Me llamo Tsiar Ardak

Hechicero al servicio de su majestad. Eso decía siempre cuando me preguntaban, aunque claro: cuando uno no se relaciona con los demás apenas tiene oportunidad a responder preguntas. Estaban los demás acólitos del Círculo de la Llama. Pero esos eran “compañeros de trabajo”, claro.

Nunca he sido una persona demasiado locuaz. Esto era algo que siempre me ha ayudado en mi trabajo. En apenas cinco años ascendí dentro del Círculo hasta el lugar más alto al que un hombre puede ascender sin tomar parte en intrigas o formar parte ningún bando o conspiración. Mi lema: Nunca hables de más. Incluso si es posible no hables nada. No hables nada salvo que estés entre personas de confianza. Y claro... ¿Quién es realmente una persona de confianza cuando te relacionas con tan poca gente?

No vayas a pensar que era un bicho raro ni nada de eso. La gente me respetaba y aquellos que llegaron a estar bajo mi mando no creo que tuvieran queja. Simplemente nunca llegaron a tener conmigo el suficiente grado de confianza como para preguntarme, por ejemplo, por mi familia... Aunque claro, era mucho mejor que no lo supieran ya que mi ascendencia Krytiana por parte de padre sólo habría conseguido despertar sospechas y, por el camino, romper otro de mis principios: “Nunca llames la atención”.

Eso fue lo que pensé el día en el que los Charr invadieron la vieja ciudad de Ascalon: Limitarme a cumplir órdenes. De este modo me uní a la “caravana” del malogrado Príncipe Rurik y traté de ayudar como fuera en la evacuación de toda aquella gente. ¿Podría haberme quedado a defender los restos del reino y permanecer leal al Rey Adelbern? Es posible. Pero en aquellos momentos el Príncipe era mi superior y creí que no habría sido acertado darle la espalda. En el tiempo que duró todo aquello llegué a apreciar el carácter arrojado del joven heredero y, cuando ocurrió la tragedia de la Puerta de la Escarcha, lloré su muerte como todos los demás.

Desde entonces la ciudad de Arco de León se ha convertido en mi hogar. Mi ascendencia Krytiana no ha hecho sino facilitar mi establecimiento y ahora me gano la vida como comerciante de objetos mágicos y runas.

Hace varios días ocurrió algo terrible. Unos extraños seres sombríos atacaron sin ningún tipo de aviso la ciudad. Aunque al final el ataque pudo ser contenido hubo varios muertos y decenas de heridos, mi anciano padre entre ellos. No sobrevivió: Los extraños seres provocan con sus heridas mucho más daño del que se aprecia a simple vista. La luz de sus ojos se fue apagando poco a poco. Algunos días creo que ni siquiera me reconocía. Cuando entré en la habitación por última vez el hedor era verdaderamente indescriptible. Donde había estado mi padre sólo había una masa de carne negra y reseca. Avisé a los curanderos y salí de aquella maldita habitación.

Ahora sólo me resta secar mis lágrimas y alzar el rostro en busca de respuestas. Parto sin demora hacia Elona para encontrarlas. Desde la popa, poco a poco, las cenizas de mi padre se van perdiendo en el viento.


PD: Estoy aún pasandome el Nightfall. No quiero saber qué ocurre ahí de momento. Ni en el Eye of the North