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El mundo de Tyria. Historia del continente de Tyria.

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El mundo de Tyria. Historia del continente de Tyria. Empty El mundo de Tyria. Historia del continente de Tyria.

Mensaje  Buck Vie 21 Ago 2009, 10:48

Bueno...pues más o menos, este es el trasfondo que se esconde tras el continente de Tyria, en el que se desarrolla el primero de los juegos de Guild Wars; El Prophecies y está narrada desde el punto de vista de los humanos, dado que es la raza jugable del juego.

Aviso: Tochopost del carajo.

Enjoy ^^

P.D. Dado que la he escrito un poco deprisa y corriendo y sacando información de todas partes tanto en ingles como en español, igual encontráis partes con poco sentido o poco claras y aunque repasaré poco a poco todo lo q he escrito, si encontráis algo raro decídmelo.

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Ya hace más de diez mil años que los grandes titanes caminasen por el mundo que los dioses habían comenzado a crear y ha quedado olvidado lo que fuera que les ocurrió, a pesar de que aún pueden encontrarse sus huesos por todo el continente; desde las tierras Charr hasta el Desierto de Cristal.

Muchas edades pasaron; hasta que una raza de serpientes surgiera desde las profundidades de La Sima hasta las mismas tierras de Tyria.
A diferencia de otras serpientes, estas se movían erguidas, usaban un lenguaje y contaban con una elaborada y rica cultura y tradiciones.
Habían sido invocadas por los propios dioses y traídas a este mundo para ser sus custodios. Su tarea: guiar a otras criaturas del mundo mientras este era terminado.

Desde la Costa de Bronce al oeste hasta las arenas del Desierto de Cristal en el lejano este y desde la Bahía de las Sirenas en el sur hasta la Cuenca de los Gigantes al norte; Tyria floreció bajo la protección de estas místicas criaturas. Fueron los protectores de la tierra, guardianes y maestros del conocimiento y durante el tiempo que pasaron en el mundo, el equilibrio se mantuvo.

Pero entonces, una nueva raza vino al mundo. No eran serpientes, ni bestias. Tampoco plantas o piedras. No tenían caparazones para protegerse...ni garras para rasgar la carne.
Llegaron desnudos e indefensos. Con las manos vacías...salvo de una cosa: el deseo de control.

Esta nueva raza no era otra que la de los humanos y en poco tiempo comenzaron a imponerse. Las ciudades florecían por todo el continente. Altas murallas se erguían mientras se forjaban armas. Aquéllo de lo que los humanos carecían, simplemente lo construían. No necesitaron caparazones ni garras una vez forjaron sus armaduras de metal y sus armas afiladas. Habían descubierto el fuego, escrito libros por si mismos y pasaban ese conocimiento de unos a otros.

Pronto, los humanos tuvieron todo lo que necesitaban...y fue entonces cuando comenzaron a atacar a otras criaturas. Cazaban animales por mero deporte...atacaban a los druídas de la jungla y se asentaron en tierras que no les pertenecían. Se convirtieron en los dueños del mundo, acaparando todos los privilegios pero ninguna responsabilidad.

En menos de cien años, las serpientes que protegían Tyria dejaron de ser necesarias. El equilibrio que habían logrado mantener fue destrozado y no había forma de volver a lograrlo. Viendo que el mundo había cambiado y prefiriendo no iniciar una guerra por el control del continente, se retiraron del mundo de los hombres. Dejaron las costas y las junglas. Abandonaron sus asentamientos en las tierras altas y en las montañas. Dejaron atrás a esa raza de recién llegados y marcharon a vivir al único sitio donde los humanos no podían o no querían vivir...el Desierto de Cristal.

Las serpientes nunca volvieron al mundo de los hombres y lentamente su influencia fue desapareciendo. Para las nuevas generaciones de humanos, habían sido simplemente una parte del pasado, contada en medio de mitos y leyendas hasta que al final su recuerdo se desvaneció de la consciencia humana.
Pero nunca se marcharon. Simplemente... se olvidaron.

A pesar de la retirada de las serpientes, los dioses nunca detuvieron su trabajo y, con la benevolencia de unos padres indulgentes, decidieron crear la magia.
Estaba pensado como un regalo para todas las criaturas inteligentes, pensado como una facilidad para hacer de la vida y la supervivencia una tarea menos ardua y cuando terminaron de crear su regalo, se lo ofrecieron a todas las razas de la tierra.

Pero los dioses...no contaron con una cosa: La codicia.

Las guerras estallaron cuando las razas lucharon por el dominio de la magia. La destrucción fue tal que empujó a los humanos al borde de la destrucción y, cuando todo parecía perdido, el Rey Doric, líder de la unión de tribus humanas se embarcó en el largo viaje hasta la mismísima ciudad de los dioses: Arah, en la península de Orr.
Se ganó una audiencia con los creadores y les suplicó ayuda, para detener las guerras y traer la paz al mundo una vez más.

Y los dioses oyeron sus plegarias e intervinieron.

El mundo ya estaba completo y, como su acto final, los dioses retiraron el don de la magia de todas las razas y lo encerraron en el interior de un enorme bloque de piedra.
Machacaron el bloque en cinco partes. Cuatro de ellas iguales pero opuestas y una piedra-llave sin la cual las otras cuatro nunca podrían ser reensambladas en una.

Cada una de las cuatro piedras fue la envoltura de una escuela de magia específica: Preservación, Destrucción, Agresión y Negación. Así, la magia podría existir aún en el mundo, pero el devastador poder de las cuatro juntas nunca quedaría bajo el control de una única criatura. Aquéllos que aceptaran el don de la magia, deberían cooperar con otros si acaso pretendían usarla a su máximo poder.

Pero la ayuda trajo consigo más que eso. Los dioses dijeron a Doric que, ya que había sido quien suplicó la paz, él y sus descendientes llevarían la carga de proteger las piedras y, como una precaución adicional, usaron una gota de la sangre del propio rey para sellar cada una de las piedras. Este fue el origen de las Piedras de Sangre

Tras esto, los dioses dejaron caer las piedras, una por una, en el interior de un volcán y dejaron este mundo para siempre confiados de que habían mantenido el equilibrio en su regalo y evitado la codicia.

Las cosas fueron bien durante un tiempo. Ninguna raza ganaba el dominio sobre ninguna otra y el mundo estaba de nuevo en paz.

Durante los siguientes años, los reinos humanos prosperaron. Poderosos grupos crecieron en cada nación y terminaron siendo conocidos como Los Clanes.
Eran estos grupos, estos clanes, los que representaban el auténtico poder en Tyria. A pesar de que había reyes y consejos encargados de hacer las leyes y regir las tierras, eran los clanes los que hacían cumplir -o no- las leyes.
Conforme crecían, las influencias de los clanes empezaron a solaparse

Como casi siempre ocurre con la paz, de nuevo llegó a su fin cuando el volcán donde habían permanecido enterradas las Piedras de Sangre entró en erupción, desperdigándolas por toda Tyria y haciendo que la magia que encarnaban se filtrara en las tierras donde cayeron y, aunque nunca han sido reunidas de nuevo, el poder que cada una posee independientemente es suficiente para volver a encender el deseo de poder en el corazón de los hombres

La lucha por el poder comenzó de nuevo y con ella, la guerra abierta; pero esta vez entre los propios humanos. Los clanes de los tres reinos más influyentes en el continente; Ascalon, Kryta y Orr, lucharon por la supremacía y ni siquiera sus reyes pudieron detenerlos pues en la mayor parte de los casos las fuerzas de los gremios eran incluso más poderosas que las de las casas de sus propias naciones.

La Guerra de Clanes asoló la tierra durante décadas, alimentada por el deseo de poder y la influencia de las Piedras de Sangre. Poco duraderos fueron los acuerdos de paz y ninguna negociación echó raíces.
El conflicto se cobró la vida de michos cientos de miles de personas. Desarraigó familias, convirtió a vecinos en enemigos y puso fin a las relaciones entre las naciones humanas...quizá de forma irrevocable.


Aunque las batallas se sucedían; cada una con su ganador y su perdedor, ninguna nación llegó a ganar el suficiente poder para dominar por completo a las otras dos y lentamente, con el paso de los años, la riqueza de unas y otras disminuyó. Los pueblos se cansaron de guerrear y los ejércitos se fueron debilitando conforme la guerra se cobraba su precio.

Como todas las cosas, la guerra también llegó a su fin. Pero no fue mediante las lenguas de plata de negociaciones en grandes salones; ni siquiera con el puño de hierro de una conquista.
La resolución de la guerra vino como consecuencia de una guerra mayor. Una guerra traída por los Charr.

Con unos efectivos sin precedentes, las bestias del norte barrieron las fronteras de los tres reinos humanos y, dejando a un lado el conflicto que llevaba sacudiendo sus tierras más de cien años, dirigieron su atención a la defensa de sus propias fronteras contra la nueva amenaza.

Cada reino luchó contra la invasión de un modo diferente. Ascalon se mantuvo firme en sus tierras, pues no tenían ningún otro lugar adonde ir y, aunque sus fuerzas estaban casi agotadas, lograron reunirlas tras El Gran Muro del Norte.
Pero su defensa fue de corta duración. En una batalla, que supuso el punto de inflexión para el reino de Ascalon, conocida como La Devastación los Charr hicieron llover fuego y azufre, destruyendo las amplias llanuras de cientos de millas que conformaban Ascalon. Su magia abrasó el suelo y las ciudades humanas conforme se movía por su territorio.

Los humanos supervivientes lucharon una vez más contra los charr y su magia, logrando retomar en gran parte el muro y defendiéndolo contra ataques periódicos...pero poco queda ya de su una vez próspero imperio.

Orr...fue otra historia. Para detener al ejército invasor, el principal consejero del rey de Orr se hundió en los poderes de la magia negra. A través de ella obtuvo un conocimiento oculto durante años y fue en su busca, aventurándose en las catacumbas muy por debajo de las calles de mármol de Arah, hasta encontrar un pergamino prohibido y leer su contenido.
La explosión resultante hundió por completo la península y envió tal cantidad de ceniza al aire que mantuvo bloqueada la luz del sol durante muchos años.
A pesar de que los Charr nunca llegaron a alcanzar las sagradas calles de Arah, casi todos los ciudadanos de Orr fueron asesinados ese mismo día.

Incapaces de mantener a los Charr fuera de sus fronteras y careciendo de una magia suficientemente potente para rechazarlos, Kryta puso sus esperanzas en un hombre llamado Saul D'Alessio y sus promesas de nuevos dioses invisibles que venían en ayuda de su pueblo. Fuera fruto de la suerte o mediante la auténtica mano de algunos de esos nuevos dioses, Kryta logró rechazar la invasión Charr, desterrando las bestias hasta el lugar de donde vinieran.

El polvo de todo este conflicto...está empezando a asentarse y quizá en esta edad seamos capaces de cosechar todo el conocimiento que podemos obtener de nuestros errores del pasado.
Quizá hayamos aprendido que es hora de guardar nuestro odio y simplemente trabajar juntos...o quizá haremos lo que todas las naciones de la historia del mundo han hecho: mirar ciegamente en dirección contraria e impulsar una nueva y más terrible plaga sobre nuestra tierra.

Sólo el tiempo lo dirá.
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