ¿A quién demonios le importaban los modales de Grunk?.

“Bueno Tára, cuéntame... ¿os han dado guerra esos malnacidos?” – dijo el orco mientras se preparaba para beber de la jarra de madera que había traído. Tára se incorporó – “Sí, ese maldito enano Hemet estaba haciendo tratos con ellos y decidí mantenerme a distancia. En cuanto me vieron me atacaron pero apareció un tauren y me salvó el pellejo por muy poco. Para cuando quise darme cuenta estábamos metidos de lleno en una escaramuza. Debía haber unos 6 Allys. A nosotros se unió un sacerdote y un pícaro y al final conseguimos ponerlos en retirada.” – “Bien, duro con ellos”, interrumpió Grunk dando un largo trago a su cerveza. “Me recuerdas a uno de los tuyos que pasó por aquí, un Recio llamado Kolgork, y como tú era cazador. No había quien le tosiera a ese maldito orco, tenía un don especial para dar caza a esos Allys. Larga vida tenga ese orco. Voy por más cerveza”. La velada transcurrió así largas horas mientras ambos amigos contaban historias de guerra y lucha con otras razas. Pero no siempre había sido así.

Ya era tarde y la taberna se encontraba en silencio. Grunk hacía tiempo que se había ido y Tárahenión se había acostado en su hamaca mientras Lua se había tumbado cerca de la chimenea. Intentaba conciliar el sueño, recuerdos de su infancia en paz le reconfortaban el espíritu, pero las heridas eran físicas y estaban ahí, devolviéndole a una realidad en la que hacía tiempo que no quedaban lugares seguros en los que cazar sin más preocupación que la propia presa. “Así que Kolgork...” – pensó, “..., nadie volverá a ponerme la mano encima sin mi permiso”. Volvió entonces a pensar en su infancia, en el Bosque de Canción Eterna donde la primavera había elegido descansar, y así se quedó dormido.

Muy bueno si señor. ¿hay capitulo 2?

Lo habrá, no lo dudes...

Jaker escribió:Lo habrá, no lo dudes...

Hemos optado por sacar algo de partido del paron actual en el curro ^_^

En lugar de cortarnos las venas en desesperacion le estamos dando a la pluma (o al teclado...)

Ya os veo ya muy buena la historia del DK por cierto.

Agradable relato
y además salgo por ahi! xD
tengo ganas de ver como sigue