[Jack Halcyon] El show debe continuar

A veces enormemente divertido; otras enormemente indignante e incluso algunas acaban siendo delirantes y cómicas. Cada actuación es una sorpresa en si misma.
Butacas y Holopantallas

O te gusta o lo odias. No deja a nadie indiferente.
La gaceta de Aldera

Repetir es ver una obra nueva cada vez.
Universo troupes

Me sabía de memoria lo que ponían las tabletas de holo-periódicos que había desparramadas por el suelo. También sabía que no era algo en tanto bueno como novedoso, pero el tipo decidió empezar haciéndome la rosca.

-Las críticas son espectaculares, desde luego...- dijo una voz a mis espaldas. Una voz que no conocía.

No le había oído abrir la puerta. Joder, ni siquiera recordaba si yo la había cerrado.

A través del espejo, en aquél camerino oscuro y raquítico era incapaz de ver quién era, pero tenía un consuelo: Fuera quien fuera, si me quisiera muerto, ya lo estaría.
Y eso sólo podía significar que me iba a hacer una oferta, así que continué aplicándome el maquillaje como si nada.

No me juzgues, la edad te hace así de sociable y te permite saber de antemano lo que otra persona está a punto de decir.

El silencio no pareció molestar a quien fuera que estuviera ahí.

-...pero nos han dicho que eras el mejor. Y eso hace que queramos contratarte.-

¿Lo veis?
¿Y cómo sabía que era una oferta? Pues porque en la media decena de años que llevo retirado de los "negocios" (no te especifico, de todos, en general) nunca un desconocido ha cruzado esa puerta para traerme flores. O bombones. Ni siquiera una artistilla de medio pelo con ganas de hacerse un hueco en el mundillo del espectáculo. Siempre era gente buscando hacerme ofertas.

Se veía al parsec que el tipo estaba interesado en mi; pero antes de descubrir mis cartas, mejor seguir el rollo. No era el primero que creía ver en mi algo que... bueno, que no era.

-Tendrá que hablar con el teatro. Les hemos prometido un mes estándar de funciones y anular nuestro contrato supondrá una penalización de un buen número de créditos. Ya sabe cómo son estas cosas...-

Eh. Eso de hacerme el longuis también se perfecciona con la edad.

Una pena que nunca se me haya dado bien.

-Creo que no me he explicado con claridad. No quiero contratar a la compañía de teatro "Diamond", liderada por el señor Damon Kaj. Me estoy refiriendo a contratar los servicios de usted; Jack Nomad. Más conocido como Jackster Halcyon- replicó, haciendo claro hincapié en las últimas dos palabras que no eran otra cosa que mi nombre real; entendiendo como "real", claro, aquél que te pusieron tus padres al nacer y no el que figura en ese documento tan perfectamente falsificado que le muestras al oficial de turno.

Vale, se que cambiarme de "Jackster Halcyon" a "Jack Nomad" y luego a "Damon Kaj" no es muy elegante ni original; pero oye... se suponía que había dejado saldadas todas mis cuentas, que los que me conocían iban a mantener la boca cerrada y que en los censos, junto a mi nombre, aparece un 'Fallecido' con su fecha estelar y todo.
Por las estrellas, si hasta tengo una preciosa lápida en algún lugar de Alderaan. Bueno, si es que sigue algo en pie después de que pasara por alli cierto ejército Sith, claro.

Lo que estaba claro es que este tipo me conocía bien y eso me hacía estar en desventaja. Ahora quedaba saber si esta vez valdría con una negativa para que se fuera o tendría que sacar al callejón un bulto extra para el triturador de basuras.

-Si le han dicho que ERA el mejor, entonces seguro que puede entender que estoy retirado.- respondi mientras me aplicaba el maquillaje en el párpado inferior de los ojos. Todo un logro hacerlo bien si tenemos en cuenta que muchos con mi edad tienen un pulso con el que se pueden sacudir de forma automática la minga después de mear...

-Nadie lo deja del todo, señor Nomad. Y verá que nuestra oferta es más que aceptable. Acepte esta y no tendremos que "renegociar" más.-

El tipo se acercó hasta mi espalda y pasando un brazo sobre mi hombro, dejó un chip de créditos sobre la mesa. El número que marcaba tenía un número de cifras más que considerable. Además, quedaba muy claro su concepto de "renegociar". El tipo no era trigo limpio, pero tampoco iba yo a juzgarle.

El ojo izquierdo empezó a escocerme y a lagrimear. Debía haber dejado un poco de maquillaje en las pestañas y se me había colado. A pesar de todo, hice el esfuerzo de no restregármelo. Arruinaría lo que ya estaba hecho y me tocaría empezar de nuevo, así que antes de responder nuevamente a la oferta, miré el reloj.

-Aceptará el trabajo.- dijo, insistente, y noté un suave cosquilleo en la base del cráneo. Por un momento, estuve tentado de aceptar, si. Pero la edad también da otra cosa: terquedad.
No pensaba volver a las andadas. Ya estaba muy mayor; aunque hubiera sido el mejor.

Ya iba tarde y este tipo no parecía aceptar una negativa simple, así que recogí el chip de crédito y lo lancé de vuelta sobre mi hombro, pudiendo ver a través del espejo cómo el tipo lo recogía en un movimiento extremadamente rápido, pero insuficiente para amilanarme.

-Le recomiendo que busque la palabra "retirado" en el diccionario, señor.oferta.aceptable. Ahora si sale de aquí, no me retrasará en mi actual...-

Con un movimiento rápido, me levanté de la silla, eché mano al bláster pesado que esperaba escondido bajo el tocador, me di la vuelta y...

-...- ... y me quedé mudo por un instante -...¿trabajo?...-

No había nadie en el camerino. Es decir, aparte de mi, pero pude notar el aire fresco que solía entrar cuando alguien abría la puerta, aunque lo hubiera hecho en apenas unas décimas de segundo.

Ese cabrón se creía rápido. Iba a tener que enseñarle yo la rapidez auténtica.

Al momento, la puerta del camerino volvió a abrirse y entró Aelema Nar, una de las Twi'lek que formaban parte de la troupe. No parecía alarmada por verme con el arma (bláster) en la mano, ni con el aspecto de haber visto a nadie en todo su camino hasta aquí.

-¿Ensayando, Damon? Ayer te sabías el número de memoria. ¿Tanto te afecta ya la edad?- dijo entre risas. -Nos quedan diez minutos antes de salir a escena. Date prisa.- continuó y antes de volver a salir, me echó una de esas sonrisas que derriten a los jóvenes. Quién tuviera diez años menos... o mejor veinte.

El teatro estaba vacío, pero aún se podía sentir el olor de los múltiples perfumes en todo el patio de butacas, que contrastaba con el del maquillaje y el sudor en el escenario.

Sentado en silencio al borde de la tarima, saqué del bolsillo interior de mi gabardina una pequeña petaca metálica y vacié parte de su contenido en la boca. Joder...aún sabía bien.

Con un gesto más automático que otra cosa, acaricié las dos cartucheras. Resultaba reconfortante volver a llevarlas tras tanto tiempo... y eso era preocupante. Había dicho que me retiraba. No estaba ya para trotes y además, las nuevas generaciones venían pisando fuerte. Eran todos unos chapuceros; pero al menos eran efectivos.

Pensé en la conversación que había mantenido hacía menos de una hora con el resto de la troupe, en este mismo sitio. El momento en que les tendía a cada uno un chip de crédito con más dinero del que fueran a necesitar para un par de años de vida.

Joder, se suponía que ese dinero iba a ser mi jubilación.

Los ecos de la conversación aún resonaban en mi cabeza

-Si ese tipo nos ha encontrado no creo que venga sólo a por tí; querrá al grupo entero. Y ya habíamos tenido esta conversación. Todos estábamos de acuerdo en retirarnos.- había dicho Aelema, con una mezcla de preocupación e indignación; algo a lo que solamente había podido asentir y encogerme de hombros.

-Se lo que habíamos dicho, pero esto es lo que hay.-

-¿Y qué se supone que vamos a hacer ahora, Jack?- continuó, usando mi nombre auténtico.

-Desaparecer. Todos sabemos cómo hacerlo y también cómo volver a contactar. Esto no es más que... un hiperimpulsor roto en el salto. Cuando esto acabe, seguiremos donde lo dejamos.-

La conversación no había durado mucho más. La despedida fue corta; prácticamente inexistente. Desde demasiado jóvenes habíamos vivido a la carrera y eso nunca se olvida.

La semioscuridad que reinaba en la platea fue rota por una franja de luz al fondo del todo; pero hubo algo más. Suaves movimientos en tres de los palcos. Sin ruído.

El cabrón no venía sólo.

Tampoco lo hubiera esperado.