El largo camino hasta casa
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El largo camino hasta casa
Lebenha miró a través de la pequeña ventana los colores del hiperespacio. Apartó un
rebelde mechón de pelo rubio de su cara y luchó para no cerrar los ojos. “No
quiero dormir” pensó. Pero finalmente sus párpados se cerraron y su cuerpo se
relajo mientras se hundía en un profundo sueño. Empezó a soñar.
Corría a través del poblado hacia su casa, al otro lado del Rio. Su madre la llamaba y
podía sentir la urgencia de la llamada en su interior. Cuando finalmente llegó,
atravesó la casa en dirección a la habitación de su madre. Cuando por fin
irrumpió en la misma pudo ver que su madre seguía en la cama, donde la había
dejado, pero su respiración se había vuelto mucho más trabajosa. El final
estaba ya muy cerca.
-Lebenha, mi querida hija, ven, antes de que vaya para siempre debo decirte
algo.-Lebenha hizo un esfuerzo por no
romper a llorar, y se sentó con cuidado en la cama, al lado de su madre.
Incluso a través de la ropa de la cama podía sentir el calor que despedía el
cuerpo de su madre. Y una vez más se asombró de lo mucho que había adelgazado
en las últimas semanas.
-Shh
Madre,intenta conservar tus fuerzas. Cuando te recuperes podrás decirme lo que
quieras.- Intentó sonreir.
-No!- la interrumpió su madre, parte de su antigua fuerza volvió a sus ojos. – Debes
comprender. Debes saber qué le ocurrió a tu padre para entender qué me pasa a
mi. – Las fuerzas parecieron abandonarla de nuevo – Y evitar que te ocurra a ti
hija mia.-
-¿A mi padre? ¿ Acaso no murió en una batalla contra los Sith antes de que yo naciera?
–
La sonrisa de su madre estaba llena de cariño y tristeza. Como si recordara una antigua broma.
-Eso es verdad. Desde cierto punto de vista.-
Lebenha estaba confusa.
- ¿Cierto punto de vista?-
- Tu padre y yo vinimos a este planeta persiguiendo a un Lord Sith que había huido
de la batalla de Orsuss. Tu padre y yo luchamos en aquella batalla y durante
las duras pruebas de aquellos meses y en el viaje hasta aqui... – su madre volvió
a sonreirle – Bueno, aqui estas –
Un acceso de tos la interrumpió. Lebenha sostuvo el débil cuerpo de su madre hasta
que paso y la ayudo a acomodarse en las almohadas.
- Finalmente dimos con el Lord Sith y luchamos contra él. Vencimos, pero a un terrible
precio. La vida de tu padre. Una vez derrotado el Sith decidí abandonar la
Orden y quedarme aqui para criarte. – tomó la mano de Lebenha entre las suyas.
El dolor pareció apoderarse de ella y sus manos se crisparon.
-... Aún no.. aún no está lista... – parecía susurrarle a alguien. Cuando el dolor
pasó y su madre volvió a hablar Lebenha tuvo que acercarse mucho más a su madre
para poder escuchar el susurro en que se habia convertido su voz.
- Hija, te he entrenado en los caminos de la Fuerza. Eres poderosa en ellos pero debes
tener cuidado del Lado Oscuro. Ese Sith, tu padre le derrotó pero sólo a su
carne, su espíritu sobrevivió y ha estado esperando todos estos años. Ahora
viene por ti mi niña... ha acabado con mis fuerzas... debes... debes ir a las
Cavernas Olvidades y destruirlo, sólo asi serás libre... –
Lebenha apenas escuchaba las palabras de su madre. Sentía que se iba y por más que
trataba de aferrarse a ella, de que se quedara a su lado, su vida se le
escapaba entre los dedos como arena.
- Si madre... –
Su madre le sonrió.
- La Fuerza estará contigo... siem... sie... siempre... –
Con un último esfuerzo su madre acarició su cara y limpió una de sus lágrimas. La
noche sorprendió a Lebenha aún cogida de su mano y llorando.
rebelde mechón de pelo rubio de su cara y luchó para no cerrar los ojos. “No
quiero dormir” pensó. Pero finalmente sus párpados se cerraron y su cuerpo se
relajo mientras se hundía en un profundo sueño. Empezó a soñar.
Corría a través del poblado hacia su casa, al otro lado del Rio. Su madre la llamaba y
podía sentir la urgencia de la llamada en su interior. Cuando finalmente llegó,
atravesó la casa en dirección a la habitación de su madre. Cuando por fin
irrumpió en la misma pudo ver que su madre seguía en la cama, donde la había
dejado, pero su respiración se había vuelto mucho más trabajosa. El final
estaba ya muy cerca.
-Lebenha, mi querida hija, ven, antes de que vaya para siempre debo decirte
algo.-Lebenha hizo un esfuerzo por no
romper a llorar, y se sentó con cuidado en la cama, al lado de su madre.
Incluso a través de la ropa de la cama podía sentir el calor que despedía el
cuerpo de su madre. Y una vez más se asombró de lo mucho que había adelgazado
en las últimas semanas.
-Shh
Madre,intenta conservar tus fuerzas. Cuando te recuperes podrás decirme lo que
quieras.- Intentó sonreir.
-No!- la interrumpió su madre, parte de su antigua fuerza volvió a sus ojos. – Debes
comprender. Debes saber qué le ocurrió a tu padre para entender qué me pasa a
mi. – Las fuerzas parecieron abandonarla de nuevo – Y evitar que te ocurra a ti
hija mia.-
-¿A mi padre? ¿ Acaso no murió en una batalla contra los Sith antes de que yo naciera?
–
La sonrisa de su madre estaba llena de cariño y tristeza. Como si recordara una antigua broma.
-Eso es verdad. Desde cierto punto de vista.-
Lebenha estaba confusa.
- ¿Cierto punto de vista?-
- Tu padre y yo vinimos a este planeta persiguiendo a un Lord Sith que había huido
de la batalla de Orsuss. Tu padre y yo luchamos en aquella batalla y durante
las duras pruebas de aquellos meses y en el viaje hasta aqui... – su madre volvió
a sonreirle – Bueno, aqui estas –
Un acceso de tos la interrumpió. Lebenha sostuvo el débil cuerpo de su madre hasta
que paso y la ayudo a acomodarse en las almohadas.
- Finalmente dimos con el Lord Sith y luchamos contra él. Vencimos, pero a un terrible
precio. La vida de tu padre. Una vez derrotado el Sith decidí abandonar la
Orden y quedarme aqui para criarte. – tomó la mano de Lebenha entre las suyas.
El dolor pareció apoderarse de ella y sus manos se crisparon.
-... Aún no.. aún no está lista... – parecía susurrarle a alguien. Cuando el dolor
pasó y su madre volvió a hablar Lebenha tuvo que acercarse mucho más a su madre
para poder escuchar el susurro en que se habia convertido su voz.
- Hija, te he entrenado en los caminos de la Fuerza. Eres poderosa en ellos pero debes
tener cuidado del Lado Oscuro. Ese Sith, tu padre le derrotó pero sólo a su
carne, su espíritu sobrevivió y ha estado esperando todos estos años. Ahora
viene por ti mi niña... ha acabado con mis fuerzas... debes... debes ir a las
Cavernas Olvidades y destruirlo, sólo asi serás libre... –
Lebenha apenas escuchaba las palabras de su madre. Sentía que se iba y por más que
trataba de aferrarse a ella, de que se quedara a su lado, su vida se le
escapaba entre los dedos como arena.
- Si madre... –
Su madre le sonrió.
- La Fuerza estará contigo... siem... sie... siempre... –
Con un último esfuerzo su madre acarició su cara y limpió una de sus lágrimas. La
noche sorprendió a Lebenha aún cogida de su mano y llorando.
Celebhen- Rajaewoks
- Juego : SWtOR
Clan : Recios
PJ principal : Lebenha Wyndral
Antigüedad : 21/01/2009
Mensajes : 72
Edad : 47
Re: El largo camino hasta casa
-Las Cavernas Olvidadas, por fin! – le dijo Lebenha al frio viento de las montañas.
Llevaba una semana ascendiendo por abruptas pendientes, escalando peligrosos
riscos y deseando haber tenido créditos suficientes como para comprar un
deslizador. Aunque en realidad dudaba de que hubiera sido capaz de pilotarlo
entre aquellas corrientes de aire.
- Y ahora que estoy aqui, son peores de lo que me imaginaba. –
Se encontraba en la entrada de una enorme caverna, que según las habladurias
populares, se hundía más profundo que las enormes montañas donde se encontraba
y nadie sabía a ciencia cierta cual era su longitud ni si había más salidas.
Lebenha observó las viejas runas de advertencia dejadas por los primeros
habitantes del planeta, una raza extinta y olvidada, a lo largo del arco de la
entrada. Desgastadas por el viento y el hielo no auguraban nada bueno para el
visitante. Pero lo peor era la sensación de miedo y de odio que parecía emanar
de la oscuridad frente a ella. Se dijo
que eran sólo imaginaciones suyas y, encendiendo una vara luminosa, entró en la
caverna caminando con cuidado para no resbalar sobre el hielo que cubria la
negra roca.
Cuando no había recorrido ni diez metros una fuerte ráfaga de viento vino del interior
de la cueva, casi lanzándola al suelo. El odio que sintió antes pareció
envolverla. Su corazón se paró al escuchar una fría voz en el viento.
- ¿Quién eres tú, joven Jedi, que osas entrar en mis dominios?. ¿Quién eres tú portadora
de la Luz? –
-Mi nombre es Lebenha Wyndral –
El viento se calmó tan rápido como había aparecido y Leb no escuchó nada más.
Quizá lo había imaginado todo, quizá se había vuelto loca. Claro que despues de
semanas de viaje, de haber eludido una manada de Morkums, las tormentas y la
escalada hasta alli no la extrañaría nada.
Esperó unos minutos y como no sentía ni volvió a escuchar nada continó caminando hacia
la oscuridad de más adelante.
De repente sintió como algo la golpeaba en la espalda, dejándola sin respiración. Su vara
luminosa salió despedida y ella comenzó a deslizarse por el hielo y a caer por
una pronunciada pendiente. No podía ver nada, tan sólo consiguió girar sobre si
misma para poner las piernas por delante en caso de que golpeara alguna pared,
lo cual no tardó en ocurrir, pero en vez de amortiguar el golpe con las piernas
como había esperado, fue su costado lo que golpeó primero contra una pared. Y
de repente no había nada bajo ella.
Cayó hacia la oscuridad durante unos angustiosos segundos en los que no se atrevió
ni a gritar, hasta que volvió a sentir el hielo bajo ella. Esta vez casi ni
notó el golpe del alivio.
Intentó aferrarse a algo, alguna estalactita, algun saliente, lo que fuera. Intentó
golpear el hielo con sus manos para frenar su caida, pero nada sirvió.
Finalmente se vió lanzada de nuevo al vacio y con un grito asustado, golpeó el suelo,
quedándose aturdida y tratando de recuperar el aliento.
Una oscuridad cálida la rodeaba, pero no era una calidez acogedora, si no agobiante
y pegajosa. Podía sentir el miedo y el rencor rodeándola, apretándo la
oscuridad contra ella en un intento de ahogarla.
Al cabo de unos segundos pudo distinguir un leve resplandor rojizo a su derecha.
Despacio, resbalando y respirando con dificultad, se fue acercando hacia el
resplandor. Este provenía de algo detrás de un recodo natural de roca. Al girar
por él Lebenha deseó no haber encontrado la fuente de aquella luz.
Frente a ella había un pequeño montículo de esqueletos humanoides, extraños huesos se
entremezclaban con calaveras humanas en una eterna tumba de hielo y roca. El
montículo se elevaba hacia un tosco trono hecho de los mismos materiales. Pero
lo que la paralizó fue la criatura que estaba sentada en el grotesco trono de
huesos y hielo.
La criatura poseía dos pares de deformes brazos terminados en afiladas garras
prensiles, su cuerpo era humanoide, dividido por segmentos insectoides, pero su
cabeza era una calavera con dos puntos rojos en las vacias cuencas de los ojos.
La criatura estaba rodeada de un halo rojo, la fuente de luz que la había
llevado hasta alli, y la joven se dio cuenta de que podía ver el trono a través
de aquella cosa que la miraba con malicia desde aquella altura.
El mal y el rencor la rodearon como una manta y la impideron moverse.
- Asi que, finalmente, has venido. – La criatura habló con la misma fría voz que
había escuchado al entrar en las cavernas.
– Si – añadió complacido – tal y como había previsto. –
“Bueno” pensó Lebenha “por lo menos sé que no estoy loca, Ni siquiera yo podría
imaginar algo asi.”
- Permite que me presente, pequeña. Mi nombre es Darth Wronk. Soy el Lord Sith que tus
padres intentaron derrotar hace años. Como puedes ver su fracaso ha sido... –
hizo un gesto hacia la pared, donde Lebenha pudo ver un esqueleto envuelto en
túnicas Jedi medio encerrado en el hielo -... total.-
La joven muchacha comenzó a sentir como la furia se apoderaba de ella. Aquella
criatura no sólo había matado a su padre, si no que, por medio de alguna
técnica Sith que desconocía, había atacado y matado a su madre. Y ahora se
atrevia a decir que habían fracasdo. Su rabia la dio fuerzas para mover su mano
izquierda. El alienigena parecía complacido.
-Ah si... eso es... – movió las mandíbulas como si disfrutara de un excelente
manjar. – Deja que tu rabia te domine. Es lo único que puede hacer que rompas
mi control. Vamos pequeña, Muestrame tu odio, tu poder. Sólo asi podrás vengar
a tus pateticos padres... –
Lebenha fruñó de desesperación. Iba a hacerle pagar, no sabía como, pero aquel ser,
aquella cosa iba a pagar por todo lo que le había hecho. Su pierna derecha se
movio hacia el trono.
Pero entonces Lebenha sintió algo distinto. Sintió una presencia tranquilizadora a
su espalda, “No te dejes llevar por la rabia hija mia. Tú eres más fuerte.”
Lebenha escuchó por primera vez la voz de su padre y sintió como toda la rabia la
abandonaba. Fue como si se librara de todo el peso del mundo y supo que ni
siquiera alli, en aquella profunda y oscura cueva, estaba sola. Sintio como
recuperaba el control de su cuerpo.
La criatura pareció sorprendida.
- Tsk tsk, es inutil que luches pequeña. Tu madre ha sido muy amable dándome su
fuerza vital para poder llegar hasta ti. No la desperdiciemos. -
Darth Wronk movió uno de sus brazos y Lebenha salió despedida por los aires de nuevo
para golpear la negra roca de la pared. Sin aliento, y con el dolor recooriendo
su espalda intentó levantarse, sólo para ser arrojada contra la pared contraria
de la estancia. Cayó con un gemido a los pies del esqueleto de su padre.
-Oh pequeña, no te preocupes – el espíritu del Lord Sith se levantó de su trono y
descendió hacia ella – No te matare... no aún al menos. Veras... necesito tu
cuerpo para salir de aqui. –
Aquella idea la horrorizó y trató de levantarse para huir. Pero el Sith volvía a
controlar su cuerpo y la paralizó de rodillas en el hielo.
- No pequeña, no podemos permitir que vagues por estos pasadizos a oscuras. Son
traicioneros ¿sabes? – pareció hacerle gracia su propia broma – Y despues de
esperar tantos años a que crecieras y fueras lo suficientemente fuerte y
poderosa como para soportar el proceso de unión no podemos permitir que tires
mi cuerpo por alguna sima sin fondo ¿verdad? –
La criatura puso dos de sus deformes extremidades en el craneo de la joven humana
y su grito de dolor recorrió las oscuras galerias de las Cavernas.
El asalto fue repentino, brutal y despiadado. Lebenha sentía como sus recuerdos
iban siendole arrancados uno a uno, dejando en su lugar millones de alfileres
al rojo en su cerebro. A la vez los recuerdos del Sith iban llenando su mente.
Sacrificios, traiciones, asesinatos. Lebenha se vió cometiendo todos y cada uno
de aquellos horribles actos. Y el poder. Sintió el poder del Lado Oscuro llenandola,
dotándola de una fuerza que nunca había pensado que podría tener. Y tras todo
ello, Lebenha vió un tremendo vacio. Un gran agujero negro en que se
convertiría su alma y que ni todo el poder de la galaxia podría llenar.
- ¡¡NO!!-
Un flash de luz blanco azulada lanzó a los dos en direcciones opuestas. El
espiritu llegó hasta el otro lado de la cueva, y Lebenha golpeó de nuevo la
pared donde estaba el esqueleto de su padre, con tanta fuerza que el hielo se
resquebrajó y los restos de su padre cayeron al suelo junto a ella. Pero esta
vez la joven agradeció aquel dolor físico, mucho más llevadero que lo que había
sentido hacía un segundo.
Darth Wronk parecía divertido y muy complacido. Se fue acercando a ella, utilizando
de nuevo la Fuerza para paralizarla.
- Bien... bien... eres poderosa. Sin embargo... No hay escapatoria. –
Ahora estaba muy cerca de nuevo, pero la Fuerza canalizada por Lebenha le tenía que
haber afectado pues aunque aún no podía controlar todo su cuerpo sí podía mover
sus dedos y comenzó a arañar el hielo que la rodeaba, intentado aferrar un
trozo de hielo, o de roca, o lo que fuera que pudiera arrojarle al Sith. No
esperaba dañarlo, pero quizá si sorprenderlo y distraerlo lo suficiente como
para que pudiera recuperar la movilidad.
Estaba de nuevo sobre ella y podía sentir el rencor y odio que emanaban de él.
- Y ahora mi pequeña... serás mia! –
El asalto a la mente de Lebenha se reanudó con más intensidad. Ella volvió a
gritar y pudo moverse. Cayó sobre la vieja túnica de su padre. Su mano derecha
toco algo bajo ella. Un objeto cilindrico que le transmitió una sensación de
calma y seguridad. Al aferrarlo dejó de sentir miedo.
Levantó con fuerza las manos, encendiendo el sable laser de su padre mientras trazaba
un arco ascendente con él.
- ¡¡NUNCA!!-
La hoja azul golpeó al sorprendido Sith, atravensándolo limpiamente y cortandolo por la
mitad. La Fuerza golpeó junto con la hoja, y la caverna se iluminó con una luz
blanca tan cegadora que Lebenha se vió obligada a cerrar los ojos.
Un minuto después la joven estaba arrodillada, con el sable en su regazo y
sollozando desconsoladamente. No había ni rastro del espiritu Sith. Ni frente a
ella ni através de la Fuerza.
- Lo has hecho muy bien, hija mia –
- ¿Padre? -
Lebenha levantó la vista. Frente a ella, arrodillado para dejar su rostro a la altura
del suyo, estaba el espíritu de padre. Llevaba las túnicas Jedi, sólo que de
color negro.
-Si hija mia. Y has hecho que me sienta orgulloso de ti. Has rechazado el Lado
Oscuro de la Fuerza y has acabado con la malicia y los planes de ese Sith. – de
pronto parecía cansado y triste – largos años he luchado contra él impidiéndole
que abandonara este lugar. Por desgracia no pude impedir que atacara a tu
madre. Pues con los años el Lado Oscuro se ha ido haciendo más y más poderoso.
Y mis fuerzas han ido menguando. – Volvió su mirada hacia su hija, y le sonrió
– Pero ahora puedo descansar, y unirme a tu madre por fin. – Levantó una mano
para acariciar el rostro de su hija.
- Tienes los ojos de tu madre – le dijo sonriendo – Ve a Coruscant hija mia, ve y
termina tu entrenamiento. –
- Lo haré padre – la muchacha seguía llorando, aunque ahora sus lágrimas eran de
felicidad, de alivio.
- La
Fuerza estará contigo siempre hija mia –
Y asi, tras largos años de lucha, Omrak Wyndral se unió a la Fuerza.
El sonido del intercomunicador despertó a Lebenha.
- Lady-Jedi - la voz del piloto togoriano que la había traido hasta Corsucant la delvolvió
al presente. – Hemos llegado a Coruscant-planeta. La llevaré al Templo-Jedi
- Gracias- contestó – iré a la cabina en un minuto.
Llevaba una semana ascendiendo por abruptas pendientes, escalando peligrosos
riscos y deseando haber tenido créditos suficientes como para comprar un
deslizador. Aunque en realidad dudaba de que hubiera sido capaz de pilotarlo
entre aquellas corrientes de aire.
- Y ahora que estoy aqui, son peores de lo que me imaginaba. –
Se encontraba en la entrada de una enorme caverna, que según las habladurias
populares, se hundía más profundo que las enormes montañas donde se encontraba
y nadie sabía a ciencia cierta cual era su longitud ni si había más salidas.
Lebenha observó las viejas runas de advertencia dejadas por los primeros
habitantes del planeta, una raza extinta y olvidada, a lo largo del arco de la
entrada. Desgastadas por el viento y el hielo no auguraban nada bueno para el
visitante. Pero lo peor era la sensación de miedo y de odio que parecía emanar
de la oscuridad frente a ella. Se dijo
que eran sólo imaginaciones suyas y, encendiendo una vara luminosa, entró en la
caverna caminando con cuidado para no resbalar sobre el hielo que cubria la
negra roca.
Cuando no había recorrido ni diez metros una fuerte ráfaga de viento vino del interior
de la cueva, casi lanzándola al suelo. El odio que sintió antes pareció
envolverla. Su corazón se paró al escuchar una fría voz en el viento.
- ¿Quién eres tú, joven Jedi, que osas entrar en mis dominios?. ¿Quién eres tú portadora
de la Luz? –
-Mi nombre es Lebenha Wyndral –
El viento se calmó tan rápido como había aparecido y Leb no escuchó nada más.
Quizá lo había imaginado todo, quizá se había vuelto loca. Claro que despues de
semanas de viaje, de haber eludido una manada de Morkums, las tormentas y la
escalada hasta alli no la extrañaría nada.
Esperó unos minutos y como no sentía ni volvió a escuchar nada continó caminando hacia
la oscuridad de más adelante.
De repente sintió como algo la golpeaba en la espalda, dejándola sin respiración. Su vara
luminosa salió despedida y ella comenzó a deslizarse por el hielo y a caer por
una pronunciada pendiente. No podía ver nada, tan sólo consiguió girar sobre si
misma para poner las piernas por delante en caso de que golpeara alguna pared,
lo cual no tardó en ocurrir, pero en vez de amortiguar el golpe con las piernas
como había esperado, fue su costado lo que golpeó primero contra una pared. Y
de repente no había nada bajo ella.
Cayó hacia la oscuridad durante unos angustiosos segundos en los que no se atrevió
ni a gritar, hasta que volvió a sentir el hielo bajo ella. Esta vez casi ni
notó el golpe del alivio.
Intentó aferrarse a algo, alguna estalactita, algun saliente, lo que fuera. Intentó
golpear el hielo con sus manos para frenar su caida, pero nada sirvió.
Finalmente se vió lanzada de nuevo al vacio y con un grito asustado, golpeó el suelo,
quedándose aturdida y tratando de recuperar el aliento.
Una oscuridad cálida la rodeaba, pero no era una calidez acogedora, si no agobiante
y pegajosa. Podía sentir el miedo y el rencor rodeándola, apretándo la
oscuridad contra ella en un intento de ahogarla.
Al cabo de unos segundos pudo distinguir un leve resplandor rojizo a su derecha.
Despacio, resbalando y respirando con dificultad, se fue acercando hacia el
resplandor. Este provenía de algo detrás de un recodo natural de roca. Al girar
por él Lebenha deseó no haber encontrado la fuente de aquella luz.
Frente a ella había un pequeño montículo de esqueletos humanoides, extraños huesos se
entremezclaban con calaveras humanas en una eterna tumba de hielo y roca. El
montículo se elevaba hacia un tosco trono hecho de los mismos materiales. Pero
lo que la paralizó fue la criatura que estaba sentada en el grotesco trono de
huesos y hielo.
La criatura poseía dos pares de deformes brazos terminados en afiladas garras
prensiles, su cuerpo era humanoide, dividido por segmentos insectoides, pero su
cabeza era una calavera con dos puntos rojos en las vacias cuencas de los ojos.
La criatura estaba rodeada de un halo rojo, la fuente de luz que la había
llevado hasta alli, y la joven se dio cuenta de que podía ver el trono a través
de aquella cosa que la miraba con malicia desde aquella altura.
El mal y el rencor la rodearon como una manta y la impideron moverse.
- Asi que, finalmente, has venido. – La criatura habló con la misma fría voz que
había escuchado al entrar en las cavernas.
– Si – añadió complacido – tal y como había previsto. –
“Bueno” pensó Lebenha “por lo menos sé que no estoy loca, Ni siquiera yo podría
imaginar algo asi.”
- Permite que me presente, pequeña. Mi nombre es Darth Wronk. Soy el Lord Sith que tus
padres intentaron derrotar hace años. Como puedes ver su fracaso ha sido... –
hizo un gesto hacia la pared, donde Lebenha pudo ver un esqueleto envuelto en
túnicas Jedi medio encerrado en el hielo -... total.-
La joven muchacha comenzó a sentir como la furia se apoderaba de ella. Aquella
criatura no sólo había matado a su padre, si no que, por medio de alguna
técnica Sith que desconocía, había atacado y matado a su madre. Y ahora se
atrevia a decir que habían fracasdo. Su rabia la dio fuerzas para mover su mano
izquierda. El alienigena parecía complacido.
-Ah si... eso es... – movió las mandíbulas como si disfrutara de un excelente
manjar. – Deja que tu rabia te domine. Es lo único que puede hacer que rompas
mi control. Vamos pequeña, Muestrame tu odio, tu poder. Sólo asi podrás vengar
a tus pateticos padres... –
Lebenha fruñó de desesperación. Iba a hacerle pagar, no sabía como, pero aquel ser,
aquella cosa iba a pagar por todo lo que le había hecho. Su pierna derecha se
movio hacia el trono.
Pero entonces Lebenha sintió algo distinto. Sintió una presencia tranquilizadora a
su espalda, “No te dejes llevar por la rabia hija mia. Tú eres más fuerte.”
Lebenha escuchó por primera vez la voz de su padre y sintió como toda la rabia la
abandonaba. Fue como si se librara de todo el peso del mundo y supo que ni
siquiera alli, en aquella profunda y oscura cueva, estaba sola. Sintio como
recuperaba el control de su cuerpo.
La criatura pareció sorprendida.
- Tsk tsk, es inutil que luches pequeña. Tu madre ha sido muy amable dándome su
fuerza vital para poder llegar hasta ti. No la desperdiciemos. -
Darth Wronk movió uno de sus brazos y Lebenha salió despedida por los aires de nuevo
para golpear la negra roca de la pared. Sin aliento, y con el dolor recooriendo
su espalda intentó levantarse, sólo para ser arrojada contra la pared contraria
de la estancia. Cayó con un gemido a los pies del esqueleto de su padre.
-Oh pequeña, no te preocupes – el espíritu del Lord Sith se levantó de su trono y
descendió hacia ella – No te matare... no aún al menos. Veras... necesito tu
cuerpo para salir de aqui. –
Aquella idea la horrorizó y trató de levantarse para huir. Pero el Sith volvía a
controlar su cuerpo y la paralizó de rodillas en el hielo.
- No pequeña, no podemos permitir que vagues por estos pasadizos a oscuras. Son
traicioneros ¿sabes? – pareció hacerle gracia su propia broma – Y despues de
esperar tantos años a que crecieras y fueras lo suficientemente fuerte y
poderosa como para soportar el proceso de unión no podemos permitir que tires
mi cuerpo por alguna sima sin fondo ¿verdad? –
La criatura puso dos de sus deformes extremidades en el craneo de la joven humana
y su grito de dolor recorrió las oscuras galerias de las Cavernas.
El asalto fue repentino, brutal y despiadado. Lebenha sentía como sus recuerdos
iban siendole arrancados uno a uno, dejando en su lugar millones de alfileres
al rojo en su cerebro. A la vez los recuerdos del Sith iban llenando su mente.
Sacrificios, traiciones, asesinatos. Lebenha se vió cometiendo todos y cada uno
de aquellos horribles actos. Y el poder. Sintió el poder del Lado Oscuro llenandola,
dotándola de una fuerza que nunca había pensado que podría tener. Y tras todo
ello, Lebenha vió un tremendo vacio. Un gran agujero negro en que se
convertiría su alma y que ni todo el poder de la galaxia podría llenar.
- ¡¡NO!!-
Un flash de luz blanco azulada lanzó a los dos en direcciones opuestas. El
espiritu llegó hasta el otro lado de la cueva, y Lebenha golpeó de nuevo la
pared donde estaba el esqueleto de su padre, con tanta fuerza que el hielo se
resquebrajó y los restos de su padre cayeron al suelo junto a ella. Pero esta
vez la joven agradeció aquel dolor físico, mucho más llevadero que lo que había
sentido hacía un segundo.
Darth Wronk parecía divertido y muy complacido. Se fue acercando a ella, utilizando
de nuevo la Fuerza para paralizarla.
- Bien... bien... eres poderosa. Sin embargo... No hay escapatoria. –
Ahora estaba muy cerca de nuevo, pero la Fuerza canalizada por Lebenha le tenía que
haber afectado pues aunque aún no podía controlar todo su cuerpo sí podía mover
sus dedos y comenzó a arañar el hielo que la rodeaba, intentado aferrar un
trozo de hielo, o de roca, o lo que fuera que pudiera arrojarle al Sith. No
esperaba dañarlo, pero quizá si sorprenderlo y distraerlo lo suficiente como
para que pudiera recuperar la movilidad.
Estaba de nuevo sobre ella y podía sentir el rencor y odio que emanaban de él.
- Y ahora mi pequeña... serás mia! –
El asalto a la mente de Lebenha se reanudó con más intensidad. Ella volvió a
gritar y pudo moverse. Cayó sobre la vieja túnica de su padre. Su mano derecha
toco algo bajo ella. Un objeto cilindrico que le transmitió una sensación de
calma y seguridad. Al aferrarlo dejó de sentir miedo.
Levantó con fuerza las manos, encendiendo el sable laser de su padre mientras trazaba
un arco ascendente con él.
- ¡¡NUNCA!!-
La hoja azul golpeó al sorprendido Sith, atravensándolo limpiamente y cortandolo por la
mitad. La Fuerza golpeó junto con la hoja, y la caverna se iluminó con una luz
blanca tan cegadora que Lebenha se vió obligada a cerrar los ojos.
Un minuto después la joven estaba arrodillada, con el sable en su regazo y
sollozando desconsoladamente. No había ni rastro del espiritu Sith. Ni frente a
ella ni através de la Fuerza.
- Lo has hecho muy bien, hija mia –
- ¿Padre? -
Lebenha levantó la vista. Frente a ella, arrodillado para dejar su rostro a la altura
del suyo, estaba el espíritu de padre. Llevaba las túnicas Jedi, sólo que de
color negro.
-Si hija mia. Y has hecho que me sienta orgulloso de ti. Has rechazado el Lado
Oscuro de la Fuerza y has acabado con la malicia y los planes de ese Sith. – de
pronto parecía cansado y triste – largos años he luchado contra él impidiéndole
que abandonara este lugar. Por desgracia no pude impedir que atacara a tu
madre. Pues con los años el Lado Oscuro se ha ido haciendo más y más poderoso.
Y mis fuerzas han ido menguando. – Volvió su mirada hacia su hija, y le sonrió
– Pero ahora puedo descansar, y unirme a tu madre por fin. – Levantó una mano
para acariciar el rostro de su hija.
- Tienes los ojos de tu madre – le dijo sonriendo – Ve a Coruscant hija mia, ve y
termina tu entrenamiento. –
- Lo haré padre – la muchacha seguía llorando, aunque ahora sus lágrimas eran de
felicidad, de alivio.
- La
Fuerza estará contigo siempre hija mia –
Y asi, tras largos años de lucha, Omrak Wyndral se unió a la Fuerza.
El sonido del intercomunicador despertó a Lebenha.
- Lady-Jedi - la voz del piloto togoriano que la había traido hasta Corsucant la delvolvió
al presente. – Hemos llegado a Coruscant-planeta. La llevaré al Templo-Jedi
- Gracias- contestó – iré a la cabina en un minuto.
Celebhen- Rajaewoks
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Re: El largo camino hasta casa
Lebenha estaba practicando sus habilidades con el sable laser. Hacía siete años que
había llegado al Templo Jedi de Coruscant y había estado alli cuando los Sith
atacaron la capital de la República, hacia tan sólo un año. Ahora los jedi
tenian su cuartel general en la nave espacial Chu’untor, en órbita sobre
Alderaan mientras los droides terminaban de limpiar los restos del Templo.
El sonido de la puerta deslizandose al abrirse no hizo que la joven jedi
interrumpiera el movimiento de su cuerpo. La hoja azulada cruzaba el aire
mientras Leb se movia entre varias velas colocadas siguiendo un complejo
diseño. Muchas de ellas flotaban a cierta distancia en el aire gracias a la
Fuerza y para llegar a ellas debía saltar a diferentes distancias. El objetivo
era apagar las pequeñas llamas que iluminaban la estancia con su sable láser
sin golpear ninguna vela.
Cuando terminó tenía la respiración agitada y apartó un mechón rebelde de su pelo. Su
visitante habló por primera desde que llegó, hacía diez minutos.
- Debes concentrarte en lo que estas haciendo joven Wyndral. Estate atenta a la Fuerza
viviente, de esa forma no volverás a fallar asi. -
El arkaniano señaló una de las velas que ella estaba cortando cuando él entró.
Estaba en el suelo, cortada casi por la mitad. Era la única vela que había
golpeado.
- Si Maestro Tirian. Aún tengo mucho que aprender -
El hombre asintió con su cabeza cubierta de largo pelo blanco.
- Pero no he venido a admirar tus progresos joven Wyndral. Sigueme, tengo una misión
para ti.-
Aunque tan sólo asintió y recogió su túnica, Lebenha sintió como se encogía su
estómago. Conocía al Maestro Tirian desde que había llegado a Coruscant, fue él
el que la guió a través de los Sith y de las columnas derrumbadas del Templo
hasta aquel pequeño grupo de soldados que luchaba sin cuartel rodeados de
enemigos. Ella se quedó alli, junto a ellos, mientras el Maestro volvía al
Templo en busca de más padawans. Desde entonces el Maestro Tirian había sido su
maestro y nunca había iniciado una misión ella sola. Sabía que era uno de los
últimos pasos antes de que a un padawan le nombraran caballero.
Caminaron en silencio por la enorme nave hasta una de las salas de hologramas. Una vez
alli, con una leve manipulación de la Fuerza el proyector se conectó y un par
de planetas, uno blanco y pequeño y otro grande y negro aparecieron en órbitas
elípticas alrededor de una estrella.
-Este es el sistema Sokor, en el Anillo Exterior. Partirás de inmediato hacia alli y
aterrizarás en el planeta Socorro-
En ese momento el planeta grande y negro pasó a primer plano, ocupando la mayoría de
la sala. Por el holograma parecía un planeta desertico, con grandes extensiones
de arena negra y enormes formaciones montañosas.
- Alli buscarás a la tribu indígena de los Asylir. El planeta Socorro sufre una gran
actividad sísmica, lo cual hace casi imposible aprovechar sus recursos
minerales y la vida en el planeta muy complicada. Aterrizarás en el
espaciopuerto de Soco-Jarel – Una luz intermitente se encendió en un punto del
planeta, cerca del ecuadro del mismo. Me han llegado rumores de que los
miembros de esta tribu poseen una extraña capacidad para preveer los fenómenos
naturales de su planeta. Tormentas de arena, erupciones volcánicas y terremotos
entre otros. Esto puede deberse a una inclinación natural hacia la Fuerza, o
quizá no. Necesito que vayas y lo investigues. Si son sensibles a la Fuerza no
podemos permitir que los Sith lleguen hasta ellos. – hizo una pausa para mirar
a Lebenha con sus ojos blancos y sin pupilas, típicos de su raza. - ¿Tienes alguna duda joven Wyndral? –
Desde
la batalla del Templo y los dias posteriores, hasta que fueron rescatados junto con aquellos soldados y otros supervivientes en el barrio Mirk, no la había vuelto a llamar padawan.
- No Maestro, partiré lo antes posible. -
había llegado al Templo Jedi de Coruscant y había estado alli cuando los Sith
atacaron la capital de la República, hacia tan sólo un año. Ahora los jedi
tenian su cuartel general en la nave espacial Chu’untor, en órbita sobre
Alderaan mientras los droides terminaban de limpiar los restos del Templo.
El sonido de la puerta deslizandose al abrirse no hizo que la joven jedi
interrumpiera el movimiento de su cuerpo. La hoja azulada cruzaba el aire
mientras Leb se movia entre varias velas colocadas siguiendo un complejo
diseño. Muchas de ellas flotaban a cierta distancia en el aire gracias a la
Fuerza y para llegar a ellas debía saltar a diferentes distancias. El objetivo
era apagar las pequeñas llamas que iluminaban la estancia con su sable láser
sin golpear ninguna vela.
Cuando terminó tenía la respiración agitada y apartó un mechón rebelde de su pelo. Su
visitante habló por primera desde que llegó, hacía diez minutos.
- Debes concentrarte en lo que estas haciendo joven Wyndral. Estate atenta a la Fuerza
viviente, de esa forma no volverás a fallar asi. -
El arkaniano señaló una de las velas que ella estaba cortando cuando él entró.
Estaba en el suelo, cortada casi por la mitad. Era la única vela que había
golpeado.
- Si Maestro Tirian. Aún tengo mucho que aprender -
El hombre asintió con su cabeza cubierta de largo pelo blanco.
- Pero no he venido a admirar tus progresos joven Wyndral. Sigueme, tengo una misión
para ti.-
Aunque tan sólo asintió y recogió su túnica, Lebenha sintió como se encogía su
estómago. Conocía al Maestro Tirian desde que había llegado a Coruscant, fue él
el que la guió a través de los Sith y de las columnas derrumbadas del Templo
hasta aquel pequeño grupo de soldados que luchaba sin cuartel rodeados de
enemigos. Ella se quedó alli, junto a ellos, mientras el Maestro volvía al
Templo en busca de más padawans. Desde entonces el Maestro Tirian había sido su
maestro y nunca había iniciado una misión ella sola. Sabía que era uno de los
últimos pasos antes de que a un padawan le nombraran caballero.
Caminaron en silencio por la enorme nave hasta una de las salas de hologramas. Una vez
alli, con una leve manipulación de la Fuerza el proyector se conectó y un par
de planetas, uno blanco y pequeño y otro grande y negro aparecieron en órbitas
elípticas alrededor de una estrella.
-Este es el sistema Sokor, en el Anillo Exterior. Partirás de inmediato hacia alli y
aterrizarás en el planeta Socorro-
En ese momento el planeta grande y negro pasó a primer plano, ocupando la mayoría de
la sala. Por el holograma parecía un planeta desertico, con grandes extensiones
de arena negra y enormes formaciones montañosas.
- Alli buscarás a la tribu indígena de los Asylir. El planeta Socorro sufre una gran
actividad sísmica, lo cual hace casi imposible aprovechar sus recursos
minerales y la vida en el planeta muy complicada. Aterrizarás en el
espaciopuerto de Soco-Jarel – Una luz intermitente se encendió en un punto del
planeta, cerca del ecuadro del mismo. Me han llegado rumores de que los
miembros de esta tribu poseen una extraña capacidad para preveer los fenómenos
naturales de su planeta. Tormentas de arena, erupciones volcánicas y terremotos
entre otros. Esto puede deberse a una inclinación natural hacia la Fuerza, o
quizá no. Necesito que vayas y lo investigues. Si son sensibles a la Fuerza no
podemos permitir que los Sith lleguen hasta ellos. – hizo una pausa para mirar
a Lebenha con sus ojos blancos y sin pupilas, típicos de su raza. - ¿Tienes alguna duda joven Wyndral? –
Desde
la batalla del Templo y los dias posteriores, hasta que fueron rescatados junto con aquellos soldados y otros supervivientes en el barrio Mirk, no la había vuelto a llamar padawan.
- No Maestro, partiré lo antes posible. -
Celebhen- Rajaewoks
- Juego : SWtOR
Clan : Recios
PJ principal : Lebenha Wyndral
Antigüedad : 21/01/2009
Mensajes : 72
Edad : 47
Re: El largo camino hasta casa
La llegada de Lebenha al espaciopuerto de Soco-Jarel pasó inadvertida, al menos
por lo que ella pudo sentir. Simplemente era una viajera más deseando perderse
en aquel rincón de la galaxia como muchos otros. No queria que la presencia de
un Jedi alli alertara a los Sith.
Pronto la joven jedi se quedó asombrada ante las increibles vistas de Socorro. Desde
la plataforma de aterrizaje podía ver las vastas extensiones del mar de dunas
negras y, en la distancia, los altos picos de las montañas cubiertas por la luz
de la puesta de sol, que parecía estar en llamas.
Acercándose al límite de la plataforma más de lo recomendable Lebenha abríó su consciencia
a la Fuerza viviente y pudo sentir cómo la vida de aquel árido y salvaje
planeta la rodeaba y penetraba en ella. Incluso en aquella inhospita tierra
había vida. Su consciencia se deslizó por las interminables dunas de negra
arena, saltó entre las rocas por los interminables cañones, se elevó hacia las
altas montañas donde la roca parecía desafiar al mismo cielo. Y fue entonces
cuando lo sintió, alli había un vacio que amenazaba con absorver todo aquello
que osara acercarse demasiado. Un agujero negro que su percepción no pudo
definir pero que la devolvió a su propio cuerpo con la respiración agitada y un
nudo en el estómago. El Lado Oscuro.
Echándose de nuevo la capucha negra sobre la cabeza dirijó sus paso hacia la cada vez más
iluminada por las hololuces ciudad de Soco-Jarel. No tuvo que andar mucho hasta
encontrar una cantina que podría servir a sus propósitos. El “Black Dust”.
Nada más entrar supo que había acertado. De un vistazo identificó a la mayoría de
los parroquianos como contrabandistas, piratas y exploradores. La luz del local
era indirecta, sin que pudiera localizar con exactitud de donde venía, y la
música que provenía de alguna esquina oscura bastaba para disimular el tono de
una conversación pero no resultaba molesta. Se fijó en el hombre que atendía la
barra. Rondaba los cuarenta, con el largo pelo negro recogido en una coleta y
una franca sonrisa en la cara. Aqui podría encontrar un guía y transporte hasta
las tierras de los Asylir.
Se acercó hacia la barra sin que nadie le dedicara una segunda mirada y no tuvo
que esperar mucho para que el camarero se acercara a ella.
- Bienvenida al Black Dust, mi nombre el Karl Ancher y soy el orgulloso
propietario de este estableciemiento – dijo dedicándole una amplia sonrisa -
¿qué trae a una jedi a mi propiedad? -
Lebenha no estaba preparada para ser descubierta por el escrutinio casual de un camarero
asi que se quedó con la boca abierta en mitad de su respuesta. Karl se echó a
reir.
- No temas querida, no se te nota mucho, no creo que aquellos de alli – dijo
señalando a tres pilotos sullustan que dormitaban en una mesa – se hayan dado
cuenta. -
- No seas capullo Karl y dale un respiro a la chica -
El que acababa de hablar era un hombre joven con el pelo moreno cortado casi al cero
que se acercaba con un sombrero de cuero de ala ancha lleno de polvo en las
manos. Vestía con una vieja cazadora de cuero y en su cintura llevaba un par de
blásters.
- Sabes que sólo tres nos hemos dado cuenta de que es una jedi. -
Se acercó a Lebenha y le dió un codazo en las costillas.
- Tu tranquila, ninguo de estos paletos sabe que los jedi pueden ser tan guapos -
Lebenha le miró de arriba abajo, asombrada.
- Lo que yo no sabia es que las babosas espaciales supieran hablar.- Se volvió hacia
Karl - deberias cobrar por esto, te harias rico en una estación -
Ahora fue Karl el que se echó a reir mientras ponia un par de bebidas para ellos.
- Parece que has encontrado la horma de tu zapato Parn. -
- Aaah callate viejo y... -
Pero la réplica del contrabandista murió en sus labios asi como la mayoría de las
conversaciones y todas las miradas se dirigieron a la puerta.
Acababa de entrar un grupo de unos cinco matones en el bar, como si fueran los dueños
del lugar. El grupo estaba compuesto por un Gamorreano, que parecía dispuesto a
utilizar su vibrohacha en cualquier momento, dos humanos y un rodiano que llevaban
pesadas pistolas bláster desenfundadas y un Twi’lek, de piel grisacea y
mortecina que sonreia mostrando unos dientes podridos mientras sus matones le
abrian paso hasta la barra. El gamorreano empujó a Parn y un humano a Lebenha
en dirección contraria, asi que quedaron separados por el grupo armado. El
Twi’lek se sentó donde había estado Lebenha hacía un segundo, frente a Karl.
Observó las bebidas en la barra y se las bebió de un trago.
- Agh, no entiendo como vendiendo esta bazofia sigues todavia abierto Karl -
El dueño del local no hizo ni dijo nada. Miró de soslayo al bláster que escondía
bajo la barra, pero estaba demasiado lejos de él para que ahora le fuera de
ayuda.
-Y sin embargo, aqui estas – continuó el Twi’lek
- y no precisamente sin clientes-
Hizo un gesto con la mano que abarcó a todo el local. La mayoría de los parroquianos se
habían puesto en pie y muchos tenían las manos en los blásters, aunque ninguno
lo había desenfundado. Era evidente que pocos de los alli presentes no eran
amigos de Karl.
El Twi’lek negó con la cabeza y sus tentaculos se movieron en un gesto que parecia
de resignación.
- Verás... eso me pone las cosas mucho más dificiles. ¿Cómo le voy a decir a
Tiranga que no puedes pagar cuando es evidente que el negocio te va tan bien? -
- Puedes decirle a Tiranga que si vuelves por aqui te enviaré al mismo sitio que
a al anterior gusano que mandó -
- Aaah... pero yo no soy un gusano Karl, y creo que ha llegado el momento de dar
ejemplo -
Antes de que nadie pudiera reaccionar el Twi’lek había disparado a Karl a bocajarro.
El viejo contrabandista se lanzó hacia atrás como un acto reflejo y cerró los
ojos esperando sentir el calor del bláster abriendole el pecho, pero en lugar
de eso sintió una ráfaga de aire frente a él y el aire se llenó con el olor de
ozono.
El impacto del bláster dió en el hombro del propio Twi’lek y Karl pudo escuchar su
grito de dolor. Al abrir los ojos se encontró con la joven sobre la barra,
arrodillada para poder protegerle mejor y desde su posición pudo ver el sable
laser que llevaba a la espalda y que sus agudos ojos habían descubierto cuando
se sentó. La hoja azulada proyectaba su sombra sobre él y la barra.
- Será mejor que os marcheis ahora – dijo la jedi – antes de que alguien salga herido -
Y entonces fue cuando el gamorreano se lanzó hacia delante blandiendo el
vibrohacha, pero su movimiento sólo encontró la barra la cual se partió bajo la
violencia del golpe. Antes de caer de su salto, Lebenha giró sobre si misma,
realizando un corte horizontal con su sable. Antes de saber qué había ocurrido
con la debil humana que sería su cena el gamorreano cayó muerto al suelo.
Fue entonces cuando Parn abrió fuego y todo se desató. El resto de matones
dispararon y uno de ellos alcanzó a un sullustan antes de que Parn pudiera
freirlo. El intercambio de disparos apenas duró un par de segundos, pero fue lo
suficiente como para que el Twi’lek llegara a la puerta y escapara.
Cuando el ruido terminó los gangsters estaban muertos y sólo el sullustan había muerto
por parte de los parroquianos, pero dos más estaban heridos.
- Bueno - dijo Lebenha apagando el sable – adiós a la discrección.-
por lo que ella pudo sentir. Simplemente era una viajera más deseando perderse
en aquel rincón de la galaxia como muchos otros. No queria que la presencia de
un Jedi alli alertara a los Sith.
Pronto la joven jedi se quedó asombrada ante las increibles vistas de Socorro. Desde
la plataforma de aterrizaje podía ver las vastas extensiones del mar de dunas
negras y, en la distancia, los altos picos de las montañas cubiertas por la luz
de la puesta de sol, que parecía estar en llamas.
Acercándose al límite de la plataforma más de lo recomendable Lebenha abríó su consciencia
a la Fuerza viviente y pudo sentir cómo la vida de aquel árido y salvaje
planeta la rodeaba y penetraba en ella. Incluso en aquella inhospita tierra
había vida. Su consciencia se deslizó por las interminables dunas de negra
arena, saltó entre las rocas por los interminables cañones, se elevó hacia las
altas montañas donde la roca parecía desafiar al mismo cielo. Y fue entonces
cuando lo sintió, alli había un vacio que amenazaba con absorver todo aquello
que osara acercarse demasiado. Un agujero negro que su percepción no pudo
definir pero que la devolvió a su propio cuerpo con la respiración agitada y un
nudo en el estómago. El Lado Oscuro.
Echándose de nuevo la capucha negra sobre la cabeza dirijó sus paso hacia la cada vez más
iluminada por las hololuces ciudad de Soco-Jarel. No tuvo que andar mucho hasta
encontrar una cantina que podría servir a sus propósitos. El “Black Dust”.
Nada más entrar supo que había acertado. De un vistazo identificó a la mayoría de
los parroquianos como contrabandistas, piratas y exploradores. La luz del local
era indirecta, sin que pudiera localizar con exactitud de donde venía, y la
música que provenía de alguna esquina oscura bastaba para disimular el tono de
una conversación pero no resultaba molesta. Se fijó en el hombre que atendía la
barra. Rondaba los cuarenta, con el largo pelo negro recogido en una coleta y
una franca sonrisa en la cara. Aqui podría encontrar un guía y transporte hasta
las tierras de los Asylir.
Se acercó hacia la barra sin que nadie le dedicara una segunda mirada y no tuvo
que esperar mucho para que el camarero se acercara a ella.
- Bienvenida al Black Dust, mi nombre el Karl Ancher y soy el orgulloso
propietario de este estableciemiento – dijo dedicándole una amplia sonrisa -
¿qué trae a una jedi a mi propiedad? -
Lebenha no estaba preparada para ser descubierta por el escrutinio casual de un camarero
asi que se quedó con la boca abierta en mitad de su respuesta. Karl se echó a
reir.
- No temas querida, no se te nota mucho, no creo que aquellos de alli – dijo
señalando a tres pilotos sullustan que dormitaban en una mesa – se hayan dado
cuenta. -
- No seas capullo Karl y dale un respiro a la chica -
El que acababa de hablar era un hombre joven con el pelo moreno cortado casi al cero
que se acercaba con un sombrero de cuero de ala ancha lleno de polvo en las
manos. Vestía con una vieja cazadora de cuero y en su cintura llevaba un par de
blásters.
- Sabes que sólo tres nos hemos dado cuenta de que es una jedi. -
Se acercó a Lebenha y le dió un codazo en las costillas.
- Tu tranquila, ninguo de estos paletos sabe que los jedi pueden ser tan guapos -
Lebenha le miró de arriba abajo, asombrada.
- Lo que yo no sabia es que las babosas espaciales supieran hablar.- Se volvió hacia
Karl - deberias cobrar por esto, te harias rico en una estación -
Ahora fue Karl el que se echó a reir mientras ponia un par de bebidas para ellos.
- Parece que has encontrado la horma de tu zapato Parn. -
- Aaah callate viejo y... -
Pero la réplica del contrabandista murió en sus labios asi como la mayoría de las
conversaciones y todas las miradas se dirigieron a la puerta.
Acababa de entrar un grupo de unos cinco matones en el bar, como si fueran los dueños
del lugar. El grupo estaba compuesto por un Gamorreano, que parecía dispuesto a
utilizar su vibrohacha en cualquier momento, dos humanos y un rodiano que llevaban
pesadas pistolas bláster desenfundadas y un Twi’lek, de piel grisacea y
mortecina que sonreia mostrando unos dientes podridos mientras sus matones le
abrian paso hasta la barra. El gamorreano empujó a Parn y un humano a Lebenha
en dirección contraria, asi que quedaron separados por el grupo armado. El
Twi’lek se sentó donde había estado Lebenha hacía un segundo, frente a Karl.
Observó las bebidas en la barra y se las bebió de un trago.
- Agh, no entiendo como vendiendo esta bazofia sigues todavia abierto Karl -
El dueño del local no hizo ni dijo nada. Miró de soslayo al bláster que escondía
bajo la barra, pero estaba demasiado lejos de él para que ahora le fuera de
ayuda.
-Y sin embargo, aqui estas – continuó el Twi’lek
- y no precisamente sin clientes-
Hizo un gesto con la mano que abarcó a todo el local. La mayoría de los parroquianos se
habían puesto en pie y muchos tenían las manos en los blásters, aunque ninguno
lo había desenfundado. Era evidente que pocos de los alli presentes no eran
amigos de Karl.
El Twi’lek negó con la cabeza y sus tentaculos se movieron en un gesto que parecia
de resignación.
- Verás... eso me pone las cosas mucho más dificiles. ¿Cómo le voy a decir a
Tiranga que no puedes pagar cuando es evidente que el negocio te va tan bien? -
- Puedes decirle a Tiranga que si vuelves por aqui te enviaré al mismo sitio que
a al anterior gusano que mandó -
- Aaah... pero yo no soy un gusano Karl, y creo que ha llegado el momento de dar
ejemplo -
Antes de que nadie pudiera reaccionar el Twi’lek había disparado a Karl a bocajarro.
El viejo contrabandista se lanzó hacia atrás como un acto reflejo y cerró los
ojos esperando sentir el calor del bláster abriendole el pecho, pero en lugar
de eso sintió una ráfaga de aire frente a él y el aire se llenó con el olor de
ozono.
El impacto del bláster dió en el hombro del propio Twi’lek y Karl pudo escuchar su
grito de dolor. Al abrir los ojos se encontró con la joven sobre la barra,
arrodillada para poder protegerle mejor y desde su posición pudo ver el sable
laser que llevaba a la espalda y que sus agudos ojos habían descubierto cuando
se sentó. La hoja azulada proyectaba su sombra sobre él y la barra.
- Será mejor que os marcheis ahora – dijo la jedi – antes de que alguien salga herido -
Y entonces fue cuando el gamorreano se lanzó hacia delante blandiendo el
vibrohacha, pero su movimiento sólo encontró la barra la cual se partió bajo la
violencia del golpe. Antes de caer de su salto, Lebenha giró sobre si misma,
realizando un corte horizontal con su sable. Antes de saber qué había ocurrido
con la debil humana que sería su cena el gamorreano cayó muerto al suelo.
Fue entonces cuando Parn abrió fuego y todo se desató. El resto de matones
dispararon y uno de ellos alcanzó a un sullustan antes de que Parn pudiera
freirlo. El intercambio de disparos apenas duró un par de segundos, pero fue lo
suficiente como para que el Twi’lek llegara a la puerta y escapara.
Cuando el ruido terminó los gangsters estaban muertos y sólo el sullustan había muerto
por parte de los parroquianos, pero dos más estaban heridos.
- Bueno - dijo Lebenha apagando el sable – adiós a la discrección.-
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