Recios
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

Beogrog Oso-Dormido

Ir abajo

Beogrog Oso-Dormido Empty Beogrog Oso-Dormido

Mensaje  Invitado Miér 19 Nov 2008, 00:35

//Pues que he decidido recopilar la historia de presentación que en su día inicié y que se ha convertido en el transfondo de Beo, transfondo que se ha visto complicado enormemente por la expansión... pero es
parte de la historia de mi Caballera de la Muelllte.//


Nombre del personaje: Beogrog "Beo" Oso-Dormido
- Breve descripción del persosaje Beo es un viejo guerrero orco de pelambre blanco, aún fuerte pero de andares extrañamente patosos.
- "Breve" historia del personaje:
Beo en su juventud, siguiendo la tradición familiar, fue un correcto soldado al servicio de Thrall. Nunca destacó ni en el manejo del hacha ni en el honor de sus actos, se limitaba a cumplir las órdenes recibidas sin cuestionarse ni el cómo ni el por qué de tales órdenes, cómo muchos jóvenes buscaba la sencillez y simplicidad de la vida castrense.
Cuando alcanzó cierta edad se casó con el amor de su vida, Odem, y fue licenciado, se retiró a una pequeña granja donde tuvo dos hijos con su mujer, Begrack y Grogmer. En ella pasó los mejores años de su vida hasta que sus hijos alcanzaron la edad suficiente para recibir la llamada de Thrall, al que fueron a servir cómo lo hicieron su padre y el padre de su padre.

Aquel día empezaba a extinguirse, el rojo sol se ocultaba bajo los picos de Sierra Espolón bajo la atenta mirada de Beo. El orco sintió entonces el frío de la joven noche en su cogote y decidió apretar el paso para llegar a su granja antes que la noche se cerrara. Sabía que sus hijos tenían dos días de permiso y estarían ya esperando al abrigo del hogar.
Beo estaba contento, Gring, el góblin de la tienda de víveres le había dejado a fiar medio queso de Brie, el favorito de Grogmer, y además había conseguido un par de almejas gigantes cerca de Trinquete, las favoritas de Begrack. Pero sobre todo sabía que los volvería a ver desde que hace dos años marcharan a
servir a Thrall.

Ya sólo divisaba el último contorno del sol y el humo de su granja en el horizonte, demasiado humo pensó, Odem se había vuelto a pasar con la leña. Siguiendo andando y de repente vio horrorizado que su mujer no había echado leña de más si no que era su granja entera la que ardía. Corrió horrorizado hacía los restos de su casa y volvió a ver a sus hijos, colgados del dintel de la entrada junto con su mujer.

Beo enloqueció, pasó tres días con sus noches vagando por las tierras baldías, hasta que arribó a Orgrimmar. Ya nada tenía sentido y se prometió venganza.

-------------------------------------------------------------

Bebía Beo de su cuerno de cerveza absorto en sus pensamientos: ¿Por qué? ¿Para qué? Pero sobre todo ¿quién? Él no era más que un viejo orco que se disponía a pasar el resto de sus días junto a su mujer, pero alguien truncó sus sueños junto al espeso humo de la madera quemada de su granja.

Beo sabía de los asentamientos de los violentos kolkar y los rudos jabaespines al Norte de los baldíos, así como del fortín humano y la excavación enana al sur, pero no podía imaginar...

El año siguiente a la tragedia lo pasó luchando con pasión contra centauros y jabalíes, hasta tal punto luchó que pasó por cuchillo a sus dos jefes, pero ambos eran guerreros de honor y estaba seguro que le dijeron la verdad cuando aseguraron que sus tribus no habían sido responsables de la mantaza, sólo quedaron entonces dos posibilidades, y Beo no quería imaginar que humanos y enanos hubieran roto el pacto.

----------------------------------------------------------------------------

Zaach! Se escuchó cuando Beo retiró su hacha del último adepto escarlata que aún quedaba con vida en aquel lugar. Alzó la vista y vio la sonrisa complaciente en el rostro de Tzarkas.

-Beo, deberías hablar con Kaoh, creo que ya estas listo para la última prueba.
-Le dijo con la siniestra calma típica de los brujos.
-Umm, pero antes interroguemos a este inútil. - Respondió el orco.

Tras un par de horas de tira y afloja en un peligroso juego psicológico - con estos fanáticos de nada sirve la tortura física - al fin consiguieron engañar al humano, si es que a un miembro de la Cruzada se le puede llamar así. Y la información obtenida no sólo fue sorprendente sino que afectó profundamente a Beo.

Hace unos meses visitaron al sumo sacerdote escarlata un grupo de orcos, que por la vaga descripción que hizo el humano sólo podían ser unos puercos filoespada. Traían noticias de los Baldíos, habían conseguido por fin que todos los granjeros fueran pasados a cuchillo o huyeran de esas tierras - esto fue dicho con gran gozo y orgullo por el humano - Beo, en un ataque de ira al oír estas palabras hundió por última vez su hacha en aquel humano, a lo que siguió una leve y extrañamente divertida reprimenda de Tzarkas: "Narices Beo, que tenía ganas de "pasearlo" con mi flamante caballo".

Poco tardó Beo entonces en comprender la relación entre la Cruzada Escarlata y los orcos Filoespada, sólo hay una cosa que podría acercar a aquellos fanáticos a unos orcos: La Legión Ardiente.

En ese preciso lugar y en ese preciso momento Beo juró luchar contra la Legión hasta morir.

//Hasta aquí lo ya escrito, ahora empezamos con lo nuevo//


Última edición por Beo el Miér 19 Nov 2008, 06:47, editado 1 vez
Anonymous
Invitado
Invitado


Volver arriba Ir abajo

Beogrog Oso-Dormido Empty Re: Beogrog Oso-Dormido

Mensaje  Invitado Miér 19 Nov 2008, 06:34

Tiempo ha desde que Beo consiguiera suficientes pistas sobre la autoría de la matanza de su familia en sus incursiones al Monasterio Escarlata. No le cabía ninguna duda sobre la responsabilidad de la Cruzada Escarlata en el asesinato y quema de los cuerpos de su mujer e hijos. También sospechaba de una relación entre los cruzados y la Legión Ardiente, y si bien estaba en lo cierto no podía ni imaginar cual era el cariz autentico de esta.

De cualquier manera había acabado culpando a la Legión, no sólo de lo sucedido a su familia, sino de todos los males de Azeroth. Por eso decidió cruzar el Portal Oscuro y combatir a la Legión en Draenor, o cómo lo
llaman las razas de Azeroth: Terrallende.

En esta guerra, si bien no llegó a tener un lugar reservado entre los grandes héroes de la Horda, si se labró una reputación y cierto nombre entre los guerreros gracias a su eficacia y buen hacer en batalla.

Pero por fin cayó Illidan, seguido poco después por el enloquecido elfo Kael'thas, y el equilibrio volvió a Draenor. Durante unos meses los héroes de Azeroth pasearon ociosos por Shattrath… al menos hasta que empezaron a llegar rumores sobre extraños movimientos de la Cruzada Escarlata en sus enclaves en las Tierras de la Peste, en la costa Oeste del viejo continente.
Beo, cómo muchos de los ahora ociosos héroes de la horda, gustó de algo de movimiento, aunque fuera contra tan insignificante rival en comparación a la Legión Ardiente. Así que con algunos de sus compañeros volvió a las tierras de Azeroth, y cual fue su sorpresa que estaban siendo invadidas por extrañas criaturas infectadas por un nuevo tipo de peste. Así que se vió luchando contra el fanatismo de la élite de la Cruzada Escarlata al Oeste y estos nuevos engendros al Oeste.

En una de las múltiples escaramuzas sobre las fortificaciones escarlatas Beo oteó en lontananza un extraño jinete, ataviado con una tenebrosa túnica reforzada con placas metálicas y con una siniestra luz en sus ojos que se podía percibir desde su posición aún a pesar de la oscura capucha que portaba... pero eso no fue todo. Al acercarsé recordó por alguna extraña razón unas facciones tiempo atrás vistas.
El jinete paró un momento al ver al grupo en el que iba Beo, dió media vuelta y se perdió entre las laderas de las montañas al norte de las arrasadas viviendas de la cruzada.

Ya de vuelta en el campamento circundante a la Capilla de la Luz el orco comentó su avistamiento con los miembros del Alba Argéntea. Estos le informaron que se habían visto varios jinetes oscuros en las escaramuzas de otros grupos por la zona, y que de ellos sólo sabían que tras de sí dejaban un reguero de sangre escarlata.

Y Beo no podía quitarse de la cabeza la cara de Odem, su esposa, la misma cara que vislumbró en aquel jinete.
Anonymous
Invitado
Invitado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.