[Historia]Aullido de Luna
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[Historia]Aullido de Luna
- Señora Julia, ha llegado esta carta certificada para usted, viene con sello de seguridad
- Gracias Marie, dejamela encima de mi escritorio, enseguida la leo
Julienne de Vrie, aunque en aquella oficina todo el mundo la llamaba Julia, había conseguido su puesto a base de mucho esfuerzo. Necesitaba aquel pequeño espacio, donde poderse sentir "normal". Se sentó en el cómodo sillón, con una taza de café en las manos, intrigada por aquella carta sin remitente.
.....Amarillo y verde, vastos campos de trigo, y grandes jardines perfectamente cortados hasta el mínimo detalle. colosales figuras adornan los recovecos de aquel laberinto, rodeado de una inmensa extensión de campo de labranza, donde jornaleros a sueldo extraían de la tierra año tras año los beneficios de la familia....
- Tio Mord!
- Julia! que grande estás! como has crecido! ven aquí, dame un abrazo!
- Y tu cada vez tienes mas arrugas!
- Ja! unos hacia arriba y otros hacia abajo!
El terrateniente, entrado ya en años, y en canas, aún cuidaba al detalle su aspecto físico. Por mucho que la edad hiciera mellas en él, una firme musculatura, fruto del trabajo y el cuidado diarios destacaba bajo sus finas ropas. Gestionaba la herencia familiar con mano de hierro, pero ningún empleado se quejaba, ya que la paga era buena, y la comida abundante.
- Hola Marie, me alegro de que hayáis podido cruzar el charco de nuevo a vuestra tierra, mañana arreglaremos ese pequeño viaje que me pediste, ahora os toca descansar. Esa zona es muy abrupta y peligrosa, ya la conoces. Estas segura de que quieres llevar a Julia allí?
- Si Mord, ha cumplido la edad, debe saber.
- Bien
Julia aún recordaba a su madre, figura delgada, con los rasgos típicos de los indios americanos, tez morena, largo y liso pelo, trenzado a la vieja usanza, vestida con vaqueros y una camisa a cuadros rojos y negros. Sólo sabía de ella que había emigrado a Francia y se había casado con un actor de poca monta, que había fallecido al poco de nacer Julienne. Su muerte las habría dejado en la miseria de no haber sido por su tio, Mordecai, y por su fortuna. Siempre había cuidado de ella. Que mal regusto dejaban esos retazos de memoria.
Recordaba los abruptos y escarpados riscos desolados, haber trastabillado innumerables veces, subiendo por un sendero que más bien parecía una serpiente enrollada, preparada para inyectar su veneno en el incauto forajido. Recordaba aquella gruta donde pasaron la noche, y recordaba cómo se levantó en mitad de la negrura, despierta por una sensación escalofriante, y peligrosa.
Ni su madre ni su tío estaban ya allí. La habían abandonado.
Esos pensamientos de angustia le atenazaron la garganta, tanto que ni su voz se atrevía a soltar palabra alguna. Horas en soledad, esperando que fuera todo un error, y que su familia apareciera por la entrada de la abertura, con un café caliente y unas tostadas, pasaron sin miramientos, hasta que supo a ciencia cierta que estaba sola, acompañada, al parecer, por aullidos lejanos que le daban un tinte tétrico a la pintura de la noche. Aullidos cada vez más cercanos.
Arrinconada contra la parte trasera de la gruta, y armada con un palo calcinado de la hoguera, Julianne esperó, fija su vista en el exterior. Y cuando la negrura era más opresiva la vió, aquella figura que se deslizaba desde la entrada, lenta, pausadamente. Y no tuvo miedo. Por sorprendente que pareciera, el lobo que aparecia en el límite de su visión no le inspiraba miedo, en su interior algo le decía que se conocían.
Debía acercarse, algo en ella la empujaba, algo desconocido, algo visceral que la llamaba a aceptar a aquél lobo como parte de ella. Algo que dominó su miedo irracional, alargando su pequeña mano y tocando a aquella figura. No recordaba nada más de aquella noche, solamente el fuerte viento que la arrojó contra la pared, y que la sumió en la inconsciencia, y las palabras que le susurraban, no sabía si el viento, el lobo, o ambos…
Ve, hija de la luna, ve con el don que tu pueblo te da, utilízalo para lo que fue traído por los dioses a este mundo, protege, salva, cuida……mas no permitas que caiga en las manos del traidor, pues lo usará para sí, y nos arruinará a todos….
Se despertó en el hospital, con su madre sollozando, pidiéndole perdón, diciéndole que nunca más la abandonaría. Qué equivocada estaba….
No contó a nadie la visita de aquella noche, y dijo, con toda la naturalidad, que aquél collar viejo y gastado que llevaba lo había comprado en el mercado del pueblo. Que era su “amuleto de la suerte”
…20 años han pasado desde entonces…
Y en aquella oficina, sabía ahora que su pasado volvía a por ella. Había utilizado el don que se le dio como mejor había sabido, y eso le había dado muchas alegrías….y muchas desgracias. El amuleto le proporcionaba al invocarlo fuerza y agilidad lobuna, olfato de rastreador y una constitución formidable. Saltaba de edificio en edificio, podía levantar pesos que para ella eran solo un sueño, era medio lobo medio humano, y se hacía llamar “Aullido de Luna”.
El traidor había vuelto, lo sabía por la carta. Aquella M grabada solamente podía decir una cosa.
No pudo salvar a su madre, pero al menos podrá hacérselo pagar….Y para ello necesitaba ayuda, lo sabía perfectamente. Quizá podría utilizar mejor su don junto con otros como ella. Tenía que buscarlos. Millenium City la llamaba.
- Gracias Marie, dejamela encima de mi escritorio, enseguida la leo
Julienne de Vrie, aunque en aquella oficina todo el mundo la llamaba Julia, había conseguido su puesto a base de mucho esfuerzo. Necesitaba aquel pequeño espacio, donde poderse sentir "normal". Se sentó en el cómodo sillón, con una taza de café en las manos, intrigada por aquella carta sin remitente.
.....Amarillo y verde, vastos campos de trigo, y grandes jardines perfectamente cortados hasta el mínimo detalle. colosales figuras adornan los recovecos de aquel laberinto, rodeado de una inmensa extensión de campo de labranza, donde jornaleros a sueldo extraían de la tierra año tras año los beneficios de la familia....
- Tio Mord!
- Julia! que grande estás! como has crecido! ven aquí, dame un abrazo!
- Y tu cada vez tienes mas arrugas!
- Ja! unos hacia arriba y otros hacia abajo!
El terrateniente, entrado ya en años, y en canas, aún cuidaba al detalle su aspecto físico. Por mucho que la edad hiciera mellas en él, una firme musculatura, fruto del trabajo y el cuidado diarios destacaba bajo sus finas ropas. Gestionaba la herencia familiar con mano de hierro, pero ningún empleado se quejaba, ya que la paga era buena, y la comida abundante.
- Hola Marie, me alegro de que hayáis podido cruzar el charco de nuevo a vuestra tierra, mañana arreglaremos ese pequeño viaje que me pediste, ahora os toca descansar. Esa zona es muy abrupta y peligrosa, ya la conoces. Estas segura de que quieres llevar a Julia allí?
- Si Mord, ha cumplido la edad, debe saber.
- Bien
Julia aún recordaba a su madre, figura delgada, con los rasgos típicos de los indios americanos, tez morena, largo y liso pelo, trenzado a la vieja usanza, vestida con vaqueros y una camisa a cuadros rojos y negros. Sólo sabía de ella que había emigrado a Francia y se había casado con un actor de poca monta, que había fallecido al poco de nacer Julienne. Su muerte las habría dejado en la miseria de no haber sido por su tio, Mordecai, y por su fortuna. Siempre había cuidado de ella. Que mal regusto dejaban esos retazos de memoria.
Recordaba los abruptos y escarpados riscos desolados, haber trastabillado innumerables veces, subiendo por un sendero que más bien parecía una serpiente enrollada, preparada para inyectar su veneno en el incauto forajido. Recordaba aquella gruta donde pasaron la noche, y recordaba cómo se levantó en mitad de la negrura, despierta por una sensación escalofriante, y peligrosa.
Ni su madre ni su tío estaban ya allí. La habían abandonado.
Esos pensamientos de angustia le atenazaron la garganta, tanto que ni su voz se atrevía a soltar palabra alguna. Horas en soledad, esperando que fuera todo un error, y que su familia apareciera por la entrada de la abertura, con un café caliente y unas tostadas, pasaron sin miramientos, hasta que supo a ciencia cierta que estaba sola, acompañada, al parecer, por aullidos lejanos que le daban un tinte tétrico a la pintura de la noche. Aullidos cada vez más cercanos.
Arrinconada contra la parte trasera de la gruta, y armada con un palo calcinado de la hoguera, Julianne esperó, fija su vista en el exterior. Y cuando la negrura era más opresiva la vió, aquella figura que se deslizaba desde la entrada, lenta, pausadamente. Y no tuvo miedo. Por sorprendente que pareciera, el lobo que aparecia en el límite de su visión no le inspiraba miedo, en su interior algo le decía que se conocían.
Debía acercarse, algo en ella la empujaba, algo desconocido, algo visceral que la llamaba a aceptar a aquél lobo como parte de ella. Algo que dominó su miedo irracional, alargando su pequeña mano y tocando a aquella figura. No recordaba nada más de aquella noche, solamente el fuerte viento que la arrojó contra la pared, y que la sumió en la inconsciencia, y las palabras que le susurraban, no sabía si el viento, el lobo, o ambos…
Ve, hija de la luna, ve con el don que tu pueblo te da, utilízalo para lo que fue traído por los dioses a este mundo, protege, salva, cuida……mas no permitas que caiga en las manos del traidor, pues lo usará para sí, y nos arruinará a todos….
Se despertó en el hospital, con su madre sollozando, pidiéndole perdón, diciéndole que nunca más la abandonaría. Qué equivocada estaba….
No contó a nadie la visita de aquella noche, y dijo, con toda la naturalidad, que aquél collar viejo y gastado que llevaba lo había comprado en el mercado del pueblo. Que era su “amuleto de la suerte”
…20 años han pasado desde entonces…
Y en aquella oficina, sabía ahora que su pasado volvía a por ella. Había utilizado el don que se le dio como mejor había sabido, y eso le había dado muchas alegrías….y muchas desgracias. El amuleto le proporcionaba al invocarlo fuerza y agilidad lobuna, olfato de rastreador y una constitución formidable. Saltaba de edificio en edificio, podía levantar pesos que para ella eran solo un sueño, era medio lobo medio humano, y se hacía llamar “Aullido de Luna”.
El traidor había vuelto, lo sabía por la carta. Aquella M grabada solamente podía decir una cosa.
No pudo salvar a su madre, pero al menos podrá hacérselo pagar….Y para ello necesitaba ayuda, lo sabía perfectamente. Quizá podría utilizar mejor su don junto con otros como ella. Tenía que buscarlos. Millenium City la llamaba.
Schere- Moderador
- Juego : SWtOR
Clan : Recios .... hay otro?
PJ principal : Cortez
Antigüedad : 24/09/2007
Mensajes : 2615
Edad : 46
Re: [Historia]Aullido de Luna
Y aqui la imagen:
Schere- Moderador
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