[Historia] Fragmentos... (Precursor)
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[Historia] Fragmentos... (Precursor)
Su historia no era la historia de un vencedor, pero sí la de un superviviente...
Olvidado su lugar de nacimiento, su nombre y toda raíz o vínculo con familiar alguno, recordaba perfectamente como la guardia de Leónidas caía atravesada por la nube negra de las flechas del ejército de Jerjes.
Vió como Publio Quinitilio Varo era decapitado mientras muchos camaradas morían en su huida por los bosques de Teutoburgo, escapando de las filas traicioneras de Arminio, en la Baja Sajonia.
Presenció la caída de Yuan Shao a manos de Cao Cao en la China de los Tres Reinos. Cerca de Kiev, Subotai Ba'atur diezmó a rusos y cumanos en la batalla del río Kalka.
Dejando detrás las tumbas de sus compañeros adoptivos, arrivó a las costas de Japón, donde por vez primera tuvo el honor de servir al shogunato de Tokugawa Ieyasu, participando de la victoria en Sekigahara sobre el clan Toyotomi. Siendo esos años los más tranquilos de su extraña vida, con la restauración Meiji y la desaparición de la casta samurai, se vio en la obligación de huir de las islas niponas a finales del siglo XIX con rumbo a tierras más verdes.
Participando con sus ya conocidos camaradas rusos en la toma definitiva de Berlín, sufrió una herida de artillería que debía haber arrojado su vida por el retrete más inmundo de la destruida capital germana... y sin embargo...
Abrió los ojos lentamente. Frente a él, en una pared de color verde claro, colgaba un reloj borroso. Balbució unas palabras.
- Las cinco menos cuarto del día veinte de noviembre del año 2009- respondió una voz femenina que hablaba en ruso.
- ¿Dónde estoy?
- Estás en un centro de investigación científica de alta seguridad- volvió a responder la mujer, esta vez en japonés-. Eres un verdadero friki, ¿lo sabías? Llevas unos tres días semiinconsciente, parloteando en diferentes idiomas. Yo he llegado a entender alemán, japonés, ruso, un griego bastante arcaico, chino cantonés, algo de mongol y ni una palabra de español.
- ¿E... E... Español?
La vista se aclaraba. El reloj era nítido en la pared y la mujer, de espaldas a él, vestía una bata blanca. Sobre ella, una coleta oscura reflejaba la mortecina luz de los fluorescentes que había encima de la cama donde reposaba.
- Sí, español.
- Curioso. Porque, de hecho, te encontraron en una fosa común del País Vasco- informó la voz de la mujer, poniendo sus enormes ojos, uno verde y otro marrón en su rostro -. Pero tampoco ni mu de euskera. O catalán...
Miró en derredor intentando recuperar algo de la visión espacial. Una silla con algo de ropa arrugada, una bolsa a sus pies y un perchero con un traje oscuro, algo dibujado en gris claro y unas estructuras metálicas- al menos por su aspecto lo parecían- era lo único que alcanzaba a ver.
- De cualquier forma, en tus harapos, porque a eso no se le puede llamar ropa, no había ningún tipo de identificación. Y resulta interesante, teniendo en cuenta que la prueba de C14 ha revelado que sí, tu “uniforme” es del año 1945, tu espada, que permanece a buen recaudo parece forjada en las postrimerías del siglo XVI y el colgante que llevas puesto es de factura ateniense.
El volvió sus ojos hacia la mujer. Desde luego fea no era.
- Y tus heridas no tienen pinta de ser recientes. Ya me entiendes, ¿verdad?
Asintió con la cabeza.
- Supongo. No recuerdo gran cosa. ¿He estado dormido mucho tiempo?
- Bastante. Como ya he mencionado, te encontramos parcialmente enterrado en una fosa común-
respondió ella-. Sacabas la mano de la tierra y asustaste a alguna gente.
- Una fosa común. Claro.
- Ciertamente. En medio de un pequeño parque de un pueblo, por fortuna, poco habitado- dos o tres ojos debieron verte. Aparte de los míos. Y considérate afortunado de que fueran los míos. Con tus características, mi oferta es la mejor que puedes tener sobre la mesa. Trabajo para una empresa, corporación, como quieras llamarla, que agrupa y dirige a elementos frikis. Como tu, por ejemplo.
- Ya, ya, ya- aceptó él sin pedir más explicaciones-. Comprendo que si llevo paseando por el mundo como el Judío Errante no seré el único, no todos serán buenos, o malos. Y vosotros sois los buenos, ¿verdad?
Ella asintió.
- Eso queremos creer.
- Me traéis de la fosa, me dais ropa nueva, medicina, me llenáis de cables y maquinaria conectada a mi cuerpo... no tenéis pinta de ser malos del todo.
- No somos una orden caritativa, ojo.
- No esperaba eso- respondió él con media sonrisa.
Él se incorporó en la cama, rascando su coronilla.
- ¡Bueh! Tampoco tengo mucho más que hacer. ¿Dais comida y cama?
La mujer asintió de nuevo.
- Y horas de diversión y entretenimiento.
- Bueno, como dirían los ingleses: “Count me in!”. Al menos por el momento. Pero me gustaría saber cómo me tengo que ganar el sustento.
- Vale. Por fin llegamos al punto donde todo empieza a ser interesante...
Olvidado su lugar de nacimiento, su nombre y toda raíz o vínculo con familiar alguno, recordaba perfectamente como la guardia de Leónidas caía atravesada por la nube negra de las flechas del ejército de Jerjes.
Vió como Publio Quinitilio Varo era decapitado mientras muchos camaradas morían en su huida por los bosques de Teutoburgo, escapando de las filas traicioneras de Arminio, en la Baja Sajonia.
Presenció la caída de Yuan Shao a manos de Cao Cao en la China de los Tres Reinos. Cerca de Kiev, Subotai Ba'atur diezmó a rusos y cumanos en la batalla del río Kalka.
Dejando detrás las tumbas de sus compañeros adoptivos, arrivó a las costas de Japón, donde por vez primera tuvo el honor de servir al shogunato de Tokugawa Ieyasu, participando de la victoria en Sekigahara sobre el clan Toyotomi. Siendo esos años los más tranquilos de su extraña vida, con la restauración Meiji y la desaparición de la casta samurai, se vio en la obligación de huir de las islas niponas a finales del siglo XIX con rumbo a tierras más verdes.
Participando con sus ya conocidos camaradas rusos en la toma definitiva de Berlín, sufrió una herida de artillería que debía haber arrojado su vida por el retrete más inmundo de la destruida capital germana... y sin embargo...
Abrió los ojos lentamente. Frente a él, en una pared de color verde claro, colgaba un reloj borroso. Balbució unas palabras.
- Las cinco menos cuarto del día veinte de noviembre del año 2009- respondió una voz femenina que hablaba en ruso.
- ¿Dónde estoy?
- Estás en un centro de investigación científica de alta seguridad- volvió a responder la mujer, esta vez en japonés-. Eres un verdadero friki, ¿lo sabías? Llevas unos tres días semiinconsciente, parloteando en diferentes idiomas. Yo he llegado a entender alemán, japonés, ruso, un griego bastante arcaico, chino cantonés, algo de mongol y ni una palabra de español.
- ¿E... E... Español?
La vista se aclaraba. El reloj era nítido en la pared y la mujer, de espaldas a él, vestía una bata blanca. Sobre ella, una coleta oscura reflejaba la mortecina luz de los fluorescentes que había encima de la cama donde reposaba.
- Sí, español.
- Curioso. Porque, de hecho, te encontraron en una fosa común del País Vasco- informó la voz de la mujer, poniendo sus enormes ojos, uno verde y otro marrón en su rostro -. Pero tampoco ni mu de euskera. O catalán...
Miró en derredor intentando recuperar algo de la visión espacial. Una silla con algo de ropa arrugada, una bolsa a sus pies y un perchero con un traje oscuro, algo dibujado en gris claro y unas estructuras metálicas- al menos por su aspecto lo parecían- era lo único que alcanzaba a ver.
- De cualquier forma, en tus harapos, porque a eso no se le puede llamar ropa, no había ningún tipo de identificación. Y resulta interesante, teniendo en cuenta que la prueba de C14 ha revelado que sí, tu “uniforme” es del año 1945, tu espada, que permanece a buen recaudo parece forjada en las postrimerías del siglo XVI y el colgante que llevas puesto es de factura ateniense.
El volvió sus ojos hacia la mujer. Desde luego fea no era.
- Y tus heridas no tienen pinta de ser recientes. Ya me entiendes, ¿verdad?
Asintió con la cabeza.
- Supongo. No recuerdo gran cosa. ¿He estado dormido mucho tiempo?
- Bastante. Como ya he mencionado, te encontramos parcialmente enterrado en una fosa común-
respondió ella-. Sacabas la mano de la tierra y asustaste a alguna gente.
- Una fosa común. Claro.
- Ciertamente. En medio de un pequeño parque de un pueblo, por fortuna, poco habitado- dos o tres ojos debieron verte. Aparte de los míos. Y considérate afortunado de que fueran los míos. Con tus características, mi oferta es la mejor que puedes tener sobre la mesa. Trabajo para una empresa, corporación, como quieras llamarla, que agrupa y dirige a elementos frikis. Como tu, por ejemplo.
- Ya, ya, ya- aceptó él sin pedir más explicaciones-. Comprendo que si llevo paseando por el mundo como el Judío Errante no seré el único, no todos serán buenos, o malos. Y vosotros sois los buenos, ¿verdad?
Ella asintió.
- Eso queremos creer.
- Me traéis de la fosa, me dais ropa nueva, medicina, me llenáis de cables y maquinaria conectada a mi cuerpo... no tenéis pinta de ser malos del todo.
- No somos una orden caritativa, ojo.
- No esperaba eso- respondió él con media sonrisa.
Él se incorporó en la cama, rascando su coronilla.
- ¡Bueh! Tampoco tengo mucho más que hacer. ¿Dais comida y cama?
La mujer asintió de nuevo.
- Y horas de diversión y entretenimiento.
- Bueno, como dirían los ingleses: “Count me in!”. Al menos por el momento. Pero me gustaría saber cómo me tengo que ganar el sustento.
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